“... Cada vez que percibo, percibo el objeto más lo que le acompaña.
Esto lo hace la conciencia sobre la percepción.
Y siempre estoy percibiendo, estoy estructurando más de lo que percibo.
A veces lo hago bien, a veces no tan bien.
Esto de inferir más de un objeto de lo que de él se percibe es característico de la conciencia.
La conciencia trabaja con más de lo que necesita atender, sobrepasa al objeto observado.
En los distintos niveles de conciencia se experimenta lo mismo.
Por ejemplo, en vigilia hay copresencia de ensueño y en los sueños puede haber vigilia copresente.
¿Quién no ha tenido la sensación mientras duerme, de que está despierto?
¿Quién no ha tenido la sensación de saber, mientras duerme, que está soñando?
¿Quién no ha tenido la sensación en vigilia, de estar más o menos dormido al advertir la fuerza de una secuencia de ensueños?
Los niveles están trabajando copresentemente y a veces se tiene registro de este hecho.
A veces afloran contenidos de distintos niveles a la vigilia, y entonces cobro conciencia de la presión de estos contenidos.
Mi vigilia es invadida por un estado, mi nivel de conciencia vigílico es invadido por un estado que no le corresponde al mundo de la percepción; por objetos que nada tienen que ver con los objetos que percibo cotidianamente.
Los estados que surgen en mi vigilia, me ponen en presencia de que están operando otros niveles simultáneamente al nivel de vigilia, entonces la ralidad se me presentara distinta si varia el nivel de conciencia.
La conciencia puede actuar para orientar a los sentidos en una dirección o en otra y hacer que se atienda a una franja sensorial y se desatienda a otra, en realidad, esa es función de la conciencia más que funcion de los sentidos.
Cuando estoy buscando con mis sentidos una determinada cosa, estoy dirigiendo la actividad del sentido a partir de los mecanismos de conciencia, es muy distinto cuando simplemente percibo un dato a cuando tengo conciencia de la percepción de ese dato.
No están influyendo sobre los sentidos simplemente los fenómenos del mundo externo o los fenómenos internos viscerales, sino que la actividad de la conciencia va influyendo sobre el trabajo de los sentidos.
De no ser esto así, no se explicaría que ciertas perturbaciones de la conciencia modificaran el registro que se tiene del mundo externo.
Ejemplificando: diez personas distintas pueden, sobre un mismo objeto, tener una percepción distinta (aunque estén colocadas a la misma distancia, en las mismas condiciones luminosas, etcétera), porque hay determinados objetos que se prestan para que la conciencia proyecte sobre ellos su trabajo.
En realidad la conciencia no proyecta sobre los objetos su trabajo; la conciencia proyecta sobre los sentidos su trabajo y entonces modifica el sistema de percepción.
Los sentidos trabajan muy complejamente, son dirigidos en algunas de sus partes por la actividad de la conciencia son intencionalmente direccionados, por ella.
La conciencia puede proyectar sus imágenes sobre el aparato de recepción, el aparato de recepción puede devolver esta estimulación interna y entonces se puede tener el registro de que el fenómeno ha llegado desde el exterior.
Si esto es así, entonces determinados funcionamientos de la conciencia pueden modificar la estructuración que hacen los sentidos de los datos del mundo externo.
En toda visión de la realidad está la conciencia.
Aunque sean distintas las franjas de lo que me llega de la “realidad”, es la conciencia quien determina este asunto.
Hace las estructuraciones y le da el toque el final.
La conciencia con su “dictadura”, tiene la palabra final.
La conciencia siempre interviene en la configuración del objeto.
Es como una “vieja entrometida” que se mete en todo quiere lograr que lo percibido sea confiable, quiere siempre “llevarme a buen puerto”.
Es decir, la conciencia siempre termina configurando, representando toda la información que le llega por la percepción.
