sábado, 27 de febrero de 2010
Cambiar el mundo sin tomar el poder. John Holloway. 27-02-2010
Transcripción de un vídeo de O. Ressler,
grabado en Viena, Austria, 23 min., 2004
"...Me llamo John Holloway y vivo en Puebla, México. Imparto clases de sociología en la Universidad de Puebla. Entre mis principales intereses, se encuentran la crítica del capitalismo e intentar idear un sistema que nos permita escapar de esta terrible sociedad que hemos creado, para erigir un mundo más humano.
Si analizamos los hechos acontecidos en el último siglo, los gobiernos revolucionarios de Rusia, China y Cuba, aunque en el caso de Cuba la situación sea un poco más complicada, o si examinamos los gobiernos reformistas o los gobiernos que han llegado al poder gracias a un sistema electoral, podremos comprobar que no sólo constituyen una terrible decepción a escala mundial, sino también una terrible desilusión.
No existe constancia de que ningún gobierno de izquierdas haya podido poner en práctica los cambios anhelados por todos aquellos que han luchado por conseguirlos.
En la mayoría de los casos, el resultado no ha sido otro que la reproducción de las relaciones de poder, quizás ligeramente modificadas, pero sin dejar de ser relaciones de poder que excluyen al pueblo, reproducen injusticias materiales y promulgan una sociedad que no potencia la autodeterminación.
Este sistema reproduce una sociedad en la que los individuos no participan en el desarrollo de la sociedad. Este argumento se podría analizar históricamente:
los motivos de la reproducción de las relaciones de poder han sido diversos en Rusia, China, Albania, Cuba, Brasil, etcétera.
No obstante, no podemos comprender las causas únicamente mediante una mera alusión a casos históricos concretos.
Como es lógico, debemos tender a generalizar. La conclusión más obvia es que el intento de transformar una sociedad a través del estado parte de un razonamiento erróneo.
Este razonamiento erróneo que consiste en transformar la sociedad a través del estado, está muy emparentado con la naturaleza del propio estado, con la idea de que el estado no es una mera institución neutral, sino más bien un sistema concreto de relaciones sociales, que surge del desarrollo del capitalismo.
Este sistema de relaciones sociales se asienta sobre un principio que mantiene al pueblo al margen del poder y fomenta la separación y división del pueblo.
Cambiar el mundo sin tomar el poder, como su propio nombre indica, implica una necesidad de cambio del mundo.
Este cambio debemos hacerlo partiendo de la base de que la lucha por cambiar el mundo no debe ser una lucha centrada en el estado y en la toma de poder del estado.
Es fundamental que desarrollemos nuestras propias estructuras, nuestras propias formas de hacer las cosas. Un aspecto clave de este argumento consiste en hacer una distinción clara entre dos conceptos de poder; por una parte, un concepto de poder que oculta un antagonismo entre el poder-hacer y el poder creativo; y, por otra, el poder para dominar, es decir, el poder instrumental del capital.
En otras palabras, ante la pregunta de cuál sería el significado del poder, la respuesta más obvia sería que el poder consiste en nuestra capacidad de hacer cosas.
Bajo mi punto de vista, este poder siempre es un poder social, simplemente porque la acción de un individuo depende siempre de las acciones de otros.
Resulta muy difícil imaginar una acción que sea completamente independiente de la acción de otro individuo.
Es evidente que la acción que desarrollamos en el momento presente depende de la acción de cientos o de miles de personas que han creado la tecnología que
utilizamos, que han desarrollado los conceptos de los que nos servimos, etcétera.
Nuestro poder-hacer siempre es un poder social y un poder colectivo, nuestra acción siempre forma parte del flujo de acción social.
Lo que ocurre ahora tras el capitalismo, si consideramos nuestro poder-hacer como una parte del flujo de acción social, es que no existe una división clara entre la acción de una persona y la acción de otra.
Una desemboca en la otra.
La acción de un individuo se convierte en condición previa para la acción de otros.
Al no existir distinciones o identidades claramente definidas, no se delimitan líneas divisorias concretas.
Por lo tanto, lo que ocurre en un sistema capitalista es que este flujo de acción se invalida ante afirmaciones por parte de los capitalistas tales como:
"Como lo que has hecho me pertenece, me apropio de ello ya que es de mi propiedad".
Y dado que la acción de un individuo es condición previa para la acción de otros, la apropiación por parte del capitalista de lo que se ha hecho, le otorga capacidad suficiente para dominar y administrar las acciones de otros.
