sábado, 16 de octubre de 2010

Siglo XX. El Siglo del Yo. 17-10-2010

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Siglo XX. El Siglo del Yo

De la BBC y el mismo director de "El Poder de las Pesadillas" -Alan Curtis-, nos llega un análisis de la evolución de la sociedad occidental en el Siglo XX -centrada en Gran Bretaña y EEUU-, y el desarrollo de la relación entre el poder y el psicoanálisis para generar las condiciones actuales del consumo, y en algunos casos de la política.

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Episodio I: Máquinas de Felicidad

Se nos introduce con Freud, y un vistazo rápido a la perspectiva más impactante de su teoría; fuerzas primitivas sexuales y agresivas escondidas en las profundidades de todas las mentes humanas, que... bueno, podrían llevar a unos escenarios sociales terribles de caos y destrucción y esas cosas ^^. La serie, se nos resume, tratará de cómo el poder ha utilizado las teorías de Freud para controlar a las "peligrosas masas" en democracia.

La serie en sí, se centrará más en Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, cuya influencia se equipara -aunque en la sombra- a la de su tío; como la primera persona -y la más importante- en utilizar las ideas de su tío para la manipulación de masas. Para que las corporaciones norteamericanas, pudieran hacer a la gente desear cosas que no necesitaban.

Ante una Austria cuya monarquía ve como un peligro ante su sistema la idea de examinar y abrir las emociones propias; un cuestionamiento así podría llevar a otros, incluido el del sistema social al completo. Del mismo modo, resultaba peligrosa la idea de instintos animales que eran reprimidos en el inconsciente. La Primera Guerra Mundial reafirma para Freud estas ideas, considerando que estas son las consecuencias de dejar libres estas fuerzas que subyacen a la psique.

Mientras tanto Edward Bernays, cuyos padres habían emigrado a EEUU veinte años antes, trabajaba como agente de prensa teniendo como principal cliente al cantante de ópera Enrico Caruso; conservaba, aun así, relación con su tío. Con la entrada de EEUU en la guerra europea, Bernays fue empleado en el Comité de Información Pública de este país, para promover en la prensa sus acciones de guerra. Centrando la información pública en que el esfuerzo sería para llevar la democracia y no para restaurar los viejos imperios, Bernays acabó por ser un invitado en la Conferencia de Paz de París, mientras se recibía al presidente Woodrow Wilson como un hombre que podría traer la libertad del individuo y promover un "nuevo mundo". Su aclamación masiva en París, sugeriría a Edward Bernays, que en sus propias palabras, "si podía usarse la propaganda para la guerra, podría usarse para la paz" (y teniendo mal nombre esto de la "propaganda", decidió llamarlo "relaciones públicas").

Así, en su nuevo Consejo de Relaciones Públicas en una pequeña oficina de Broadway, Nueva York, indagó fascinado en las ideas de su tío y la idea de la "irracionalidad subyacente" al ser humano; el objetivo, hacer dinero manipulando el inconsciente de las clases populares.

La primera meta, fue persuadir a las mujeres para que fumasen rompiendo los tabúes que había en aquel momento (por encargo del presidente de la Corporación Americana del Tabaco). Uno de los escasos psicoanalistas en EEUU le explicaría que el cigarrillo era un símbolo fálico, del poder masculino; con lo que si pudiera encontrar una forma de relacionar el cigarrillo con un reto a ese poder masculino, las mujeres fumarían (y, bueno, tendrían sus penes, esas cosas). En una multitudinaria marcha anual en Nueva York, Bernays persuadió a un grupo de mujeres jóvenes, debutantes en la marcha, para que entraran en esta y ante una señal encendieran cigarrillos; mientras tanto, había informado a la prensa de que se preparaba una protesta en la que un grupo de mujeres pretendía encender sus "antorchas de la libertad", que sería el término en el que se centraría todo. El mensaje, sería que cualquiera que apoyase este tipo de igualdad, lo haría encendiendo sus propias "antorchas de la libertad" (y qué hay más americano que eso...). Desde entonces, las ventas de cigarrillos a mujeres empezarían a ascender, haciendo fumar en mujeres un acto aceptable, a través de este acto simbólico.

Rapidamente Bernays sacó la conclusión; podía hacerse que la gente se comportara de forma irracional si se enlazaban productos con sus emociones y deseos. Es decir, la idea de que fumar hiciera más libre a la mujer era irracional en sí, pero podía hacerles sentir más independientes. Los objetos, podrían ser poderosos símbolos sobre la forma en que querrías que otros te vieran; la compra del producto no debería apelar a motivos racionales, sino a las emociones. Podrías sentirte mejor comprando esta o esa cosa.

Esto fascinó a las corporaciones norteamericanas, preocupadas porque en una economía en la que se fabricaban los bienes "necesarios" y se vendían como necesidades, podría llegar un momento en el que teniendo suficientes cosas la gente dejara de comprar. Así, lo que debían transformar, era la forma del público de concebir los productos; de una cultura de la "necesidad" a una cultura del "deseo". Buscando estas motivaciones de la mente humana al servicio del producto, la popularidad de Edward Bernays entre la norteamérica corporativa se dispararía.

Bernays relacionaría estrellas del cine con productos en revistas, inauguraría la idea de la publicidad en el cine y vestiría a los actores en las premieres con marcas que eran sus clientes, haciéndoles decir que comprar no era sólo una necesidad, sino una forma de expresar tu yo interior, tu personalidad; llegó incluso, a contratar psicoanalistas que de cara al público serían "independientes", para generar estudios positivos que apoyasen que uno u otro producto era bueno para el consumidor. El término consumo sería acuñado en 1927, como un cambio social definido ya existente.

El movimiento económico generado impulsó la bolsa, lo cual Edward Bernays aprovechó para organizar campañas para que la gente normal comprase acciones (tomando dinero prestado de bancos a los que también representaba), con un éxito arrollador, haciendo a Bernays famoso como el hombre que entendía la mente de las masas.

La política era el siguiente paso lógico, contactado en 1924 por el presidente Calvin Coolidge, cuya apariencia pública era de una figura aburrida y sin interés. Bernays, haría lo mismo que con los productos; convenció a 34 estrellas de cine para visitar la Casablanca, visita que estaría al día siguiente en todos los periódicos.

Pero mientras Bernays se hacía rico en EEUU, su tío Freud se encontraba cerca del desastre, con una Viena en crisis económica y con inflación masiva. Pidiendo ayuda a su sobrino, este publicó sus trabajos por primera vez en EEUU, trayendo beneficios que Freud ocultaría en una cuenta extranjera. Negativo en cualquier caso sobre la condición humana tras su experiencia de la Primera Guerra Mundial, Freud se retiraría a una casa en los Alpes y escribiría sobre la mente de las masas, describiendo con pesimismo cómo podía activarse esta mente en los grupos grandes de gente, y cómo había subestimado la peligrosidad de esta parte inconsciente, la del animal más peligroso de la creación.

El problema, es que esto llevaría a la conclusión de que la idea principal de la democracia estaba equivocada; que no se podía confiar en las personas para tomar decisiones racionales. Un político de muy alta influencia sugirió, que esto podría solucionarse con una élite que controlara los sentimientos inconscientes de las masas a través de la psicología. Bernays, fascinado por estas declaraciones, se promocionaría a través de ellas (y aprovecharía para escribir unos cuantos libros); impulsando los deseos de la gente y satisfaciéndolos a través de productos de consumo, estaba creando una nueva manera de manejar los impulsos irracionales de los humanos. Lo llamó "ingeniería del consenso", considerando que era "la esencia de la democracia" (la gente debía ser guiada desde arriba,... ya que podría votar a la persona equivocada, tomar la decisión equivocada...)

