lunes, 24 de junio de 2019

Divinidades Matriarcales - Silo


"... Algunos comentarios incluidos en una carta personal de Silo a Karen, julio 2004.

"Sobre las divinidades matriarcales, cuando el cuadro está completo, no faltan nunca los animales y también siempre se insinúan los nacimientos. A veces de modo directo, como una madre tectónica (de las profundidades) que está sentada en un trono de dos leones dando a luz a su niño; a veces de modo indirecto, como esa divinidad Lidia (de la antigua Turquía) que está paradita facetada en cuatro caras cubiertas cada una con diferentes animales esculpidos y en la parte media aparece cubierta de senos para amamantar a los “hijos” animales.

Ella tiene los atributos de la Astarté Frigia, de la Afrodita griega y de la Artemisa pre griega. Estas madres, como algunas divinidades de la región del Indo pre cerámico, están en las grutas paleozoicas (también en el Tamilnado). La lista es enorme desde las madres negras y las “venus” mediterráneas (casi sin cabeza y sin miembros), hasta la estilizada “protectora de la vida” en una gruta de la que mana un arroyo y que parece cuidar a un ciervo. Antes de la fusión de los metales, se trabajaba el cobre, el oro y la plata que se encontraban en la superficie de los terrenos y que golpeándolos se terminaba por conseguir laminarlos y luego repujarlos.

Hace aproximadamente 10.000 años se fundió el cobre y hace 8.000 se entró en la edad del bronce al agregar al cobre algo de zinc o de arsénico; finalmente hace menos de 4.000 años se entró en la edad de hierro. La cerámica más antigua encontrada (más bien barro cocido que cerámica como tal), data de 12.000 años en Japón, y el vidrio en épocas del Egipto pre dinástico data de 5.500 años. Quiero decir que la aceleración de la era neolítica (que abarca los últimos 10.000 años) nos entrega la cerámica, el vidrio y los metales fundidos. Todo ello gracias al horno, pero el “cuenco” de fuego, el de hace cientos de miles de años, es el que prepara todo el escenario necesario para que luego vayan pasando en orden los diferentes actores históricos de la era neolítica que, por lo demás, permite la escritura, la domesticación de los animales y los vegetales, y los primeros asentamientos urbanos en el Indo, en China, en la Mesopotamia y el Mediterráneo oriental (incluida la civilización Cretense, la de Anatolia, la Egipcia y la del norte de Africa).

Todo ello va a surgir de la tecnología más elemental del horno (por supuesto de la conservación y producción del fuego) y de la estructuración social matriarcal. Son los últimos 10.000 años los que muestran el cambio veloz en usos , habitos, costumbres y modos de vida… no está mal, pero hay en el origen de esta nueva rota una ruptura que nunca pudo ser transferida, que nunca pudo ser rellenada y tal situación mental y psicosocial también se está acelerando sin solución.

Al hablar de esto no estoy diciendo que haya que retroceder 10.000 años sino, por lo contrario, que hay que desbloquear y transferir contenidos colectivos del sustrato matriarcal y ponerlos a disposición de la imaginería colectiva. No en vano hasta los cristianos advirtieron la importancia de la “virgen madre” (siguiendo la línea de Isis y Proserpina) y trataron de convertirla en “mediadora” con el Dios patriarcal (con lo cual, opuestamente a lo esperado, se profundizó la brecha)… pero esto nos lleva muy lejos y solo quería destacar la antigüedad histórica y la profundidad de las grutas matriarcales donde brilla el fuego sagrado base de toda civilización y de todo progreso espiritual."

Publicado en 2004, Comentarios en una carta de Silo a Karen, Del fuego...".

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Extraído del muro de Manuel Hidalgo en Facebook - Álbum de fotos - 104 fotos nuevas del álbum VENUS. Sobre las divinidades matriarcales - a través de Daniel Santiago Domínguez
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miércoles, 12 de junio de 2019

Sobre la Vocación - José Ortega y Gasset


"... El impulso vocacional brota de un fondo insobornable. Una mirada quieta y fija sobre nosotros.

Por ser lo más profundo, este fondo incorruptible suele ser ignoto, incluso para uno mismo. Conocerlo supone una buena dosis de valiente decisión, entrenamiento, silencio y soledad.

Este fondo es el que sostiene y lleva la vida. Es posible negar la existencia de este fondo, pero él inconmovible como mirada quieta y fija, permanece allá abajo, sentenciando y susurrando su palabra enérgica y a la vez tenue.

El fondo parece tener voz. Dicha voz incita a hacer ciertos quehaceres y buscar ciertos objetos en el mundo.

Pero estos quehaceres y objetos aún no son conocidos, ni siquiera es seguro que sean encontrados.

Sin embargo el fondo insobornable pareciera ya conocerlos de antemano.

Se experimenta a este fondo insobornable como anterior al propio vivir, como si fuera él quien impulsara la vida. El fondo insobornable es "el tiempo a la espalda del tiempo".

El fondo se muestra como base, como voz y raiz de toda vocación, como fuente de posibilidades y como imperativo...".

"... La vocación es proyecto concreto de quehaceres, potencial de actos, programa determinadisimo de existencia, personaje intimo que brega por realizarse, programa vital ofrecido a la libertad, perfil de conducta, imperativo de ocupación originaria e incoercible.

Vocación es misión y tarea. Ella comprehende todos los órdenes e instantes de la vida. Llegar a ser el que eres, desde este si-mismo más radical todo adquiere su adecuada colocación. Se trata de un destino.

El verdadero Destino es nuestro ser mismo. Lo que fundamentalmente nos pasa es ser el que somos. "Lo que nos falta nos sostiene"...".

"... La vocación podemos seguirla o no. Cuando no lo hacemos violentamos nuestra vida, convirtiéndola en falsa, en inauténtica, negándonos a nosotros mismos. Nuestro destino habrá fracasado, y con él nosotros...".

José Ortega y Gasset
Fragmentos de estudios sobre Velásquez, Goya y Goethe

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