De este modo, el poder-hacer social se descompone, se transforma en su opuesto, es decir, en el poder del capitalismo para dominar las acciones de otros.
El capitalismo es en esencia el proceso que permite la descomposición de este flujo de acción social, desarticulando la sociabilidad de la acción y anulando, por tanto, nuestro poder-hacer para transformarlo en un poder superior, en algo completamente ajeno a nosotros.
De este modo, no debemos considerar nuestra lucha como una lucha de toma de poder, lo que implicaría apoderarnos de su poder, sino como una lucha que nos permita desarrollar nuestro propio poder-hacer, que inevitablemente sería un poder social.
En esta lucha, debemos analizar dos conceptos muy distintos de poder, donde cada concepto tiene una lógica propia y bien diferenciada.
La lógica del capital es una lógica de mando, de jerarquía y de división.
Es una lógica que reniega de la subjetividad.
Es un lógica que objetiviza al sujeto.
Nuestra lógica es justamente lo contrario; es la lógica de la convivencia, es una lógica que permite la recuperación de la subjetividad y que no acepta el capital.
La subjetividad no es individual, sino más bien social.
Ello constituye dos formas muy distintas de pensamiento, dos formas muy distintas de acción.
En nuestro caso, el cambio de la sociedad denota una cierta confianza en nuestra forma de acción, en el desarrollo autocrítico de nuestras propias formas de pensamiento y acción.
Otra forma de expresarlo sería considerar la lucha por cambiar la sociedad como una lucha de clases, donde resultaría imprescindible concebir esta lucha como una lucha asimétrica.
Una vez que empezamos a reproducir sus formas y a pensar en nuestra lucha como en un fiel reflejo de la suya, conseguimos reproducir el poder del capital dentro del marco de nuestra propia lucha.
La revolución que tengo en mente puede considerarse más una pregunta que una respuesta.
Por una parte, queda claro que necesitamos experimentar una transformación básica de la sociedad; por otra, no hay duda de que la forma utilizada en el último siglo para transformar la sociedad a través del estado ha sido todo un fracaso.
Esto nos lleva a la conclusión de que el cambio ha de realizarse de otro modo.
No podemos abandonar la idea de la revolución.
Lo que ha ocurrido en los últimos años es que la gente ha llegado a la conclusión de que tras el fracaso de la transformación de la sociedad a través del estado, la revolución se ha convertido en algo prácticamente inviable.
Mi argumento es precisamente el contrario. De hecho, la revolución es mucho más apremiante ahora que antes.
Teniendo en cuenta todo esto, se hace necesario el replanteamiento de un nuevo proceso, de otras vías que permitan el cambio.
Aunque, por el momento, lo esencial es plantear la pregunta e intentar descubrir la mejor forma de desarrollarla.
Es fundamental considerar a la revolución más como una pregunta que como una respuesta, porque de algún modo el proceso revolucionario debe entenderse como una cuestión que invite a la pregunta y al cambio, en lugar de ofrecer respuestas, y que implique a la gente en un proceso de autodeterminación.
Obviamente, esta respuesta es demasiado general, aunque podemos profundizar un poco más en ella si analizamos lo que está sucediendo en la actualidad, si observamos las luchas que se suceden diariamente.
Esto no significa necesariamente que debamos acudir al plagio, sino más bien a la observación crítica, analizando el modo en que algunos movimientos han intentado desarrollar formas de acción autónomas, fomentar el concepto de la dignidad, poner fin a la división existente entre el mundo de la política y el de la economía y perfeccionar nuevas formas organizativas.
La lucha zapatista, la revolución de 1994, así como los hechos acontecidos en los últimos diez años han tenido una gran repercusión.
En parte por dos motivos: porque se alzaron, revelaron y sublevaron en una época en la que la sublevación no tenía cabida alguna en una sociedad moderna, en un capitalismo moderno.
Aunque esto no es todo.
Es además el hecho de que se haya replanteado el concepto de rebelión, de revolución o sublevación. Precisamente, parte de ello consiste en proponer una lógica distinta, un idioma distinto, una temporalidad distinta, una espacialidad distinta, que no es simétrica al idioma y a la temporalidad del capital y del estado.
Por ejemplo, tras la revolución inicial, uno de los acontecimientos más importantes fue el "diálogo de San Andrés", es decir, el diálogo entre el gobierno mexicano y los zapatistas de la ciudad de San Andrés, en Chiapas.
