martes, 5 de noviembre de 2019

Hay una tierra - Hafez de Shiraz


Vuelve al jardín la fortuna de tiempos de juventud,
el ruiseñor de dulce voz recibe de la rosa la buena nueva.


Oh céfiro, por mí saluda a las plantas de olor, al ciprés
y la rosa, si llegas a las púberes hierbas de la pradera.

Si entonces aparece el joven mago, vendedor de vino,
trocaré mis pestañas en escoba del umbral de la taberna.

¡Oh, tú, que de ámbar puro en tu cara de luna pintas un mazo,
no siembres de inquietud mi desorientación y pena!

Temo que aquellos que se ríen de los que beben posos
pierdan la fe en la labor de las tabernas.

Sé compañero de los hombres de Dios, que en el arca de Noé
hay una tierra que un diluvio ni una gota de agua considera.

Sal de la casa giratoria y pan no pidas,
que esta tacaña mata al final al que invitado era.

No sabrás ni un detalle de los misterios de la existencia,
mientras no estés desorientado en el círculo de la existencia.

¿Es necesario llevar hasta el cielo el palacio?
Para todos, el lecho es al final un puñado de tierra.

Oh luna de Canán, el trono de Egipto ya posees,
hora es de despedirse de la cárcel y salir de ella.

No sé qué intenciones escondes en la punta del bucle
que tu pelo agitado a almizcle perfumea.

Oh Hafez, bebe vino, sé alegre, entrégate a la bohemia,
mas el Corán en trampa de hipócritas no conviertas.
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