En 1928 llegaría al poder el presidente Hoover, quien de acuerdo con las tesis de Bernays anunciaría que el consumo se había convertido en el motor de EEUU. Tras su elección, dijo a un grupo de anunciantes, que su responsabilidad era la de crear el deseo; de convertir a la gente en máquinas de felicidad en perpétuo movimiento, máquinas que serían la clave para una economía en un progreso contínuo. Es decir, que del antiguo concepto central de la democracia como un cambio en las viejas relaciones de poder, se pasaría a un concepto de dar a la gente medicina para sentirse bien, manteniendo esas viejas relaciones de poder.

Sin embargo, el poder de Bernays, con intensas relaciones con las clases políticas y económicas, sería destruído de pronto, con la llegada del colapso de la bolsa en 1929. Frente a una recesión salvaje, la gente dejó de comprar cosas que no necesitaba, y la figura del consumidor desapareció. En Europa las crisis económicas y políticas se agravarían y surgirían choques armados entre facciones políticas, con Freud retirándose de nuevo a los Alpes para escribir "La Civilización y sus Descontentos", atacando la idea de la civilización como expresión del progreso humano. Esta, habría sido construída para controlar las fuerzas inconscientes del ser humano; y el ideal de libertad de la democracia, sería imposible. Dejar que el ser humano se expresara era demasiado peligroso. Debía ser siempre controlado, con lo que debía estar siempre descontento.

Esta desesperanza sobre la democracia también contriburía a alzar en Alemania a Hitler; los nazis argumentaban que la democracia dejaba salir un individualismo egoísta en las personas, sin controlarlo de ninguna forma. Prometieron en su campaña que abandonarían la democracia, debido al caos y el desempleo al que conducía. La Alemania nazi, controlaría a las personas de una forma distinta; producción planificada por el estado ante la inestabilidad del libre mercado (como había probado la debacle de la bolsa en EEUU), y control del tiempo libre a través del programa "fuerza a través de la alegría", uno de cuyos slogans era "servicio, no 'yo' ".

No consideraban esto un retorno a los viejos regímenes, sino como un nuevo modelo en el que los deseos y emociones de la gente serían algo central; pero canalizados de forma que unieran a la nación. Afirmaba Goebbels en su propaganda, "Puede ser buena cosa mantener el poder basandose en las armas. Es mucho mejor si ganas el corazón de la nación, y mantienes su afecto". Así, las multitudinarias marchas organizadas por Goebbels servirían para llevar a Alemania a una "unidad de pensamiento, sentimiento y deseo". Una de sus inspiraciones, afirmaría a un periodista norteamericano, fueron los escritos de Edward Bernays.

Freud, proféticamente, afirmaba como una advertencia en su psicología de masas que en un caso como este las fuerzas libidinales inconscientes eran rendidas al líder (y con ellas hacia él la admiración y el amor), y los instintos agresivos serían descargados contra aquellos que se encontraran fuera del grupo.

Mientras tanto en EEUU, las masas se lanzaron contra las corporaciones, a las que culpaban de haber causado este desastre. En 1932, Roosevelt resultaría elegido, prometiendo utilizar la fuerza del estado para tomar el control sobre el libre mercado. Su solución, sin embargo, no era destruir la democracia, sino fortalecerla, desarrollando una nueva forma de manejarse con las masas. Reunió a especialistas en Washington, con el objetivo de iniciar proyectos industriales organizados por el estado, convencido de que la Bolsa había caído porque el capitalismo "Laissez-Faire" no podía continuar gobernando las economías modernas; esto debía estar en manos del estado.

Las corporaciones se horrorizaron, mientras que curiosamente la idea atrajo la atención de los nazis, especialmente de Goebbels. Sin embargo, al contrario que ellos, Roosevelt consideraba que los seres humanos eran racionales, que se podía confiar en ellos para que formaran parte activa del gobierno; que podía explicar al americano medio sus decisiones y tener en cuenta sus opiniones. Para esto, se ayudó del sociólogo George Gallup, para a través de estadísticas tener (y publicitar) una revisión constante de la opinión del país acerca de su gobierno y sus decisiones, organizándolo de forma científica, tal que se evitara por completo cualquier manipulación emocional en las preguntas, confiando en esta racionalidad del público. El cambio a un nivel más profundo, era el de establecer puentes con los ciudadanos, en lugar de considerarlos como consumidores irracionales.

En las elecciones de 1936 en EEUU, Roosevelt ganó prometiendo un mayor control sobre los grandes negocios (para los cuales era una perspectiva desastrosa). Las corporaciones decidieron contraatacar con una guerra ideológica, para obtener de nuevo el poder. Bajo el paraguas de una asociación que uniría a estas corporaciones, la "National Association of Manufacturers", el énfasis se encontraba ahora en crear un enlace emocional entre el público y los negocios; las técnicas de Bernays a gran escala. Las campañas se centraron en mostrar cómo fueron los negocios y no el gobierno quienes habían creado el EEUU moderno, y en respuesta el gobierno organizó propaganda hablando sobre la forma en que sin escrúpulos el mundo de los negocios estaba introduciendo su propaganda en los medios de comunicación de masas. "Sus métodos son un grave peligro para las instituciones democráticas", llegarían a decir las campañas gubernamentales, que mostraban a los ciudadanos cómo podían analizar ellos mismos la prensa para detectar sesgos ocultos.

La imaginación de Bernays, sin embargo, no se detendría ante esto. El siguiente paso sería, crear la visión utópica de lo que las corporaciones podrían traer a EEUU, si se les dejara. La "expo" de 1939 se llevaría a cabo en Nueva York, con Bernays como asesor central, haciendo el eje de la campaña el enlace necesario entre la democracia y los negocios. El edificio en la exposición de EEUU, sería una enorme maqueta del "futuro" de EEUU, construído por la General Motors. Todo el objetivo sería, convencer a la gente de que no podía haber verdadera democracia sin ese capitalismo capaz de todo. Esta exitosa propaganda utópica en la que los negocios respondían a los deseos de la gente de una forma en que los políticos nunca podrían,... no que la gente estuviera al cargo, sino que sus deseos lo estarían; no ciudadanos, sino consumidores.

Y esta lucha entre dos concepciones del ser humano, se vería afectada dramáticamente por eventos que iban a suceder pronto en Europa...

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Episodio II: Ingeniería del Consenso

En esta segunda parte, se comienza destacando los graves problemas psicológicos de las tropas norteamericanas involucradas en la Segunda Guerra Mundial. El 49% de los soldados llegaron a tener que ser evacuados por motivos psicológicos en algún momento, siendo también la primera vez que se prestaba atención a estos efectos psicológicos en una guerra, con psicoanalistas principalmente "importados" de Europa. Convencidos de que estos problemas no eran el resultado directo de la lucha, explorarían a través del psicoanálisis el pasado de estos soldados, considerando la situación del combate como el gatillo de estos problemas. Los resultados, serían también considerados una confirmación de la existencia de estas fuerzas irracionales bajo la capa de aparente normalidad de la mente.

Mientras que la victoria en la Segunda Guerra Mundial pareció una victoria para la democracia, en privado la clase política había aumentado sus preocupaciones como resultado de la aplicación
masiva de psicoterapia en los soldados.

Así, tras la Segunda Guerra Mundial y los horrores del Holocausto, se impusieron las concepciones que consideraban al ser humano como un ser irracional cuya animalidad, miedos y deseos inconscientes habrían dado lugar a estas consecuencias. Este enemigo dentro de cada mente humana debía ser controlado. La única forma de hacer que la democracia funcionase, creía el poder, sería reprimir esta barbarie oculta en cada mente.

