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Tragedia de Juan Fernández, Chile - 2 Textos de Arturo Jaque Rojas
Un ejemplo más de periodismo pornográfico: Al tenor de la tragedia de Juan Fernández - y - Reflexiones contra un periodismo farandulero y pornográfico; y el intento de canonizar a dos simples mortales. Nº2
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Un ejemplo más de periodismo pornográfico: Al tenor de la tragedia de Juan Fernández
El periodismo, de haber sido considerado un poder más, ha devenido en un apéndice de la maquinaria que preserva el status quo sociopolítico; convirtiéndose en un segmento de la industria de espectáculo- probablemente un fenómeno de alcances mundiales-.
Pues bien, ha abandonado - con las excepciones de periodistas y medios que conservan su identidad y mantienen la misión de informar a contrapelo de las órdenes de los mandones, abusivos y dominadores de la sociedad - la trinchera desde la cual luchara por los ideales que cimentaron la grandeza de Occidente, desde el punto de vista de: la conquista de la libertad;
el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, y sus derechos consubstanciales; la carta de ciudadanía de la autonomía del sujeto, y la consagración de la soberanía, y la autodeterminación de los pueblos, como los ideales que cimentaron el carácter y moldearon el alma de las democracias occidentales;
aunque mucho de ello, todavía sea “una grandilocuente y pomposa declaración de principios”, y que, a través de la historia, haya sido un cuadro con más sombras que luces.
Hoy, por lo visto, les interesa cubrir noticias que sean trágicas y devastadoras; y no hacer un análisis riguroso de sus causas, ni darle su justa dimensión, ni contextualizar el dolor y el sufrimiento de víctimas sobrevivientes, familiares;
y, menos brindar un tratamiento decoroso y discreto al tema de los fallecidos;
por añadidura, mientras más imbéciles sean las preguntas de quienes ejercen esta noble profesión- parece que aquí también ha operado la producción en serie de profesionales, merced a la lógica del mercado;
y hablo de casos puntuales, aplicables a Chile, y a los medios de televisión que aquí operan-; y mayor la cantidad de lágrimas, más la sensiblería que exploten, más los detalles escabrosos que den a conocer, más la machaconería con que repitan una y otra vez las mismas imágenes, más el enfoque lacrimoso de los sucesos: seguramente, mayor será la satisfacción de quienes consiguen lucrar con las tragedias humanas- palabra comodín a la sazón- con el negocio del espectáculo.
Ni hablar que detrás: se esconden la cobardía, la complicidad, la censura y autocensura, la obediencia y sumisión al poder, el afán de convertirse en medios de desinformación masiva, como un arma de guerra ideológica;
de hecho, también, se fijan, a rajatabla: las coordenadas en que debe insertarse; a las cuales atenerse y cuyos límites no puede sobrepasar, so peligro de sufrir la represión de las fuerzas de seguridad, normalización y disciplinamiento que operan dentro de un sistema y un discurso determinado:
un caso reciente en Chile, ha sido el de Panorama News, un sitio de periodismo liderado por el periodista Patricio Mery Bell, que ha padecido las consecuencias de atreverse a desafiar la lógica imperante.
En la reciente contingencia, acaecida en Juan Fernández: ¿Cuánto exacerbación de la pesadumbre, abatimiento, tribulación; y cuánta sensiblería barata, puedo haberse evitado, si se hubiera tocado con decencia, decoro, empatía, pudor, inteligencia emocional, y una cuota mínima de sentido común los alcances e implicaciones del evento, tan funesto y aciago?;
es decir, darle un lapso suficiente y necesario, no ahondar en la dimensión más patética o escabrosa; no bombardear con imágenes, vistas una y otra, la conciencia del telespectador promedio, que no tiene el umbral de discernimiento para cribar las noticias que recibe.
El resto de la reflexión, queda en manos de cada lector, a propósito de como la pornografía moral y ética se ha enseñoreado del periodismo.
Y, especialmente, no olvidar que la sociedad chilena viene despertado de un horror de 17 años de dictadura; y un letargo de 20 años de concertación, y que nos encontramos ad-portas del advenimiento de un cambio estructural;
el que, la clase política y la oligarquía, intentarán abortar a todo trace, ya sea mediante el expediente que han usado hasta la saciedad durante este período:
el manido predicamento de la lógica de los acuerdos- y no poner en el tapete la ilegitimidad democrática del sistema-; o, en el peor escenario concebible, sobre la base de horrores que ya hemos conocidos en nuestro pasado, y cuyas huellas no se borran de la conciencia y memoria colectiva, ni del alma nacional.
Si es posible: dar sepultara a las víctimas; recordar sus méritos y virtudes; y proseguir la empresa de democratizar Chile.
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Reflexiones contra un periodismo farandulero y pornográfico; y el intento de canonizar a dos simples mortales. Nº2
Me parece que el tratamiento que se ha dado a la noticia acaecida en Juan Fernández es desmesurado; oscilando entre lo patológico y la sensiblería barata y lacrimosa, si no ha caído de frentón en estos dos aspectos.
