lunes, 27 de febrero de 2017

101 Poemas - Hafez de Shiraz


¡QUE SIGA LA COPA! 

¡Oh escanciadora, haz que la copa siga la rueda y llegue a mis manos!
que el amor pareció primero fácil, después se presentó lleno de obstáculos.

El perfume que el viento de Saba liberar quiere de aquel bucle,
la onda almizclada de su lazo, ¡qué hervor en el corazón infunde!

La noche oscura y el miedo de la ola y el remolino pavoroso...
¿Cómo saben los ligeros de carga de la costa nuestra suerte y modo?

Do mora el Alma de las almas,(1) no es seguro para mí el recreo,
en tanto, sin cesar, la campanilla clama: preparad las literas del camello.

Si el mago anciano lo aconseja, la alfombra de oración tiñe con vino,
que el que sigue la vía no ignora las costumbres de las etapas ni el camino.

Por egoísmo, toda mi obra alcanzó mala fama en el extremo último.
¿Cuándo el secreto que convoca tertulias, puede quedar oculto?

Si una presencia ansias, Hafez, no ausentes tu persona:

cuando la vista alcances del que anhelas, el mundo deja y abandona.

1. El amado, Dios.



LA CLAVE DEL TIEMPO 

Si aquel turco de Shiraz(2) mi corazón deleitara, 
por su lunar hindú le daría Bujara y Samarcanda. 

Sírveme vino, escanciadora, que en el paraíso no hallarás 
las riberas del Roknabad ni el jardín de Mosalá.(3)

Estos gitanos alegres, dulces agitadores de la ciudad, 
como los turcos los banquetes, saquearon mi corazón de paz. 

Para nuestro pulcro amado no es un amor tan imperfecto: 
agua, color, lunar, retoques, ¿para qué los quiere el rostro bello? 

Yo, por la hermosura creciente de José, sabía 
que amor del velo de inocencia a Zulaika privaría. 

Insúltame y maldíceme a placer, que por ti rezo. 
¿Merece respuesta amarga el labio granate y bello? 

Deja la clave del tiempo, e indaga y habla de vino y juglaría:
 nadie, merced a la ciencia, desveló ni desvelará este enigma. 

Escucha, alma mía, esta advertencia: más que por el alma, 
los jóvenes dichosos por el consejo del sabio anciano claman. 

Puliste la perla del poema, Hafez, alegre ven y canta, 
que el firmamento, en tus versos, el sartal de las Pléyades desgrana.

2. Se trata de las bellezas turcas que en aquella época vivían en Shiraz, famosas por su encantador modo de hablar. 


3. Roknabad y Mosala, río y barrio de Shiraz.



HAY UNA TIERRA


Vuelve al jardín la fortuna de tiempos de juventud,
el ruiseñor de dulce voz recibe de la rosa la buena nueva.

Oh céfiro, por mí saluda a las plantas de olor, al ciprés
y la rosa, si llegas a las púberes hierbas de la pradera.

Si entonces aparece el joven mago, vendedor de vino,
trocaré mis pestañas en escoba del umbral de la taberna.

¡Oh, tú, que de ámbar puro en tu cara de luna pintas un mazo,(4)
no siembres de inquietud mi desorientación y pena!

Temo que aquellos que se ríen de los que beben posos
pierdan la fe en la labor de las tabernas.

Sé compañero de los hombres de Dios, que en el arca de Noé 
hay una tierra(5) que un diluvio ni una gota de agua considera.

Sal de la casa giratoria y pan no pidas,
que esta tacaña mata al final al que invitado era.

No sabrás ni un detalle de los misterios de la existencia,
mientras no estés desorientado en el círculo de la existencia.

¿Es necesario llevar hasta el cielo el palacio?
Para todos, el lecho es al final un puñado de tierra.

Oh luna de Canán, el trono de Egipto ya posees,
hora es de despedirse de la cárcel y salir de ella.

No sé qué intenciones escondes en la punta del bucle
que tu pelo agitado a almizcle perfumea.

Oh Hafez, bebe vino, sé alegre, entrégate a la bohemia,
mas el Corán en trampa de hipócritas no conviertas.

4. Se trata del empleado en el juego de polo, cuya bola, en poesía, en un principio de marfil, se emplea como símbolo del destino.

5. Se dice que Noé llevaba en su barco el cuerpo de Adán para que lo protegiera controlando el diluvio, como hizo.



EL CANTO DE VENUS 
 

Ve, céfiro, y di a aquella esbelta gacela   
que a la montaña y al desierto nos ha guiado. 
 

¡Larga sea tu vida, vendedor de dulces!   
¿Por qué olvidaste aquel loro golmago? 

¿Debido a tu belleza altiva, oh rosa, 
 
no preguntaste por el ruiseñor enamorado? 

Con humor ufano, a los gnósticos se atrae, 
 
al ave sabia, ni con trampa ni con grano. 

Cuando te sientes a beber con el que amas, 

recuerda a los que intentan brindar con él en vano. 

¿Por qué en su cumbre, los de cara de luna
 y negros ojos parecen ignorarnos? 


Tu rostro hermoso carece de defectos, 
 
mas de lunar de amor y de fidelidad no veo trazo. 

Dice Hafez: en el cielo no es de maravillar 
 
que el canto de Venus a Jesús haga bailar. 


EL SECRETO OCULTO 


¡Huye de mí el corazón! ¡Dueños de los corazones, os conjuro! 
 
¡Qué sufrimiento: se hará visible el secreto oculto! 

Navegantes somos, ¡oh, viento favorable 
 
haz que veamos de nuevo el rostro conocido!, ¡levántate! 

En la rueda giratoria sólo hay diez días de fábula y hechizo, 
 
con bondades para los amigos, apúralos, amigo. 

¡Oh señor de la grandeza, de tu salud haz donativo 
 
y recuerda algún día a este derviche mísero! 

La paz entre los dos mundos, en dos palabras se ha resumido: 
 
con los amigos ser caballeroso, contemporizar con los enemigos. 

¡Mira!, el espejo de Alejandro es la copa de vino 
 
que pone a tu alcance el territorio de Darío. 

No te rebeles, que, debido a sus celos tal vela arde el Amado, 
 
aquel en cuya palma se torna cera el basalto. 

En el círculo de la flor divina, anoche, el ruiseñor canto bien. 
 
Los que estáis ebrios, despartáos, saciad el ansia con vino del amanecer. 

Aquel sabor amargo que el sufí nombró madre de las maldades,
 
para nosotros, más que el beso de doncella, es dulce y agradable.(6)

Entrégate al placer y a la ebriedad en tiempos de pobreza, 
 
que al mendigo convierte en Coré(7) esta alquimia de existencia. 

Esas bellezas de lengua persa fuentes son de la vida.

Oh escanciadora, a los persas ancianos, dales albricias. 

Donde reinan los de buena fama, pasar no nos dejaron. 
 
Si no te gusta, modifica el sino predestinado.

No por su voluntad vistió Hafez un manto manchado de vino. 

¡Oh maestro sin mácula, en esto sé benigno! 

6. Verso escrito parte en persa, parte en árabe, lo cual es habitual en la poesía persa. 


7. Coré, personaje del pueblo de Moisés que amasó una fortuna merced a la alquimia y un día se hundió con sus tesoros. Mencionado en el Corán, azora 29, aleya 50. 



UN FUEGO


El Fuego del corazón prendió en el pecho y ardió doliente por el Amado.
Un fuego había en la casa que la morada quemó. 

La distancia del Amado hizo arder mi cuerpo.
Separado de su rostro, un fuego mi alma quemó. 

Como el cuenco, se rompió de arrepentido mi corazón.
Sin vino ni copa, tal tulipán, mi corazón se quemó. 

Mira arder mi corazón, mira el fuego de las lágrimas.
El corazón de la vela, como mariposa, anoche, de compasión se quemó. 

Acaba la discusión y vuelve, que mi pupila,
quitándole el manto suyo, dando gracias lo quemó. 

Todo el que vio la cadena anudante de tus rizos
se enardeció y, por mi locura, se quemó su corazón. 

No es raro que de mí se compadezca el conocido:
cuando me fui de mí mismo, el corazón del extraño se quemó. 

El agua de la taberna se llevó mi manto de abstinencia,
el fuego de la taberna mi casa de inteligencia quemó. 

Bebe vino, Hafez, y olvida ya la leyenda,
que de noche no dormimos y, por amor a la fábula, la vela se quemó.


¡VUÉLVETE! 

El cáliz en la mano, llegó mi amado al convento de los magos
ebrio de vino y los comensales ebrios de su ebrio narciso. 

De su caballo, en la herradura, creciente la luna clara;
y por su altura, del cedro la altura baja. 

Se levantó, y la vela de los corazones de todos se sentó.
Él se sentó, y el grito de los contempladores se levantó. 

La algalia emite alto perfume, pues se enrosca a su bucle;
El khol dibuja un arco, que el de su ceja asume. 

Mas ¿por qué digo soy, si de mí mismo no he noticias?
Y ¿por qué digo no es, si con él tengo la vista? 

Vuélvete, y que la vida en fuga de Hafez vuelva,
Aunque la flecha que salió del pulgar nunca regresa. 


A MEDIANOCHE 

Con los rizos al viento, perlado de sudor, riente y ebrio,
camisa desgarrada, entonando una oda y la copa en la mano, 

los ojos pendencieros, la ironía en los labios,
a media noche, junto a mi lecho se sentó. 

Acercó la cabeza a mi oído y en un tono triste
dijo: mi inquieto enamorado, ¿tienes sueño? 

El amante al que ofrecen de noche un vino tal,
¡que adore el vino o en el amor sea pagano! 

¡Vete, devoto, no te metas con los que beben posos!,
que otro don no les fue concedido el primer día. 

Bebimos cuanto derramó él en nuestra copa,
ya fuera vino peleón o del tonel del paraíso. 

Como en el caso de Hafez, ¡cuántos arrepentimientos han quebrado
la copa del vino y su sonrisa, y los bucles del amante con sus lazos!


LA COPA DE CRISTAL


 Florece la rosa, y el ruiseñor se embriaga. 
 
Acudid, sufíes que adoráis el vino. 

La base del arrepentimiento como piedra es firme. 

Asombraos: la copa de cristal la ha destruido. 

En la corte de la opulencia, lo mismo sea el rey, 
 
que el alguacil, que el ebrio... ¡Trae vino! 

De este caravasar(8) con dos puertas hay que partir: 
 
techo y tejado de la vida, alto o bajo es lo mismo. 

Morada y rapto de gozo sin sufrir no se alcanzan, 

si el primer día el sufriente estrecha vínculos. 

Tengas o no, no sufras y sé alegre, pensamiento, 
 
la no existencia es el final de cuanta perfección ha sido. 

La gloria de Asef,(9 )el caballo de viento(10) y entender a los pájaros... 

todo lo llevó el viento, y quedó el señor desnudo en el vacío. 

Pues la flecha lanzada se elevó un rato y volvió a la tierra, 
 
con ala y pluma no te desvíes tú del camino. 

La lengua de tu pluma, Hafez, ¿cómo puede dar gracias, 
 
si va pasando de mano en mano el don de tus palabras?

8. Se refiere al mundo. 


9. Visir de la época y también de Salomón, Hafez juega con esa ambigüedad. 


10. Referencia a Salomón, su caballo volador y su capacidad de entender el lenguaje de los pájaros. 



LOS FIELES DEL CORAZÓN 

Cuando oigas la palabra de los fieles del corazón,
no digas que es un error. 

Tú no eres un entendido en la palabra,
éste es el error. 

Mi cabeza no se inclina ante este mundo ni el otro.
¡Dios sea loado por las rebeliones de nuestra cabeza! 

No sé quién habita en el interior de mi corazón cansado,
apagado estoy yo, pero él, en gritos y alborotado. 

Mi corazón se ha salido de tono, ¿dónde estás, juglar?
Gime, que en este tono prospera nuestro afán. 

Por las cosas de este mundo nunca tuve inclinación.
Tu rostro lo embelleció ante mis ojos. 

Por la ilusión que alimento no he dormido.
Tengo la sed de cien noches, ¿dónde está la casa del vino? 

Ya que ha enturbiado el cenobio, de mi corazón, la sangre.
Estaréis en lo cierto si me laváis con vino. 

Por esta causa me quieren los magos del convento:
aquel fuego nunca se extingue en mi corazón. 

¿Qué instrumento tocaba el juglar en aquel tono,
que la mente todavía está llena de su eco? 

Anoche la llamada de tu amor resonó dentro de mí.
El ámbito de tu pecho, Hafez, está lleno de sonido.


EL PALACIO DEL DESEO 


El palacio del deseo tiene cimientos muy frágiles, 
 
ven, trae vino, que están en el aire los cimientos de la vida.

Esclavo soy del virtuoso que, bajo este índigo círculo, 

exento está de albergar los colores del apego. 

Un consejo te doy, aprende y aplícalo, 
 
pues este dicho recuerdo de mi maestro: 

«No esperes que tan frágil mundo cumpla con su compromiso. 

Es el novio de mil novias ese anciano.» 

Anoche, hallándome en la taberna, ebrio y desastrado, 
 
¿sabes qué nueva me dio el ángel del misterio? 

«¡Oh, tú, de alta mirada, halcón real que habitas en el árbol del séptimo cielo, 
 
tu morada no es este rincón de sufrimiento!, 

desde la alta torre del trono, te están llamando. 

 ¿Qué te sucede? ¿Tan hondo has caído en esta trampa?» 

No acojas la tristeza del mundo y no olvides mi consejo, 

 pues uno que está en la vía esta máxima me dijo: 

«Confórmate con lo que tienes, desata el nudo de tu ceño, 

no está abierta para ti ni para mí la puerta de la elección.» 

De fidelidad y de compromiso, en la sonrisa de la flor no hay indicios. 
 
¡Emite una queja, ruiseñor sin corazón, que este es el lugar del grito! 

¿Por qué, pues, envidias a Hafez, mal rimador? 
 
El gustar y la gracia del verbo son un don de Dios. 

 

TU SOMBRA DE CIPRÉS 

Sucumbieron tus cabellos en manos de la brisa, 
 
de dolor se ha partido en dos mi loco corazón. 

Tu ojo hechicero a la negrura del alba es semejante, 
 
¡mas ay!, esta copia, ¡cómo ha languidecido! 

¿Sabes qué es aquel punto negro que tu bucle enlaza? 
 
El punto es de tinta, caído en el círculo del yim.(11) 

En el paraíso de tu cara, tus negros rizos perfumados 
 
son como un pavo real en el jardín de la gracia. 

Sumido en el deseo de tu rostro, oh Bienamado, 
 
mi corazón es la tierra que la mano del viento arroja en el camino. 

Este terrenal cuerpo elevarse no podrá como polvo 

 ni alejarse de tu alcance, pues ha caído muy grave. 

Tu sombra de ciprés en mi forma, oh tú, el de hálito de Cristo, 

  reflejo es del espíritu que en los pútridos huesos ha caído. 

El que sólo en la Caba tenía su morada, recordando tus labios, 
 
veo que en el umbral de la taberna se ha afincado. 

Hafez por ti de pena se extravía, oh buen amigo: 
 
es un pacto eterno en época remota concluido. 