A simple vista, esto podría considerarse como un diálogo, una negociación establecida como un proceso simétrico entre ambas partes.
Sin embargo, yo creo que el hecho más importante fue que los zapatistas dejaron claro desde un principio que, en primer lugar, no irían a negociar, y en segundo, que éste no era un proceso simétrico.
El hecho de que no fuera un proceso simétrico quedaba acentuado, por ejemplo, por el modo en que vestían, su obstinación por vestir con trajes tradicionales, su empecinamiento, al menos en una ocasión, por utilizar su propio idioma y no doblegarse al uso del español.
Y uno de los puntos más interesantes que surgieron fue, por ejemplo, la cuestión del tiempo.
En una ocasión, y una vez ambas partes, el gobierno y los zapatistas, hubieron alcanzado un acuerdo o propuesta provisional, los zapatistas dijeron:
"Bien, tenemos que presentar y discutir esta propuesta con nuestra gente antes de adoptar una decisión".
A lo que respondió el gobierno:
"No, es preciso que os decidáis, necesitamos una respuesta en menos de dos días".
Y los zapatistas respondieron:
"Eso es ridículo. Nuestra concepción del tiempo es distinta y todo lo sometemos a procesos de discusión".
A lo que respondió el representante del gobierno:
"¿Cómo podéis afirmar que vuestra concepción del tiempo sea distinta? Si no me equivoco, usted lleva un reloj japonés, que es el mismo que el que yo llevo".
A lo que respondió el comandante Tacho diciendo que la gente del gobierno confunde el concepto del tiempo con un reloj.
Para nosotros, el concepto del "tiempo" no es ése; el "tiempo" es algo completamente distinto.
Su respuesta tuvo lugar aproximadamente dos meses más tarde.
Precisamente, esa misma conciencia inicial era la que concedía a la rebelión confianza en sus propias estructuras, en su propio sentido del tiempo y en su propio sentido del espacio.
Y esta idea del "tiempo", por ejemplo, está mucho más relacionada con la cuestión de las estructuras democráticas, con la obstinación por tomar decisiones a través de un proceso de discusión colectiva.
Estas decisiones tomadas a través de un proceso de discusión colectiva son mucho más lentas y, por lo tanto, provocan una percepción del tiempo distinta.
Por lo tanto, esta asimetría, esta falta de simetría entre la lógica de la dominación, por una parte, y la lógica de la sublevación, por otra, es algo absolutamente esencial en el movimiento zapatista desde sus comienzos.
Hecho al que se hace referencia repetidas veces en sus comunicados, en el empleo de relatos, bromas, poesía, etcétera.
Todo esto que, a primera vista, parece algo decorativo y secundario al proceso de sublevación, de hecho no lo es.
Para la propia revolución, es fundamental proponer e insistir en una forma distinta de concebir el mundo, así como en una forma distinta de concebir las relaciones entre individuos.
Al contrario de lo que ocurría con el concepto tradicional de la revolución, basado mucho más en una metáfora militar, en la idea de que existía un conflicto entre dos ejércitos, donde para poder derrotar al enemigo, se debían básicamente aceptar los métodos del enemigo.
Únicamente un ejército para derrotar al otro, cuya organización fuera exactamente la misma que la del primero.
Por ello, creo que es fundamental que los zapatistas acaben con todo esto y que se nieguen a aceptar este tipo de conceptos.
La forma de sublevarse, la forma de revelarse debería consistir en el desarrollo de un lenguaje que expresara acciones y que el estado simplemente no entendiera.
Esto lo han puesto en práctica sistemáticamente una y otra vez en los últimos diez años.
Con frecuencia, al pensar en el capitalismo y en el problema de la revolución, intentamos descubrir un modo que nos permita destruirlo.
Esta forma de pensamiento no nos beneficia en absoluto, simplemente porque por mucho que pensemos en cómo destruir el capitalismo, su solución sería prácticamente inviable.
Especialmente, porque pensar en la destrucción del capitalismo sería como compararlo con un gran monstruo, con un enorme monstruo con ejércitos, con un sistema educativo, con control sobre los medios y los recursos materiales, etcétera.
Y ¿cómo podríamos nosotros acabar con este gran monstruo?
Posiblemente, la mejor postura sería alejarnos de esta metáfora de la destrucción para pensar en ella de una forma completamente distinta.
El capitalismo no existe porque se haya creado en el siglo XIX o en el siglo XVIII, o en cualquier otro siglo.