Por cierto, dado que ha reportado ingentes ingresos, me encantaría que el canal Tvn- que es el más se ha aprovechado de esta trágica circunstancia- rindiera cuenta pública de cuanto ha incrementado sus arcas por concepto de publicidad durante los días devenidos desde este suceso catastrófico.
Por tanto, siento, el deber ético y moral proclamar que ya basta, y que es preciso dejar descansar a los fallecidos; y, especialmente, a sus familias
Sin embargo, no puedo dejar de expresar mis reparos ante el intento desembozado de canonización que se ha llevado a cabo, respecto de las dos figuras más connotadas.
Aunque estoy de acuerdo en que cualquier acción que se emprenda para beneficiar a la sociedad, es loable, en tanto apunta al bien común: dudo de la pureza de la filantropía que se lleva a cabo entre fuegos de artífico y luces de televisión; que se realiza con cobertura de los mass media, con todo lo que comporta durante la horas de transmisión, tal como si fuera, por ejemplo, un mundial de fútbol o un concierto de rock.
¿Acaso, era y es, estrictamente, imprescindible, que todo el quehacer en pro de la comunidad se diese o se dé como se hace, habitualmente;
es decir, con la impresión de que se les adeuda una gratitud infinita a quienes son los gestores de estas magnas ideas; y que el pueblo debe rendir pleitesía, y estar agradecido como perro que recibe su hueso cotidiano?.
Por demás, ¿acaso no es factible hacer altruismo, sin la presencia de camarógrafos, sin un micrófono en las manos, de noteros que cubran todos los pormenos de lo que va sucediendo?;
¿ cuál es la necesidad de que si yo voy a consumar un acto de de humanismo: todo el mundo sepa, precisamente; que soy yo quien lo ejecuta, que han de estar, eternamente, agradecidos de mí; y que, en lo profundo de mi conciencia, espero que haya una retribución, a semejante demostración de desprendimiento y generosidad?.
Huelga decir que: no puedo pensar que de no tratarse de “celebridades”- dos de las personas fallecidas, de un total de veintiuno- se hubiera hecho el mismo despliegue parafernálico y mass mediático, con la omnipresencia del ministro de defensa, cuñado de una de las dos víctimas. Personalmente, albergo dudas que no puedo despejar, que no se quieren ir.
Por otra parte, si Chile no fuera el país que conocemos:
reino de Jauja del neoliberalismo extremista; y el amancebamiento y contubernio perpetuos entre la concertación y la alianza, uno de los de peor distribución de la riqueza del mundo;
donde la segmentación social es mayor; donde las empresas transnacionales y otras tiene manga ancha para apoderarse de los recurso naturales, sin culpa alguna; y en que el estado ha sido reducido a una condición de cartón piedra, de opereta:
¿qué necesidad habría de recurrir a estos seudo prohombres, que no solamente obtienen dividendos de fortalecimiento de su imagen pública, sino que, dada la naturaleza de los mecanismos de control social y mental, y de manipulación: son, a la postre, elevados a la categoría de “ santos cívicos”?.
Así, cuando se tiene la fortuna de un Cubillos, es muy fácil arrogarse la condición de bienhechor- este hombre, hijo de un servidor del tirano, dudó a comienzos de los noventa de la realidad de los detenidos desaparecidos-;
o la pantalla disponible de un Camiroaga -rostro de una empresa del retaíl que fomentaba el consumo-, atribuirse la potestad de obrar caridad a costa de la ingenuidad y estulticia de la gente, que pensaba que los recursos salían directamente de los bolsillos de éste; aunque no niego que alguna vez hayan tenido algún gesto de esta laya.
Pero la libertad de un pueblo no nace de la caridad edulcorada, ni de la filantropía-sacarina, ni del altruismo light;
por el contrario, por una toma de conciencia, que lo lleve a darse cuenta y hacerse cargo de que solamente él puede quebrar las cadenas de su opresión;
que puede y debe recuperar y encarnar la soberanía que le fue robada;
despertar del sueño inducido por drogas, de diversa naturaleza, que lo han tenido sumido en una modorra o en un sueño desapacible, recordando alguna vez cuando fue soberano, un rastro de un noble mensaje onírico, que no pudiera rescatar de entre las cenizas.
Tal vez mis palabras, puedan ser leídas como crueldad, falta de sensibilidad humana, resentimiento social;
y brindo el derecho a que sean interpretadas como dicte el fuero interno a cada lector, aunque me conduelo por la suerte de los seres humanos, no por el fallecimiento de “figuras públicas”.
Pero quiero quedarme con la imagen del héroe -que puede ser tanto la mujer como el hombre anónimos- que en las entrañas de la ciudad que amenaza con destruirlo, con despedazar sus ilusiones, sus sueños y esperanzas, si es que ya no le ha quitado todo de las manos, y solamente le ha dejado una última utopía- llevar comida a casa, para alimentar a su familia-:
lo hace contra viento y marea, como un milagro de supervivencia, como un prodigio de arte de vivir, la lucha por la dignidad perdida pero que se ha de reencontrar.
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Extraído del muro de Arturo Jaque Rojas en Facebook
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