11. Letra del alfabeto persa que forma una curva. 


 

MI DESMEDIDA AMBICIÓN 

Decirte cómo está el corazón es mi deseo. 
 
Recibir noticias del corazón es mi deseo. 

Mira mi desmedida ambición: descubierta la historia, 
 
ocultarla a mis rivales es mi deseo. 

En la noche de Gadr, tan noble y tan amada, 

 dormir contigo hasta el alba es mi deseo.

¡Oh, qué perla tan fina!, 
en la noche oscura, 
pulirla es mi deseo. 

Eh, viento de Saba, esta noche ayúdame, 

que al alba llenarme de asombro es mi deseo. 

Borrar con las pestañas el polvo del camino, 

por mi honor, es mi deseo. 

A pesar de tanta estulticia, como Hafez 
 
entonar versos de ebriedad, es mi deseo. 

 

NO TE SIENTES SIN VINO NI AMANTE 

La rosa junto a mí, vino en la copa, a vista del amado;
 
en un día tal, el rey del universo se vuelve mi esclavo. 

Todo mi oído está en el son de la flauta y la música del arpa. 
 
Mi ojo todo, en su labio granate y en la copa que baila. 

En nuestro credo, oíd, lícito es el beber vino, mas, 
 
oh floral ciprés, sin tu rostro es ilícito. 

Para este encuentro al cenáculo no traigas vela, 
 
que esta noche la luna de su rostro está llena. 

Del sabor del terrón y del azúcar no digas nada, 
 
porque ese labio suyo tan dulce a mí me sacia. 

Y ahorrad el perfume cuando juntos estemos, 

 que, sin cesar, nos halaga el olfato su cabello. 

Mientras mi corazón guarde el tesoro de la tristeza que me causas, 
 
un rincón de la taberna será siempre mi morada. 

Bebedores de vino, bohemios, jugadores con los ojos somos, 
 
y en esta ciudad, ¿quién es el que no es como nosotros? 

No habléis con el alguacil de la culpa nuestra, 
 
también es su intento el beber sin tregua. 

Hafez, no te sientes sin vino ni amante instante alguno: 
 
día es del jazmín, día de la rosa y fiesta de ayuno.(12)

12. Día después del Ramadán. 

 

LA VIRTUD DE LOS DERVICHES 

El supremo paraíso es el retiro de los derviches. 
 
El crisol de la grandeza es servir a los derviches. 

De la clausura el tesoro tiene extraños talismanes, 

su clave es la generosa mirada de los derviches. 

El palacio del paraíso cuya puerta Ridván guarda 
 
es una imagen tan sólo del prado virginal de los derviches. 

Aquello por cuya luz el corazón negro se torna oro 
 
es la alquimia que se gesta en la voz de los derviches. 

Aquello ante lo cual pone el sol su corona de arrogancia 
 
es la grandeza que habita la corte de los derviches. 

El reino no resguardado del miedo cuando amenaza la pena 
 
escucha sinceramente: el reino es de los derviches. 

Los reyes son la alquibla de las súplicas de todos, 

la causa es la servidumbre al trono de los derviches. 

El rostro deseado que orando buscan los reyes 
 
tiene su más claro ejemplo en el espejo del rostro de los derviches. 

De una punta a otra abarca, de tiranía, el ejército, 

pero del principio al fin es la hora de los derviches. 

¡Ey, poderoso!, no ostentes tanta arrogancia, 

que  tu cabeza y tu oro están a la sombra del acuerdo de los derviches. 

Oh corazón, apártate con cortesía: la realeza del amor 
 
se debe a la servidumbre de los derviches. 

Si por Su ira el tesoro de Coré se sigue hundiendo, 
 
habrás leído que esto se debe también al celo de los derviches. 

Oh Hafez, si quieres agua de vida eterna, 
 
su fuente es la tierra del solitario umbral de los derviches. 

Soy esclavo de los ojos de Asef, el actual visir, 
 
que tiene el rostro señorial y la virtud de los derviches. 

 

EL MAR DE LA ANIQUILACIÓN 

¿Qué sale del taller de la existencia toda? Poca cosa. 

Acerca el vino, que los bienes del mundo son poca cosa. 

Unos cinco días tendrás de plazo en esta etapa. 
 
Con gozo tranquilízate, que el tiempo es poca cosa. 

Alma y corazón por el honor existen de hablar con el Amado. 

El propósito es éste, o alma y corazón son poca cosa. 

No aspires a la sombra del árbol Tuba ni del Loto, 
 
ágil ciprés, presta atención, verás que es poca cosa. 

La fortuna es aquella que sin exceso de dolor se alcanza. 
 
Con esfuerzo y trabajo, el jardín del Edén es poca cosa. 

A la orilla del mar de la aniquilación estamos, 

oh copera,  apura ya, que del labio a la boca es poca cosa. 

Sé cauto, asceta, no te fíes del juego del orgullo: 

 la senda del cenobio a la taberna de los magos es poca cosa. 

Quemado, dolido y débil, mi sufrimiento, al parecer, 
 
no requiere palabras ni explicaciones tantas, que es poca cosa. 

El nombre de Hafez es cifra de la buena fama, 

mas, para el tendero, la cifra entre ganancia y pérdida es poca cosa. 


TIENE UN PORQUÉ 

Si duerme aquel narciso hechicero, tiene un porqué. 
 
Si su bucle en ondas se deshace, tiene un porqué.
 
Tu labio vertía leche, y yo decía:
 
esa dulzura junto a aquel salero tiene un porqué. 

Tu boca es fuente de agua de vida, mas 
debajo de tu labio,
el hoyo de tu mentón tiene un porqué. 

¡Mil años vivas!, digo, pues sé de cierto 
 
que en tu arco la flecha de tu pestaña tiene un porqué. 

Dolor de separación y pena de sufrimiento te han puesto enfermo, 
 
oh corazón, ese grito tuyo, ese lamento, tiene un porqué. 

Por el jardín pasó anoche el viento de sus dominios, 
 
oh flor, tu vestidura rasgada tiene un porqué. 

Aunque el dolor del amor oculta a la gente el corazón, 
 
este llanto de tus ojos, Hafez, tiene un porqué. 
 

AL ALBA 


Al alba el ave de los campos dijo a la rosa recién nacida: 
 
como tú florecen en este jardín muchas, no seas altiva. 

La rosa respondió entre risas: «No nos ofende la verdad, 

pero  ningún enamorado dijo a su amada palabras tan ofensivas». 

Muchas perlas hay que pulir con la punta de las pestañas, 
 
si codicias el vino de esta copa de incrustada pedrería. 

Ni en la misma eternidad, el perfume del amor alcanzara el olfato 
 
del que no haya barrido la tierra del umbral de la taberna con sus mejillas. 

Anoche, cuando en el jardín de Eram, regalado por el aire 
 
el bucle del jacinto se agitaba ante la brisa, 

dije: oh asiento de Yamshid, ¿do está tu copa que el mundo reflejaba 
 
Dijo: ¡qué pena, aquella fortuna despierta quedó dormida! 

Las palabras de amor no son aquellas que a la lengua llegan, 
 
¡oh escanciadora, dame vino, este diálogo termina! 

Las lágrimas de Hafez lanzaron al mar la prudencia y la paciencia. 

¿Qué hacer? No ha sabido ocultar las penas de amor ni su herida. 
 

EL REFLEJO DE DIOS 


¡Eh, abubilla, con el viento de Saba a Saba te envío! 
 
¡Mira de qué punto hasta qué punto te envío! 

¡Ay, un ave como tú en un terrenal espacio de tristeza! 
 
Desde este lugar, al nido de la fidelidad te envío. 

En el camino del amor, cercanía y lejanía no son etapa; 
 
yo claramente te diviso y una oración te envío. 

Cada mañana y cada noche, una caravana de rezos píos 

con el viento del norte y la brisa del alba te envío. 

¡Que tus huestes de tristeza, el reino del corazón no destruyan!, 
 
como víctima, en ofrenda, mi amada vida te envío. 

¡Oh tú, oculto a la vista, que al corazón acompañas!, 
 
por ti elevo una plegaria y mis loanzas te envío. 

Y para que los juglares te informen de mis anhelos, 
 
poesías y decires, con canto y tañer de cuerdas te envío. 

Observa en tu propia cara la divina creación, 
 
que el espejo que a Dios muestra te envío. 

Acércate, escanciadora, que el cosario del secreto tal buena nueva me dijo: 
 
sé paciente con el sufrimiento, que una pócima te envío. 

Las letanías de este círculo, Hafez, enumeran tus virtudes. 

 ¡Date prisa, acude ya!: caballo y capa te envío. 
 

ENTRE ESTAS RUINAS 


El vino y el gozo oculto, ¿qué son?: una labor sin fondo. 

Contra viento y marea somos del rango de los bohemios. 

Desata el nudo del corazón y olvida el firmamento todo, 

  que no desata ese nudo la ciencia de un ingeniero. 

No te asombres de los giros que dan los tiempos, 
 
que la rueda recuerda miles, miles y miles de cuentos. 

Con respeto sostén este búcaro en tus manos: 
 
de la testa de Yamshid, Bahman y Gobad fue hecho. 

¿Quién sabe, Kavus y Key(13) a do partieron? 

El trono de Yamshid, ¿adonde lo llevó el viento? 

Mira: los labios de Shirin(14) hacen que crezca un tulipán 
 
en la tierra donde yace Farhad de celo. 

El tulipán tal vez captaba la infidelidad de nuestra era 
 
pues sostuvo la copa de vino desde su nacimiento. 

Ven, ven, y con el vino, durante un rato, seremos ruinas 
 
y tal vez, entre estas ruinas, un tesoro hallaremos. 

No me permiten viajar ni rondar el mundo,
del Roknabad,(15) 
el agua, del Mosala, el soplo del viento. 

A la seda del gozo han atado el corazón alegre: 

¡bebe ese vino puro al son del arpa y el pandero! 

No me reproches que no aparte la mano de la copa de vino, 

porque más puro nunca encontré otro compañero. 

Tus penas de amor, Hafez, han llegado a lo que han llegado. 

¡Que el mal de ojo de la era no llegue a los enamorados! 

13. Yamshid, Bahman, Gobad, Kavus y Key, reyes persas. 

14. Shirin y Farhad, famosa pareja de enamorados de la literatura persa. 

15. Roknabad y Mosala, río y barrio de Shiraz. 
 

HASTA UNA COPA ME HURTÓ 


Mucho hace que el amado no mandó mensaje alguno, 
 
no envió ningún saludo ni una palabra escribió. 

Cien cartas le remití, y aquel rey de los jinetes 
 
para mí ni un mensajero al galope despachó. 

A mí, salvaje y sin juicio, aquel de casta de ciervo 

 ni un caminante, como la perdiz, mandó. 

Sabía que me escapaba el ave del corazón, 
 
y de su bucle o cadena ni una trampa me lanzó. 

¡Ay de aquel escanciador de dulce labio, embriagado, 
 
sabiendo cómo yo ardía, hasta una copa me hurtó! 

Tanto como presumí de carismas y moradas, 
 
de moradas y carismas ni una noticia me dio. 

Hafez, sé respetuoso, que reclamar no es usado 

si es el rey el que no envía los mensajes a su esclavo. 
 

EN QUÉ TRAMPA ATRAPADO 


En la vejez revivo el amor de juventud, 
 
aquel secreto que ocultaba el corazón se ha revelado. 

Por una mirada, el ave del corazón voló muy alto. 

¡Oh ojo, contempla en qué trampa fue atrapado! 

Por aquel ciervo almizclado de negros ojos, 
 
¡qué dolor, la sangre que, tal vesícula, derramó mi corazón! 

Por cruzar las tierras de vuestro reinado, 

el perfume de almizcle en la brisa del alba ha recalado. 

Cuando esgrimió tu pestaña la espada conquistadora del universo, 

¡cuántos, cuántos vivos cayeron con el corazón muerto! 

En este convento hemos sufrido castigos numerosos. 
 
Cayó el que se enfrentó con el bebedor de posos. 

Por entregar la vida, la piedra negra granate no se torna, 

¿cómo modificar la naturaleza de una esencia tan tosca? 

Hafez, que jugaba con el bucle de los ídolos, 
 
y en amor no hubo rival, ahora ha sucumbido. 
 

DE LA MEZQUITA A LA TABERNA 


Al dar la imagen de tu rostro en el espejo de la copa, 
 
por la sonrisa del vino, a codicia sin medida sucumbió el enamorado. 

Con una aparición única en el azogue, tu bella cara 

tantos dibujos formó como ilusiones sin fin en el espejo. 

Tantas hermosas imágenes y tan distintos esbozos 

luz son del rostro de la copera que en la copa se refleja. 

Amor celoso cortó la lengua de todos los selectos, 
 
y así en la boca del pueblo cayó el misterio que los apena. 

Sucederá, señor, que en el cenobio no me verás en adelante: 
 
los labios de la copa absorben nuestra labor, de la copera, el semblante.
 
No por mi pie fui a parar de la mezquita a la taberna

  consecuencia de mi sino desde el primer día ha sido.

¿Qué hará el que el círculo del tiempo como un compás no culmina, 
 
el que ha caído en el giro de los días? 

Cada momento mi abrasado corazón nuevo favor obtiene. 

¡Observa a este mendigo!: consigue limosna como merece. 

Bajo la espada de su tristeza hay que ir bailando, 

pues quien de su mano muere buen fin ha hallado. 

Del pozo de tu barbilla se colgó en tu rizo el corazón; 
 
¡Ay! Salióse presto del pozo, mas en la trampa cayó. 

Ebrios de amor, los sufíes todos juegan con la mirada, 
 
sólo Hafez, de corazón doliente, tiene la mala fama. 
 

NO DEJES ESTA PUERTA 

El ave homa que culmina la suerte caerá en nuestra trampa 
 
si tú te dejas caer por nuestra morada. 

Tal burbuja, de alegría lanzo al aire mi sombrero 
 
si una imagen de tu rostro a nuestra copa se lanza. 

Si ni el mismo viento a tu corte tiene acceso, 

¿cuándo tendremos acceso a intercambiar un saludo? 

Mientras caía inmolada, por tu labio, la vida, imaginaba 

  que una gota de tu transparencia caería en nuestra boca. 

La ilusión de tu bucle dijo: no emplees la vida como instrumento, 

que nuestra trampa mucho se emplea en esta caza. 

Desesperado no dejes esta puerta en pos de augurios, 
 
que la fortuna del reino acuda en pos del nombre nuestro. 

La noche aquella en que la esperada luna irrumpió en el horizonte... 
 
Será que a veces, algún luminoso rayo irrumpe en nuestro tejado. 

De la tierra de tus lares, cuando a Hafez se le escapa una palabra, 
 
escapa hasta nuestro olfato la brisa del vergel del alma.


LA CAJA DE LOS TRUCOS 


Él sufi tendió una trampa y abrió la caja aeíos trucos. 
 
Con el cielo artificioso empezó sus embelecos. 

Ese juego de la rueda le hará un día una jugada, 
 
pues hasta a los iniciados con malabarismos trata. 

Ven escanciadora: de los sufíes, el testigo esbelto 
 
ha aparecido otra vez y se ha lanzado al coqueteo. 