Lo necesario sería entonces, un ser humano capaz de internalizar los valores democráticos. La herramienta sería la terapia, a través de la que se podría hacer que la mente se volviera un pilar para la democracia. Un nuevo personaje que ganaría influencia en esta nueva era y se volcaría sobre esta idea, sería Anna Freud, que tras la muerte de su padre se convertiría en el personaje más influyente del psicoanálisis.

Anna, consideraba que se podía enseñar a la gente a manejar las fuerzas inconscientes ocultas; y la teoría era en su núcleo sencilla, bastaba con dirigir a la gente al conformismo con las normas sociales, jamás cuestionando la realidad. Esto fortalecería el ego, y la capacidad para controlar el inconsciente. Si no se daba el conformismo, el ego sería débil y sufriría, y podría caer en manos de las peligrosas fuerzas del inconsciente.

En 1946, el presidente estadounidense Harry Truman firmó la Ley de la Salud Mental Nacional, nacido de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de aplicar las ideas del psicoanálisis y de la necesidad de conformismo de Anna Freud a escala nacional; centros de salud mental por todo el país, y trabajadores sociales para estudiar y dar consejos a las familias.

Establecido en EEUU el psicoanálisis, pronto no sólo se trataría de crear ciudadanos modelo, sino consumidores modelo. Un grupo de psicoanalistas dirigidos por Ernest Dichter en el Instituto para la Investigación Motivacional, retomaría las ideas de Bernays y el flujo del momento en el psicoanálisis, para profundizar en el conocimiento de por qué y cómo la gente se comporta, compra, y responde a la publicidad. Para ello, analizarían no ya los motivos para comprar, sino la personalidad al completo de los consumidores de distintos productos, para averiguar cómo venderles productos. Este grupo, ideó el concepto de sesiones de psicoanálisis en grupo para productos, reuniendo grupos de individuos para opinar sobre anuncios y productos y observar sus reacciones; técnica que sigue utilizándose en el presente.

Ahora bien, Dichter estaba convencido de que esto era más que vender productos; como Anna Freud, consideraba que el entorno podía fortalecer la personalidad, y que los productos tenían el poder tanto de corresponderse con los deseos como de dar una sensación a la gente de identidad con las personas a su alrededor. Dichter llamaría a esta estrategia para crear una sociedad estable, la "estrategia del deseo" (e identificándote con un producto, esto podría tener un valor terapéutico).

Para principios de los 50, las ideas del psicoanálisis habían penetrado profundamente en la norteamérica. Una nueva élite había ascendido en la política, la planificación social y los negocios, unida por la idea de la irracionalidad de las masas, que debía ser controlada para llevar adelante la sociedad.

Anna Freud continuaba viviendo en la costa sur de Gran Bretaña, en una vida supuestamente idílica basada en su modelo de conformismo, tanto para ella como para una familia anteriormente deshecha, de madre divorciada y cuatro hijas, sobre la que había experimentado y con la que tenía cercanía. Sin embargo, por debajo de la superficie las cosas iban fatal; la salud mental de su familia modelo, la prueba de que el modelo del conformismo funcionaba, era desastrosa (ataques de histeria, alcoholismo), y las visitas a Anna Freud se hacían contínuas para continuar los análisis.

Sosteniendo esta situación con pinzas, aumentaría aun así la influencia de la familia Freud en EEUU. Los políticos decidieron acercarse al primo de Anna Freud, Edward Bernays, para pedirle ayuda en tiempos de crisis; su labor, sería manipular a la población en un momento tan crítico como el alza de la Guerra Fría, después de que la Unión Soviética obtuviera la bomba atómica en 1953.

Bernays, que por aquel entonces trabajaba para grandes corporaciones y políticos, incluyendo al presidente Eisenhower, sugirió que no se debía reducir el miedo al comunismo de la gente, sino que había que alimentar y manipular ese miedo; pero de tal forma, que se convirtiera en un arma en esta Guerra Fría.

Uno de los principales clientes de Bernays era la United Fruit Company, con plantaciones en Guatemala, que había controlado el país a través de dictaduras; el modelo de lo que conocemos como "república bananera". Sin embargo, en 1950 un gobierno democráticamente elegido había prometido acabar con el control de la United Fruit Company, anunciando en 1953 la expropiación de las tierras inutilizadas de la compañía. Para librarse del gobierno guatemalteco, la United Fruit Company recurrió a Bernays.

Debía cambiarse la percepción del gobierno guatemalteco como elegido popularmente que hacía cosas por la gente, para convertirlo en una amenaza para EEUU, la "amenaza comunista". Sacar a la United Fruit Company de la percepción de lo que sucedía en Guatemala, y convertirlo en una cuestión política que concernía a la democracia (capitalista) en su lucha contra el comunismo (aunque no hubiera relación alguna entre el gobierno democrático guatemalteco y Moscú).

Bernays organizó un viaje a Guatemala para periodistas influyentes en EEUU, los cuales en su mayor parte desconocían la situación política del país. Organizó encuentros con golpistas en Guatemala, que les hablarían del control soviético sobre el gobierno. Se llevó también a cabo una violenta manifestación antiamericana en aquel momento, que se especula por las declaraciones de antiguos empleados de la United Fruit Company que estuvo también organizada por Bernays. Creó también una falsa agencia de noticias independendientes en EEUU, la "Middle American Information Bureau", que bombardeaba a los periódicos norteamericanos sobre informaciones acerca de cómo la Unión Soviética pensaba utilizar Guatemala como cabeza de playa para atacar EEUU.

Lo que Bernays estaba haciendo aquí, no era sólo intentar derrumbar el régimen democrático guatemalteco para la United Fruit Company; seguía teniendo como cliente al gobierno norteamericano, con Eisenhower parte de toda esta operación. Se dieron instrucciones a la CIA para dar un golpe de estado; entrenando un ejército rebelde, y proporcionando ayuda militar directamente operada por EEUU. Bernays estaría mientras tanto en EEUU preparando la propaganda que vendería este asalto como la "liberación de Guatemala", organizada por luchadores por la libertad, y a favor de la democracia.

Tras derribar el gobierno democrático en Guatemala en 1954 y la visita de Nixon para justificar al nuevo régimen, continuaría la propaganda preparando panfletos marxistas "encontrados" en el palacio presidencial. "Esta es la primera vez en la historia del mundo", diría Nixon en su visita pública a la nueva junta militar, "que un gobierno comunista ha sido derribado por la población. Y por esto, les felicitamos a ustedes y a la gente de Guatemala".

En Guatelama, se seguiría una guerra civil de 30 años en la que el gobierno militar sería responsable según la "Comisión de la Verdad" de la ONU al respecto del 90% de las violaciones de los derechos humanos, y de la limpieza étnica de la población de origen maya, considerada una de las mayores sucedidas en latinoamérica.

La idea de que había que manipular a las personas a través de las técnicas que se habían ido desarrollando en el Siglo XX para desarrollar la guerra fría, se afianzó en Washington; en la CIA, lo iban a llevar mucho más lejos. Convencidos de que en la Unión Soviética estaban experimentando con métodos psicológicos para alterar los recuerdos y sentimientos de las personas para producir personas más controlables, autómatas, para lo que acuñaron la expresión de "lavado de cerebro", decidieron que esto era posible,... y probarlo ellos mismos. Así, a finales de los 50 invirtieron en las universidades norteamericanas que investigaban el psicoanálisis, y empezaron a llevar a cabo programas secretos para averiguar cómo alterar y controlar los impulsos internos de los seres humanos.

