Observa que el mensajero es solamente un mediador.
DESVIARÉ LA CELESTIAL RUEDA
¡Ay!, mi corazón herido comparte la sal36 con tu labio.
Respeta mi derecho, que yo parto. ¡Dios te guarde!
Tú eres la perla nítida, y mencionar su excelencia,
en las alturas es la alabanza que le toca al ángel.
Si dudas de mi pureza, haz una prueba,
que es la piedra de toque quien mejor detecta el oro.
Dijiste te embriagarías y me darías dos besos.
Ni dos ni uno hemos visto, y el límite de la cita ha transcurrido.
Oh sonrisa de pistacho, ábrete y derrama azúcar,
no confundas al pueblo con tu boca.
Desviaré la rueda si no gira según mis intenciones.
No soporto humillaciones de la celeste rueda.
Ya que en manos de Hafez no la abandonas, oh adversario,
aléjate de su lado uno o dos pasos.
36. Expresión que deriva de la creencia de que cuando dos personas comen juntas tienen derechos mutuos, una respecto a la otra.
¡AIRE, AIRE!
Aunque mil enemigos intenten matarme,
si tú eres mi amigo, yo no he de asustarme.
La esperanza de hallarte, vivo me mantiene.
Tu ausencia incesante se trueca en temor de mi muerte.
¿Se adormecen mis ojos de ensoñarte? ¡Qué va!
¿Se apacigua mi corazón si estás distante? ¡No hay tal!
¡Aire, aire!, si el viento no me trae tu olor,
instante a instante desgarro mi camisa como la flor.
¡Mejor la herida que tú me causas que el ungüento de otro!
¡Mejor tu veneno que de otro el antídoto!
Por el filo de tu espada será eterna nuestra vida.
Que se alegra nuestro espíritu, si por ti se sacrifica.
Y si me hieres con la espada, no gires las riendas del caballo,
que será escudo mi cabeza, y de la silla no apartaré la mano.
De tu ser tú, ve lo que ve cada mirada.
Y del saber, cada uno a su medida capta.
A ojos del pueblo, Hafez será amado sin par,
cuando corone su cabeza con el polvo de tu umbral.
CON UN VELO DE TINIEBLA
En los tiempos de la flor, de enmendarme de la bebida me avergoncé,
¡que nadie se avergüence de una conducta errada!
Nuestro bien es todo él una trampa del camino. Desde ahora,
escanciadora y testigo no me causarán vergüenza.
Acaso por su carácter noble el amado no pregunte,
que nos duelen las preguntas y avergüenzan las respuestas.
Por la sangre que ayer noche huyó del nido del ojo,
a ojos de los durmientes quedamos avergonzados.
Merece el narciso ebrio doblar la cabeza:
los modos y los reproches de aquel ojo le avergüenzan.
En el intento de ir en pos de ti no hemos cesado.
De este intento, gracias a tu compañía, no me avergüenzo.
Más hermoso que el sol tienes el rostro. ¡Loado sea Dios!
De ti no sentimos vergüenza ante el rostro del sol.
Con un velo de tiniebia se cubrió el agua de vida, avergonzada
ante los versos de Hafez y su talante de agua.
CUANDO NO SE HALLE EN MEDIO EL ALMA
Merece loanza dijeron cuantos oyeron
los visos que mencioné al describir aquella imagen.
El corazón entregué a un amigo hermoso, ufano, esbelto,
alegre y de talante excelso.
Alcanzar el amor y ser bohemio, fácil pareció al principio;
al final, por adquirir estas virtudes, ardió mi alma.
En lo alto de la horca canta Hal-lach dulcemente este acontecimiento.
No preguntéis a Shafei sobre cuestiones análogas.
Dije: cuándo perdonarás a mi alma cansada.
Dijo: cuando no se halle en medio el alma.
Durante el aislamiento, como tu ojo, ebrio era,
y ahora, hacia los ebrios me inclino, como tu ceja.
Cien diluvios de Noé vi desde el agua de los ojos,
mas no se borró tu imagen de la tabla de mi pecho.
Oh amigo, la mano de Hafez contra el aojo es amuleto.
¡Oh Dios, haz que la vea colgada ya de tu cuello!
ESTE BANQUETE
El juego del amor, la juventud, el vino granate,
la tertulia íntima, el amigo cómplice, el beber incesante;
la escanciadora de boca de azúcar, el cantor de dulces palabras,
el compañero de buena conducta, el amigo de intachable fama;
aquel testigo que el agua de vida envidia por su gracia y pureza,
el robacorazones, cuya hermosura y bondad enciende en celo a la luna llena;
el recinto del gozoso banquete, par al palacio del paraíso,
el vergel y sus alrededores, semejante también al. paraíso;
sentados en hilera, los buenos servidores educados,
atendiendo a los amigos, los ávidos señores del secreto y los amados;
amargo, fuerte, sabroso y ligero, el vino carmesí,
su cobertura, el granate de la amada, su interior, puro rubí;
la escanciadora cuya gracia saca la espada y saquea la razón;
el bucle de la amada tendiendo la trampa al corazón;
el elocuente experto, como Hafez, de dulce verbo,
el generoso, como Hachi Gavam,37 que ilumina el mundo entero.
Quien esta orgía rechace, aniquilada sea su alegría;
quien no ansie este banquete, sea ilícita su vida.
37. Visir de Sha Eshag, hombre de muy buena fama y con mucha influencia.
LA AVENTURA SIN FIN
Bienvenido, oh pájaro de agüero y mensaje alegre,
di, ¿qué noticias traes, dónde está el amigo, cuál es el amado?
¡Oh Dios!, que acompañe a esta caravana la gracia inicial,
hizo caer en la trampa al enemigo y al amado puso de nuestro lado.
La aventura entre el amado y yo no tiene fin,
pues fin no tiene lo que no tiene principio.
La flor superó el límite del orgullo, en un suspiro muestra tu rostro.
El ciprés presume y se excede, por Dios camina donairoso.
