lunes, 16 de marzo de 2020

De la esencia de la verdad (fragmento) - Martin Heidegger


"... Pero este [estar] «desembarazados de la atención al ser» y «desembarazados del concepto de ser», no significa que ahora el ser no se lo entienda en absoluto. Todo lo contrario: nuestro entender el «es» y el «ser» no desaparece porque no nos ocupemos de él. 

Más bien sucede a la inversa: este entender el ser está ya siempre ahí con nuestra existencia.

Sólo por eso podemos en ocasiones, o a menudo, aplicar la atención a él, y proponernos expresamente un ente en tanto que un ente, y convertirlo en objeto. 

Al fin y al cabo, este ente no se constituye en ente sólo porque nosotros nos estemos ocupando de él.

¿Cómo deberíamos tener jamás la ocurrencia de ocupamos con lo ente en cuanto tal, si no estuviéramos familiarizados con él ya de entrada?

Pero este estar familiarizados con lo ente sucede en un entender el ser sin concepto y sin atención expresa.

Ciertamente, este estar familiarizados con lo ente en la existencia del hombre tiene en cada caso su propia historia.


No se limita simplemente a estar ahí, indiferentemente y por igual a lo largo de la historia de la humanidad, sino que él mismo enraíza en lo que llamamos el arraigamiento del hombre: en lo que, en cada caso, son y en el modo como son para él la naturaleza y la historia y lo ente en su conjunto y en su fundamento.

Este arraigamiento de la existencia del hombre puede perderse, y para los hombres actuales no sólo se ha perdido en amplia medida, sino que ya no se lo entiende en absoluto.

El propio estar familiarizado con lo ente se ha desenraizado, pero este desarraigo mismo no es algo negativo, sino que, en cierta manera, se ha organizado a sí mismo y ha asumido el gobierno, es decir, la reglamentación y la legislación... de aquello que la relación del hombre con el ser y con lo ente debe ser.

Si algo «es algo», si —como decimos— «hay algo en ello», eso ya no lo decide primeramente el ente mismo ni el poder con el que él es capaz de apelar inmediatamente al hombre, sino que algo es algo o no es nada sólo si se habla sobre ello o no, sólo si uno se interesa por ello.

Así vive el hombre actual, en lo más elemental y en lo supremo, de aquello y conforme a aquello que el periodismo —en el sentido más amplio— le prescribe en cuanto a intereses. Hay «intereses literarios». 

Las obras de arte, ya totalmente al margen de su enlazamiento interno con el culto, ya no tienen su ser propio ni su fuerza operativa en medio de lo ente, sino que existen para los intereses de los americanos viajeros, de los visitantes de museos y de los historiadores de arte (que les dicen a aquéllos qué es lo que hay que hacer para que cosas tales les estremezcan).

Qué sea la «naturaleza», eso lo decide el periodista, de modo que se da la situación de que unos enanitos berlineses de la literatura pretenden enseñarle a uno qué haya que entender por naturaleza.

Cuando el estar familiarizado con lo ente está desarraigado en su fuerza inmediata en una medida tal como hoy sucede, entonces, ciertamente, será difícil despertar una comprensión real para la percepción inmediata de lo ente y de su inmediatez.

Y pese a todo: justamente porque este estar familiarizado con lo ente puede destruirse, también por eso puede salvarse y recuperarse. Eso vale para nosotros...".

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Extraído del muro de Silvia Reyes en Facebook
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