La idea llegó a ser más radical; estos peligrosos impulsos subyacentes no sólo podían ser controlados, sino eliminados por completo. Nacería el programa MK-ULTRA, reconocido tiempo después por la propia administración norteamericana y dirigido por el doctor Ewan Cameron. Su teoría era que recuerdos reprimidos u olvidados eran la base del temible inconsciente, pero que el psicoanálisis era demasiado lento para revelarlos; la solución, borrarlos. Se utilizó LSD y "terapia electroconvulsiva" con pacientes con problemas mentales, para producir "personas nuevas" que con un pasado borrado podrían adquirir nuevas formas de conducta. Borrado el material anterior de la memoria, se alimentaría a estos individuos con nuevo material, pretendidamente positivo, para reprogramar el cerebro.

Los resultados fueron desastrosos. Lo único que consiguieron, fueron individuos con pérdidas de memoria, y la capacidad de repetir la frase "estoy agusto conmigo mismo". El resto de experimentos siguió el mismo camino, desanimando a los psicólogos americanos respecto a la posibilidad de reconfigurar el funcionamiento interno de las mentes de las personas. No habían soluciones sencillas. Esto fue más problemático de lo que parece, puesto que el poder de los psicoanalistas surgía de la idea de que eran capaces de entender y controlar las motivaciones subyacentes a los seres humanos; ahora, empezaba a cuestionarse la base de sus ideas.

Pero la caída de la visión clásica del psicoanálisis empezó en Hollywood, donde la influencia de Anna Freud era especialmente fuerte. En 1960 su mayor estrella, Marilyn Monroe, necesitaba ayuda respecto a su estado de ánimo desesperado y su adicción al alcohol y drogas. Se siguió la misma idea que Anna Freud había llevado a cabo con la familia modelo que ahora estaba rompiéndose y que había sido la base de su popularidad respecto al modelo de cambiar el ambiente y empujar al conformismo; si se enseñaba a Marilyn Monroe a entrar en el conformismo y tener objetivos sociales adecuados, esto ayudaría a su ego a controlar sus impulsos destructivos.

Ralph Greenson, el psicoterapeuta al cargo, persuadió a Marilyn Monroe para cambiar a una casa cercana, en la que se recreó una falsa vida familiar conforme con los standards sociales con la familia del propio doctor. La familia de Ralph, actuaría como si fuera la propia familia de la actriz, con el doctor como modelo de conformismo.

Poco después llegaría el suicidio de Marilyn Monroe, que resultó un shock para toda la comunidad psicoanalítica, incluyendo a Anna Freud. El psicoanálisis en sí y su influencia en norteamérica, empezó a ser cuestionado públicamente. ¿Beneficiaba a los individuos, o se trataba de una forma de mantener el órden social?

Arthur Miller, ex-marido de Marilyn, sería uno de los críticos más fuertes en público. Cuestionaría el que a través del psicoanálisis se considerase el sufrimiento como un error, un signo de debilidad o enfermedad, reclamando la necesidad del sufrimiento para entender la vida en lugar de buscar una existencia "lobotomizada", llena de una felicidad artificial.

La forma en que los negocios estaban usando el psicoanálisis para controlar a la gente también fue atacada. El primer golpe lo dio Vance Packard en su best-seller "Hidden Persuaders" (Persuasores Ocultos), que detallaba cómo las corporaciones habían convertido a las personas en marionetas emocionales para mantener la producción económica, manipulando sus deseos para que se dirigieran a nuevas marcas y modelos.

El segundo golpe, vino del filósofo Herbert Marcuse, quién había sido entrenado en el psicoanálisis, que hablaba sobre la "obsolescencia planificada" en el consumo para la producción de "nuevas" marcas y productos que resultan ser el mismo, y una "prosperidad" que llevaba a una existencia esquizofrénica y los problemas derivados de un progreso totalmente vacío.

La idea de Marcuse no era tan sólo que el psicoanálisis hubiera sido utilizado para objetivos corruptos, sino que se desarrollaba a un nivel más fundamental. Era el concepto en sí de que debía controlarse a la gente lo que estaba equivocado. Las personas tenían emociones y deseos, sí, pero estos no eran inherentemente malvados o violentos; era la sociedad lo que hacía peligrosos estos elementos reprimiéndolos y distorsionándolos. Anna Freud y sus seguidores habían aumentado esta represión para dirigir a la gente al conformismo, y al hacerlo habían hecho a la gente más peligrosa. Aquello a lo que se estaba adaptando a la gente era algo corrupto. Marcuse, giró el concepto del origen de los problemas del interior del individuo a la sociedad en sí. Someterse a la sociedad, sería lo mismo que someterse a esa corrupción.

"La psicología moderna tiene una palabra que probablemente se usa más que ninguna otra palabra en psicología. Es la palabra inadaptado. Ahora, deberíamos buscar vivir una vida bien adaptada para evitar personalidades neuróticas y esquizofrénicas. Pero hay algunas cosas dentro de nuestro órden social y nuestro mundo para las que estoy orgulloso de ser un inadaptado, y para la que os llamo en buena voluntad para que seais inadaptados. Nunca he tenido la intención de adaptarme al segregacionismo racial y la discriminación. Nunca he tenido la intención de adaptarme a la intolerancia religiosa. Nunca he intentado adaptarme a las condiciones económicas que crean necesidades para dar la riqueza a unos pocos, con millones de hijos de dios ahogándose en la pobreza. Nunca he intentado ajustarme al control del gobierno por un grupo violento. Nunca he intentado adaptarme a los efectos trágicos de la violencia física y el militarismo. Os llamo para que seais inadaptados para estas cosas" -- Martin Luther King


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Episodio III : Hay un Policía Dentro de Nuestras Cabezas : Ha de Ser Destruído.

En 1950, un grupo de psicoanalistas renegados había comenzado una nueva forma de terapia, en la que animaban a sus clientes a expresar abiertamente sus emociones. El mayor representante de este grupo sería Wilhelm Reich, antiguo discípulo -y luego enemigo- de Freud y los suyos. Desafió a Freud, considerando que las fuerzas inconscientes del ser humano eran basicamente buenas, y que su represión por la sociedad era lo que las distorsionaba y hacía peligrosas a las personas.

Para el florecimiento del ser humano, argumentaría Wilhelm Reich, la líbido -su fuerza fundamental- debería ser liberada. Su enfrentamiento con Anna Freud llegaría al extremo en una conferencia en Suiza en 1934, con esta como líder reconocida del movimiento psicoanalista; consiguió que se expulsara a Reich de la internacional psicoanalista, destruyendo su carrera. Reich se trasladó a los EEUU y situó allí su casa y su laboratorio, con sus ideas derivando hacia el extremo. Convencido de que había descubierto el origen de la energía de la líbido, la llamó "orgón", acabando por construir armas con las que pretendía capturarla de la atmósfera y concentrarla sobre nubes para producir lluvia. También, afirmaba, este arma podía utilizarse para destruir los OVNIs que amenazaban el futuro del mundo.

En 1956, Reich fue arrestado por las autoridades norteamericanas, por la venta de un aparato que afirmaba utilizaba orgón para curar el cáncer. Encarcelado, sus libros fueron quemados por órden de los juzgados; un año después, murió en prisión.

