Hoy vivimos una situación difícil en todo el planeta caracterizada por la pobreza creciente de grandes regiones, llevando a miles de seres humanos que sufren la violencia económica a abandonar sus países y llegar a suelo europeo, en búsqueda de una vida mejor.
Si en el 2008 el Parlamento Europeo impuso la llamada “Directiva de la Vergüenza”, ascendiendo a 18 meses de encarcelamiento de inmigrantes en los más de 280 CETI (Centros de estancia temporal para inmigrantes) en suelo europeo; y el gobierno español lanzó el retorno voluntario como medida para quitarse de en medio a ciudadanos molestos que ya no responden a sus intereses mezquinos; ahora en el 2009 asistimos a una verdadera extorsión y aniquilación de los derechos de las minorías étnicas y grupos sociales de inmigrantes que viven en Europa.
Las políticas migratorias quedan limitadas a la persecución en las calles de muchas ciudades de Europa. Así pues asistimos a una deshumanización creciente de las leyes que se refleja en el anteproyecto de modificación de la Ley de Extranjería en España, en el cual se dificultará la justicia gratuita de extranjeros en régimen irregular, quedando totalmente desprotegidos y sin derecho a una vida digna.
O el caso de la Ley de Seguridad aprobada en Italia, que aplica el ideario represivo y xenófobo de la Liga Norte sobre inmigración ilegal. Con el propósito de permitir a los médicos denunciar a sus pacientes si éstos residen irregularmente en el país, legalizar las llamadas "rondas padanas" (patrullas de ciudadanos sin armas que vigilen en las calles a los ilegales) y condenar hasta cuatro años de cárcel a los expulsados que no abandonen el país.
Millones de inmigrantes son tratados con hipocresía por una sociedad que explota su mano de obra mientras les niega derechos elementales como el derecho al voto.
Entre otros muchos, cabe mencionar el objetivo del gobierno galo de expulsar a 27.000 irregulares, o la ley del retorno voluntario de aquellos inmigrantes en España que han quedado en paro y dejan de ser productivos para los intereses particulares del gobierno. Tal como si se tratara de objetos con los que se mercadea y se les devuelve a la agonía y desidia producto de la violencia económica generada por los países dominantes que mantienen sumidos en la miseria a los países de origen de los inmigrantes.
Todas estas situaciones, no son la suma de crisis particulares, estamos ante un fracaso global de un sistema violento e inhumano, cuya metodología de acción es la violencia y cuyo valor central es el dinero.
Este paisaje que impone el Parlamento Europeo, a través de sus crueles leyes de extranjería, repercute directamente en la convivencia y el diálogo entre culturas. Desviando del problema de fondo hacia prejuicios sociales, levantando sospechas entre la población, culpando de esta manera a los inmigrantes del deterioro de la sanidad y la educación públicas y de poner en peligro el acceso a los servicios sociales. Haciendo creer a la población que la crisis disminuirá si se invierte en el control de los inmigrantes, de manera que en lugar de destinar los recursos a la mejora de las condiciones de vida precarias de los ciudadanos, migrantes o no, se destinan a una caza de brujas cada vez más sangrienta y cruel.
La prohibición y penalización de alquiler de viviendas, o la acogida de inmigrantes en las casas de la población italiana, o la sanción a españoles que apoyen económicamente de forma solidaria a los “ilegales” serán sancionados con una multa que podrá ascender a los 30.000 euros. Son algunas de las muchas muestras de las políticas de inmigración, que desde una deshumanización creciente, mantienen el interés en que no exista acercamiento entre seres humanos procedentes de diferentes países, fomentando de esta manera el desconocimiento de las culturas.
Por eso exigimos hoy derogar las leyes de extranjería, que consagran la discriminación e invitamos a fortalecer todo punto de encuentro entre culturas y creencias.
Es necesario denunciar toda forma de violencia y discriminación y sumar a las culturas en la tarea conjunta de superar la desigualdad, la violencia económica, psicológica y otras.
Es necesario denunciar la falsa cooperación al desarrollo, basado en negocios asimétricos que ahondan la pobreza y dependencia de los así “ayudados”. Sabemos que la verdadera cooperación pasa por compartir tecnología, a pesar de los intereses de las grandes corporaciones.
Queda patente que se invierte cuando hay interés por parte de diversos gobiernos de Europa, tal como es el caso por ejemplo de Somalia donde se espera que “el desarrollo” y un gobierno estable ayude a limitar o anular el secuestro de barcos, con las molestias que eso produce a las grandes empresas.
La comunicación entre culturas se da en la lucha por superar la violencia que nos separa. Resaltando aquellos aspectos positivos de cada cultura, los momentos humanistas en su historia, y lo que tenemos de común. Poniendo el énfasis en lo que nos une y no en lo que nos separa.
El diálogo entre culturas, así como la comunicación entre las personas debe aportar conciencia de los verdaderos problemas, lucidez y energía libre para generar otras condiciones sociales, donde en lugar de creciente desconfianza y violencia entre culturas, prevalezca el diálogo, el respeto mutuo y la reconciliación. En lugar de homogeneización, haya diversidad convergente. Y en lugar de fragmentación, caminemos juntos en la construcción de la Nación Humana Universal. Giorgio Schultze. 14-06-2009