viernes, 22 de julio de 2011

Eduardo Galeano - El Reino del Revés - 22-07-2011

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Eduardo Galeano - El Reino del Revés

Personas, países: ¿quién se salva del miedo? 
El miedo como realidad, el miedo como amenaza o coartada.

El mercado de trabajo vomita gente, y no sólo en las regiones condenadas a los precios de ruina de sus productos y a la usura de los bancos internacionales, sino también en los propios reductos del privilegio, donde el desarrollo de la tecnología no está sirviendo para multiplicar el tiempo del ocio y los espacios de libertad, sino que, paradójicamente, está sembrando el miedo. 

En algunos países europeos, uno de cada cuatro jóvenes no encuentra trabajo, por el desplazamiento de las industrias livianas a los países pobres del sur del mundo, y también por el vertiginoso progreso de una tecnología que reduce espectacularmente el tiempo de trabajo necesario para la producción de cada cosa.

Nadie está a salvo, ni siquiera los trabajadores especializados en los sectores más sofisticados y dinámicos, donde también la contratación a destajo tiende a sustituir al empleo fijo. 


En las telecomunicaciones y la electrónica, ya están funcionando las empresas virtuales, donde el trabajo se realiza de computadora a computadora, sin que los trabajadores se conozcan entre sí ni conozcan a sus empleadores, que no deben obediencia a ninguna legislación nacional. 

También estos profesionales, altamente calificados, están condenados a la incertidumbre y a la inestabilidad laboral.

El pánico a la pérdida del empleo no es para nada ajeno a un disparate que las estadísticas registran, y que sólo puede parecer normal en un mundo que ha perdido todos los tornillos: 


en los últimos treinta años, los horarios de trabajo aumentaron notablemente en Estados Unidos, Canadá y Japón, y sólo disminuyeron, un poco, en algunos países europeos. 

Es un atentado contra el sentido común:

el asombroso aumento de la productividad operado por la revolución tecnológica no sólo no se ha traducido en una elevación proporcional de los salarios, sino que ni siquiera ha disminuido los horarios en los países de más alta tecnología. 

En Estados Unidos, el trabajo es actualmente la principal fuente de stress, según las encuestas, muy por encima de los divorcios y del miedo a la muerte, y en Japón el karoshi, el exceso de trabajo, está matando diez mil personas por año.

El afán de consumo y las ilusiones de ascenso social no alcanzan para explicar, por sí solas, tanta locura. 


En vez de generar libertad, tiempo libre, tiempo de vida vivida por el placer de vivir y no por el deber de producir, las máquinas generan miedo. 

Y al fin y al cabo, eso nada tiene de nuevo. 

El miedo siempre ha sido, junto con la codicia, uno de los dos motores más activos del sistema que en otros tiempos se llamaba capitalismo y ahora luce el nombre artístico de economía de mercado.

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Extraído del muro de Marian Cabrera en Facebook
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