miércoles, 26 de mayo de 2021

La raíz está en el cielo

Una de esas imágenes que persisten por su magistral simpleza al evocar en la mente una verdad esotérica es la del árbol invertido.

Un árbol que dimensiona la realidad humana y terrestre como un fruto de la actividad cósmica, de la emanación de principios universales. Escribe Manly P. Hall en sus Enseñanzas Secretas de Todas las Eras:

Los cabalistas medievales representaron la creación como un árbol cuyas raíces estaban en la realidad del espíritu y sus ramas en la ilusión de la existencia tangible.

El árbol sefirótico de la cábala fue así invertido, con sus raíces en el cielo y sus ramas en la tierra.

El árbol cósmico escandinavo, Yggsdrasil soporta en sus ramas nueve esferas o mundos –mismo que los egipcios simbolizaron por los nueve estambres del árbol persea. Todos estos mundos yacen dentro de la décima esfera o huevo cósmico –la indefinible Cifra de los Misterios.

El Árbol cabalístico de los judíos también consiste de nueve ramas, o mundos, emanando desde la Primera Causa o Corona (Keter), la cual circunda a las emanaciones como la cáscara a un huevo. La fuente única de la vida y la interminable diversidad de su expresión tiene una perfecta analogía en la estructura del árbol.

La raíz de este árbol cabalístico es Ain-Sof, el eterno estado del Ser, lo inmanifiesto, la potencialidad infinita. "... Aunque indefinible, el Absoluto permea el espacio.

Abstracto hasta el nivel de lo inconcebible, Ain-Sof es el estado incondicional de todas las cosas. Sustancias, esencias e inteligencias se manifiestan de la inescrutabilidad de Ain-Sof… 

Las plantas [del árbol cósmico cabalístico] son universos, dioses, y el hombre, todos nutridos por Ain-Sof y todos con sus surtidores en una esencia indefinidas; todos con sus espíritus, almas y cuerpos formados de esta esencia, y destinados, como la planta, a regresar a la tierra negra –Ain-Sof, el único Inmortal– de donde surgieron...", dice Hall. 




Él árbol cabalístico de Robert Fludd. 
 
La misma eterna imagen aparece en la filosofía neoplatónica con sus escalas de dioses y principios arquetípicos.

"... En sus comentarios a la teología de Platón, Proclo nos regala una invaluable llave de la secuencias de las diversas deidades en relación a la Causa Primera y de los poderes inferiores que emanan de ellas. Así ordenadas, las jerarquías divinas pueden ser comparadas con las ramas de un árbol.

Las raíces del árbol están embebidas firmemente en el Ser Inescrutable. El tronco y las ramas más grandes del árbol simbolizan los dioses supernos; las ramas más pequeñas y las hojas, las innumerables existencias que dependen del primer e inmutable Poder...", dice Hall, también en sus Enseñanzas Secretas…

De Blavatsky toma la siguiente idea: "... Los misterios enseñaron que las energías divinas de los dioses descendieron en la cima de la pirámide a la cual comparaban con un árbol invertido con sus ramas hacia abajo y su raíz en el ápice. De este árbol invertido la divina sabiduría se disemina en fluir hacia abajo por los diversos lados radiando sobre el mundo...".

Encontramos en el Capítulo 15 del 
Bhagavad-gītā, una nueva aparición de nuestro árbol celeste:

—Dicen que hay un árbol eterno con las raíces en el cielo y cuyas ramas crecen hacia abajo —dijo Krisna—. Sus hojas son los cantos védicos. Quien lo conoce, conoce el veda. Sus ramas se alimentan de la savia de los guna y tienen en las yemas su percepción, crecen por todas partes y cubren la tierra de los hombres y sus empeños.

Pero los hombres no pueden ver el árbol completo, no saben dónde empieza ni dónde acaba. 

Cuando se ha cortado el tronco, profundamente arraigado, con el hacha afilada del desprendimiento, hay que buscar ese lugar singular del que no se retorna y volver a la conciencia original, la semilla de la que brotó ese antiguo impulso vegetal.

A esa morada imperecedera arriban los que se han liberado del orgullo y la confusión, los que, firmes en la conciencia de sí, se han liberado de la ilusión del mundo, de la inclinación a la dicha y de la huida de la miseria.

David Spess dice en su libro Soma: The Divine Hallucinogen: 

El fuego revierte el árbol invertido de la manifestación al unir lo manifiesto con lo inmanifiesto, formando una unión de opuestos.

En este punto el Soma celestial se fusiona con el terrestre Agni e ilumina el corazón solar… El fuego (Agni), según el Rig Veda nace directamente del loto enteógeno (puskara) que induce el fuego interno del corazón, cuando los dos triángulos representando lo manifiesto y lo inmanifiesto se funden en el corazón como explica la ceremonia del soma del Rig Veda, se forma la estrella de seis puntas del cuerpo de luz. El espíritu desciende a través del agua y sube de regreso a través del fuego, esta sencilla imagen de la lluvia y la flama encierra el secreto alquímico de todas las edades, el divino hierosgamos, del cual no puede desanudarse el mundo inferior, por siempre unido al superior, la tierra y el cielo...".


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Extraído de: http://cadenaaurea.com/2016/06/el-arbol-eterno-cuyas-raices-son-el-cielo-y-cuyas-ramas-crecen-hacia-la-tierra/
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