Parecería que la influencia de Wilhelm Reich se había desvanecido, pero sin embargo, con la caída del dominio psicoanalista en EEUU, sería recuperada en los años 60. Entonces, empezaría a atacarse en particular por parte de las generaciones jóvenes, al psicoanálisis y su uso por las corporaciones para manipular a la gente y sus emociones/deseos inconscientes, aquello que convertía a las personas en consumidores, en intentos por convertirse en la imagen vendida por la publicidad. "No quiero ser lo que otro pone en su anuncio, quiero ser yo".

A mediados de los 60, los movimientos de protesta en los campus de EEUU se hicieron fuertes, situando como enemigo la américa corporativa, a la que acusaban de lavar el cerebro al público norteamericano y mantenerlo quieto y conforme (mientras se llevaba a cabo la guerra del Vietnam). Un conocido mentor de los estudiantes, sería el ya mencionado Herbert Marcuse, gran crítico de los freudianos.

Los nuevos rebeldes se arrojaron a atacar al sistema de control social, lo cual tenía como reflejo en lo psicológico el slogan, "hay un policía dentro de nuestras cabezas: ha de ser destruído". El policía, debía ser destruído a través de la destrucción de las corporaciones y el estado que lo habían puesto ahí; incluso con grupos como Weather Underground, que llegarían a atentar contra aquellas corporaciones consideradas culpables de esta manipulación.

El gobierno de EEUU respondería con dureza, y en la convención demócrata de Chicago en 1968, se desataría una fuerte represión contra las manifestaciones. Sería el principio de todo un mecanismo represivo para detener este movimiento, que culminaría en el asesinato de cuatro estudiantes por la Guardia Nacional en una protesta contra el bombardeo de Camboya; esto sucedería en la universidad de Kent el 4 de mayo de 1970.

Estos asesinatos fueron el principio del fin de la "Nueva Izquierda" norteamericana, que quedaría en estado de shock al descubrir de repente que el estado reprimía de esas formas cuando se lo desafiaba. La táctica sufriría un giro fatal; enfrentados a esta represión violenta, muchos en la Nueva Izquierda tomarían una aproximación distinta. Si era imposible sacar al policía fuera de la cabeza de uno derrocando al estado, uno debía encontrar alguna forma de penetrar dentro de su propia mente y eliminar los controles implantados allí por el estado y las corporaciones. De aquí surgiría un nuevo yo, y por lo tanto una nueva sociedad; si cada uno pudiera hacerse "sano" de esta forma, esto significaría "calidad" en lugar de "cantidad", con lo que el cambio sería espontáneo. El activismo político, sin embargo, no era necesario.

Así, fue como empezaron a recuperarse las ideas de Wilhelm Reich, cuyas técnicas habían sido desarrolladas por un pequeño grupo de psicoanalistas tras su muerte, centrados en el Instituto Esalen. Habían desarrollado técnicas de grupo en las que la gente expresaba libremente sus emociones; expresar, para tomar el control sobre uno mismo y encontrar su verdadero interior. De estas técnicas, pensaban, surgirían individuos autónomos liberados de sus condicionamientos sociales.

Esta idea, resultó tremendamente atractiva a la izquierda derrotada; podrían hacer surgir a un nuevo individuo, suficientemente fuerte como para acabar con el viejo órden. El Instituto Esalen cobró una enorme popularidad a finales de los 60 y principios de los 70, convirtiéndose en el símbolo central de un movimiento nacional de transformación personal, el "movimiento del potencial humano". Con este éxito, pretenderían extender estas técnicas para solucionar problemas sociales, lo cual acabó en un rotundo fracaso tras una experiencia respecto al racismo con radicales blancos y negros, a los que se les animó a expresar sus sentimientos racistas juntando a ambos grupos, con el objetivo de que los trascendieran y se encontraran "más allá" como individuos.

Como contrapunto, otro de los grupos que se organizaron posteriormente con gran éxito estaba compuesto por monjas; llevarían a cabo su sistema de grupos en el convento del Corazón Inmaculado en Los Angeles, uno de los mayores seminarios de EEUU con cientos de monjas. Querían probar su sistema de liberación con individuos que tuvieran muy internalizadas una serie de normas externas. El convento, que quería parecer "moderno", estuvo de acuerdo con el experimento. Ya que una de estas cosas reprimidas era la sexualidad, como parte de esta liberación una monja sedujo a una de sus compañeras, y a la maestra de las novicias... En un año, más de 300 monjas, la mitad del convento, dejaron sus votos. Seis meses más tarde, el convento se cerró, quedando sólo en la vida religiosa un pequeño grupo de monjas lesbianas radicales.

El desarrollo del "yo" fuera de la "cultura capitalista corrupta" se desarrolló desde finales de los años 60, y acabó por tener un efecto serio sobre la América corporativa; estas personas no se estaban comportando como consumidores predecibles, y en particular las compañías de seguros estaban preocupadas, porque la venta de seguros de vida a los jóvenes estaba cayendo dramáticamente. Estas corporaciones de seguros fueron las que más promovieron la investigación para saber cómo hacer frente a este nuevo fenómeno; si la gente se lanzaba a vivir en el presente, ¿cómo podría sobrevivir un negocio basado en la preocupación y el sacrificio por el futuro?. La explicación del "radicalismo político" no era suficiente, y averiguaron cómo lo esencial tenía que ver con la expresión de uno mismo.

Se empezó a analizar la conducta de estos nuevos individuos que se "expresaban". La conclusión fue que estos individuos también eran consumidores, pero que no querían nada que les situase dentro de la estrecha estructura de la sociedad norteamericana. Lo que querían, eran productos que expresasen su individualidad, su diferencia en un mundo conformista; justo lo que las corporaciones norteamericanas no hacían. Este coche europeo en particular, esta música, esta ropa; en estas cosas se gastarían los consumidores el dinero para expresar al mundo quiénes eran.

Las grandes compañías de publicidad organizaron lo que llamarían "grupos operativos", para averiguar cómo hacerse atractivos a estos nuevos individuos. "Hemos de ser conformistas, ante los nuevos no-conformistas". Pero si era difícil entender a estos no-conformistas que participaban en grupos de análisis, el mayor problema era una estructura de producción en masa, que sólo obtenía beneficios con grandes tiradas de los mismos objetos. Este individualismo, parecía amenazar al propio sistema de producción.

La amenaza crecería, con un individuo que estaba encontrando formas de producir a estos nuevos individuos en serie; Werner Erhard. En sus intensos seminarios de fin de semana, su "Erhard Seminar Training", a veces denominados "brutales", los clientes darían permiso a los entrenadores a hacer cualquier cosa para romper sus yoes condicionados. Esto, obtendría un enorme éxito que sería reproducido por grupos dentro y fuera de EEUU.

Así, construyendo muchas veces a partir del "movimiento del potencial humano", Erhard criticaría que no habían llegado lo bastante lejos; su idea era que ese núcleo esencial dentro todos los seres humanos, era otra limitación para la libertad humana. En realidad no había un yo fijo, lo que significaba que podías ser lo que quisieras. "La cuestión en la que se ponía el énfasis era", decía Erhard, "ir capa tras capa tras capa, hasta llegar a la última y pelarla, reconociendo que nada tenía sentido y todo estaba vacío. Y no ya que no tuviera sentido y estuviera vacío, sino que estaba vacío y no tenía sentido el que no tuviera sentido y estuviera vacío, lo cual era enormemente liberador. Todas las reglas que ponías sobre tí, se han ido, y con lo que te quedas es con nada y nada es un lugar extraordinariamente poderoso para estar, porque es sólo desde nada desde donde puedes crear. Y desde esta nada, se podía crear una vida, permitiéndoles crearse a sí mismos."