Mientras el bucle del amado anuda como un cíngulo,
vete, maestro, que el hábito para nuestro cuerpo ya no es lícito.
El ave de mi espíritu, que en el árbol del séptimo cielo cantaba,
por el lunar de tu rostro al fin ha caído en la trampa.
Mis ojos enfermos no concillan el sueño.
¿Cómo puede dormir el que a enfermedad mortal está sujeto?
Bien sé que no te apiadarás de mi corazón perdido.
He aquí mi denuncia, he aquí el tiempo, he aquí tu figura.
Hafez merece cumplir el deseo del arco de tus cejas:
en el rincón del mihrab se sitúan los que proceden de la elocuencia.
ENTREGARÁ EL ALMA
Vuélvete, escanciadora, que deseo servirte.
Ansio ser tu esclavo y rogar por tu imperio.
Pues la copa de la fortuna destella de tu luz:
salir de la oscuridad del estupor de ti requiero.
Lejos estoy, en apariencia, de la puerta de tu corte,
mas, por alma y corazón, de tu excelencia procedo.
Yo, qué nunca en la vida he viajado fuera de mi patria,
al verte, tal es mi amor, que estar fuera deseo.
Mar y montaña en el camino y yo cansado y débil.
Ayuda a mi voluntad, oh Jezr, de paso excelso.
Aunque ahogado en el mar del pecado por cien motivos,
como iniciado en el amor al lugar de la clemencia pertenezco.
No me reproches el errar y mala fama, ¡oh sabio!
Esta suerte para mí en el libro del destino leo.
¡Bebe vino!, que enamorarse, en mí, es un don heredado
por naturaleza. No es fruto de voluntad o intento.
Ante tus ojos, Hafez, entregará el alma.
Esto sueño, si mi plazo de vida lo alcanza.
POR TUS CABELLOS
Eres como la mañana. Yo soy la vela de la soledad del alba.
Sonríe y mira cómo pongo en tus manos mi vida.
Y pues mi corazón arde por tus rebeldes cabellos,
cuando muera, se mudará mi tumba en jardín de pensamientos.
En tu corte de deseos, por una mirada tuya
abrí la puerta de mis ojos, y de tus ojos me arrojaste.
¡Que Dios te guarde, oh fardo de tristeza! Te estoy agradecido:
cuando no tengo a nadie, tú no te apartas de mi cabeza.
Esclavo soy de la niña de mis ojos, que aunque de corazón negro
mil cuentas desgrana cuando las penas del corazón yo cuento.
Visible en todo lugar es nuestro ídolo,
mas nadie, sino yo, ve ese gracioso gesto.
Si por la tumba de Hafez pasa el amigo como un viento,
me romperé el sudario de entusiasmo en ese angosto hueco.
EN EL TALLER DE MI OJO
En el taller de mi ojo he dibujado la forma de tu rostro.
De una hermosa como tú, nunca vi imagen, ni palabra escuché.
Aunque me mido con el viento del norte, en pos de tí,
alcanzar el grácil ciprés de tu altura no logré.
Mi esperanza en la vida, en la noche de tu bucle no anudé.
La codicia de tu boca, del ansia del corazón corté.
¡Cuántas flechas de gracia lanzaste a mi corazón herido!
¡De tristeza, en tu reinado, cuántas cargas soporté!
¡Cuánta merced me otorgó el licor de tus labios de granate!
Buscando tu fuente pura, ¡cuántas gotas derramé!
Esperaba el señorío y me hice tu servidor,
anhelos de poderío a tus pies abandoné.
Del reino del amigo, oh brisa matutina, acerca el polvo.
Con la sangre del herido corazón de aquella tierra me perfumé.
Por culpa de tu ojo negro y de. tu cuello apetitoso,
yo, como un ciervo salvaje, del hombre a la fuga me lancé.
De sus dominios, una brisa, tal capullo, despeinaba su cabeza:
por su perfume, el velo del corazón sangriento desgarré.
Juro por la tierra que tú pisas y la luz de los ojos de Hafez,
que, sin tu rostro, la luz que emite mi vista no he de ver.
ME LIBERO Y ME LEVANTO
Las albricias de tu encuentro, ¿dónde están?, que de la vida me libero y me levanto.
Soy el ave celeste y de la trampa del mundo me libero y me levanto.
Si me llamas tu esclavo, juro por tu señorío
que del reino de la existencia y del lugar me libero y me levanto.
Oh Dios, de la nube conductora haz que llegue la lluvia,
antes de que, como polvo, del centro me libere y me levante.
En mi tumba, con vino y juglares, siéntate,
que, por tu olor, de la fosa bailando me libero y me levanto.
Ponte en pie y muestra tu figura, oh ídolo de movimientos suaves,
que de la vida y del mundo dando palmas me libero y me levanto.
Estréchame fuertemente una noche, aunque soy viejo,
que a tu lado, al alba, me libero y joven me levanto.
En el día de la muerte dame un momento para que, como Hafez,
de la vida y del mundo me libere y me levante.
NO HAY ESPERANZA DE ENMIENDA
¡Oh, ídolo!, tal pena me causa mi amor por ti, ¿qué hacer?
¿Hasta cuándo en esta pena de noche me quejaré?
Loco en demasía el corazón está para escuchar consejo,
acaso con la punta de tu bucle lo encadenemos.
Nuestra separación, lo que me hizo sufrir...
en modo alguno cabe en una carta su relato.
¿En qué ocasión, con un rizo de tu pelo
contaré uno por uno todos mis desasosiegos?
Cuando sienta deseos de ver mi alma,
crearé la visión del dibujo de tu dulce cara.
Si supiera que con ello encontrarte lograría,
perdería la fe y el corazón me modificaría.
Aléjate de mí, predicador, no cuentes fábulas.
Yo ya no soy aquel que escucha hipocresías.
No hay esperanza de enmienda en el vicio de Hafez.
Ya que el destino es así, ¿qué hacer?
