domingo, 7 de noviembre de 2010

Reflexiones - Pedro Pablo Vergara Meersohn

Todo acto, gesto y/o expresión humana puede ser visto de muchas perspectivas frecuentemente opuestas.

Lo que para unos es “infidelidad”, para otro puede ser, lisa y llanamente, amor.

Además, estamos tan habituados a criticar y emitir juicios sobre problemas que no son nuestros, que el tema en si lo considero, como todo lo intimo, un tema privado, donde una persona externa, observador no comprometido, sólo puede o callar o tratar de entender estos eventos sin prejuicios ni comentarios.

Por otro lado, los motivos detrás de cada comportamiento son tan complejos como variados que juzgar sin conocer no es más que una vulgar intromisión.

Pienso que por respeto a los demás, tenemos que dejar de inmiscuirnos en cosas que nos son ajenas.

Lo que es privado tiene que ser respetado como tal.

La moral, religión, integridad, preferencias personales en el ámbito privado es un territorio vedado al público.

A un amigo o amiga puedo darle mi opinión personal en relación un conflicto privado. Pero juzgar anticipadamente nunca.

Uno puede pensar lo que quiera. Pero eso no lo hace correcto.

Decirlo públicamente es otra cosa y lo transforma rápidamente en acusación.

Juzgar e imponer códigos morales sobre estos temas privados es muchas veces (por no decir siempre) una aberración y mala costumbre.

Quienes somos para condenar sobre la base de asunciones no verificadas y sobre asuntos personales.

Las opiniones desgraciadamente abundan y en muchos casos son gratuitas.

Más que opinar, hay que pensar y en muchas situaciones es preferible callar.

Ya que una de las tantas cosas que escarcean es la moderación, autocontrol, sentido de la realidad y proporciones y como también el respeto a si mismo y hacia los demás.

Un concepto básico de la modernidad es la defensa de la esfera privada, distinguiéndola claramente de ámbito publico.

Personalmente pienso que opinar sobre temas privados sin ser invitados a hacerlo por las personas involucradas es violar este “principio”.

Mucha tragedia humana podría ser evitada aceptáramos esta regla.

En toda sociedad y en cada interacción social, hay una serie de mecanismos (expectativas) que controlan lo que es posible y legitimo y en termines negativos, lo que es reprochable y por ende, rechazado.

El concepto de diversidad e indirectamente, también, el de democracia, incluye implícitamente la aceptación de un espacio personal (la dimensión íntima e inalienable de cada persona).

Sin este espacio la vida no podría manifestarse con toda su riqueza y multiplicidad.

Por eso es importante defenderlo como un derecho y aceptar la distancia entre lo privado y lo público. La religión, ideas políticas, compartimientos, preferencias, y gustos son parte de este espacio.

Así, como la vida sexual, si esta no conlleva violencia, abuso de menores e/o sometimientos no consentidos.

Solamente actos criminales (demostrados) permiten una violación de lo privado.

Agrego que seria sano, evitar opiniones que fácilmente son interpretadas como juicios y condenas.

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Extraído de Nota de Pedro Pablo Vergara Meersohn en Facebook
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