Pero al mismo tiempo, lo que Erhard estaba diciendo era que sólo el individuo, ninguna preocupación social, importaba; que tu vida así, completa, debería ser tu única preocupación. Que no era egoísta pensar sobre tí, sino tu principal deber.

El éxito fue extraordinario, incluyendo a caras famosas, estrellas de cine, etcétera, que pasarían por estos seminarios. Pero por el camino, la idea que había empezado el movimiento de liberación personal, del desafío al antiguo órden a través de la liberación personal, se desvaneció. Lo que ahora estaba emergiendo, era la idea de que la gente podía ser feliz, dentro de sí mismos; y el cambio social, era irrelevante.

Uno de los que propusieron esta idea fue Jerry Rubin. En 1968, como líder de los Yippies, estaría llevando adelante la marcha en Chicago. No mucho después estaría convirtiendo la protesta en este nuevo modo de vida, en un sentido "grandioso" del yo; ser feliz dentro de uno, "socialismo en una persona", lo que como afirmaba un antiguo compañero suyo del partido yippie, "es lo mismo que el capitalismo".

Los que desde las corporaciones monitorizaban estos cambios, estaban asustados de la velocidad con la que estaban sucediendo estos cambios. Las empresas de marketing vieron cómo de un pequeño porcentaje en los 70, a principios de los 80 el cambio se había extendido a la mayoría de la población.

Con un cambio tan fuerte, el capitalismo norteamericano decidió meterse enmedio, y "ayudar" a estos individuos a expresarse (y hacer mucho negocio mientras tanto). Lo primero, era encontrar una forma de penetrar sus cabezas, para descubrir qué deseaban estos nuevos individuos para ser ellos mismos. En SRI International, que trabajaba para el gobierno, corporaciones, y se especializaba en desarrollo en informática, comenzaron un proyecto para ver cómo satisfacer a estos "imprevisibles" consumidores.

Lo primero y más firme que averiguarían, que debía segmentarse el mercado, de acuerdo con estos deseos e impulsos. Prepararían enormes cuestionarios para ver cómo los individuos se veían a sí mismos y sus valores internos, para clasificarlos en distintas categorías. La gente respondió encantada, deseando rellenar cuestionarios que hablasen de sí mismos y sus motivaciones. Descubrieron que la gente podía ser definida por los patrones de su conducta, que la expresión de uno mismo no era infinita, y cuadraba dentro de clases identificables. SRI inventó así un nuevo término: estilos de vida.

El cuestionario se redujo a treinta preguntas que podían clasificar a los consumidores, de modo que las compañías podían saber quiénes compraban sus productos y realizar un marketing específico dependiendo del grupo al que pertenecieran. Al mismo tiempo, y aquí residía el poder de este sistema, permitía predecir qué productos resultarían atractivos para cada grupo.

Pero la cosa no se detendría aquí, y este análisis a través de las motivaciones resultó que podía precedir no ya qué productos comprarían los consumidores, sino a qué políticos votarían.

En 1980, con Ronald Reagan presentándose a las elecciones generales, los creadores de su campaña la organizaron en torno a la idea de que podía acabar con 50 años de interferencia entre el gobierno y las vidas de la gente. "Me gustaría pensar que el tipo de liderazgo que ejerceré no es el tipo de liderazgo en el que finjo que puedo resolver todos los problemas que estoy presentando aquí. Que juntos, vosotros y yo podemos. Quitar el gobierno de las espaldas de los americanos y dejaros libres.".

Aunque Carter lo consideraba ridículo, los republicanos estaban asustados y pensaban que era un suicidio y la prensa era tremendamente negativa, en las encuestas en New Hampshire la cosa parecía ir realmente bien. No había un patrón coherente de género, edad y clase, pero los diseñadores del sistema de valores y estilos de vida afirmaban saber por qué; probandose el mensaje con Ronald Reagan en norteamérica y con Margaret Thatcher en Gran Bretaña, pensaban que triunfaría al coincidir con la forma en que los grupos estudiados se veían a sí mismos, en particular aquellos tipos que empujaban hacia la "liberación del yo". Con incredulidad incluso dentro del SRI que consideraba que gente con tanta consciencia social no votaría a la derecha, se hicieron correlaciones entre este grupo y las intenciones de voto. El resultado, confirmó que los mensajes de Ronald Reagan y Margaret Thatcher hicieron al grupo de los que se creían "liberados" votarles.

Cuando Ronald Reagan accedió al poder en 1981, el país se enfrentaba a un desastre económico; la inflación de los 70 había acabado con gran parte de la industria pesada, y habían millones de desempleados. Reagan diría que el gobierno no era la solución, sino el problema. Así, la economía sería rescatada a través del estudio de estos grupos, en particular los "liberados", que serían el motor de la nueva economía. La reconstrucción de la industria, con ayuda de los avances en informática y robótica, podría servir pequeñas tiradas de diversos productos, lo cual a largo plazo eliminaría el miedo a la sobreproducción; ya no había una serie de necesidades que podían terminarse, sino una serie de deseos a ser satisfechos en cambio constante.

Habría también un enorme crecimiento de la investigación y el marketing, y los "grupos" serían de nuevo el gran método para conocer al consumidor. Ahora bien, aunque originalmente el objetivo de los grupos era averiguar cómo convencer a las personas para comprar una serie estrecha de mercancías, ahora se utilizarían para explorar las emociones internas de los estilos de vida e inventar a partir de ahí nuevos productos.

Así, la generación que luchó contra el consumo acabó abrazándolo y ayudándolo, ya que les ayudaba a ser "ellos mismos". Los nuevos individuos que se sentían orgullosamente liberados de sus condicionamientos sociales, acabaron dependiendo de los negocios para crear su "identidad".

Las corporaciones, consideraron que era su labor promover la idea de que las personas eran individuos únicos, y ofrecerles formas de expresar esta individualidad. El mundo en el que la gente sentía que estaba rebelándose contra el conformismo no era una amenaza, sino una inmensa oportunidad para hacer negocio.

"En realidad más que el triunfo del yo fue el triunfo de una cierta autoindulgencia, del punto de vista de que todo en el mundo, y todo juicio moral, era algo que se veía correctamente a través de la satisfacción personal. De hecho, el punto final definitivo de esa lógica es que no hay sociedad, sino un montón de individuos, que toman decisiones individuales para promover su propio bienestar" - Robert Reich (economista, miembro del gabinete de Bill Clinton)

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Episodio IV : Grupos de Votantes Indecisos

Este último episodio, trata sobre cómo este proceso en el que los negocios utilizaron técnicas para encontrar la forma de satisfacer los deseos internos y la expresión de la individualidad mediante el consumo, se trasladó a la política. Cómo los partidos de la "izquierda" en Gran Bretaña y EEUU adoptaron estas técnicas para recuperar el poder, creyendo que estaban creando una forma mejor de democracia, que respondiera a las emociones internas de los individuos; olvidando, que estos mecanismos no eran un método para liberar a la gente, sino para desarrollar nuevas formas de control.

En Gran Bretaña a principios de los 80, las divisiones de los objetivos del marketing y otros estudios seguían siendo respecto a la clase y con preguntas estrictamente acerca de los productos, desconfiando de las nuevas técnicas. Sin embargo, una crisis económica creciente iniciada a mediados de los 70 hizo al mundo de los negocios empezar a prestar atención a los nuevos métodos ante la caída del consumo; la publicidad debía ser más efectiva, con lo que habría que considerar los impulsos psicológicos bajo la superficie.