HAGO MAR DE MIS OJOS
Hago mar de mis ojos, dejaré la paciencia en el desierto,
y en ese empeño lanzaré al mar mi corazón.
Del dolido corazón pecador haré un suspiro,
prenderé fuego en el pecado de Adán.
El corazón está alegre donde se halla el amado.
Acaso alcance con mi esfuerzo ese lugar.
Oh luna, tú que llevas el sol por corona, descíñete la túnica,
y, tal tu cabellera, que a tus pies caiga mi cabeza fascinada.
Ha dado en mi diana la Flecha del firmamento. Dame la copa,
que, ebrio, quiero ceñir el carcaj de los Gemelos.
Dispersaré algunas gotas en el lecho movedizo.
Haré que el eco del arpa abarque esta cúpula miniada.
Si apoyarse en los días, Hafez, es cosa irreal y errada,
por qué postergar el gozo de hoy hasta mañana.
LA TRAMPA DE LA SENDA
Hace ya tiempo que sirvo en esta taberna.
Con el vestido de pobreza hago el trabajo de los nobles.
Hasta que atrape en la trampa del encuentro al donairoso faisán,
bien escondido me guardo y la hora de la suerte aguardo.
A la verdad, el predicador no tuvo presto el olfato, presta tú oído a la palabra.
Lo que en su ausencia yo pronuncio, pronunciaré en su presencia.
A trompicones avanzo, igual que el viento de Saba, hasta el reino del amigo,
y ayuda yo solicito de los que me acompañan a lo largo del camino.
La tierra donde tú reinas no puede soportar ya tantos enojos.
Oh ídolo, favores has hecho, reduzco yo los enojos.
El bucle del amado es la trampa de la senda, y su flirteo, la flecha de perdición.
Recuérdalo, corazón, innumerables veces te he aconsejado.
La mirada pesimista oculta, oh clemente, que ocultas los fallos
de tantos atrevimientos como cometo en mi retiro.
Soy Hafez 38 en un cenáculo, y en otro, servidor de posos.
Advierte la broma, así las gasto yo con los hipócritas.
38. La palabra hafez significa: persona que sabe el Corán de memoria.
LA LUZ DE DIOS
En la taberna de los magos veo la luz de Dios.
¡Oh maravilla, ver semejante luz donde la veo!
¿Quién sirve los posos en esta bodega, oh Dios? pues en su puerta veo
la alquibla de las peticiones y el mihrab de los rezos.
No hagas ostentación ante mí, oh guía de peregrinos.
Tú ves la casa, y la casa Dios yo veo.
El aroma de almizcle liberar quiero del bucle de los ídolos.
Distante fantasía es, que confusamente veo.
Fuego del corazón, lágrimas vertidas, suspiro del alba, queja nocturna,
por gracia de vuestros ojos, todo esto veo.
A cada instante hace aflorar un aspecto de tu rostro la ilusión.
¿A quién decir todo lo que en este velo veo?
Nadie ha visto en el almizcle de Jotán39 ni en el de China,
lo que cada amanecer en el viento de Saba veo.
En nuestro círculo no hay un punto de fallo, nada sobra ni falta.
Que esta cuestión, sin cómo ni por qué, nítidamente veo.
Oh amigos, no echéis en cara a Hafez su juego de miradas,
que a él, entre los dilectos de Dios lo veo.
39. En el Himalaya.
BAILANDO 40
Gozoso el día en que parta de esta casa en ruinas
en pos del bienestar del alma y del Alma de las almas.
Con el cuerpo enfermo y el corazón impaciente iré,
como el viento de Saba, por amor de aquel grácil ciprés.
Sé bien que el extraño no alcanza a abrirse camino,
pero yo seguiré el perfume de aquel bucle huidizo.
Ante la cárcel de Alejandro, preso de terror está mi corazón.
¡Que se inicie la marcha!, iré hasta el reino de Salomón.
Como partícula, bailando, iré por su amor
hasta la orilla de la fuente del luminoso sol.
Si su camino he de seguir con la cabeza como el cálamo,
con el corazón partido iré, y con los ojos en llanto.
Un voto he hecho: si salgo un día de esta tristeza,
alegre iré hasta la puerta de la taberna y cantando un poema.
Los árabes no se duelen de ver mi pesada carga.
¡Oh, persas, ayudadme, que alegre y ligero vaya!
Si salir de este desierro no logro, como Hafez,
acompañaré el cortejo del visir Asef.
40. Se dice que este poema fue escrito por Hafez hallándose en Yazd (para él, la cárcel
de Alejandro), una de las pocas veces que salió de Shiraz (para él, el reino de
Salomón).
EN POS DE LA CARAVANA
No hemos venido a esta puerta en pos de pompa y gloria
vana: en busca de refugio por la mala fortuna hemos venido.
Peregrinos de la mansión del amor y del confín de la inexistencia somos,
y, tras mucho caminar, al lugar de la existencia hemos venido.
El verdor de tu señal hemos visto y, del jardín del paraíso,
a zaga de esta hierba de amor hemos venido.
Con este tesoro que custodia Gabriel, a mendigar
a la puerta de la morada del rey hemos venido.
¡Oh nave del triunfo!, ¿dónde está el ancla de tu paciencia?
que al mar de la piedad, náufragos de los pecados, hemos venido.
Si se pierde el honor, ¡llueve, oh nube que encubres las faltas!
pues a la corte de los hechos, con un informe negro hemos venido.
Despójate, Hafez, de ese hábito de lana,
que, con fuego de suspiros, en pos de la caravana hemos venido.
REBELDES INSUMISOS
Ven, pasemos por el camino de la taberna,
que por un trago todos necesitamos esta puerta.
El primer día, cuando de amor y bohemia departíamos,
estaba claro que sólo ese camino seguiríamos.
Aquí, donde se van de Yamshid trono y gloria con el viento,
mejor es beber vino, que no debemos entristecernos.