¿De dónde es el juglar que de ida compone música de Iraq 
 
y, en la senda de vuelta, melodías de Heyaz? 

¡Acércate, corazón, refugiémonos en Dios!, 
 
que aquel de manga corta con mano larga actuó. 

No pretendas que es amor auténtico el de cualquiera:
 ante el corazón, su amor cerró la puerta de la esencia. 

¡Oh perdiz donairosa, qué bien caminas!, 
 
el gato del asceta(16) hace oración: sé precavida. 

Mañana, cuando estemos cara a la corte de la verdad, 
 
sentirá vergüenza el caminante que actuó con falsedad. 

No regañes a los bohemios, Hafez, que el primer día
 nos liberó Dios de falsa abstinencia y de hipocresía. 


16. En tiempos de Hafez hubo un asceta que enseñó a su gato a hacer oración cuando él la hacía. Dio pie a un tratado poético-político Mush o gorbe (La rata y el gato), donde se criticaba la sociedad a través de estos personajes. 



LA RUEDA TURQUESA 


Un ruiseñor con su sangre hizo crecer una rosa,
 mas el viento de los celos cien espinas le clavó. 

Un loro con la dulzura del labio se contentaba,
mas la tromba de la nada su espejismo aniquiló. 

¡Ay de mí! Por envidia del ojo de la luna y el sol,
 el de ceja tal creciente de luna en la tumba se afincó. 

¡Luz de mis ojos! ¡Vida al recuerdo del fruto de mi corazón!
 ¡Cuan fácil fue su partida y cómo dificultó mi labor! 

¡Que Dios me asista, se me ha caído la carga, oh camellero!
 De este palanquín, esperar tus dádivas me hizo compañero. 

No tengas en poco mi rostro de tierra y mis ojos en llanto,
 que la rueda turquesa construyó un recreo con este barro. 

El rey y la torre(17) no moviste a tiempo, Hafez. 
 
El juego del tiempo me distrajo. ¿Qué hacer? 

17. Referencia al ajedrez, juego de gran tradición en la literatura persa. 


 

EN PIE COMO UNA VELA 

Partió el amado y no informó a los que sin corazón vagaban. 

Al amigo de la ciudad olvidó, y al compañero de viaje. 

O abandonó mi suerte la vía del amor, 
 
o por la vía principal del recto camino no pasó. 
 

Me quedé en pie como una vela, para sacrificar mi vida.   
Y él no pasó junto a nosotros como la brisa del alba. 

Dije; que con el llanto se ablande su corazón. 
 
La gota de lluvia no afectó a la dura piedra. 
 

No juegues, que el ave de mi corazón inquieto   
no se quita de la cabeza la locura de la trampa de amor. 

Quien vio tu cara besó mi ojo, 

 lo que mi vista hizo no lo hizo sin visión. 

Tanto rompía el corazón, Hafez, tu dulce historia, 
 
que quien la oía con entusiasmo la aprendía de memoria. 

 

TRAS EL VELO DEL ENIGMA 

Viste, corazón, las penas de amor qué hicieron. 
 
Qué hizo el amado cuando partió con el amigo fiel. 

¡Ay!, qué juego provocó aquel narciso hechicero. 
 
¡Oh!, esa criatura ebria, con los sobrios, qué hizo. 

Cobró el color del ocaso del desamor mi lágrima. 

Mira qué hizo, en este afán, tu sino sin ocaso. 

Destelló al alba, de la casa de Layla,(l8) un relámpago. 
 
¡Ah, Machnún, corazón roto, con tu cosecha, qué hizo! 

Dame la copa de vino, escanciadora, que no está claro qué hizo
 de lo oculto el dibujante tras el velo del enigma. 

El que llenó de dibujos ese círculo en azules esmaltado... 

Nadie ha llegado a saber, con el giro del compás, qué hizo. 

El corazón de Hafez ardió de pena, de un relámpago de amor. 
 
Mirad el amigo antiguo qué hizo con el amigo. 

18. Layla y Machnún, pareja preislámica de enamorados, mítica en la literatura de oriente medio, cuya historia se desarrolla en el desierto de Arabia. 


 

LA COPA DE YAMSHÍD 

Durante años nos redamó el corazón la copa de Yamshid;
 
a un extraño pedía lo que tenía él mismo.

La perla, a la concha de la existencia y del espacio ajena,   
imprecaba a los extraviados de la orilla del mar. 

Anoche, expuse esta cuestión ante el maestro de los Magos,
 
cuya mirada penetrante resolvía los enigmas.

Lo vi con el cáliz en la mano. Exultante sonreía,
pues cien formas contemplaba en aquel espejo. 

Dije: ¿cuándo te dio el sabio el cáliz que refleja el universo? 

Dijo: el mismo día en que construyó esta cúpula miniada. 

Del amigo19, por el cual quedó la horca con la cabeza alta,  
dijo: revelar los secretos fue su delito. 

Tantos malabarismos aquí llevaba a cabo, 

que era como un Sameri ante la mano luminosa de Moisés y su báculo. 

Si de nuevo el Espíritu Santo derrama su gracia,  
lo que el mismo Cristo hacía, otros habrá que lo hagan. 

En todo instante estaba Dios con el que había perdido el corazón. 

 El no lo veía y decía de lejos: ¡oh Dios! 

Dije: ¿qué pretende encadenar el bucle de los ídolos? 
 
Dijo: Hafez se quejaba de su corazón enloquecido. 

19. Se refiere al mártir sufí Hal-lach.


LAS ALBRICIAS DEL VIENTO

Anoche me notificó el viento de Saba   
que el día del sufrimiento se acortaba. 
 
Ofrezcamos a los juglares la túnica desgarrada  
por las albricias recibidas del viento del alba.

Ven, ven, que Ridván,20 a ti, hurí del paraíso,
te llevó al mundo para el corazón de este mendigo.

A Shiraz vamos con ayuda de la fortuna. 
¡Qué buen compañero nos otorga la fortuna!
 
Concíliate con nosotros, que este sombrero de fieltro,  
para la real corona, fue hartas veces detrimento.

De mi corazón, hasta el pajar de la luna llegaron muchos lamentos,
 
cuando el rostro de la luna, oculta en la tienda, asomóse a mi recuerdo.

¡Oh Hafez!, cuando se refugió en la corte del alto cielo, 
la bandera de Mansur21 alcanzó el firmamento. 

20. Arcángel que abre las puertas del paraíso.
21. Hal.lach.
 

EL VINO DEL PRIMER DÍA 

Cuando mi amigo coge el cáliz en la mano,  de los ídolos arruina el mercado.

Todos los que sus ojos vieron, preguntaron:  
¿dónde está el ujier que coge a los embriagados? 

En el mar he caído igual que un pez, para que el amigo me coja con la mano.
Y también para que su mano me coja, ante sus pies he caído llorando.

Y oídme: se le llenará el corazón de alegría  al que, como Hafez,
coja una copa de vino del Primer Día. 

 
LA MIRADA DEL ÁNGEL 

El día inicial emergió en epifanía la luz de tu belleza.  
Se reveló el amor y prendió fuego al mundo entero.

Se hizo visible tu rostro. La mirada del ángel, carente de amor,  
de celos, envolvió al hombre en llamas y se tornó esencia del fuego.

Con esa llama quiso el intelecto encender una lámpara.  
El destello de los celos se inflamó y confundió al universo.

El impostor quiso cruzar el umbral y contemplar el secreto.  
La mano oculta acudió y, del extraño, golpeó el pecho. 

Por el hoyuelo de tu barbilla, el alma celeste desmayaba.  
La mano asía, onda a onda, la anilla de su cabello.

A otros les tocó en suerte el destino de vivir alegres.  
El que eligió la pena fue el apenado corazón nuestro. 

Hafez escribió aquel día el libro gozoso de tu amor,   
cuando su pluma puso fin a las bases del alegre corazón. 

 
LAS TABLAS DEL PECHO DE HAFEZ 

La dulzura de unos ojos negros ha poseído mi mente. Es un decreto celeste que ya nada cambiará. 

Fue mi prístino designio esa rebelde locura, y no se me encomendó otro cometido.  Adondequiera que se dirija el destino, ni aumenta ni disminuye. 

¡Oh centinela!, por el suspiro de la flauta y del tambor, concédenos el perdón: que las normas de la fe no quebrantará esta historia.

El vino granate y el refugio y el amigo de la amable escanciadora,  
oh corazón, ¿mejorarán su estado un día, si no ahora? 

El adversario no dio pie a la reconciliación y fue enojoso.  
El suspiro de los que madrugan, ¿hacia el orbe no se orienta?

Amarle, amarle ocultamente: mi opción es esta. La fábula de su beso y de su abrazo... ¿Qué digo, si los ignoro?

A Machnún22 dijo una noche Layla: 
Oh enamorado sin par, para ti,otra amada se hallará, mas no será Machnún.

Oh ojo, no borres la hueila de la tristeza de las tablas23 del pecho de Hafez:  
el color de la sangre no se desvanece, que herida del cuchillo del amado es. 

22. Véase nota 18.
23. Referencia al Corán, azora 85, aleya 21-22: «Sí, es un Corán glorioso/en la Tabla bien guardada» (pág. 714, ed. citada en la bibliografía). 



 
PASÓ UNA ESTRELLA 

El día del desgarro, la noche de la separación concluyó.  Busqué un augurio, pasó una estrella, y la labor concluyó.

La agitación aquella de largas noches y el dolor del corazón, todo ello, a la sombra del bucle del amado, concluyó.

Al alba de la esperanza, que el velo oculto aislaba,  dile: sal, la tarea de la noche oscura concluyó. 

Tanta gracia y tanto gozo que el otoño repartía,  con el paso del viento de primavera, al fin, concluyó. 

¡Loado sea Dios!, al llegar el reino de la flor,   
el orgullo del viento de enero y de la espina concluyó. 

¡Oh escanciadora, nos hiciste favor! ¡Que tu cáliz colmado esté de vino!, pues, con tu medida, el ansia del que de sed padece concluyó.

La historia de la tristeza bajo el reinado del amigo concluyó.  
No puedo creerlo, tan mal cumple el mundo sus promesas.

Aunque nadie considere debidamente a Hafez,  
por suerte, aquella pena sin cuento concluyó


EL MENDIGO DE LA URBE

Brilló una estrella y en la luna de este círculo se mudó,
y fue afabilidad y compañía para nuestro desbocado corazón.

Mi amada, que no escribió línea24 alguna ni fue al colegio,
por la agudeza de sus ojos se convirtió en maestra de maestros.

Por su olor, el transido corazón de los amantes, tal viento matutino,
se tornó ofrenda a los ojos del narciso y al rostro del junquillo.

Ahora en el puesto más alto me hace sentar el amigo:
el mendigo de ia urbe se convierte en cabeza de este círculo.

Desde hoy habitable será del rapto amoroso la morada,
pues su arquitecto es el arco de las cejas de mi amada.

Límpiame, por Dios, las gotas de vino de los labios,
puesto que a mi mente incitan a cometer mil pecados.

Tu gracia sirvió a los místicos semejante vino
que tornó necia a la ciencia e insensible al juicio.

Como el oro de la existencia, sí, así es mi poesía:
su admisión en este reino para su cobre es alquimia.

En pos del agua de vida y la copa de Yamshid y su espejismo,
con el sultán Abul Farvarés liego a compartir el vino.

Hacia el camino de la taberna, no orientéis las riendas, amigos:
Hafez siguió este camino y se convirtió en mendigo.

24. Referencia indirecta a Muhammad, que no sabía escribir.


¿QUÉ SE HIZO?

No hallo en nadie apoyo alguno, ¿qué fue de los amigos?
¿Cuándo acabó la amistad?, de los amigos, ¿qué se hizo?

Se enturbió el agua de vida, ¿dónde está Jezr de pie bendito?
La rosa se ha desangrado, del viento de primavera, ¿qué se hizo?

Más de mil rosas florecieron y no se ha oído un solo trino.
¿Qué fue de los ruiseñores?, de los pájaros, ¿qué se hizo?

Venus no toca su instrumento, ¿es que el laúd en fuego ha ardido?
Nadie desea embriagarse. De aquellos ebrios, ¿qué se hizo?

De la mina de los caballeros, hace mucho ni un granate ha salido.
¿Adonde fue la irradiación del sol?, del intento del viento y de la lluvia, ¿qué se hizo?

Del derecho de amistad no habla nadie, ¿qué se hizo del amigo?
¿Qué fue de los que respetan el derecho?, ¿qué fue de los amigos?

Tierra de enamorados ésta fue, y fue ciudad de los amigos.
¿Cuándo acabó el amor?, de los reyes de amor, ¿qué se hizo?

La bola de la virtud y el éxito han lanzado al centro mismo.
Al campo nadie sale, de los jinetes,25 ¿qué se hizo?

Calla, Hafez, nadie conoce los misterios divinos.
¿A quién preguntas?, del giro de los tiempos, ¿qué se hizo

25. Referencia al juego del polo



EL LENGUAJE DE LOS LIRIOS

 ¿Dónde está el iniciado que entienda el lenguaje de los lirios,
 para que pregunte por qué partió y por qué ha regresado? 


 Me trató con clemencia y gentileza la providencia divina,
 y así el ídolo de corazón de piedra por sendas de lealtad ha regresado.


 Por el soplo matutino, huele el tulipán el vino apetecible.
 Era un ardor de corazón y con fe en la medicina ha regresado.



 He lanzado mil suspiros en pos de esta caravana,
  hasta que las campanillas a mi oído del corazón han regresado.


 Aunque Hafez llamó a la puerta del sufrimiento y rompió el compromiso,
 mira, su bondad, conciliadora, por nuestra puerta ha regresado.


  

EL FUEGO DE TU ROSTRO 

Desde ahora me agarraré a las faldas de aquel alto ciprés  
 
que de raíz me arrancó con su grácil estatura. 
    
No es necesario vino ni juglar, abre tu velo,  
que el fuego de tu rostro me hace bailar como la ruda.

 No hay rostro que espejo de la suerte pueda ser en la alcoba nupcial, 
 excepto el rostro frotado con pezuña de caballo bayo.26
   
 
Dije: peno por ti y claramente enunciaré este secreto.  
¿Qué hacer?, ¿cuánto?, ¿hasta cuándo? Mi paciencia ha llegado a su término. 
  
No mates a mi ciervo de almizcle, oh cazador, 
avergüénzate de aquel ojo negro y no lo ates con lazos.  

Terrenal soy: desde este umbral elevarme no puedo.    
¿Cómo besar el labio de aquel alto palacio?  

Otra cosa que tu bucle el corazón enamorado no desea.  
  ¡Ay de este corazón que ni de cien escritos consejos acepta! 

 Deja tu corazón, Hafez, en aquel negro bucle almizclado:
 es preferible que el que está loco permanezca atado.

 
 26. Para quitar la herrumbre de los espejos se usaba pezuña de caballo bayo.


EL ESPEJO QUE DESCUBRE LA BELLEZA

Anoche, hacia el alba, de la tristeza me liberaron.
En la oscuridad nocturna, me dieron agua de vida.  

Con el radiante rayo de la Esencia, me quitaron el sentido.
La epifanía27 de los atributos, vino en la copa, me ofrecieron.