Las compañías británicas de publicidad empezaron a traer especialistas norteamericanos y a organizar "grupos", el núcleo de su metodología. En el ámbito político, Margaret Thatcher apostó por estas nuevas ideas a través de la "expresión" del individuo, construyendo el discurso del viejo órden y el capital a su través:

"Algunos socialistas parecen creer que la gente deberían ser números en un ordenador estatal. Nosotros creemos que deberían ser individuos. Somos todos desiguales, gracias a dios nadie es exáctamente como ninguna otra persona, por mucho que los socialistas finjan que es así; y creemos que todo el mundo tiene el derecho a ser desigual. Pero para nosotros, cada ser humano es igualmente importante. El derecho del hombre a trabajar como desee, a gastar lo que gana, a poseer propiedad, a tener al estado como sirviente y no como maestro; son la esencia de una economía libre, y de esa libertad, depende todo el resto de las libertades." -- Margaret Thatcher, Conferencia del Partido Conservador, 1975

Las empresas de marketing, que florecieron con Thatcher, empezaron a detectar un nuevo individualismo, especialmente entre aquellos que habían votado conservador por primera vez; no querían ser vistos como partes de una clase social, sino expresarse a sí mismos (para lo que era crucial los productos que escogían para expresarse). Encantados, los negocios se lanzarían a promocionar la llegada de este individualismo consumista, y salvarían el pellejo a través de la creación de múltiples líneas de productos que "ayudasen" a la gente a expresar su individualidad.

Otro de los mundos en el que el concepto de "relaciones públicas" penetró fue el del periodismo, en el que había tenido realmente mala fama. Entró a través de los tabloides; a los periódicos se les ofrecerían entrevistas con celebridades, pero sólo si estaban dispuestos a mencionar productos en los términos determinados por la compañía. Los periódicos más serios lo consideraban una corrupción de la profesión; pero para Rupert Murdoch, quien poseía The Times y The Sun, era parte de una "revolución democrática" contra una élite periodística que había reprimido durante mucho tiempo los sentimientos de las masas...

Para finales de los 80, a semejanza del caso de EEUU, el proyecto de Thatcher junto con sus aliados en los negocios y la industria habrían llevado al centro de la sociedad los conceptos del nuevo individualismo; hasta el punto de convertir en respetable la negación de la compasión, contra todo sistema de ayuda pública. Has trabajado duro, has hecho dinero, no deberías sentirte culpable por no tirarlo para quienes eligen no tener un hogar y eligen no trabajar.

La opinión de la oposición de izquierda dentro del sistema, era que esta "revolución" había traído la expresión de los aspectos más avariciosos y egoístas del individuo; en lugar de individuos aislados con una serie de emociones inconscientes que satisfacer, se basaban en hacer ver que tenían intereses en común con otros, para intentar que superaran las emociones y miedos consecuencia del individualismo aislado. Crear una consciencia de grupo, para poder frenar el poder del capitalismo a través de sindicatos y otras formas de acción conjunta. Diría por entonces un slogan electoral laborista, "El poder del hombre rico se encuentra en su monedero, el del hombre pobre en su política. No rindas tu poder al hombre rico; ya tiene demasiado"

Sin embargo, la crisis para los laboristas en los 80, común con los demócratas en EEUU, hizo crecer el número de quienes dentro del partido laborista pensaban que si querían retomar alguna vez el poder, deberían adaptarse al nuevo individualismo. Algunos desde dentro, pensaban que el pecado del partido laborista era una posición patriarcal respecto a sus votantes, como parte de las "viejas instituciones" en Gran Bretaña; que se negaban a ver las nuevas aspiraciones de las clases trabajadoras.

Para reconectar al partido laborista con los votantes perdidos, una idea que poco a poco fue abriéndose paso fue el uso de la técnica de "grupos" del marketing dirigida por el laborista Philip Gould; especialmente sobre aquellos que habían pasado de votar laborista a hacerlo a Thatcher. Se les animó, no a hablar racionalmente sobre política, sino a expresar sus emociones. En los estudios, se detectó un giro esencial en la gente respecto a la política, en el que no se veían como parte de grupo alguno, sino como individuos que podían exigir cosas de los políticos a cambio de pagar impuestos. Es decir, lo mismo que los negocios les habían enseñado a hacer como consumidores.

La concepción de que esta nueva configuración de las clases "aspiracionales" debería aplicarse en una nueva campaña de elecciones generales en 1992, generó una fuerte lucha interna en el partido laborista contra las ramas del partido que se negaban a que se prometiera no subir los impuestos. Los detractores parecían estar ganando la partida con unas encuestas que daban la victoria al fin al laborismo, pero Philip Gould se encontraba convencido a través de los grupos que había analizado, de que quienes estaban afirmando que votarían laborista se estaban preparando en realidad para hacerlo por los conservadores, buscando su propio interés, pero que les avergonzaba demasiado admitirlo. Los grupos que analizaba John Major le estaban diciendo lo mismo, y también se hallaba seguro de su victoria; el resultado, en el que fue reelegido, fue un desastre mayúsculo para los laboristas.

Fue entonces cuando las ideas de Philip Gould aumentaron su peso, aún con la oposición del nuevo líder laborista, John Smith. Philip Gould abandonó Gran Bretaña para trabajar en la campaña demócrata de Bill Clinton en EEUU, y allí descubrió que en este partido ya se habían estado llevando a cabo grupos con votantes de los que no tenían un partido fijo, que en distintas elecciones votaban a uno u otro. Un ejemplo, sería que Clinton afirmaba que bajaría los impuestos; que la gente debería pagar impuestos, pero sólo para aquello que les beneficiase. Cada idea y propuesta política se comprobaría con estos grupos de votantes "en el centro" para buscar su aprobación, comenzando lo que luego sería llamado "política reactiva".

Averiguando cuáles eran los deseos de los individuos, se buscaría un candidato, imágenes, palabras, que resonaran con estos deseos. Los directores de campaña de los demócratas no creían que fuera una rendición ante los deseos egoístas de las clases medias; las bajadas de impuestos eran el precio que debían pagar para recuperar el poder. Pero una vez en él, llevarían a cabo las políticas clásicas demócratas, ayudando a las clases bajas que habían sido despreciadas en la época Reagan. Compensarían la bajada de impuestos bajando el presupuesto de defensa y aumentando los impuestos de los ricos, con lo que consideraban una coalición entre los viejos y los nuevos votantes satisfaciendo a ambos.

Su optimismo sería breve, pues tras la elección de Clinton como presidente en 1992, encontraron un déficit en la administración muchísimo mayor del que esperaban, a tal punto que no podían pedir más préstamos sin causar miedo y crisis en el mercado. La única forma de bajar los impuestos, sería recortar no sólo en defensa sino en bienestar. Así, Clinton decidió subir los impuestos, intentando inspirar al país con el viejo ideal demócrata del gasto gubernamental para ayudar a los desfavorecidos; intentando dirigir a la gente hacia el concepto de ideales más allá de la individualidad.

El resultado fue que los votantes se sintieron traicionados; en las elecciones al Congreso de 1994, los republicanos, que prometían enormes recortes de impuestos y al sistema de bienestar, obtuvieron el control de las dos casas del Congreso. Con el poder legislativo en contra, Clinton no podría aprobar sus reformas, mucho menos la creación de un sistema con sanidad y bienestar. Su popularidad personal cayó, y las elecciones de 1996 parecían un imposible.

Clinton contactó como consejero con uno de los estrategas políticos americanos más prestigiosos, Dick Morris, quien le recomendó que para ganar debía transformar la naturaleza en sí de la política. Los votantes que decidían realmente, los que podían cambiar el voto, se comportaban ahora como consumidores; la única forma de recuperarlos era olvidar toda la ideología y convertir la política en una forma de negocio para consumidores. Identificar sus deseos y caprichos personales, y prometer satisfacerlos. Si seguía estas reglas del consumo, ellos le seguirían a él.