Para alcanzar sus labios de granate, el corazón ansioso
nos ha sentado en la sangre del corazón, tal rubí rojo.
¡Predicador!, no nos aconsejes, somos rebeldes insumisos.
Pisamos el reino del amigo, no miraremos el paraíso.
Cuando bailando los sufíes entran en aquel estado,
también nosotros, como truco, levantamos la mano.
En perlas y granates se convirtió la tierra por tu vino.
¡Nosotros, pobres, ni tierra somos ante tu pie divino!
Antes de que nos deje esta amada vida, que se escapa,
permite que pasemos alguna vez delante de tu cara.
Hafez, pues no hay acceso a las almenas del palacio celeste,
quedémonos en el umbral de esta puerta para siempre.
¡ROMPAMOS EL TECHO DEL CIELO!
Ven, y esparzamos las flores y echemos vino en la copa,
propongamos un mapa nuevo, rompamos el techo del cielo.
Si la tristeza pone en marcha sus tropas para verter la sangre de los amantes,
mi escanciadora y yo nos uniremos para desfondar sus bases.
En cáliz de vino púrpura, esencia de flor derramaremos.
En pos de la brisa de circular perfume, azúcar verteremos en el vaso de incienso.
Si anhelas el jardín del Edén, ven con nosotros a la bodega:
situado junto al tonel, te lanzaremos, sin más, al río del paraíso.
Unos se exceden hablando del intelecto, otros inventan delirios.
¡Ven, y llevemos ante el juez estas ideas!
Ahora que el laúd perfecto está en tus manos, juglar, canta una canción hermosa,
para que, taconeando y dando palmas, nuestra cabeza despeñemos.
Oh viento de Saba, lleva la tierra de nuestro ser ante aquella excelencia,
para que así contemplemos el umbral del rey de los perfectos.
En Shiraz no cultivan el arte de cantar ni la elocuencia,
ven, Hafez, y que nos arrojen a otra tierra.
EL TRAGO DE LOS BOHEMIOS
No hablamos mal de nadie y no nos inclinamos contra la verdad.
No ennegrecemos los ropajes de nadie ni oscurecemos nuestro oscuro hábito.
No escribimos palabras confusas en el cuaderno de la ciencia.
El misterio de la verdad no confundimos con carcas de juegos malabares.
Hablar de los derviches y de los opulentos, poco o mucho, es malo.
Bueno es el hecho, malo en absoluto realizarlo.
Si algún celoso habló perversamente y algún amigo se disgustó,
dile: sé alegre tú, nosotros no escuchamos la estulticia.
El cielo rompe el barco de los señores del arte,
mejor es no apoyar este mar colgante.
A ojos de los caminantes guiamos bien el universo.
Ni en la silla dorada pensamos, ni en el caballo negro.
Si el rey no bebe con respeto el trago de los bohemios,
nosotros desdeñamos el vino puro y refinado.
Hafez, si el enemigo dijo mal no hagamos caso,
si habló concorde con la verdad, con la palabra verdadera no discutamos.
TRAS EL ESPEJO
Muchas veces he dicho y de nuevo digo que yo,
de amor vencido, en esta senda no avanzo por mí mismo.
Tras el espejo, me han retenido en calidad de loro.
Lo que ha dicho que diga el primer maestro digo.
Sea yo flor o bien sea una espina, hay un experto en verdor,
y broto por la mano que me cultiva.
No me riñáis, amigos, que estoy sin corazón, atónito.
Tengo una perla y busco un perito de clara vista.
Es falta unir el hábito de mil colores y el vino rojo,
pero no os enojéis, lavo con su color el de la hipocresía.
Otra es la causa de la risa y el llanto de los enamorados.
La poesía me ocupa por la noche, y el llanto, al despuntar el día.
Dijo Hafez: de la taberna no huelas ni la tierra del umbral.
Dile: no hagas reproches, que yo huelo a almizcle de Jotán.
BUSCA EL ENCUENTRO
Enmascara el pétalo del jacinto negro,
o sea, cúbrete el rostro y destruye el mundo.
Deja que gotee e\ sudor de tu cara y llena de agua de flor
el jardín todo, tal los cristales de nuestros ojos.
Abre con gracia el ebrio narciso lleno de sueño
y haz que, avergonzado del ojo, duerma el narciso esbelto.
Y, pues tu hábito y costumbre es dar muerte a los que aman,
con sangre de nuestro corazón tiñe la espada de rencor.
Nuestra fortuna y tu humor hemos probado,
haznos reproches y para el enemigo saca las copas.
Los días de la flor, como la vida, aceleraron su marcha.
Oh, escanciadora, del vino púrpura acelera la ronda.
El olor del pensamiento aspira y atrapa el bucle del amado.
Observa el color del tulipán y en pos del vino decide dar un paso.
Hafez busca el encuentro por el camino de la oración.
Oh, Dios, la oración acepta de quien tiene cansado el corazón.
ATRAPA EL LEÓN DEL SOL
Arruina el bazar de hechicería con un gesto grácil.
Con un flirteo arruma el crédito y la prosperidad de Sameri.41
Deja que el viento se lleve la cabeza y el turbante de todos,
o sea, vístete con majestad, de rompe y rasga, y arruínalos.
Di al bucle que abandone los modos de rebeldía
y al guiño dile que arruine el corazón tirano.
Sal a jugar con gracia y apodérate de la pelota de bondad.
Pon en su sitio a la hurí y arruina el éxito del hada.
Con la gacela de tus ojos atrapa al león del sol.
Con tus cejas parejas, el arco de Júpiter.
Cuando esté el bucle de jacinto por el hálito del viento perfumado,
arruina su precio con tu bucle almizclado.
Oh Hafez, cuando vende elocuencia el ruiseñor,
hablando en lengua persa, arruina tú su dimensión.
41. Hechicero de tiempos de Moisés.
EL VERDE CAMPO DEL FIRMAMENTO
Vi el verde campo del fírmamento y la hoz de la. luna.