¡Qué alba bendita fue!, ¡qué gloriosa noche
Aquella noche de Gadr, nueva investidura me concedieron.  

Justo es que la fortuna me sonría, oh gozoso corazón.
Estaba necesitado, y me la entregaron como diezmo.

Del Invisible, el heraldo me anunció entonces esta suerte:
ante la tiranía y el desamor, firmeza y paciencia me otorgaron.

Desde ahora: mi rostro y el espejo que descubre la Belleza,
pues me anunciaron en él la aparición de la Esencia.

Tanta miel, tanta dulzura por mi verbo se derrama.
Recompensa a la amargura recibida es aquella dulce rama.

¡Qué insólita alquimia! Por servir al mago anciano en su tierra 

me mudé, y hartos niveles me otorgaron.

Por voluntad de Hafez y el aliento de los que están en vela

se desataron los nudos del tiempo y de la tristeza. 
 
27. Tayali, epifanía. Es una palabra coránica que se refiere bien al Ser divino, bien a los
atributos.



ANOCHE VI A LOS ÁNGELES 

 Anoche vi a los ángeles llamar a la puerta de la taberna,  
amasaban el barro del hombre, y el vaso daba su medida.  

Ellos, los que habitan el templo de lo oculto y el candor del universo angélico,28 
me acompañaron, a mí, mendigo de las calles, a beber el vino de la ebriedad.  

Al dar gracias a Dios por la Paz alcanzada entre él y yo, 
 la copa de gratitud vaciaron, bailando, los sufíes.  

Los cielos no pudieron soportar el peso de la prenda.  
Cayó la suerte en el nombre de ese loco que soy yo.  

No es fuego aquel cuya llama despierta la risa de la vela.  
Fuego es aquel que prende en la levedad de la falena. 

 ¡De las querellas de las setenta y dos sectas, apartaos!,  
que por no ver la verdad crearon fábulas distintas.  

Ni por un fardo de ideas dejamos nosotros el camino,  
pues de una sola semilla el hombre terrestre fue creado. 

 Nadie como Hafez del rostro del pensamiento quitó la máscara,  
desde que están rizando el rizo los que cortejan la palabra.29

28.Malakut, esencia.
Véase glosario en el enlace a pie de página.
29.Dice textualmente: «desde que con la pluma peinaron el bucle de las novias de la palabra».


LA CLAVE DE LA EBRIEDAD

 ¿Quién, aunque soy hombre malvado, me será fiel por cortesía, 
 me otorgará un momento de bondad,  

hará que alcance mi corazón su mensaje con melodías de flauta  
y después, con una copa de vino, me entregará su adhesión?  

Al bruto que viste de lana30 y no barrunta el amor,  
dale una clave de la ebriedad a fin de que abandone el intelecto.  

Del seductor que debilitó el alma y el ansia del corazón no satisfizo,
 no hay que desesperar, ¡tal vez sea benigno!  

Dije: no he desatado el nudo de aquel bucle desde que estoy vivo.  
Dijo: Yo he dado la orden de que haga trampas contigo.  

Es difícil que un mendigo como yo tenga un amigo semejante.
 ¿Acaso el sultán, a ocultas, se divierte con el tunante de los bazares?  

De aquel rizo, con sus pliegues y sus curvas, nítida es la tiranía. 
 ¡Qué tristeza causan sus cuerdas y sus cadenas al que va errante!  

¡Oh, Hafez, no te dirijas hacia aquel ojo falaz, 
 que el bucle color de noche te engañará. 

30.Se refiere al sufí.

 

CORAZÓN ERRANTE 

 ¿Por qué mi grácil ciprés desdeña la hierba  
y la compañía de la rosa y el jazmín no recuerda? 

 Desde que envuelto31 en su bucle se alejó, mi corazón errante 
 no quiere a su tierra regresar de aquel largo viaje.  

Cuando la brisa quiebra el bucle del pensamiento en flor,  
¡ah!, mi corazón recuerda al que quiebra las promesas.  

El corazón, que su rostro aguarda, no acompaña a la vida.  
El alma al cuerpo no obedece, pues su morada ansía.  

Ante el arco de sus cejas suplico en vano,  
mas oído no me presta, que su oído está ocluido.  

Me quejé ayer de sus rizos con gran lamento. 
 Ese negro que se curva, dijo, a ti no te escucha.  

Aunque sólo sirva posos mi escanciadora de brazos de plata, 
 el cuerpo entero se tornará boca, igual que la copa.  

Tal es el perfume que exhala tu falda cuando pasas, que asombra  
no cambie la tierra en almizcle el viento de Saba.  

En manos de la alevosía no abandoné el agua de mi cara: 
 no es don de la nube engendrar la perla de Adén sin mis lágrimas.  

Murió Hafez por tu gracia, sin atender a consejos. 
La espada es lo que merece quien la palabra no entiende. 

31.La palabra persa es chin, que también significa China.  


NO PREGUNTES AL MURCIÉLAGO

Cuando ven cómo jugamos con los ojos, los necios quedan asombrados.  
Allá ellos. Tal como soy, yo me presento.  

Los prudentes son la punta del compás de la existencia,  
mas sabe amor que en este círculo están desorientados. 

Si los hijos de los magos32 de nuestra intención se enteran,  
no aceptarán ya como prenda el manto de los sufíes.  

Mi vista no es el único lugar donde aparece su rostro. 
La luna y el sol hacen girar el mismo espejo.  

No preguntes al murciélago cómo es el rostro del sol, 
que ante ese espejo están desconcertados los expertos.  

Somos pobres, y juglares y vino deseamos, 
pero el manto de lana no lo aceptan como prenda. 

Con labios de bocas dulces, selló Dios nuestro compromiso:  
Todos nosotros somos siervos, y señores, los de esta tribu.  

Hablar mucho de amor y quejarse del amado no concuerda.  
Para los amantes esta separación es obligada.  

¡Ojalá tu ojo negro me enseñara cómo se alcanza este empeño!, 
mas lo oculto y la ebriedad no están al alcance de todos.  

Si al lugar de la inocencia lleva el viento tu perfume,  
mente y alma te ofrendan la perla de la existencia.  

Y qué, si al bohemio de Hafez el asceta no lo entiende.  
Escapa presto el diablo de los que el Corán leen. 

32.Los magos (mogan) eran los sacerdotes zoroastrianos.

En las casas de los zoroastrianos se hallaban los mejores vinos.


LOS A JAZMÍN FRAGANTES

Los a jazmín fragantes, cuando se sientan, sientan el tamo de la tristeza. 
Los de cara de hada, cuando disputan, prenden del corazón la calma.  

La tiranía, cuando a su cincha los corazones ata, los arrebata.
Por los bucles de ámbar, cuando se sueltan, se inmolan almas.  

Toda la vida, cuando un instante con nosotros se sientan, se levantan.  
El esqueje de anhelo, en la mente, cuando se alzan, plantan.  

Del eremita el llanto, cuando se alcanza, se alcanzan perlas.
Si lo saben, los amorosos rostros de los madrugadores, no se apartan.  

De mi ojo, rojos granates, cuando se ríen, llueven.
De mi rostro, el oculto secreto, cuando contemplan, leen.  

Como Mansur,33 los que su meta hallan, se hallan bien en la horca.
Del intelecto, los que remedio buscan, quedan paralizados.  

Los deseantes, en su Presencia, logran un gesto esquivo,cuando su anhelo expresan.  
En esta corte, cuando a Hafez convocan, lo alejan. 

33.Hal.lach.


 LLEGABA UN RUGIDO

Los predicadores, en el mihrab y el pulpito, tienen actitudes ostentosas,  
pero, ya de regreso, es algo muy distinto lo que hacen a solas.  

Un problema me asalta, pregunta al sabio de este círculo:  
¿por qué a arrepentimiento incitan los menos arrepentidos?  

Se diría que ni un punto en el día del Juicio creen,  
pues, incluso cara al Juez, sus falsedades y engaños se suceden.  

Esclavo soy del anciano de esta envinada ruina,  
cuyos derviches entierran el tesoro, ya que nada necesitan.  

Oh Dios, ¡que los nuevos ricos se sienten junto a sus asnos, 
ya que presumen así de esclavos turcos y caballos!  

¡Levántate!, que en el convento de los magos  
dan licor y riqueza al corazón,¡oh mendigo del cenáculo!  

Su belleza sin fin, aunque al enamorado mata...  
Otros hay que por amor a lo oculto la cabeza levantan.

En el umbral de la taberna de amor, oh ángel, entona una alabanza,  
porque en este lugar la naturaleza del hombre amasan.  

Dijo la razón: desde el trono divino llegaba un rugido al amanecer,  
parece que los seres celestes aprenden de memoria los versos de Hafez. 


EN LOS DÍAS DEL LIRIO Y DE LA ROSA

 Ahora que la rosa a los prados, de la nada, regresa, 
 a sus pies, humilde, el pensamiento la cabeza inclina.  

Al son de la flauta y del laúd, besa el cuello de la copera.   
Con suspiros de arpa y de pandero, bebe la copa matutina.  

En la época de rosas no estés sin vino, arpa ni testigo, 
que tal breves semanas transcurre el tiempo de una vida.  

Como el cielo, la tierra con las constelaciones,  
por la buena estrella y los buenos augurios se ilumina.  

De manos del de hermosa cara y hálito de Cristo,  
bebe vino, y la historia de Ad y de Samud olvida.  

En los días del lirio y de la rosa se muda en paraíso el universo,  
mas, ay, ¡qué presto también esta estación declina! 

Del mismo modo que la rosa cabalga, como Salomón, los cielos,  
como David, entona el ave, al alba, su melodía.  

La fe de Zoroastro en el bello jardín hoy reverdece,  
pues prende el fuego de Nimrod, el Tulipán con llama viva. 

Recordando al actual Asef, que Emad-uddin Mahmud,  
visir del reino de Salomón, pida la copa matutina.  

Y que en el círculo de Hafez, por su atención graciosa,  
esté dispuesto todo lo que pida.


LA SOMBRA DEL AMADO

Más que ahora pensabas antes en los enamorados.  
Era famoso en los horizontes tu modo de amarnos.  

Recordemos aquellas charlas nocturnas con los de dulces labios,  
la tertulia del misterio del amor y las letanías del círculo de enamorados.  

Antes de que se extendieran este techo verde y la cúpula miniada,  
el paisaje o la visión de mi ojo, era impar la ceja del Alma.  

Desde el alba primera y su primer aliento hasta el final de la noche postrera,  
la amistad y el amor se basaban en el mismo compromiso y promesa.  

Aunque en el cenáculo robaba la fe y el corazón, la hermosura de las caras de luna,  
en torno a la gracia del ser y de la ética, giraba nuestra tertulia.  

¿Qué sucede si la sombra del amado cae en el enamorado?  
El nos anhelaba, y nosotros lo necesitábamos.  

Perdona si se me ha roto el rosario de alabanzas: mi mano  
estaba en la muñeca de la copera de plateado brazo. 

En la puerta de mi rey, un mendigo ese detalle expresaba:  
Dios fue proveedor, fuera cual fuera el mantel junto al que me sentara.  

Si en la noche de Gadr bebí vino mañanero, no me lances una carena:  
llegó el amigo con la cabeza alegre y había una copa en el rincón de la alacena.  

En tiempos de Adán, la poesía de Hafez en el jardín del paraíso,  
adornaba las hojas del cuaderno de la rosa y del junquillo.


 ¡QUEMA YA EL HABITO, HAFEZ!

 Anoche se acercaba con el rostro en llamas 
 por ver si otro triste corazón había prendido.

Dar muerte al enamorado y alborotar la ciudad  
era el ropaje a su medida cosido.  

El alma de los que aman por ruda tenía su rostro,  
por ello el fuego del rostro había encendido. 

Las tinieblas de su bucle la fe asaltaban, y el de corazón tirano  
el rostro como una antorcha ostentaba en su camino.  

Aunque decía: te mataré de tormento, veía yo  
que, en su fondo, consideraba mi corazón ardido.  

El corazón mucha sangre acumulaba, la vista la derramaba.  
¡Oh Dios! ¿Quién la ahorraba y quién la había consumido?  

Tu amigo no vendas al mundo, que el que vendió a José 
por unas falsas monedas no halló ningún beneficio.

Bien dijo, cuando dijo: ¡quema ya el hábito, Hafez! 
La ciencia de falsedad, ¡oh Dios! ¿dónde la ha aprendido? 


 ¡MUSULMANES!

Musulmanes, en tiempos tuve un corazón  
con el que departir cuando los problemas me afligían.  

Si sucumbía a un remolino de tristeza,
por él confiaba en alcanzar la orilla.  

Un corazón consolador y compañero pragmático, 
que con nitidez veían los fieles del corazón.  

En el barrio de aquel Alma lo perdí, 
¡que era atrayente morada!  

El arte no se da sin la merma del sufrir. 
¿Dónde hallaréis un mendigo más despojado que yo?  

Tened clemencia de este embriagado inquieto, 
que hubo un tiempo en que fue sobrio y experto.

En cuanto las palabras del amor aprendí y fueron mi guía,  
el tema de las reuniones fue la historia mía.  

No digáis que domina los temas ese Hafez, 
nosotros lo vimos y es un gran ignorante, damos fe.
 

ESTAS TRES COPAS

Oh escanciadora, se habla de sentencias, de tulipán y rosa,
y el discurso se destila con estas tres copas.

La hierba núbil alcanza su extremo de belleza: sirve vino.
En estos días, por el arte de tu mano, la obra ha concluido.

Hoy, todos los loros de India dulzura exhalan,
debido a este azúcar persa que se dirige a Bengala.

En el trayecto de los versos, de lugar y tiempo observa el paso,
que este niño de una noche recorre el camino de cien años.

Observa aquel ojo eterno que al asceta atrapa
y al que persigue una caravana de magia.

Perlado de sudor, avanza donairoso
y destila rocío de vergüenza, del jazmín el rostro.

No te apartes del camino por el guiño de este mundo: una anciana
que hace trampas cuando parte y, cuando se sienta, engaños trama.

En la rosaleda real sopla el viento de primavera
y a través del rocío vino en el cáliz del tulipán trasiega.

Ansiando entrar en la corte del sultán Gias-uddin,
Hafez, no pierdas el tino, que el lamento es tu cometido.


DIÁLOGO

Dije: tengo la pena que me causas.
Dijo: esa pena se acaba.

Dije: sé tú mi luna.
Dijo: siempre que salga.

Dije: para ser fiel, la norma aprende de los que aman.
Dijo: raras veces la siguen los de cara de plata.

Dije: cierro a tu imagen de la visión la senda.
Dijo: por otra senda viene, pues es noctámbula.

Dije: el olor de tu bucle del mundo me ha extraviado.
Dijo: será él mismo tu guía, si estás atento.

Dije: placentero es el aire que del Edén se eleva.
Dijo: ¡venga la brisa fresca de tierras del amado!

Dije: en la esperanza, tu dulzor granate nos dio la muerte.
Dijo: sigue tal siervo, que atendiendo a los siervos viene.

Dije: ¿cuándo tu corazón piadoso hará las paces?
Dijo: hasta que su hora llegue, no lo digas a nadie.

