Shams al-Dîn Ahmad-i Aflâkî, tal vez el biógrafo más importante de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), narra en su Manâqib al-'ârifîn (Hazañas de los Gnósticos), escrito entre los años 1318 y 1353, las últimas horas de la vida del maestro sufí de Konya. Dirigiéndose a su fiel secretario Husâm al-Dîn Chelebi y un grupo de discípulos y amigos, Mawlânâ pronunció las siguientes palabras que bien podrían considerarse como su verdadero testamento espiritual.
Se trata
de once breves consejos -el número once juega un importante papel en su
cosmovisión y filosofía espiritual-, que dicen mucho del talante humano y
espiritual de Mawlânâ. Durante siglos, dichos consejos han servido de
guía a los derviches mevlevíes, herederos directos del mirífico legado espiritual del maestro sufí de Konya. Dicen así:
1. Permaneced siempre en estado de temor reverencial hacia la divinidad [taqwa], tanto en público como en privado.
2. Comed lo justo.
3. Dormid lo justo.
4. Hablad lo justo.
5. Evitad las faltas y corregid los errores.
6. Ayunad con esmero y asiduidad.
7. Sed rectos y manteneos constantemente en estado de plegaria.
8. Renunciad a todo deseo que no sea el deseo de la divinidad.
9. Soportad con paciencia el mal proveniente de los otros.
10. Abandonad la compañía de las gentes ignorantes y vulgares ['awâm].
11. Frecuentad a las personas sabias, nobles y generosas.
Y concluye Mawlânâ estos once consejos citando en árabe, lengua que conocía perfectamente, dos viejos proverbios que dicen así:
"El mejor de los hombres es quien es útil a los demás"
(Jayr al-nâs man yanfa'u al-nâs) y
"El mejor discurso es siempre breve y guía"
(Jayr al-kalâm mâ qal·la wa dal·la).
"El mejor de los hombres es quien es útil a los demás"
(Jayr al-nâs man yanfa'u al-nâs) y
"El mejor discurso es siempre breve y guía"
(Jayr al-kalâm mâ qal·la wa dal·la).