Recordé mis cultivos y el tiempo de segar.
Dije: oh fortuna, re has dormido, y el sol alienta.
Dijo: a pesar de todo, de lo primordial no desesperes.
Di al cielo: no presumas de tal grandeza, que en el amor
un grano de cebada dan por la luna, y por las Pléyades, dos.
Si vas al cielo, como el Mesías, puro y despojado,
de tu lámpara llegarán al sol un centenar de rayos.
No confíes en la estrella nocturna, que este ladrón
la corona de Kavus y el cinto de Cosroes42 robó.
Aunque el pendiente de perla y de granate realza la oreja,
oye el consejo: fugaz transcurre la buena época.
Lejos esté de esa tu peca el mal de ojo, que en el tablero de la belleza
movió sólo un peón, y del sol y la luna se llevó una prenda.
El fuego del falso ascetismo quemará la cosecha de la fe.
¡Quítate este hábito de lana y vete, Hafez!
42. Kavus y Cosroes, dos reyes persas.
HA SIDO EL HADO
Si el de caligrafía negra y perfumada nos hubiera escrito,
nuestro papel, la rueda de los tiempos no habría enrollado.
Aunque la separación dará el fruto del encuentro...
¡si tal semilla el primer jardinero no hubiera sembrado!
La paz eterna ha conseguido aquel que, en este lugar,
por amiga tiene una hurí, y por hogar, un paraíso cerrado.
Por el jardín de Eram y el orgullo de Shadad43 no cambies,
en los límites del campo, una botella de vino y besar un labio.
En las lides del amor no se puede exigir gran fortuna:
si no hay almohada de oro, con un adobe nos conformamos.
¿Hasta cuándo sufrirás por este mundo, oh corazón sabio?
Me duele que la belleza se enamore del espanto.
La inmundicia del hábito es el mal del universo.
Un caminante recto y puro, ¿dónde lo hallamos?
¿Por qué abandonó tu bucle, Hafez?: ha sido el hado.
Di, ¿qué hubieras hecho, de no haberlo abandonado
SOBRE EL SOL, SOMBRA
Oh tú que la luna enmascaraste con tus negras ondas,
concediste la gracia de arrojar sobre el sol, sombra.
¿Qué hará tu ufana cara con nosotros,
ahora que has dibujado el agua de tu rostro?
Confiaste el tesoro de tu amor a nuestro corazón desmoronado.
Sobre este rincón en ruinas, echaste la sombra del buen hado.
Atención al agua de aquel rostro, que los leones por su causa
quedaron sedientos, y los héroes sucumbieron al agua.
A los que velan les robaste el sueño y, luego,
acusaste a las ilusiones de ladrones del sueño.
Alégrate, que has destronado en belleza a las hermosas de Jalach.
Pide la copa de Cosroes ya que venciste a Afrasiab.
En el lugar de epifanía te quitaste el velo de la cara,
y así el velo de vergüenza tiraste sobre la hurí y el hada.
Pues en el trono de Yamshid al rostro deseado del testigo
la máscara arrancaste, de la copa que refleja el universo bebe vino.
Cada cual, de la vela de tu rostro, a su modo se enamora.
De entre ellos, sólo la mariposa arrojaste en la zozobra.
Por el hechizo de tus ojos ebrios y tus labios de granate que adoran el vino,
hiciste caer a Hafez, el solitario, en el vino.
Y para cazar mi corazón, la cadena de tu bucle a mi cuello
lanzaste, como el lazo del rey, de los cuellos, dueño.
Nosrat ud-Din Sha Yahya, a los enemigos de su reino,
mediante su espada los arrojó al agua igual que al fuego.
EL PLANTO DE LA TÓRTOLA
Del reino del Amigo llega el suave viento de año nuevo.
Si de ese viento buscas favor, encenderás la lámpara del corazón.
Con la palabra velada digo: del capullo sal como la flor,
que el sultán de año nuevo sólo por cinco días da la orden.
Como la flor, si tienes cinco céntimos, por Dios, gástalos para gozar,
que a Coré le causó harto extravío la locura de almacenar el oro.
El cáliz de la flor tanto ha embriagado al ruiseñor de vino granate,
que a la rueda turquesa ha dado el tono de victoria.
Para satisfacer el deseo, ¿cuál es la vía? Dejar el propio deseo.
Y el tocado señorial es quitarse esta corona.
El orgullo de la ciencia no ha de apartarnos de las causas del rapto.
Ven, escanciadora, que al ignorante es más grato el alimento asignado.
Tengo un vino tan puro como el alma, pero el sufí lo rechaza.
¡Oh Dios, que al hombre prudente no le toque la desgracia!
¿A qué se debe el planto de la tórtola a la orilla del arroyo?
¿Acaso, como yo, alberga en su seno una tristeza eterna?
De ti se separó tu dulce amigo, siéntate ahora sola, oh vela,
que es dictamen del cielo: o aceptas o te quemas.
Vete al jardín, del ruiseñor aprende las claves del amor.
Ven al cenáculo, que has de aprender a decir poemas de Hafez.
MEJOR
Este hábito que tengo, donde está el vino, mejor.
Y este libro sin sentido, ahogado en puro vino, mejor.
Malgasté tanto mi vida que, al darme cuenta,
en la taberna arrinconado, hecho una ruina, mejor.
Del ser derviche, lejos está el pragmatismo.
El pecho lleno de fuego y llenos de agua los ojos, mejor.
Con los otros no hablaré del estado del corazón del devoto,
si esta historia relato, con arpa y laúd, mejor.
Mientras sin pies ni cabeza el universo se halle,
la copa llena en la mano y en la cabeza el ardor por la copera, mejor.
Sí, mi corazón no aparto de uno, amante, como tú.
Si soporto lo que sufro por aquel bucle, mejor.
Ahora que ya estás viejo, Hafez, abandona la taberna:
la bohemia y los caprichos, cuando se es joven, mejor.