Dije: ¿viste que el tiempo de gozar tuvo su fin?
Dijo: calla, Hafez, que esta tristeza tendrá fin.


CUANDO HAYA MUERTO
 
Os digo: no cejaré hasta alcanzar mi deseo:
que se una mi cuerpo al Alma o el alma deje a mi cuerpo.

Abre mi tumba y observa, cuando haya muerto,
cómo humea mi sudario por el fuego que yo albergo.

Abre la boca y un clamor se elevará de hombres y mujeres. 
Muestra tu rostro y quedará asombrado el pueblo.

La vida huye de los labios y aún se duele el corazón:
a expirar va y, de sus labios, no ha alcanzado aquel deseo.

Por el ansia de su boca, mi alma a la angustia sucumbe. 
 ¿Cuándo el anhelo del pobre aquellos labios cumplieron?

Que los enamorados hablen de sus bondades, forzoso es, 
cuando en las reuniones se cita el nombre de Hafez.


EL ORIENTE DEL CÁLIZ

Cuando el sol del vino por el oriente del cáliz se pone en pie,
en el jardín de tu rostro, oh escanciadora, mil tulipanes se ponen en pie.

En la cabeza de la rosa, quiebra la brisa el bucle del jacinto, cuando el olor de aquel bucle entre el verdor se pone en pie.

La noche que separa al amado de la amada no es el relato de un estado.
El resumen de io que en sí encierra ni en cien libros se pone en pie.

El banquete volcado del orbe del firmamento no codicies:
basta un bocado, evita las cien penas que pone en pie.

Si tienes el aguante para los males del diluvio que tuvo Noé,
las catástrofes huyen y lo mil años ansiado se pone en pie.

Con mero esfuerzo no se alcanza la perla deseada.
Ilusión es creer que esta tarea, sin un aval, se pone en pie.

Cuando la brisa de cu bucle pasa por la tumba de Hafez,
en la tierra de su cadáver cien mil tulipanes se ponen en pie.


RESPIRA EN CRISTO

Albricias, corazón, quien llega respira en Cristo,
con sus gozosos alientos el olor de Aquel nos llega.

De dolor de alejamiento no te lamentes ni grites, que anoche
consulté con el augur y un salvador es quien llega.

No sólo yo estoy alegre por el fuego del monte de la creencia:
ansioso en pos de una llama, Moisés allí mismo llega.

No hay nadie que nada tenga que ver con tus dominios,
por la senda de un deseo, aquí todo hombre llega.

Nadie supo nunca dónde está la morada del Amado,
solamente un sonido de campanillas llega.

Dame un trago, que a la taberna del rey de la generosidad,
en busca de un suplicante, todo amigo llega.

Si el amigo pretende preguntar por el enfermo de tristeza,
dile: sé bienvenido, que todavía un aliento llega.

Preguntad si hay noticias del ruiseñor de este jardín:
oigo un lamento que de una jaula llega.

El amado pretende cazar el corazón de Hafez,
¡oh amigos!: un halcón real a la zaga de un mosquito llega.


ALEGRE ES LA NOCHE

¡Compañeros, desatad el nudo del bucle del amado! 
Alegre es la noche, ¡prolongadla con esta historia!

Reunidos los amigos, la íntima soledad reina, 
leed el Enyakad34 y cerrad la puerta.

El laúd y el arpa dicen en voz alta:
Prestad oído atento al mensaje de quien detenta el secreto.

¡Por el alma del amigo! Si confiáis en las gracias efectivas,
no romperá la tristeza vuestro velo.

Entre el que ama y el amado es grande la diferencia.
Si se hace esquivo el amado, seguid los requerimientos.

Del anciano tabernero este es el primer consejo:
¡Alejaos del compañero malvado!

Y todo el que en este círculo no esté vivo por amor...
Por él, no muerto, con mi dictamen, elevad una oración.

Y si de vosotros una limosna Hafez reclama,
orientadla al labio del amado, que al corazón amansa.

34. Aleya del Corán empleada contra el mal de ojo.


EN EL TRONO DE HIERBA

José, perdido, volverá a Cañan, no te aflijas.
El nido de las penas será jardín un día, no te aflijas.

Este corazón doliente, tranquilízate, se llegará a curar,
y esta cabeza inquieta a su ser volverá, no te aflijas.

Si la vida conserva una primavera, ave de dulce canto, en el trono de hierba
palios de flores se abrirán de nuevo para ti, no te aflijas.

Si durante dos días el giro de la esfera no nos fue favorable,
no se prolongará el signo de este giro, no te aflijas.


No desesperes por no tener conciencia del misterio,
detrás del velo habrá juegos ocultos, no te aflijas.

Si en pos de la Caba, ansiante, cruzas el desierto,
y de las plantas te increpan las espinas, no te aflijas.

Aunque harto peligrosa es la morada, y la meta invisible,
no hay camino que carezca de fin, no te aflijas.

Si la aniquilación, como un diluvio, las bases arranca a la existencia,
oh corazón, Noé es tu timonel en la galerna, no te aflijas.

Separación del amado y perseverancia del que está en vela, estados son que Dios conoce, pues nada ignora quien mueve los estados, no te aflijas.

En el rincón de la pobreza y la soledad de las noches oscuras,
si es el Corán tu lección y letanía, oh Hafez, no te aflijas.


DESIERTO DE SILENCIOSOS

¡Levántate y en la copa de oro el licor del gozo vierte,
antes de que ese cráneo en la tierra se asiente!

Desierto de silenciosos será al fin nuestra morada,
vaya en tanto el clamor nuestro a la cúpula miniada.

Precario es el tiempo, ¿sabes?, de esta mansión que posees,
del corazón de la copa el fuego arroja en tus bienes.

Aparta ya el ojo impuro del que es Alma de las almas
y a través del claro espejo, con claridad, ve su cara.

Hice ablución en mis lágrimas, pues dicen los de la vía:
purifícate primero, después, al que es puro, mira.

Por tu verde torso, cuando me torne tierra, oh ciprés,
arroja tu sombra en ella, y olvida tanta altivez.

La serpiente de tu bucle nuestro corazón mordió.
Adonde se halle el antídoto, por tu boca, arrójalo.

Oh Dios, aquel asceta egoísta que sólo ve los defectos...
Al espejo de su mente lanza el humo de tu aliento.

Como la flor al exhalar su perfume, Hafez, ábrete las vestiduras
y arrójalas, luego, al paso de aquella grácil altura


EL TONEL DEL FIRMAMENTO

¿Quién habla de los de corazón doliente?
¿Y quién reclama la sangre del tonel del firmamento?

Excepto Diógenes, en el tonel asentado,

¿quién vuelve a exponer de la sabiduría el misterio?

¡Que se avergüence de los ojos que adoran el vino
el ebrio narciso si brota de nuevo!

Todo el que pase el cuenco,35 como el tulipán,
con sangre se lavará la cara enrojeciendo.

No se me abrirá el corazón como un capullo
si con los labios no huele de nuevo este cuenco.

Mucho ha hablado y misteriosamente el arpa.
Para que deje de llorar, córtale el cabello.

Alrededor de la Caba sagrada del tonel,
si no muere, sigue girando con la cabeza Hafez.
 

35. Pasar el cuenco puede significar pasarlo con un palo. Se trataba de un truco empleado por los malabaristas para engañar a la gente. Esto es lo que intenta el tulipán.


 POR UN ROSTRO GITANO

Huye al galope mi corazón por un rostro gitano,
seductor, camaleónico, infiel, criminal nato. 
  
Sacrificados sean, por las rasgadas túnicas de los cara de luna,
mil hábitos de piedad y de abstinencia vestiduras.  

La ilusión de tu lunar a la tierra he de llevarme
para que por tu lunar la tierra almizcle derrame.  

El ángel, oh escanciadora, qué es el amor no lo alcanza,
pide una copa y en el barro del hombre vino derrama.  

Pon un cuenco a mi sudario, y que al alba del Juicio
el pavor del corazón arranque ese día el vino.

Pobre y cansado a tu umbral he venido, ¡apiádate de mí!, 
que no tengo otro apoyo que el que viene de ti.  

Ven, que el mensajero de la taberna anoche dijo: 
En esta plenitud permanece y no huyas del destino.

Entre Amado y amante, Hafez, no hay ningún velo. 
Tú eres tu propio velo, quítate ya de en medio.


QUE SIGA LA VÍA

El jardinero que ansia cinco días de charla con la flor,
por el rigor de la espina separado, paciente debe ser tal ruiseñor.

¿Qué son las conveniencias para el loco que quema el universo?
Mesura y reflexión tareas propias son del mismo reino.

Es ateísmo en el camino basarse en la abstinencia y en la ciencia.
El que sigue la vía la fe precisa aunque tenga cien técnicas.

Donde estén sus rizos y su rostro, para cualquiera es ilícito
mirar la cara de jazmín y el bucle de jacinto.

Mucho ha de suplicar a sus ojos de narciso ebrio
este corazón loco si ansia el bucle de su pelo.

Oh corazón, atado por su bucle no te quejes de desasosiego,
que mucho aguante necesita el pájaro astuto en la trampa preso.

Oh escanciadora, ¡que la copa siga la ronda!, ¿hasta cuándo esperaremos?
Si toca el turno a los enamorados tiene que haber encadenamiento.

¿Quién eres tú, Hafez, que no bebes si no escuchas del arpa la cadencia?
El mísero enamorado, ¿por qué precisa de tanta paciencia?
 
 
¡VEN A SHIRAZ! 

¡Que conserve Shiraz su condición sin par! 
¡Oh Dios, apártala de la ruina! 
 
De aojamiento preserva al Roknabad 
pues otorga su agua, tal la de Jezr, la vida. 
 
Entre Yafaravad y Mosalla, desde el norte, 
almizclada sopla aquella brisa. 
 
Ven a Shiraz y busca del Espíritu el efluvio 
 en los hombres de sabiduría. 
 
¿Quién el nombre mentó del azúcar egipcio 
y, ante los bocas dulces, vergüenza no sentía? 
 
Oh viento de Saba, aquel gitano alegre y ebrio, 
¿cómo está?, di, ¿hay alguna noticia? 
 
Si aquel dulce muchacho derramara mi sangre, 
el corazón, como lo más lícito, lo justificaría. 
 
Por Dios, no me despiertes de mi sueño, 
que su imagen lo vuelve sosegada alegría.

¿Por qué no celebraste el encuentro, Hafez, 
cuando la cruel separación temías? 


EL SECRETO DEL QUE VENDE VINO

Anoche me dijo a ocultas un conocedor ladino:
a vosotros no se os puede ocultar el secreto del que vende vino.

Dijo: simplifícate tú las tareas, que por su naturaleza
las endurece el universo para quienes se esfuerzan.

Me dio entonces una copa cuyo destello hizo que Venus
se pusiera a bailar en el cielo, y tocando el laúd dijo: ¡Salud!

Oh hijo, escucha este consejo: que las cosas del mundo no te apenen.
Una máxima como una perla te he dado, escúchala si puedes.

Con el corazón sangrante, de tus labios haz sonrisa como una copa.
Mas si te rasgan, no te lamentes como el arpa.

En el templo del amor hablar no se puede de diálogo.
De ahí que en él los miembros todos deban ser oído y ojo.

Mientras no seas un experto en este tono, ninguna clave oirás,
que el oído del extraño no es asiento para el mensaje divino.

En el tenderete de los sabios, presumir no es la condición.
Habla de lo que conoces o como hombre prudente, cállate.

Oh copera, sirve vino, que comprendió los desmanes de Hafez Asef,
ese bendito que encubre los defectos y perdona el delito.

 
EL MENSAJERO DEL INVISIBLE
Al alba, el mensajero del Invisible albricias susurró en mi oído:
el tiempo de Sha Shoya es llegado, lánzate a beber vino.

Pasó el hallarse en los márgenes de los hombres sabios;
mil palabras diversas guardaban en la boca sus apagados labios.
Relato aquella historia y uno a mi voz el arpa,
que por guardarla oculta de ardor mi pecho estalla.

Bebí el vino de casa, del censor, temeroso,
mas a brindar convida del bienamado el rostro.

Anoche, de la taberna, como carga en los hombros,
al Imam se llevaron con la alfombra de oración al hombro.

Oh corazón, por tu bien te oriento hacia el camino de salvación:
no hagas abstinencia hipócrita ni presumas de corrupción.

De la luz de epifanía, el pensamiento del rey es el lugar.
Si a él aspiras acercarte, la pureza de intención debes hallar.

Excepto el elogio de Su Majestad, evita la letanía interior,
que oído del corazón y mensajero divino se hallan en estrecha unión.

Los reyes sabrán lo que hacen por sus reinados,
Hafez, no rujas, que eres un mendigo arrinconado. 
 

A ZAGA DEL PERFUME

Como ruiseñor doliente, para sanarme el olfato,
a zaga del perfume entré en el jardín al alba.

Así contemplé yo el rostro de la rosa roja,
y siendo la noche oscura, lucía tal clara lámpara.

Tan orgullosa se hallaba de su juventud y belleza,
que al corazón de aquel ave de mil modos ignoraba.

Por regañar, como un cuchillo, sacó la lengua la azucena.
Como comadre, la amapola abrió la boca y murmuraba.

De tristeza, el esbelto narciso lágrimas derramaba;
del alma y corazón del tulipán, con lacre cien llagas sellaba.

Uno, adorador del vino, sostenía el cáliz en la mano.
Otro, tal escanciadora, en la mano la copa ostentaba.

Gozo de recreo y juventud aprovecha, Hafez, como la flor.
Observa que el mensajero es solamente un mediador. 


DESVIARÉ LA CELESTIAL RUEDA

¡Ay!, mi corazón herido comparte la sal36 con tu labio.
Respeta mi derecho, que yo parto. ¡Dios te guarde!

Tú eres la perla nítida, y mencionar su excelencia,
en las alturas es la alabanza que le toca al ángel.

Si dudas de mi pureza, haz una prueba,
que es la piedra de toque quien mejor detecta el oro.

Dijiste te embriagarías y me darías dos besos.
Ni dos ni uno hemos visto, y el límite de la cita ha transcurrido.

Oh sonrisa de pistacho, ábrete y derrama azúcar,
no confundas al pueblo con tu boca.

Desviaré la rueda si no gira según mis intenciones.
No soporto humillaciones de la celeste rueda.

Ya que en manos de Hafez no la abandonas, oh adversario,
aléjate de su lado uno o dos pasos.
 
36. Expresión que deriva de la creencia de que cuando dos personas comen juntas tienen derechos mutuos, una respecto a la otra. 


¡AIRE, AIRE!

Aunque mil enemigos intenten matarme,
si tú eres mi amigo, yo no he de asustarme.

La esperanza de hallarte, vivo me mantiene.
Tu ausencia incesante se trueca en temor de mi muerte.

¿Se adormecen mis ojos de ensoñarte? ¡Qué va!
¿Se apacigua mi corazón si estás distante? ¡No hay tal!

¡Aire, aire!, si el viento no me trae tu olor,
instante a instante desgarro mi camisa como la flor.

¡Mejor la herida que tú me causas que el ungüento de otro!
¡Mejor tu veneno que de otro el antídoto!

Por el filo de tu espada será eterna nuestra vida.
Que se alegra nuestro espíritu, si por ti se sacrifica.

