domingo, 19 de octubre de 2014

Las Amantes de Dios (5): Lalla


1. Usa las ropas necesarias para no tener frío. Come sólo lo suficiente para amortiguar el hambre.

En cuanto a tu mente, déjala trabajar para reconocer quién eres, y el Absoluto, y que este cuerpo se convertirá en alimento de los cuervos del bosque.

2. Aquellos que tengan la habilidad de caminar por el aire, los que pueden enfriar el fuego, detener un arroyo, u obtener leche de una vaca de madera, son sólo malabaristas callejeros, nada más.

3. Arrastro un bote sobre el mar con una soga firme. ¿Escuchará Dios? ¿Me llevará hasta el fin del camino? Como el agua en copas de arcilla no cocida goteo lentamente, y me seco.  

Mi alma gira y remolina. Mareada. Déjame descubrir mi hogar.

4. El alma, como la luna, es nueva, y siempre nueva otra vez.
Y he visto al océano crear contínuamente.
 
Desde que refregué mi alma y mi cuerpo, yo también, Lalla, soy nueva, cada momento nueva.
 
Mi maestro me enseñó una cosa, Vive en el alma.
Cuando eso ocurrió, comencé a andar desnuda, y a bailar.

5. Aprender las escrituras es fácil, vivirlas, difícil. La búsqueda de lo Real no es un tema simple.
 
En lo profundo de mi búsqueda, las últimas palabras se disiparon. Gozoso y callado, el despertar que me encontró entonces.

6. Al final de una noche de luna-enloquecida surgió el amor de Dios. Yo dije, "Soy yo, Lalla."
 
El Bienamado despertó. Nos convertimos en Eso, y el lago está claro como el cristal.

7. Llegué a este universo de nacimiento y renacimiento y hallé la luz de luz propia.
 
Si alguien muere, no es nada para mí, y si yo muero, no es nada para nadie.
 
Es bueno morir, y es bueno vivir mucho tiempo.

8. El sol, el más bajo chakra de acción, desapareció. Entonces el más alto, la luna.
 
Absorbida en el infinito, mi mente se disolvió. ¿Adónde han ido ahora la tierra y el cielo?
¿Están escondidos en la nada como los amigos en una caminata?

9. Lalla, ¡has vagado por tantos lugares tratando de encontrar a tu marido!
 
Ahora por fin, dentro de los muros de esta casa-cuerpo, en el altar-del-corazón, descubres dónde él vive.

10. La fama es agua transportada en un canasto.
 
Retiene al viento en tu puño, o ata un elefante con un sólo cabello. Estos son logros que te harán famoso.

11. Déjalos lanzar sus injurias. Si adentro mío estoy conectada con lo que es verdad, mi alma se conserva tranquila y clara.
 
¡Crees que Shiva se aflije por lo que dice la gente!
 
Si unas pocas cenizas caen sobre un espejo, úsalas para pulirlo.

12. Yo estaba apasionada, repleta de nostalgia, buscaba a lo lejos y a lo ancho.
Pero el día que el Verdadero me encontró, yo estuve en casa.

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"... Esta extraña mujer de Cachemira vivió en el siglo XIV. Se la conoce por varios nombres, como Lal Ded (abuelita Lal), Lalleswari, Lal Diddi, Lalla Vakyana, Lalla Yogiswari (su nombre en sánscrito), Lalla.
   
Tantos nombres porque su fama como poetisa mística ha recorrido tanto los siglos como la geografía de la India.

 Sus cantos y dichos, compuestos en el antiguo dialecto
Kashmiri, fueron traducidos tanto al sánscrito como al hindi y recitados de boca en boca por hindúes y musulmanes.

 Se sabe de ella que fue casada a los 12 años con un hom
bre que la maltrataba, al igual que su suegra (una historia vastamente repetida en la tradición hindú, que tiene también funestas consecuencias en nuestros días), y que a los 24 años se largó de la casa para convertirse en discípula del culto del dios Shiva, que habla de la unidad entre Dios y el mundo fenoménico. Su escuela es conocida como la dhakti (poesía de devoción). Luego de concluir su formación, Lalla se largó a recorrer campos y caminos, desnuda, cantando y bailando su apasionada experiencia mística, lo cual le trajo aparejadas, claro, no pocas complicaciones.
 

Se cuenta esta historia acerca de Lalla: Una mañana ella vagaba cantando por la campiña y un grupo de chicos empezó a hacerle burla. Un vendedor de telas salió en su defensa. 

Ella le compró de inmediato dos bultos de tela del mismo peso y siguió su camino. Mientras andaba, se puso uno de los bultos en un hombro y el otro en el restante. Cada vez que alguien se burlaba o la insultaba, hacía un nudo en las telas de su hombro derecho y cada vez que alguien la elogiaba, hacía un nudo en las telas del hombro izquierdo.

 Al final del día, buscó al mercader y le pidió que volviese a pesar ambos bultos. Le agradeció su más temprana intervención, pero también le señaló que como él podía ver por sí mismo, nada había cambiado: tanto los halagos como los insultos recibidos eran del mismo peso, y ella los aceptaba a los dos con la misma ecuanimidad...".

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BIBLIOGRAFIA
 
Jane Hirshfield. Women in Praise of the Sacred. Harper Perennial, 1995.
 
Daniel Halpern. Holy Fire. Nine Visionary Poets and the Quest for Enlightment. Harper Perennial, 1994.
 
Aliki y Willis Barnstone. Women Poets. From Antiquity to Now. Schoken Books. 1992.
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Extraído de: http://inutilesmisterios.blogspot.com.ar/2013/03/las-amantes-de-dios-5-lalla.html
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