UNA GOTA DE ROCÍO
Lleno está el pecho de dolor, por un ungüento, ¡qué daría!
El corazón de soledad agoniza, ¡por un íntimo amigo, qué daría!
¿Quién tiene ojos de paz con un cielo galopante?
¡Oh escanciadora, dame la copa que me apacigüe un instante!
Dije a un vidente:44 observa este estado. Se rió y dijo:
Difícil día, sorprendente tarea, mundo agitado.
En el pozo de paciencia ardí por aquella hermosa.
Decid: ¿dónde hay un Rostám?, 45 el rey de los turcos nos abandona.
Paz y seguridad, en el juego amoroso, son una plaga.
Herido sea el corazón cuyo dolor un ungüento reclama.
Para deseo y presunción no hay vía en el reino de los bohemios.
Es caminante aquel que prende fuego, no anodino inexperto.
En este mundo terrenal, un hombre no se alcanza.
Hay que crear de nuevo al hombre, hay que crear otro universo.
Levántate y tu amor entrega al turco de Samarcanda,
cuya brisa huele a los jardines de Bujara.
Ante el tesoro del amor, el llanto de Hafez, ¿qué valor ha adquirido,
si en esta tempestad de siete mares es una gota de rocío?
44. La palabra empleada, zirak, quiere decir astuto, inteligente. Hay que interpretarla aquí haciendo hincapié en la capacidad de ver más allá de los hechos concretos.
45. Héroe persa protagonista de El libro de los reyes, de Ferdosi
MIL ÍDOLOS DEL AIRE
Yo soy tu seguidor, oh Alma, y sé que lo sabes,
pues que ves lo invisible y lo no escrito lees.
El que hace reproches, ¿qué entiende del nexo entre amante y Amado?
No ve el ojo invidente lo sutil del misterio velado.
En aquella ceja que anuda el corazón está la labor del impaciente.
Siéntate un poco, por Dios, y desata el nudo de la frente.
¡Suéltale el pelo y haz que el sufí mueva los pies y baile,
para que cada parche de su hábito lance mil ídolos al aire!
Al prosternarse ante Adán, el ángel por ti besó la tierra,
que en tu belleza halló algo más que la humana manera.
La brisa del bucle del amado enciende los ojos nuestros.
¡Que a un viento de agitación, oh Dios, no sucumba este encuentro!
En el sueño del alba se desvaneció la diversión nocturna.
Oh corazón, sólo conoces el valor del tiempo si se te apura.
Dolerse de los compañeros no es norma de la caravana.
Recuerda tiempos gratos, las penurias de la vía aguanta.
El acecho de su bucle, Hafez, es un espejismo.
Sé cauto, y del deseo imposible no muevas el círculo.
NI UNA BOLA GOLPEAS
Oh corazón, nunca pasas por el reino del amor.
A tu alcance están los medios, y no lo haces.
La sangre hierve en tu pecho, y no la viertes
por el color y perfume de algún ídolo.
En el hábito de tu alma hay cien vesículas de olor,
que no inmolas por el bucle de un amigo.
Tienes el mazo en la mano y ni una bola golpeas.
El halcón está en tu puño, y nada cazas.
Tiras al suelo la sutil copa llena de vino
y el asedio de la sed das al olvido.
Tu humor no se perfumea, pues, al contrario que el viento,
no atraviesas los dominios del amigo.
Temo que de este jardín no cojas ni un ramillete,
pues ni una espina soportas del tallo esquivo.
Vete, Hafez, que aunque es lo que, con halagos,
todos hacen, no sirves tú al rey del siglo.
COMO TU SABES
El alba de la bienaventuranza sopla hacia donde tú sabes.
Por el reino de quien sabes, pasa cuando tú sabes.
Del secreto retiro eres heraldo, y te esperan.
Acude no por mandato, sino tal como tú sabes.
Di que me huye de la mano el alma amada.
Insufla en ella, con tu boca granate, lo que tú sabes.
Dos palabras he escrito de un modo que nadie entiende.
Por tu majestad y grandeza, léelas como tú sabes.
Tu espada y nosotros somos como el sediento y el agua.
Al cautivo que prendiste, mátalo como tú sabes.
¿Cómo anudar la esperanza al cinturón de brocado,
pues queda junto a un detalle que tú sabes?
En este asunto, Hafez, da igual el turco que el árabe.
Cuenta la historia de amor en la lengua que tú sabes.
EL MISTERIO DE LAS ESENCIAS
Al alba el bondadoso mensajero de la taberna dijo:
regresa, que eres decano de esta corte.
Bebe un trago de vino, como Yamshid, que la copa que refleja
el universo con su luz te informará del misterio de las esencias.46
En la puerta de la taberna hay mendigos bohemios
que retiran y entregan la corona real.
Sobre adobe, su cabeza, y su pie, sobre siete estrellas.
¡Observa qué poderosa mano y qué puesto elevado!
Nuestra cabeza en la puerta de la taberna cuyo tejado,
¡desde una pared tan baja!, hasta el firmamento llega...
Con los mendigos del umbral, ¡oh caminante de la vía!,
si del secreto de Dios eres partícipe, pórtate con cortesía.
No cruces esta etapa sin que Jezr te acompañe:
acechan las tinieblas, teme el peligro de extravío.
Si te ofrecen el reino de la pobreza, oh corazón,
se extenderá de luna a luna tu propiedad menor.
Tú no sabes llamar a la puerta de la pobreza,
ni el puesto de dignatario ni la corte del reino de Turan te pierdas.
Oh Hafez de desmedida codicia, avergüénzate un poco de estos sucesos,
¿cuáles son tus hechos, que aspiras al paraíso supremo?
EN LA COPA DE ESMALTE AZUL
¡Oh rey de los santos, la tristeza de la soledad me hace gritar!
Sin ti agoniza mi corazón, hora es de que regreses.
¡El dolor que me causas es, para mí, curación en el lecho del fracaso!
Tu recuerdo, mí íntimo compañero en el rincón solitario.