Y si me hieres con la espada, no gires las riendas del caballo,
que será escudo mi cabeza, y de la silla no apartaré la mano.

De tu ser tú, ve lo que ve cada mirada.
Y del saber, cada uno a su medida capta.

A ojos del pueblo, Hafez será amado sin par,
cuando corone su cabeza con el polvo de tu umbral.


CON UN VELO DE TINIEBLA

En los tiempos de la flor, de enmendarme de la bebida me avergoncé,
¡que nadie se avergüence de una conducta errada!

Nuestro bien es todo él una trampa del camino. Desde ahora,
escanciadora y testigo no me causarán vergüenza.

Acaso por su carácter noble el amado no pregunte,
que nos duelen las preguntas y avergüenzan las respuestas.

Por la sangre que ayer noche huyó del nido del ojo,
a ojos de los durmientes quedamos avergonzados.

Merece el narciso ebrio doblar la cabeza:
los modos y los reproches de aquel ojo le avergüenzan.

En el intento de ir en pos de ti no hemos cesado.
De este intento, gracias a tu compañía, no me avergüenzo.

Más hermoso que el sol tienes el rostro. ¡Loado sea Dios!
De ti no sentimos vergüenza ante el rostro del sol.

Con un velo de tiniebia se cubrió el agua de vida, avergonzada
ante los versos de Hafez y su talante de agua.


CUANDO NO SE HALLE EN MEDIO EL ALMA

Merece loanza dijeron cuantos oyeron
los visos que mencioné al describir aquella imagen.

El corazón entregué a un amigo hermoso, ufano, esbelto,
alegre y de talante excelso.

Alcanzar el amor y ser bohemio, fácil pareció al principio;
al final, por adquirir estas virtudes, ardió mi alma.

En lo alto de la horca canta Hal-lach dulcemente este acontecimiento.
No preguntéis a Shafei sobre cuestiones análogas.

Dije: cuándo perdonarás a mi alma cansada.
Dijo: cuando no se halle en medio el alma.

Durante el aislamiento, como tu ojo, ebrio era,
y ahora, hacia los ebrios me inclino, como tu ceja.

Cien diluvios de Noé vi desde el agua de los ojos,
mas no se borró tu imagen de la tabla de mi pecho.

Oh amigo, la mano de Hafez contra el aojo es amuleto.
¡Oh Dios, haz que la vea colgada ya de tu cuello!


ESTE BANQUETE

El juego del amor, la juventud, el vino granate,
la tertulia íntima, el amigo cómplice, el beber incesante;

la escanciadora de boca de azúcar, el cantor de dulces palabras,
el compañero de buena conducta, el amigo de intachable fama;

aquel testigo que el agua de vida envidia por su gracia y pureza,
el robacorazones, cuya hermosura y bondad enciende en celo a la luna llena;

el recinto del gozoso banquete, par al palacio del paraíso,
el vergel y sus alrededores, semejante también al. paraíso;

sentados en hilera, los buenos servidores educados,
atendiendo a los amigos, los ávidos señores del secreto y los amados;

amargo, fuerte, sabroso y ligero, el vino carmesí,
su cobertura, el granate de la amada, su interior, puro rubí;

la escanciadora cuya gracia saca la espada y saquea la razón;
el bucle de la amada tendiendo la trampa al corazón;

el elocuente experto, como Hafez, de dulce verbo,
el generoso, como Hachi Gavam,37 que ilumina el mundo entero.

Quien esta orgía rechace, aniquilada sea su alegría;
quien no ansie este banquete, sea ilícita su vida.
 
37. Visir de Sha Eshag, hombre de muy buena fama y con mucha influencia.


LA AVENTURA SIN FIN

Bienvenido, oh pájaro de agüero y mensaje alegre,
di, ¿qué noticias traes, dónde está el amigo, cuál es el amado?

¡Oh Dios!, que acompañe a esta caravana la gracia inicial,
hizo caer en la trampa al enemigo y al amado puso de nuestro lado.

La aventura entre el amado y yo no tiene fin,
pues fin no tiene lo que no tiene principio.

La flor superó el límite del orgullo, en un suspiro muestra tu rostro.
El ciprés presume y se excede, por Dios camina donairoso.

Mientras el bucle del amado anuda como un cíngulo,
vete, maestro, que el hábito para nuestro cuerpo ya no es lícito.

El ave de mi espíritu, que en el árbol del séptimo cielo cantaba,
por el lunar de tu rostro al fin ha caído en la trampa.

Mis ojos enfermos no concillan el sueño.
¿Cómo puede dormir el que a enfermedad mortal está sujeto?

Bien sé que no te apiadarás de mi corazón perdido.
He aquí mi denuncia, he aquí el tiempo, he aquí tu figura.

Hafez merece cumplir el deseo del arco de tus cejas:
en el rincón del mihrab se sitúan los que proceden de la elocuencia.

  
ENTREGARÁ EL ALMA

Vuélvete, escanciadora, que deseo servirte.
Ansio ser tu esclavo y rogar por tu imperio.

Pues la copa de la fortuna destella de tu luz:
salir de la oscuridad del estupor de ti requiero.

Lejos estoy, en apariencia, de la puerta de tu corte,
mas, por alma y corazón, de tu excelencia procedo.

Yo, qué nunca en la vida he viajado fuera de mi patria,
al verte, tal es mi amor, que estar fuera deseo.

Mar y montaña en el camino y yo cansado y débil.
Ayuda a mi voluntad, oh Jezr, de paso excelso.

Aunque ahogado en el mar del pecado por cien motivos,
como iniciado en el amor al lugar de la clemencia pertenezco.

No me reproches el errar y mala fama, ¡oh sabio!
Esta suerte para mí en el libro del destino leo.

¡Bebe vino!, que enamorarse, en mí, es un don heredado
por naturaleza. No es fruto de voluntad o intento.

Ante tus ojos, Hafez, entregará el alma.
Esto sueño, si mi plazo de vida lo alcanza.


POR TUS CABELLOS

Eres como la mañana. Yo soy la vela de la soledad del alba.
Sonríe y mira cómo pongo en tus manos mi vida.

Y pues mi corazón arde por tus rebeldes cabellos,
cuando muera, se mudará mi tumba en jardín de pensamientos.

En tu corte de deseos, por una mirada tuya
abrí la puerta de mis ojos, y de tus ojos me arrojaste.

¡Que Dios te guarde, oh fardo de tristeza! Te estoy agradecido:
cuando no tengo a nadie, tú no te apartas de mi cabeza.

Esclavo soy de la niña de mis ojos, que aunque de corazón negro
mil cuentas desgrana cuando las penas del corazón yo cuento.

Visible en todo lugar es nuestro ídolo,
mas nadie, sino yo, ve ese gracioso gesto.

Si por la tumba de Hafez pasa el amigo como un viento,
me romperé el sudario de entusiasmo en ese angosto hueco.


EN EL TALLER DE MI OJO

En el taller de mi ojo he dibujado la forma de tu rostro.
De una hermosa como tú, nunca vi imagen, ni palabra escuché.

Aunque me mido con el viento del norte, en pos de tí,
alcanzar el grácil ciprés de tu altura no logré.

Mi esperanza en la vida, en la noche de tu bucle no anudé.
La codicia de tu boca, del ansia del corazón corté.

¡Cuántas flechas de gracia lanzaste a mi corazón herido!
¡De tristeza, en tu reinado, cuántas cargas soporté!

¡Cuánta merced me otorgó el licor de tus labios de granate!
Buscando tu fuente pura, ¡cuántas gotas derramé!

Esperaba el señorío y me hice tu servidor,
anhelos de poderío a tus pies abandoné.

Del reino del amigo, oh brisa matutina, acerca el polvo.
Con la sangre del herido corazón de aquella tierra me perfumé.

Por culpa de tu ojo negro y de. tu cuello apetitoso,
yo, como un ciervo salvaje, del hombre a la fuga me lancé.

De sus dominios, una brisa, tal capullo, despeinaba su cabeza:
por su perfume, el velo del corazón sangriento desgarré.

Juro por la tierra que tú pisas y la luz de los ojos de Hafez,
que, sin tu rostro, la luz que emite mi vista no he de ver.


ME LIBERO Y ME LEVANTO

Las albricias de tu encuentro, ¿dónde están?, que de la vida me libero y me levanto.
Soy el ave celeste y de la trampa del mundo me libero y me levanto.

Si me llamas tu esclavo, juro por tu señorío
que del reino de la existencia y del lugar me libero y me levanto.

Oh Dios, de la nube conductora haz que llegue la lluvia,
antes de que, como polvo, del centro me libere y me levante.

En mi tumba, con vino y juglares, siéntate,
que, por tu olor, de la fosa bailando me libero y me levanto.

Ponte en pie y muestra tu figura, oh ídolo de movimientos suaves,
que de la vida y del mundo dando palmas me libero y me levanto.

Estréchame fuertemente una noche, aunque soy viejo,
que a tu lado, al alba, me libero y joven me levanto.

En el día de la muerte dame un momento para que, como Hafez,
de la vida y del mundo me libere y me levante.


NO HAY ESPERANZA DE ENMIENDA

¡Oh, ídolo!, tal pena me causa mi amor por ti, ¿qué hacer?
¿Hasta cuándo en esta pena de noche me quejaré?

Loco en demasía el corazón está para escuchar consejo,
acaso con la punta de tu bucle lo encadenemos.

Nuestra separación, lo que me hizo sufrir...
en modo alguno cabe en una carta su relato.

¿En qué ocasión, con un rizo de tu pelo
contaré uno por uno todos mis desasosiegos?

Cuando sienta deseos de ver mi alma,
crearé la visión del dibujo de tu dulce cara.

Si supiera que con ello encontrarte lograría,
perdería la fe y el corazón me modificaría.

Aléjate de mí, predicador, no cuentes fábulas.
Yo ya no soy aquel que escucha hipocresías.

No hay esperanza de enmienda en el vicio de Hafez.
Ya que el destino es así, ¿qué hacer? 
 
 
HAGO MAR DE MIS OJOS

Hago mar de mis ojos, dejaré la paciencia en el desierto,
y en ese empeño lanzaré al mar mi corazón.

Del dolido corazón pecador haré un suspiro,
prenderé fuego en el pecado de Adán.

El corazón está alegre donde se halla el amado.
Acaso alcance con mi esfuerzo ese lugar.

Oh luna, tú que llevas el sol por corona, descíñete la túnica,
y, tal tu cabellera, que a tus pies caiga mi cabeza fascinada.

Ha dado en mi diana la Flecha del firmamento. Dame la copa,
que, ebrio, quiero ceñir el carcaj de los Gemelos.

Dispersaré algunas gotas en el lecho movedizo.
Haré que el eco del arpa abarque esta cúpula miniada.

Si apoyarse en los días, Hafez, es cosa irreal y errada,
por qué postergar el gozo de hoy hasta mañana.


LA TRAMPA DE LA SENDA

Hace ya tiempo que sirvo en esta taberna.
Con el vestido de pobreza hago el trabajo de los nobles.

Hasta que atrape en la trampa del encuentro al donairoso faisán,
bien escondido me guardo y la hora de la suerte aguardo.

A la verdad, el predicador no tuvo presto el olfato, presta tú oído a la palabra.
Lo que en su ausencia yo pronuncio, pronunciaré en su presencia.

A trompicones avanzo, igual que el viento de Saba, hasta el reino del amigo,
y ayuda yo solicito de los que me acompañan a lo largo del camino.

La tierra donde tú reinas no puede soportar ya tantos enojos.
Oh ídolo, favores has hecho, reduzco yo los enojos.

El bucle del amado es la trampa de la senda, y su flirteo, la flecha de perdición.
Recuérdalo, corazón, innumerables veces te he aconsejado.

La mirada pesimista oculta, oh clemente, que ocultas los fallos
de tantos atrevimientos como cometo en mi retiro.

Soy Hafez 38 en un cenáculo, y en otro, servidor de posos.
Advierte la broma, así las gasto yo con los hipócritas.
 
38. La palabra hafez significa: persona que sabe el Corán de memoria.


LA LUZ DE DIOS

En la taberna de los magos veo la luz de Dios.
¡Oh maravilla, ver semejante luz donde la veo!

¿Quién sirve los posos en esta bodega, oh Dios? pues en su puerta veo
la alquibla de las peticiones y el mihrab de los rezos.

No hagas ostentación ante mí, oh guía de peregrinos.
Tú ves la casa, y la casa Dios yo veo.

El aroma de almizcle liberar quiero del bucle de los ídolos.
Distante fantasía es, que confusamente veo.

Fuego del corazón, lágrimas vertidas, suspiro del alba, queja nocturna,
por gracia de vuestros ojos, todo esto veo.

A cada instante hace aflorar un aspecto de tu rostro la ilusión.
¿A quién decir todo lo que en este velo veo?

Nadie ha visto en el almizcle de Jotán39 ni en el de China,
lo que cada amanecer en el viento de Saba veo.

En nuestro círculo no hay un punto de fallo, nada sobra ni falta.
Que esta cuestión, sin cómo ni por qué, nítidamente veo.

Oh amigos, no echéis en cara a Hafez su juego de miradas,
que a él, entre los dilectos de Dios lo veo.

39. En el Himalaya.


BAILANDO
40

Gozoso el día en que parta de esta casa en ruinas
en pos del bienestar del alma y del Alma de las almas.

Con el cuerpo enfermo y el corazón impaciente iré,
como el viento de Saba, por amor de aquel grácil ciprés.

Sé bien que el extraño no alcanza a abrirse camino,
pero yo seguiré el perfume de aquel bucle huidizo.

Ante la cárcel de Alejandro, preso de terror está mi corazón.
¡Que se inicie la marcha!, iré hasta el reino de Salomón.

Como partícula, bailando, iré por su amor
hasta la orilla de la fuente del luminoso sol.

Si su camino he de seguir con la cabeza como el cálamo,
con el corazón partido iré, y con los ojos en llanto.

Un voto he hecho: si salgo un día de esta tristeza,
alegre iré hasta la puerta de la taberna y cantando un poema.

Los árabes no se duelen de ver mi pesada carga.
¡Oh, persas, ayudadme, que alegre y ligero vaya!

Si salir de este desierro no logro, como Hafez,
acompañaré el cortejo del visir Asef.
 
40. Se dice que este poema fue escrito por Hafez hallándose en Yazd (para él, la cárcel
de Alejandro), una de las pocas veces que salió de Shiraz (para él, el reino de
Salomón).


EN POS DE LA CARAVANA

No hemos venido a esta puerta en pos de pompa y gloria
vana: en busca de refugio por la mala fortuna hemos venido.

Peregrinos de la mansión del amor y del confín de la inexistencia somos,
y, tras mucho caminar, al lugar de la existencia hemos venido.

El verdor de tu señal hemos visto y, del jardín del paraíso,
a zaga de esta hierba de amor hemos venido.

Con este tesoro que custodia Gabriel, a mendigar
a la puerta de la morada del rey hemos venido.

¡Oh nave del triunfo!, ¿dónde está el ancla de tu paciencia?
que al mar de la piedad, náufragos de los pecados, hemos venido.

