viernes, 20 de marzo de 2015

La sociedad del cansancio - Byung-Chul Han


"... El animal le arrebata el látigo al señor y se azota a sí mismo para volverse señor y no sabe que esto es apenas una fantasía creada por un nuevo nudo en las correas del látigo...". Franz Kafka

"... Al nuevo tipo de hombre, indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, le falta toda soberanía.

El hombre depresivo es aquel animal laborans que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa...".

"... La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día.

En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber:

una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios.

La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento.

Tampoco sus habitantes se llaman ya «sujetos de obediencia», sino «sujetos de rendimiento».[...]


La sociedad disciplinaria es una sociedad de la negatividad. La define la negatividad de la prohibición. El verbo modal negativo que la caracteriza es el «no-poder» (Nicht Dürfen).

Incluso al deber (Sollen) le es inherente una negatividad: la de la obligación.

La sociedad de rendimiento se desprende progresivamente de la negatividad. Justo la creciente desregularización acaba con ella.

La sociedad de rendimiento se caracteriza por el verbo modal positivo poder (können) sin límites.

Su plural afirmativo y colectivo «Yes, we can» expresa precisamente su carácter de positividad.

Los proyectos, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición, el mandato y la ley.

A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales.

La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados.[...]


Lo que provoca la depresión por agotamiento no es el imperativo de pertenecerse a sí mismo, sino la presión por el rendimiento. 

Visto así, el síndrome de desgaste ocupacional no pone de manifiesto un sí mismo agotado, sino más bien un alma agotada, quemada.

Según Ehrenberg, la depresión se despliega allí donde el mandato y la prohibición de la sociedad disciplinaria cede ante la responsabilidad propia y las iniciativas.

En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna.[...]

El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo.

De esta manera, no está sometido a nadie, mejor dicho, sólo a sí mismo. En este sentido, se diferencia del sujeto de obediencia.

La supresión de un dominio externo no conduce hacia la libertad; más bien hace que la libertad y coacción coincidan.

Así, el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento.

El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación.[...]

Las enfermedades psíquicas de la sociedad de rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica...".


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"... El exceso de positividad (propio de las sociedades posmodernas) se manifiesta, asimismo, como un exceso de estímulos, informaciones e impulsos.

Modifica radicalmente la estructura y economía de la atención.

Debido a esto, la percepción queda fragmentada y dispersa.[...]

Los recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo.[...]

Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa.


La cultura requiere un entorno en el que sea posible una atención profunda.

Esta es reemplazada progresivamente por una forma de atención por completo distinta, la hiperatención.

Esta atención dispersa se caracteriza por un acelerado cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos. 

Dada, además, su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquel aburrimiento profundo que sería de cierta importancia para un proceso creativo.[...]

La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo ya existente...".


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"... El animal laborans tardomoderno no renuncia de ningún modo a su individualidad ni a su ego para consumarse trabajando en el proceso vital anónimo de la especie. 

La sociedad de trabajo se ha individualizado y convertido en la sociedad de rendimiento y actividad. 

El animal laborans tardomoderno está dotado de tanto ego que está por explotar, y es cualquier cosa menos pasivo. 

Si uno renunciara a su individualidad y se entregara plenamente al proceso de la especie, gozaría, cuando menos, de la serenidad propia de un animal.

El animal laborans tardomoderno es, en sentido estricto, todo menos animalizado. Es hiperactivo e hiperneurótico. 

A las preguntas de por qué durante la modernidad tardía todas las actividades humanas se han reducido al nivel del trabajo y por qué, más allá de esta cuestión, se alcanza un nivel de agitación tan nerviosa hay que buscar otras respuestas. 

La moderna pérdida de creencias, que afecta no solo a Dios o al más allá, sino también a la realidad misma, hace que la vida humana se convierta en algo totalmente efímero. Nunca ha sido tan efímera como ahora. 

Pero no solo esta es efímera, sino también lo es el mundo en cuanto tal. Nada es constante y duradero. 

Ante esta falta de Ser surgen el nerviosismo y la intranquilidad...".


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Extraído de Polémicas e intercambios en Facebook
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Texto ampliado el 06-05-2018 - 13:05 Hs.
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