El ansia que despierta en mí tu ausencia, de ti me alejó tanto
que se me escapa la firmeza de la paciencia.
La flor de este jardín no conserva siempre su frescura,
ayuda a los débiles mientras tu poder perdura.
Anoche me quejé al viento de sus bucles.
Dijo: Yerras, deja este vano pensamiento.
Cien vientos de Saba bailan aquí enlazados.
Este es el amigo, oh corazón, al viento no confíes tu paso.
¡Oh Dios! ¿A quién confesar este detalle?: en el universo
aquel testigo omnipresente no deja ver su rostro a nadie.
Escanciadora, la hierba y la flor carecen de color sin tu rostro.
Para adornar el jardín, haz que el boj camine donairoso.
En el círculo del destino nosotros somos el punto de sumisión.
Gracia es lo que tú piensas, sentencia lo que ordenas.
El pensamiento propio y el propio voto no se dan en el mundo de los bohemios.
En esta fe es herejía el egoísmo y el atender al íntimo deseo.
Debido a este Círculo miniado me sangra el corazón, dame vino.
Buscaré en la copa de esmalte azul la palabra de este enigma.
La noche de la separación llegó a su fin, Hafez, he aquí el encuentro de perfume grato.
¡Bendita sea tu alegría, oh loco enamorado!
46. Malakut, el universo angélico. Véase glosario en el enlace a pie de página.
EN EL CENOBIO DE LOS MAGOS
En el cenobio de los magos no hay otro loco como yo:
vino y libro en depósito tengo en un lugar, y en otro, el hábito.
El corazón, que es el espejo vero, lleno es de polvo.
A Dios le pido que me acompañe un hombre iluminado.
Trae el barco del vino, que sin el rostro del amado
cada rincón del ojo mi corazón doliente en un mar ha trocado.
De mis ojos, en las faldas, arroyos han manado.
Acaso junto a mí planten así un ciprés muy alto.
Arrepentido ante la mano del ídolo vendedor del vino, digo:
no volveré a beber sino en presencia del rostro que de las fiestas es ornato.
No te inquietes si así se jacta el narciso de tus ojos.
No siguen a los ciegos los que de vista están dotados.
La clave de esta historia acaso la vela la desvele,
ya que la leve mariposa no ha de lograrlo.
Si no es ella y la copa de vino nada me importa nada.
No me hables de otra a mí, que a esa amada idolatro.
Me complace esta historia que en el umbral de la taberna,
con flauta y con pandero contaba, al alba, un cristiano:
Si esta que Hafez profesa es la fe musulmana,
¡ay! si al día de hoy le sigue algún mañana.
EY, CIERVO SALVAJE 47
Ey, ciervo salvaje, ¿dónde estás?
Harto conocimiento de ti tengo.
Dos solos y dos desorientados, dos huérfanos,
dos trampas a la espera, en derredor.
Ven, que conozcamos mutuamente nuestro estado,
si podemos, busquemos mutuamente nuestra meta.
Veo que en esta confusa llanura
pasto no hay, seguro y bueno.
¿Quién será, decid, oh bienamados,
el amigo de los solitarios, de los desconocidos, el Amado?
Tal vez aparezca Jezr, de bendito paso,
y arroje luz la gracia de su voluntad.
Tal vez llegue la hora de la lealtad,
oh mi augurio, no me lances al viento en soledad. 48
Recuerdo así lo que el sabio anciano dijo,
algo que jamás olvidaré.
Un día, a uno que andaba por aquellas tierras,
un rend, 49 que estaba en el camino, dijo con gracia:
«Oh caminante, ¿qué llevas en el atillo?,
ven a poner una trampa si tienes grano».
Le contestó: «sí, tengo grano,
pero Simorg merece ser mi caza».
Dijo: «¿cómo puedes hallar su morada
si hacia su nido no hay señales?»
Dijo: «aunque este punto es insalvable,
la desesperación es también un obstáculo».
¿Qué significa mi deseo en este caso,
cuando ya el rico sol reparte el oro?
Mientras siga en mi cuerpo mi alma,
que beba yo un sorbito de su copa.
Cuando haya partido aquel ciprés andante, experto,
alerta observa, tal rama de ciprés.
No dejes escapar la copa de vino junto a la flor,
pero está atento al tiempo, pues tiene mal vino.
A la orilla de las fuentes y junto a un arroyo,
la humedad de una lágrima y un diálogo consigo mismo.
Con el recuerdo de los que partieron y amaban,
compórtate tal nube de primavera.
Cuando, quejumbrosa, el agua que corre se te acerque,
con el agua de tu propio ojo, confórtala.
No aguantó aquel muy antiguo compañero.
¡Musulmanes, musulmanes, por Dios!
De modo tal, con el filo de la separación me hirió, el cruel,
que se hubiera dicho que no nos conocíamos.
Se fue y llenó de tristeza mi ser alegre.
Hermano a hermano, ¿cuándo tal cosa hizo?
Acaso Jezr, de bendito paso, logre
que llegue a aquel único, este solitario.
Tú, fíjate en la perla y deja la joya falsa.
El modo que no sea ejemplar deja.
Cuando en ondas deslizo el pez de mi pluma en la escritura,
pregunta por el sentido de la aleya de «el nun y la pluma».
El alma y la palabra he mezclado,
y he sembrado en ello la semilla adquirida.
El vigor de esta obra es evidente.
Quintaesencia es de la bella poesía y alma de sus componentes.
Ven, trae un aroma de dulce esperanza,
perfuma eternamente el olfato del alma.
Que este perfume del ceño de la hurí procede,
no de aquel ciervo que de la gente huye.
¡Oh amigos!, conoced el valor el uno del otro
y abandonad el valle de la separación.
Los tratados de quien os aconseja resumen esto:
el hondero de la separación está emboscado.
Escucha en este valle la voz del torrente;
¡por un grano de cebada, mil arrobas de sangre de indefensos!