Si se pierde el honor, ¡llueve, oh nube que encubres las faltas!
pues a la corte de los hechos, con un informe negro hemos venido.

Despójate, Hafez, de ese hábito de lana,
que, con fuego de suspiros, en pos de la caravana hemos venido.


REBELDES INSUMISOS

Ven, pasemos por el camino de la taberna,
que por un trago todos necesitamos esta puerta.

El primer día, cuando de amor y bohemia departíamos,
estaba claro que sólo ese camino seguiríamos.

Aquí, donde se van de Yamshid trono y gloria con el viento,
mejor es beber vino, que no debemos entristecernos.

Para alcanzar sus labios de granate, el corazón ansioso
nos ha sentado en la sangre del corazón, tal rubí rojo.

¡Predicador!, no nos aconsejes, somos rebeldes insumisos.
Pisamos el reino del amigo, no miraremos el paraíso.

Cuando bailando los sufíes entran en aquel estado,
también nosotros, como truco, levantamos la mano.

En perlas y granates se convirtió la tierra por tu vino.
¡Nosotros, pobres, ni tierra somos ante tu pie divino!

Antes de que nos deje esta amada vida, que se escapa,
permite que pasemos alguna vez delante de tu cara.

Hafez, pues no hay acceso a las almenas del palacio celeste,
quedémonos en el umbral de esta puerta para siempre.


¡ROMPAMOS EL TECHO DEL CIELO!

Ven, y esparzamos las flores y echemos vino en la copa,
propongamos un mapa nuevo, rompamos el techo del cielo.

Si la tristeza pone en marcha sus tropas para verter la sangre de los amantes,
mi escanciadora y yo nos uniremos para desfondar sus bases.

En cáliz de vino púrpura, esencia de flor derramaremos.
En pos de la brisa de circular perfume, azúcar verteremos en el vaso de incienso.

Si anhelas el jardín del Edén, ven con nosotros a la bodega:
situado junto al tonel, te lanzaremos, sin más, al río del paraíso.

Unos se exceden hablando del intelecto, otros inventan delirios.
¡Ven, y llevemos ante el juez estas ideas!

Ahora que el laúd perfecto está en tus manos, juglar, canta una canción hermosa,
para que, taconeando y dando palmas, nuestra cabeza despeñemos.

Oh viento de Saba, lleva la tierra de nuestro ser ante aquella excelencia,
para que así contemplemos el umbral del rey de los perfectos.

En Shiraz no cultivan el arte de cantar ni la elocuencia,
ven, Hafez, y que nos arrojen a otra tierra.


EL TRAGO DE LOS BOHEMIOS

No hablamos mal de nadie y no nos inclinamos contra la verdad.
No ennegrecemos los ropajes de nadie ni oscurecemos nuestro oscuro hábito.

No escribimos palabras confusas en el cuaderno de la ciencia.
El misterio de la verdad no confundimos con carcas de juegos malabares.

Hablar de los derviches y de los opulentos, poco o mucho, es malo.
Bueno es el hecho, malo en absoluto realizarlo.

Si algún celoso habló perversamente y algún amigo se disgustó,
dile: sé alegre tú, nosotros no escuchamos la estulticia.

El cielo rompe el barco de los señores del arte,
mejor es no apoyar este mar colgante.

A ojos de los caminantes guiamos bien el universo.
Ni en la silla dorada pensamos, ni en el caballo negro.

Si el rey no bebe con respeto el trago de los bohemios,
nosotros desdeñamos el vino puro y refinado.

Hafez, si el enemigo dijo mal no hagamos caso,
si habló concorde con la verdad, con la palabra verdadera no discutamos.


TRAS EL ESPEJO

Muchas veces he dicho y de nuevo digo que yo,
de amor vencido, en esta senda no avanzo por mí mismo.

Tras el espejo, me han retenido en calidad de loro.
Lo que ha dicho que diga el primer maestro digo.

Sea yo flor o bien sea una espina, hay un experto en verdor,
y broto por la mano que me cultiva.

No me riñáis, amigos, que estoy sin corazón, atónito.
Tengo una perla y busco un perito de clara vista.

Es falta unir el hábito de mil colores y el vino rojo,
pero no os enojéis, lavo con su color el de la hipocresía.

Otra es la causa de la risa y el llanto de los enamorados.
La poesía me ocupa por la noche, y el llanto, al despuntar el día.

Dijo Hafez: de la taberna no huelas ni la tierra del umbral.
Dile: no hagas reproches, que yo huelo a almizcle de Jotán.


BUSCA EL ENCUENTRO

Enmascara el pétalo del jacinto negro,
o sea, cúbrete el rostro y destruye el mundo.

Deja que gotee e\ sudor de tu cara y llena de agua de flor
el jardín todo, tal los cristales de nuestros ojos.

Abre con gracia el ebrio narciso lleno de sueño
y haz que, avergonzado del ojo, duerma el narciso esbelto.

Y, pues tu hábito y costumbre es dar muerte a los que aman,
con sangre de nuestro corazón tiñe la espada de rencor.

Nuestra fortuna y tu humor hemos probado,
haznos reproches y para el enemigo saca las copas.

Los días de la flor, como la vida, aceleraron su marcha.
Oh, escanciadora, del vino púrpura acelera la ronda.

El olor del pensamiento aspira y atrapa el bucle del amado.
Observa el color del tulipán y en pos del vino decide dar un paso.

Hafez busca el encuentro por el camino de la oración.
Oh, Dios, la oración acepta de quien tiene cansado el corazón.


ATRAPA EL LEÓN DEL SOL

Arruina el bazar de hechicería con un gesto grácil.
Con un flirteo arruma el crédito y la prosperidad de Sameri.41

Deja que el viento se lleve la cabeza y el turbante de todos,
o sea, vístete con majestad, de rompe y rasga, y arruínalos.

Di al bucle que abandone los modos de rebeldía
y al guiño dile que arruine el corazón tirano.

Sal a jugar con gracia y apodérate de la pelota de bondad.
Pon en su sitio a la hurí y arruina el éxito del hada.

Con la gacela de tus ojos atrapa al león del sol.
Con tus cejas parejas, el arco de Júpiter.

Cuando esté el bucle de jacinto por el hálito del viento perfumado,
arruina su precio con tu bucle almizclado.

Oh Hafez, cuando vende elocuencia el ruiseñor,
hablando en lengua persa, arruina tú su dimensión.

41. Hechicero de tiempos de Moisés.


EL VERDE CAMPO DEL FIRMAMENTO

Vi el verde campo del fírmamento y la hoz de la. luna.
Recordé mis cultivos y el tiempo de segar.

Dije: oh fortuna, re has dormido, y el sol alienta.
Dijo: a pesar de todo, de lo primordial no desesperes.

Di al cielo: no presumas de tal grandeza, que en el amor
un grano de cebada dan por la luna, y por las Pléyades, dos.

Si vas al cielo, como el Mesías, puro y despojado,
de tu lámpara llegarán al sol un centenar de rayos.

No confíes en la estrella nocturna, que este ladrón
la corona de Kavus y el cinto de Cosroes42 robó.

Aunque el pendiente de perla y de granate realza la oreja,
oye el consejo: fugaz transcurre la buena época.

Lejos esté de esa tu peca el mal de ojo, que en el tablero de la belleza
movió sólo un peón, y del sol y la luna se llevó una prenda.

El fuego del falso ascetismo quemará la cosecha de la fe.
¡Quítate este hábito de lana y vete, Hafez!
 
42. Kavus y Cosroes, dos reyes persas.

 
HA SIDO EL HADO
 
Si el de caligrafía negra y perfumada nos hubiera escrito,
nuestro papel, la rueda de los tiempos no habría enrollado.
 
Aunque la separación dará el fruto del encuentro...
¡si tal semilla el primer jardinero no hubiera sembrado!
 
La paz eterna ha conseguido aquel que, en este lugar,
por amiga tiene una hurí, y por hogar, un paraíso cerrado.
 
Por el jardín de Eram y el orgullo de Shadad43 no cambies,
en los límites del campo, una botella de vino y besar un labio.
 
En las lides del amor no se puede exigir gran fortuna:
si no hay almohada de oro, con un adobe nos conformamos.
 
¿Hasta cuándo sufrirás por este mundo, oh corazón sabio?
Me duele que la belleza se enamore del espanto.
 
La inmundicia del hábito es el mal del universo.
Un caminante recto y puro, ¿dónde lo hallamos?
 
¿Por qué abandonó tu bucle, Hafez?: ha sido el hado.
Di, ¿qué hubieras hecho, de no haberlo abandonado


SOBRE EL SOL, SOMBRA

Oh tú que la luna enmascaraste con tus negras ondas,
concediste la gracia de arrojar sobre el sol, sombra.

¿Qué hará tu ufana cara con nosotros,
ahora que has dibujado el agua de tu rostro?

Confiaste el tesoro de tu amor a nuestro corazón desmoronado.
Sobre este rincón en ruinas, echaste la sombra del buen hado.

Atención al agua de aquel rostro, que los leones por su causa
quedaron sedientos, y los héroes sucumbieron al agua.

A los que velan les robaste el sueño y, luego,
acusaste a las ilusiones de ladrones del sueño.

Alégrate, que has destronado en belleza a las hermosas de Jalach.
Pide la copa de Cosroes ya que venciste a Afrasiab.

En el lugar de epifanía te quitaste el velo de la cara,
y así el velo de vergüenza tiraste sobre la hurí y el hada.

Pues en el trono de Yamshid al rostro deseado del testigo
la máscara arrancaste, de la copa que refleja el universo bebe vino.

Cada cual, de la vela de tu rostro, a su modo se enamora.
De entre ellos, sólo la mariposa arrojaste en la zozobra.

Por el hechizo de tus ojos ebrios y tus labios de granate que adoran el vino,
hiciste caer a Hafez, el solitario, en el vino.

Y para cazar mi corazón, la cadena de tu bucle a mi cuello
lanzaste, como el lazo del rey, de los cuellos, dueño.

Nosrat ud-Din Sha Yahya, a los enemigos de su reino,
mediante su espada los arrojó al agua igual que al fuego.


EL PLANTO DE LA TÓRTOLA

Del reino del Amigo llega el suave viento de año nuevo.
Si de ese viento buscas favor, encenderás la lámpara del corazón.

Con la palabra velada digo: del capullo sal como la flor,
que el sultán de año nuevo sólo por cinco días da la orden.

Como la flor, si tienes cinco céntimos, por Dios, gástalos para gozar,
que a Coré le causó harto extravío la locura de almacenar el oro.

El cáliz de la flor tanto ha embriagado al ruiseñor de vino granate,
que a la rueda turquesa ha dado el tono de victoria.

Para satisfacer el deseo, ¿cuál es la vía? Dejar el propio deseo.
Y el tocado señorial es quitarse esta corona.

El orgullo de la ciencia no ha de apartarnos de las causas del rapto.
Ven, escanciadora, que al ignorante es más grato el alimento asignado.

Tengo un vino tan puro como el alma, pero el sufí lo rechaza.
¡Oh Dios, que al hombre prudente no le toque la desgracia!

¿A qué se debe el planto de la tórtola a la orilla del arroyo?
¿Acaso, como yo, alberga en su seno una tristeza eterna?

De ti se separó tu dulce amigo, siéntate ahora sola, oh vela,
que es dictamen del cielo: o aceptas o te quemas.

Vete al jardín, del ruiseñor aprende las claves del amor.
Ven al cenáculo, que has de aprender a decir poemas de Hafez.


MEJOR

Este hábito que tengo, donde está el vino, mejor.
Y este libro sin sentido, ahogado en puro vino, mejor.

Malgasté tanto mi vida que, al darme cuenta,
en la taberna arrinconado, hecho una ruina, mejor.

Del ser derviche, lejos está el pragmatismo.
El pecho lleno de fuego y llenos de agua los ojos, mejor.

Con los otros no hablaré del estado del corazón del devoto,
si esta historia relato, con arpa y laúd, mejor.

Mientras sin pies ni cabeza el universo se halle,
la copa llena en la mano y en la cabeza el ardor por la copera, mejor.

Sí, mi corazón no aparto de uno, amante, como tú.
Si soporto lo que sufro por aquel bucle, mejor.

Ahora que ya estás viejo, Hafez, abandona la taberna:
la bohemia y los caprichos, cuando se es joven, mejor.


UNA GOTA DE ROCÍO

Lleno está el pecho de dolor, por un ungüento, ¡qué daría!
El corazón de soledad agoniza, ¡por un íntimo amigo, qué daría!

¿Quién tiene ojos de paz con un cielo galopante?
¡Oh escanciadora, dame la copa que me apacigüe un instante!

Dije a un vidente:44 observa este estado. Se rió y dijo:
Difícil día, sorprendente tarea, mundo agitado.

En el pozo de paciencia ardí por aquella hermosa.
Decid: ¿dónde hay un Rostám?, 45 el rey de los turcos nos abandona.

Paz y seguridad, en el juego amoroso, son una plaga.
Herido sea el corazón cuyo dolor un ungüento reclama.

Para deseo y presunción no hay vía en el reino de los bohemios.
Es caminante aquel que prende fuego, no anodino inexperto.

En este mundo terrenal, un hombre no se alcanza.
Hay que crear de nuevo al hombre, hay que crear otro universo.

Levántate y tu amor entrega al turco de Samarcanda,
cuya brisa huele a los jardines de Bujara.

Ante el tesoro del amor, el llanto de Hafez, ¿qué valor ha adquirido,
si en esta tempestad de siete mares es una gota de rocío?
 
 44. La palabra empleada, zirak, quiere decir astuto, inteligente. Hay que interpretarla aquí haciendo hincapié en la capacidad de ver más allá de los hechos concretos.
45. Héroe persa protagonista de El libro de los reyes, de Ferdosi


MIL ÍDOLOS DEL AIRE

Yo soy tu seguidor, oh Alma, y sé que lo sabes,
pues que ves lo invisible y lo no escrito lees.

El que hace reproches, ¿qué entiende del nexo entre amante y Amado?
No ve el ojo invidente lo sutil del misterio velado.

En aquella ceja que anuda el corazón está la labor del impaciente.
Siéntate un poco, por Dios, y desata el nudo de la frente.

¡Suéltale el pelo y haz que el sufí mueva los pies y baile,
para que cada parche de su hábito lance mil ídolos al aire!

Al prosternarse ante Adán, el ángel por ti besó la tierra,
que en tu belleza halló algo más que la humana manera.

La brisa del bucle del amado enciende los ojos nuestros.
¡Que a un viento de agitación, oh Dios, no sucumba este encuentro!

En el sueño del alba se desvaneció la diversión nocturna.
Oh corazón, sólo conoces el valor del tiempo si se te apura.

Dolerse de los compañeros no es norma de la caravana.
Recuerda tiempos gratos, las penurias de la vía aguanta.

El acecho de su bucle, Hafez, es un espejismo.
Sé cauto, y del deseo imposible no muevas el círculo.
 

NI UNA BOLA GOLPEAS

Oh corazón, nunca pasas por el reino del amor.
A tu alcance están los medios, y no lo haces.

La sangre hierve en tu pecho, y no la viertes
por el color y perfume de algún ídolo.

En el hábito de tu alma hay cien vesículas de olor,
que no inmolas por el bucle de un amigo.