Se llevó a cabo una serie de encuestas masivas para identificar a los votantes indecisos, en las que se incluía una serie de preguntas personales para incluirlos en unos u otros estilos de vida. Así, estos votantes fueron segmentados en tipos, identificando qué políticas podrían hacer que estos grupos se sintieran más seguros en el estilo de vida que habían elegido.

Esta "pequeña política" se enfocaba sobre detalles a los que antes no se había dado importancia, y que ahora se convertirían en la clave para obtener el poder. ¿Regulación de si ha de obligarse a que haya cinturones de seguridad en los coches? ¿Deberían haber uniformes en las escuelas?.

Cuando empezó la campaña por la reelección, Bill Clinton mostró a una Casablanca atónita las ideas de Dick Morris; todas las políticas tradicionales debían abandonarse, y en su lugar, el enfoque debería estar en aquellas que preocupaban a los votantes indecisos. Decisiones como el control del acceso de los niños a la pornografía con chips de control en los televisores o la dotación de los autobuses escolares con teléfonos para hacer que los padres se sintieran más seguros se convertirían en partes esenciales de la campaña, mientras que por consejo de Dick Morris, Clinton pasaba su tiempo libre con actividades propias de estos grupos de votantes indecisos.

Las ideas de Morris fueron un éxito, y las encuestas sobre votantes indecisos experimentaron una enorme subida. Clinton le situó en el núcleo de su campaña, y se adquirió un edificio de oficinas en Denver en el que se instaló un centro telefónico, donde se llamaría a estos votantes para comprobar al detalle si les satisfacía cada propuestas de Clinton.

Para acabar de convencer a sus votantes indecisos de su firme abandono de las viejas políticas, se dio una fuerte publicidad como acto simbólico a la firma de un nuevo sistema de paro que se limitaría a dos años para "promover que la gente trabajara", acabando con sesenta años del sistema de paro forjado por Roosevelt. Para muchos dentro del partido demócrata, fue también el fin del ideal de progreso del propio Roosevelt, el uso del poder como medio para hacer que la gente se comportara de forma cooperativa y social, y no como individuos que actúan por su propio interés.

El mismo triunfo de las "políticas del Yo" iba a suceder en breve en Gran Bretaña; llegó con el nuevo líder del partido laborista en 1994, Tony Blair. Regresaría de EEUU Philip Gould, aplicando la idea de los "grupos" de forma masiva y reproduciendo a la americana el sistema de la "pequeña política" para reorganizar por completo las promesas políticas del laborismo.

Reprimiré a aquellos que convierten la vida en un infierno en sus vecindarios con el ruido y el alboroto. La ley y el órden es hoy un asunto del laborismo - - Tony Blair en campaña

Con este giro, se abriría el camino por el que en Gran Bretaña también los votantes indecisos serían quienes determinasen las políticas del partido laborista; incluso, adaptando las frases que utilizó el partido demócrata en EEUU. Los votantes del "centro", cruciales para ganar las elecciones en aquel determinado momento, no se veían ya como explotados por el mercado libre, sino como consumidores a los que daban identidad los productos que el mercado les ofrecía.

Así, se borraría la cuarta cláusula fundacional de la constitución del partido laborista, que hablaba de utilizar el poder de la gente para retar al ánsia egoísta de los negocios. En su lugar, la nueva cuarta cláusula prometería fomentar y hacer florecer el mercado. "Los negocios son la sangre que da vida al país", afirmaría.

En buena parte del partido laborista, esto se concebiría como una "nueva democracia", satisfaciendo los deseos de los individuos, "dándoles el poder" en lugar de tratarlos como grupos sin rostro, con una clase política concebida al servicio de estos deseos.

Y el problema para el nuevo laborismo, fue que realmente creían en la propaganda. Tomaron como cierta la idea que promovían los negocios, de que las técnicas inventadas para leer las mentes de las personas podían dar lugar a una nueva forma de democracia. Una vez en el poder, el nuevo laborismo intentó gobernar a través de lo que Philip Gould llamó "democracia contínua". Lo que funcionó para los negocios para fabricar productos, llevó al gobierno a un laberinto de deseos y caprichos contradictorios, que les llevaron a actuar de formas incoherentes.

Como ejemplo, los grupos analizados afirmaron que los ferrocarriles no eran una prioridad; y las políticas laboristas reflejaron esto en cortes de presupuesto. Pero más tarde, al empeorar el servicio, esos mismos grupos culpabilizaban al gobierno por no haber invertido antes más dinero en el ferrocarril. Por no mencionar, a quienes deseaban impuestos más bajos y mayor gasto público.

En 1939 Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, creó una visión de un mundo futuro en el que el consumidor era el rey. Fue en la exposición mundial en Nueva York, y Edward Bernays la llamó Democraciudad. Fue una de las primeras y más dramáticas representaciones de lo que sería una democracia de consumidores, una sociedad en la que las necesidades y deseos de los individuos eran leídos y satisfechos por las grandes corporaciones del mercado libre.

Este fue el modelo de democracia que ambos laboristas y demócratas adoptaron para recuperar el poder en EEUU, utilizando las técnicas para el análisis psicológico desarrolladas en los negocios, aceptando y extendiendo la idea de Bernays de que esta era una forma mejor de democracia.

Pero en realidad, la exposición no fue más que propaganda diseñada por Bernays a sueldo de las corporaciones norteamericanas. En privado, Bernays nunca creyó que una democracia real pudiera funcionar. Había sido influído profundamente por las teorías de su tío sobre la naturaleza humana; Freud creía que los seres humanos no se comportaban a través del pensamiento racional, sino a través de deseos y emociones irracionales.

Bernays pensaba, que esto era demasiado peligroso como para dejar que jamás las masas tuvieran un verdadero control sobre sus vidas. Y el consumo era una forma de crear en la gente la ilusión del control, que permitiera a la vez que una élite responsable continuase administrando la sociedad.

"No es que la gente esté a cargo, sino que sus deseos lo están. La gente no está al cargo, no lleva a cabo ninguna decisión , así que la democracia se reduce de algo que presupone una ciudadanía activa a algo que ahora se predica cada vez más como la idea del público como consumidores pasivos, a los que satisfacer caprichos temporales." -- Robert Reich, miembro del gabinete Clinton

Para poder dirigir en otra dirección este empuje, la política tendría que hacer que estos nuevos consumidores pensaran fuera de la caja, la de su interés propio. Esto significaría a la vez retar a la visión ahora dominante de los seres humanos como seres freudianos, como individuos egoístas guiados por sus instintos, que es un concepto del ser humano que ha sido fomentado por el mundo de los negocios, porque produce consumidores perfectos.

Se afirma cerrando el documental, que aun si sentimos que somos libres, nosotros, al igual que los políticos, nos hemos convertido en esclavos de nuestros propios "deseos". Que hemos olvidado que podemos ser más que eso, que la naturaleza humana tiene más caras que esa. Que si la política se basa en la satisfacción de una serie de deseos inconscientes, con una visión freudiana en lugar de una discusión racional de las decisiones y aspiraciones, puede encontrarse condenada a pasar definitivamente a manos de quienes son expertos en la explotación de esta forma de ver al ser humano; los negocios.
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Entonces, ¿quiere el rojo de siempre o prefiere... ¡¡el color fooly cooly!??!?

Hay un mundo en tus ojos que yo mismo creé

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Extraído de: http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/viewtopic.php?t=393
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