El ala de Gabriel aquí están quemando,
para que enciendan con ella los niños el fuego.
¿Quién tiene valor para hablar aquí?
¡Loado sea Dios!, ¡qué grandeza la de aquí!
47. Este poema y el siguiente están escritos en estilo de masnaví, cada medio verso rima
con su pareja, rima que no tiene nada que ver con la empleada en los demás versos.
La mayoría de los poemas de Hafez están escritos en forma de gazal, en la cual
todos los versos siguen la rima del primero.
48. La mitad de este verso está escrita en árabe.
49. Véase la palabra «bohemio» en el glosario en el enlace a pie de página.
CANTO DE LA ESCANCIADORA
Ven presto, escanciadora, con el vino del rapto,
que perfección otorga y gracia multiplica.
Sírveme ya, copera, que, descorazonado,
de ambos bienes divinos mi cesta está vacía.
Tráeme el dicho vino: su imagen en la copa,
a Yamshid y a Cosroes enviará noticia.
Sírveme pues, en tanto con la voz de la flauta,
de Yamshid y de Kaus, relataré la vía.
Oh escanciadora, aquella alquimia de victoria
une el tesoro de Coré y de Noé la vida.
Sírveme sin demora para que abran las puertas
de la abundancia y de la inmortalidad a tu vista.
Ven con el vino aquel que aún en la inexistencia,
de visión, en la copa de Yamshid, presumía.
Y confirmada ya la visión esta por la copa,
como Yamshid, conozca de la Rueda el enigma.
Cuéntame de los giros de este mundo gastado
y recuerda los reyes de los pasados días.
Este mundo en ruinas es el mismo que ha visto
el suntuoso palacio que Afrasiab50 regía.
¿Qué se hizo de Piran, comandante de tropas?
¿A do fue Sheidé, que el alfange esgrimía?
El viento se llevó la corte y el palacio
y borró la memoria de aquella losa fría.
Mas prosigue el desierto en su dimensión pura,
allá do los ejércitos de Salm51 y Tur caían.
Yamshid con sus tesoros y su trono lo dijo:
no vale un solo grano tal morada huidiza.
Acércate, copera, con el fuego encendido
que Zoroastro ansiaba y la tierra escondía,
porque los congregantes de la ebriedad aceptan
ora fuegolatría, ora mundolatría.
Ven presto, escanciadora, que el oculto embriagado
en la misma taberna su residencia fija.
Sírveme sin medida, que el descrédito busco:
por el vino y la copa aspiro a la ruina.
Trae el licor aquel que el pensamiento inflama,
que si el león lo bebe arde el bosque enseguida.
Cazador de leones, romperé el firmamento
y la trampa del lobo con la copa divina.
Oh escanciadora, ven, trae el vino que une
con la esencia del ángel la hurí paradisíaca.
Que por todos mis poros daré paso a su fuego,
que al olfato del juicio da una eterna alegría.
Dame, pues, ese vino, que otorga realeza,
que el mismo corazón su pureza atestigua.
Dame el vino, que acaso de defecto me limpie,
y del gozo me yerga desde la tumba mía.
Mientras es mi morada el jardín de los santos,
entablillado al cuerpo aquí estoy noche y día.
El espejismo dame, y el rostro de fortuna
observa. Y el tesoro de la ciencia en mi ruina.
Yo soy aquel que al sostener la copa con la mano
en su espejo contempla cuanto existe y respira.
En la ebriedad toco la puerta de la abstinencia.
Tengo aliento de rey, aunque de harapos vista.
El que se embriaga pule la perla de los secretos,
que en la inconsciencia no se oculta el misterio.
Cuando Hafez, en su ebriedad, compone un himno,
con arpa lo acompaña Venus en su giro.
¿Cantor, dónde te hallas? Acude con el arpa
y con su voz recuerda aquel himno real,
para que gozar pueda del rapto y la alegría
y aquel «juego del hábito» empiece yo a bailar.
Cantor, toca aquel himno para los compañeros
y entona con el arpa ahora ese cantar:
Albricias de victoria desde los cielos llegan.
Yo, contra el enemigo, tendré oportunidad.
Cantor, compón canciones de júbilo y de rapto,
y empieza el recitado con dichos y gazal.
El peso de mi pena al suelo me ha clavado,
levántame, tañendo, del aciago lugar.
Cantor, acompañado del arpa melodiosa,
entona sin demora aquel himno real.
De alegría corona el alma de los santos
y menciona a Parviz e igualmente a Barbad.
Trae la partitura, el tono, los armónicos,
y está atento al custodio del secreto crucial.
Eleva de tal modo la voz en juglaría
que Venus con su arpa se disponga a bailar.
Toca en la escala misma que al sufí pone en trance
y al deseado encuentro lo lleve la ebriedad.
Cantor, el daf52 y el arpa resuenen en tus manos
y con gozoso júbilo inicia ya el cantar.
Encinta está la noche, ¿qué dará a luz el alba?
Claro engaño relata el universo falaz.
Cantor, siento nostalgia, toca ya esas dos cuerdas,
que en soledad te hallas tú por la unicidad.
Albricias hímnícas a los ebrios envía
y a los amigos que partieron saludos da.
Tiene el eón53 intención pendenciera:
los seductores ojos del amado, yo y la ebriedad.
Lleno de asombro estoy por los giros del círculo.
Dime, la tierra, ¿a quién quiere atrapar?
Cuando vuelva tal centella encendida a prender fuego,
¿la lámpara de quién será la que arderá?
Del cántaro la sangre en la copa derrama,
viértela aquí que de resurrección es el lugar.
Falaz, el universo un engaño relata.
Encinta está la noche, ¿qué dará a luz el alba?
50. Rey de Turan, enemigo de Irán. Piran y Sheidé eran jefes de su ejército.
51. Salm y Tur, dos comandantes que estuvieron al mando de grandes ejércitos.
52. Pandero de gran tamaño usado por los sufíes durante la samá.
53. Véase glosario en el enlace a pie de página.
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