Tienes el mazo en la mano y ni una bola golpeas.
El halcón está en tu puño, y nada cazas.

Tiras al suelo la sutil copa llena de vino
y el asedio de la sed das al olvido.

Tu humor no se perfumea, pues, al contrario que el viento,
no atraviesas los dominios del amigo.

Temo que de este jardín no cojas ni un ramillete,
pues ni una espina soportas del tallo esquivo.

Vete, Hafez, que aunque es lo que, con halagos,
todos hacen, no sirves tú al rey del siglo.
 

COMO TU SABES

El alba de la bienaventuranza sopla hacia donde tú sabes.
Por el reino de quien sabes, pasa cuando tú sabes.

Del secreto retiro eres heraldo, y te esperan.
Acude no por mandato, sino tal como tú sabes.

Di que me huye de la mano el alma amada.
Insufla en ella, con tu boca granate, lo que tú sabes.

Dos palabras he escrito de un modo que nadie entiende.
Por tu majestad y grandeza, léelas como tú sabes.

Tu espada y nosotros somos como el sediento y el agua.
Al cautivo que prendiste, mátalo como tú sabes.

¿Cómo anudar la esperanza al cinturón de brocado,
pues queda junto a un detalle que tú sabes?

En este asunto, Hafez, da igual el turco que el árabe.
Cuenta la historia de amor en la lengua que tú sabes.
 
 
 EL MISTERIO DE LAS ESENCIAS
 
Al alba el bondadoso mensajero de la taberna dijo:
regresa, que eres decano de esta corte.
 
Bebe un trago de vino, como Yamshid, que la copa que refleja
el universo con su luz te informará del misterio de las esencias.46
 
En la puerta de la taberna hay mendigos bohemios
que retiran y entregan la corona real.
 
Sobre adobe, su cabeza, y su pie, sobre siete estrellas.
¡Observa qué poderosa mano y qué puesto elevado!
 
Nuestra cabeza en la puerta de la taberna cuyo tejado,
¡desde una pared tan baja!, hasta el firmamento llega...
 
 Con los mendigos del umbral, ¡oh caminante de la vía!,
si del secreto de Dios eres partícipe, pórtate con cortesía.
 
No cruces esta etapa sin que Jezr te acompañe:
acechan las tinieblas, teme el peligro de extravío.
 
Si te ofrecen el reino de la pobreza, oh corazón,
se extenderá de luna a luna tu propiedad menor.
 
Tú no sabes llamar a la puerta de la pobreza,
ni el puesto de dignatario ni la corte del reino de Turan te pierdas.
 
Oh Hafez de desmedida codicia, avergüénzate un poco de estos sucesos,
¿cuáles son tus hechos, que aspiras al paraíso supremo?

 
EN LA COPA DE ESMALTE AZUL
 
¡Oh rey de los santos, la tristeza de la soledad me hace gritar!
Sin ti agoniza mi corazón, hora es de que regreses.
 
¡El dolor que me causas es, para mí, curación en el lecho del fracaso!
Tu recuerdo, mí íntimo compañero en el rincón solitario.
 
El ansia que despierta en mí tu ausencia, de ti me alejó tanto
que se me escapa la firmeza de la paciencia.
 
La flor de este jardín no conserva siempre su frescura,
ayuda a los débiles mientras tu poder perdura.
 
Anoche me quejé al viento de sus bucles.
Dijo: Yerras, deja este vano pensamiento.
 
Cien vientos de Saba bailan aquí enlazados.
Este es el amigo, oh corazón, al viento no confíes tu paso.
 
¡Oh Dios! ¿A quién confesar este detalle?: en el universo
aquel testigo omnipresente no deja ver su rostro a nadie.
 
Escanciadora, la hierba y la flor carecen de color sin tu rostro.
Para adornar el jardín, haz que el boj camine donairoso.
 
En el círculo del destino nosotros somos el punto de sumisión.
Gracia es lo que tú piensas, sentencia lo que ordenas.
 
El pensamiento propio y el propio voto no se dan en el mundo de los bohemios.
En esta fe es herejía el egoísmo y el atender al íntimo deseo.
 
Debido a este Círculo miniado me sangra el corazón, dame vino.
Buscaré en la copa de esmalte azul la palabra de este enigma.
 
La noche de la separación llegó a su fin, Hafez, he aquí el encuentro de perfume grato.
¡Bendita sea tu alegría, oh loco enamorado!

 46. Malakut, el universo angélico. Véase glosario
en el enlace a pie de página.
 
 
EN EL CENOBIO DE LOS MAGOS
 
En el cenobio de los magos no hay otro loco como yo:
vino y libro en depósito tengo en un lugar, y en otro, el hábito.
 
El corazón, que es el espejo vero, lleno es de polvo.
A Dios le pido que me acompañe un hombre iluminado.
 
Trae el barco del vino, que sin el rostro del amado
cada rincón del ojo mi corazón doliente en un mar ha trocado.
 
De mis ojos, en las faldas, arroyos han manado.
Acaso junto a mí planten así un ciprés muy alto.
 
Arrepentido ante la mano del ídolo vendedor del vino, digo:
no volveré a beber sino en presencia del rostro que de las fiestas es ornato.
 
No te inquietes si así se jacta el narciso de tus ojos.
No siguen a los ciegos los que de vista están dotados.
 
La clave de esta historia acaso la vela la desvele,
ya que la leve mariposa no ha de lograrlo.
 
Si no es ella y la copa de vino nada me importa nada.
No me hables de otra a mí, que a esa amada idolatro.
 
Me complace esta historia que en el umbral de la taberna,
con flauta y con pandero contaba, al alba, un cristiano:
 
Si esta que Hafez profesa es la fe musulmana,
¡ay! si al día de hoy le sigue algún mañana.
 

EY, CIERVO SALVAJE 47
 
Ey, ciervo salvaje, ¿dónde estás?
Harto conocimiento de ti tengo.
 
Dos solos y dos desorientados, dos huérfanos,
dos trampas a la espera, en derredor.
 
Ven, que conozcamos mutuamente nuestro estado,
si podemos, busquemos mutuamente nuestra meta.
 
Veo que en esta confusa llanura
pasto no hay, seguro y bueno.
 
¿Quién será, decid, oh bienamados,
el amigo de los solitarios, de los desconocidos, el Amado?
 
Tal vez aparezca Jezr, de bendito paso,
y arroje luz la gracia de su voluntad.
 
Tal vez llegue la hora de la lealtad,
oh mi augurio, no me lances al viento en soledad. 48
 
Recuerdo así lo que el sabio anciano dijo,
algo que jamás olvidaré.
 
Un día, a uno que andaba por aquellas tierras,
un rend, 49 que estaba en el camino, dijo con gracia:
 
«Oh caminante, ¿qué llevas en el atillo?,
ven a poner una trampa si tienes grano».
 
Le contestó: «sí, tengo grano,
pero Simorg merece ser mi caza».
 
Dijo: «¿cómo puedes hallar su morada
si hacia su nido no hay señales?»
 
Dijo: «aunque este punto es insalvable,
la desesperación es también un obstáculo».
 
¿Qué significa mi deseo en este caso,
cuando ya el rico sol reparte el oro?

Mientras siga en mi cuerpo mi alma,
que beba yo un sorbito de su copa.
 
Cuando haya partido aquel ciprés andante, experto,
alerta observa, tal rama de ciprés.
 
No dejes escapar la copa de vino junto a la flor,
pero está atento al tiempo, pues tiene mal vino.
 
A la orilla de las fuentes y junto a un arroyo,
la humedad de una lágrima y un diálogo consigo mismo.
 
Con el recuerdo de los que partieron y amaban,
compórtate tal nube de primavera.
 
Cuando, quejumbrosa, el agua que corre se te acerque,
con el agua de tu propio ojo, confórtala.
 
No aguantó aquel muy antiguo compañero.
¡Musulmanes, musulmanes, por Dios!
 
De modo tal, con el filo de la separación me hirió, el cruel,
que se hubiera dicho que no nos conocíamos.
 
Se fue y llenó de tristeza mi ser alegre.
Hermano a hermano, ¿cuándo tal cosa hizo?
 
Acaso Jezr, de bendito paso, logre
que llegue a aquel único, este solitario.
 
Tú, fíjate en la perla y deja la joya falsa.
El modo que no sea ejemplar deja.
 
Cuando en ondas deslizo el pez de mi pluma en la escritura,
pregunta por el sentido de la aleya de «el nun y la pluma».
 
El alma y la palabra he mezclado,
y he sembrado en ello la semilla adquirida.
 
El vigor de esta obra es evidente.
Quintaesencia es de la bella poesía y alma de sus componentes.
 
Ven, trae un aroma de dulce esperanza,
perfuma eternamente el olfato del alma.

Que este perfume del ceño de la hurí procede,
no de aquel ciervo que de la gente huye.
 
¡Oh amigos!, conoced el valor el uno del otro
y abandonad el valle de la separación.
 
Los tratados de quien os aconseja resumen esto:
el hondero de la separación está emboscado.
 
Escucha en este valle la voz del torrente;
¡por un grano de cebada, mil arrobas de sangre de indefensos!
 
El ala de Gabriel aquí están quemando,
para que enciendan con ella los niños el fuego.
 
¿Quién tiene valor para hablar aquí?
¡Loado sea Dios!, ¡qué grandeza la de aquí!
 
 47. Este poema y el siguiente están escritos en estilo de masnaví, cada medio verso rima
con su pareja, rima que no tiene nada que ver con la empleada en los demás versos.
La mayoría de los poemas de Hafez están escritos en forma de gazal, en la cual
todos los versos siguen la rima del primero.

48. La mitad de este verso está escrita en árabe.
49. Véase la palabra «bohemio» en el glosario
en el enlace a pie de página.

 
CANTO DE LA ESCANCIADORA
 
Ven presto, escanciadora, con el vino del rapto,
que perfección otorga y gracia multiplica.
 
Sírveme ya, copera, que, descorazonado,
de ambos bienes divinos mi cesta está vacía.
 
Tráeme el dicho vino: su imagen en la copa,
a Yamshid y a Cosroes enviará noticia.
 
Sírveme pues, en tanto con la voz de la flauta,
de Yamshid y de Kaus, relataré la vía.
 
Oh escanciadora, aquella alquimia de victoria
une el tesoro de Coré y de Noé la vida.
 
Sírveme sin demora para que abran las puertas
de la abundancia y de la inmortalidad a tu vista.
 
Ven con el vino aquel que aún en la inexistencia,
de visión, en la copa de Yamshid, presumía.
 
Y confirmada ya la visión esta por la copa,
como Yamshid, conozca de la Rueda el enigma.
 
Cuéntame de los giros de este mundo gastado
y recuerda los reyes de los pasados días.
 
Este mundo en ruinas es el mismo que ha visto
el suntuoso palacio que Afrasiab50 regía.
 
¿Qué se hizo de Piran, comandante de tropas?
¿A do fue Sheidé, que el alfange esgrimía?
 
El viento se llevó la corte y el palacio
y borró la memoria de aquella losa fría.
 
Mas prosigue el desierto en su dimensión pura,
allá do los ejércitos de Salm51 y Tur caían.
 
Yamshid con sus tesoros y su trono lo dijo:
no vale un solo grano tal morada huidiza.
 
Acércate, copera, con el fuego encendido
que Zoroastro ansiaba y la tierra escondía,
 
porque los congregantes de la ebriedad aceptan
ora fuegolatría, ora mundolatría.
 
Ven presto, escanciadora, que el oculto embriagado
en la misma taberna su residencia fija.
 
Sírveme sin medida, que el descrédito busco:
por el vino y la copa aspiro a la ruina.
 
Trae el licor aquel que el pensamiento inflama,
que si el león lo bebe arde el bosque enseguida.
 
Cazador de leones, romperé el firmamento
y la trampa del lobo con la copa divina.
 
Oh escanciadora, ven, trae el vino que une
con la esencia del ángel la hurí paradisíaca.
 
Que por todos mis poros daré paso a su fuego,
que al olfato del juicio da una eterna alegría.
 
Dame, pues, ese vino, que otorga realeza,
que el mismo corazón su pureza atestigua.
 
Dame el vino, que acaso de defecto me limpie,
y del gozo me yerga desde la tumba mía.
 
Mientras es mi morada el jardín de los santos,
entablillado al cuerpo aquí estoy noche y día.
 
El espejismo dame, y el rostro de fortuna
observa. Y el tesoro de la ciencia en mi ruina.
 
Yo soy aquel que al sostener la copa con la mano
en su espejo contempla cuanto existe y respira.
 
En la ebriedad toco la puerta de la abstinencia.
Tengo aliento de rey, aunque de harapos vista.
 
El que se embriaga pule la perla de los secretos,
que en la inconsciencia no se oculta el misterio.
 
Cuando Hafez, en su ebriedad, compone un himno,
con arpa lo acompaña Venus en su giro.
 
 ¿Cantor, dónde te hallas? Acude con el arpa
y con su voz recuerda aquel himno real,
 
para que gozar pueda del rapto y la alegría
y aquel «juego del hábito» empiece yo a bailar.
 
Cantor, toca aquel himno para los compañeros
y entona con el arpa ahora ese cantar:
 
Albricias de victoria desde los cielos llegan.
Yo, contra el enemigo, tendré oportunidad.
 
Cantor, compón canciones de júbilo y de rapto,
y empieza el recitado con dichos y gazal.
 
El peso de mi pena al suelo me ha clavado,
levántame, tañendo, del aciago lugar.
 
Cantor, acompañado del arpa melodiosa,
entona sin demora aquel himno real.
 
De alegría corona el alma de los santos
y menciona a Parviz e igualmente a Barbad.
 
Trae la partitura, el tono, los armónicos,
y está atento al custodio del secreto crucial.
 
Eleva de tal modo la voz en juglaría
que Venus con su arpa se disponga a bailar.
 
Toca en la escala misma que al sufí pone en trance
y al deseado encuentro lo lleve la ebriedad.
 
Cantor, el daf52 y el arpa resuenen en tus manos
y con gozoso júbilo inicia ya el cantar.
 
Encinta está la noche, ¿qué dará a luz el alba?
Claro engaño relata el universo falaz.
 
Cantor, siento nostalgia, toca ya esas dos cuerdas,
que en soledad te hallas tú por la unicidad.
 
Albricias hímnícas a los ebrios envía
y a los amigos que partieron saludos da.
 
Tiene el eón53 intención pendenciera:
los seductores ojos del amado, yo y la ebriedad.
 
Lleno de asombro estoy por los giros del círculo.
Dime, la tierra, ¿a quién quiere atrapar?
 
Cuando vuelva tal centella encendida a prender fuego,
¿la lámpara de quién será la que arderá?
 
Del cántaro la sangre en la copa derrama,
viértela aquí que de resurrección es el lugar.
 
Falaz, el universo un engaño relata.
Encinta está la noche, ¿qué dará a luz el alba?
 
50. Rey de Turan, enemigo de Irán. Piran y Sheidé eran jefes de su ejército.
51. Salm y Tur, dos comandantes que estuvieron al mando de grandes ejércitos.
52. Pandero de gran tamaño usado por los sufíes durante la samá.
53. Véase glosario en el enlace a pie de página.
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