Aquí es donde se comprende aquello de que la conciencia infiere más de lo que percibe, fenómeno que da lugar a lo ilusorio...”
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La Conciencia infiere mas de lo que percibe - Silo
"...Un día cualquiera entro en mi habitación y percibo la ventana, la reconozco, me es conocida.
Tengo una nueva percepción de ella pero, además, actúan antiguas percepciones que convertidas en imágenes están retenidas en mí.
Sin embargo, observo que en un ángulo del vidrio hay una quebradura...
“eso no estaba ahí”, me digo, al cotejar la nueva percepción con lo que retengo de percepciones anteriores.
Además, experimento una suerte de sorpresa. La ventana de actos anteriores ha quedado retenida en mí, pero no pasivamente como una fotografía, sino actuante como son actuantes las imágenes.
Lo retenido actúa frente a lo que percibo, aunque su formación pertenezca al pasado.
Se trata de un pasado siempre actualizado, siempre presente.
Antes de entrar a mi habitación daba por sentado, daba por supuesto, que la ventana debía estar allí en perfectas condiciones.
No es que lo estuviera pensando, sino que simplemente contaba con ello.
La ventana en particular no estaba presente en mis pensamientos de ese momento, pero estaba co-presente, estaba dentro del horizonte de objetos contenidos en mi habitación.
Es gracias a la copresencia, a la retención actualizada y superpuesta a la percepción, que la conciencia infiere más de lo que percibe.
En ese fenómeno encontramos el funcionamiento más elemental de la creencia.
En el ejemplo, es como si me dijera: “yo creía que la ventana estaba en perfectas condiciones”.
Si al entrar a mi habitación aparecieran fenómenos propios de un campo diferente de objetos, por ejemplo una lancha o un camello, tal situación surrealista me resultaría increíble no porque esos objetos no existan, sino porque su emplazamiento estaría fuera del campo de copresencia, fuera del paisaje que me he formado y que actúa en mí superponiéndose a toda cosa que percibo.
Ahora bien, en cualquier instante presente de mi conciencia puedo observar el entrecruzamiento de retenciones y de futurizaciones que actúan co-presentemente y en estructura.
El instante presente se constituye en mi conciencia como un campo temporal activo de tres tiempos diferentes.
Las cosas aquí son muy diferentes a las que ocurren en el tiempo de calendario en el que el día de hoy no está tocado por el de ayer, ni por el de mañana.
En el calendario y el reloj, el “ahora” se diferencia del “ya no” y del “todavía no” y, además, los sucesos están ordenados uno al lado del otro en sucesión lineal y no puedo pretender que eso sea una estructura sino un agrupamiento dentro de una serie total a la que llamo “calendario”.
Continuemos con lo dicho anteriormente respecto a que la conciencia infiere más de lo que percibe, ya que cuenta con aquello que viniendo del pasado, como retención, se superpone a la percepción actual.
En cada mirada que lanzo a un objeto veo en él cosas deformadas.
Esto no lo estamos afirmando en el sentido explicado por la física moderna que claramente expone nuestra incapacidad para detectar al átomo y a la longitud de onda que está por encima y por abajo de nuestros umbrales de percepción.
Esto lo estamos diciendo con referencia a la superposición que las imágenes de las retenciones y futurizaciones hacen de la percepción.
Así, cuando asisto en el campo a un hermoso atardecer el paisaje natural que observo no está determinado en sí sino que lo determino, lo constituyo por un ideal estético al que adhiero.
Y esa especial paz que experimento me entrega la ilusión de que contemplo pasivamente, cuando en realidad estoy poniendo activamente allí numerosos contenidos que se superponen al simple objeto natural.
Y lo dicho no vale solamente para este ejemplo sino para toda mirada que lanzo hacia la realidad..."
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Video con esta charla por su autor, "La conciencia infiere más de lo que percibe" - Silo: http://www.youtube.com/watch?v=qP5y8ZNMMcI
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