El capitalismo existe hoy en día únicamente como fruto de una creación actual.
Si no lo creáramos el día mañana, entonces no existiría.
Su duración parece ser independiente, pero de hecho no lo es.
En realidad, el capital depende de un día para otro de nuestra creación de capital.
Si nos quedáramos todos en la cama, el capitalismo dejaría de existir.
Si dejáramos de crearlo, dejaría de existir.
Los planteamientos acerca de cómo detener la creación del capitalismo, acerca de la revolución y de cómo detenerla, no implican la resolución de los problemas.
Esto no significa que el capitalismo desaparezca en realidad el día de mañana (aunque quién sabe), pero es muy probable que no desaparezca mañana.
Si concebimos la revolución como una forma que nos permita detener la creación del capitalismo, conseguiremos desvanecer, de algún modo, la imagen del capitalismo como ese gran monstruo al que debemos enfrentarnos, y podremos empezar a ampliar nuestro marco de posibilidades, a crear una nueva esperanza, una nueva forma de pensamiento sobre la revolución y sobre la transformación de la sociedad.
Una sociedad ideal debería poder crearse a sí misma.
Al autocrearse, dispondría de total autodeterminación y, por lo tanto, no tendría demasiado sentido la concepción de una organización ideal, ya que la crearía la propia sociedad.
Y la sociedad autocreada podría decidir un día asentarse en una sociedad muy distinta a la erigida en el pasado..."
Traducción: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid
Extraido de:
http://www.republicart.net/disc/aeas/holloway01_es.htm
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jueves, 25 de febrero de 2010
Mujer!!!!. Olivia Oñate. 25-02-2010
Mi saludo a la mujer consciente y consecuente de Chile
y del mundo ,especialmente a mi hija ,nueras ,nietas,
mi amada Catalina y a todas mis compañeras de corazón
bien rojo y a la izquierda y que estan de pié !!
OCHO DE MARZO DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER.
"Mujeres de Chile brisas de aires
libertarios te saludo en tu dia ocho
de marzo con él corazón en la mano."
.............8888888888.................
.........MUJER !!!! ...............
La mujer que sueña es parte
de la semilla que germina en
su vientre para ofrecer a la tierra
hombres nuevos del mañana.
La mujer que piensa , es hermosa en
cuerpo y alma y no se equivoca cuando
ama ,generosa, solidaria, ofrece amor a
manos llenas, sonrie y nunca se cansa.
La mujer que de pié sabe luchar por sus
esperanzas,lo hace porque es horizonte,
aurora ,mar ,cielo, sol, luna y montaña ,
futuro, justicia, y libertad paloma blanca.
La mujer que se entrega sincera ardiente
en la cama es mujer que entrega el corazón
en su savia y que ama con los ojos ,las manos
sus labios ,su lengua, la piel, las entrañas.
La mujer que moviliza con su bandera y palabra
es árbol , tierra, agua , ternura ,paciencia,
nostalgia,futuro, sol de primaveras y mañanas,
ofrece el pan generosa,enciende barricadas
y con sus manos ofrece una rosa sin espinas
y con las mismas manos dispara una metralla.
Olivia Oñate.
Desde estas lejanas tierras frias y blancas
Oslo - Noruega hoy 25 febrero de 2010
( El dibujo esta hecho con amor)
Extraido de:
http://www.facebook.com/photo.php?pid=3649124&id=757233442
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lunes, 22 de febrero de 2010
Frases de Arturo Jauretche
"... Me reservo la originalidad -y creo que exclusiva- de haber subido al caballo por la derecha y bajado por la izquierda en un país donde todos los políticos montan por la izquierda y bajan por la derecha..."
"... El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza..."
"... No existe la libertad de prensa, tan sólo es una máscara de la libertad de empresa..."
"... Las disputas de la izquierda argentina son como los perros de los mataderos: se pelean por las achuras, mientras el abastecedor se lleva la vaca..."
"... Yo no soy un "vivo", soy apenas un gil avivado..."
"... El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo (...) Para ustedes la Nación se realizó y fue derogada; para nosotros, todavía sigue naciendo..."
"... Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional..."
"... Es frecuente el error de oponer la política realista a la política idealista. Error que proviene de confundir al político practicón con el realista. El practicón que es un simple colector de votos o fuerzas materiales. El realismo consiste en la correcta interpretación de la realidad y la realidad es un complejo que se compone de ideal y de cosas prácticas(...) Ni escapa al círculo de los hechos concretos por la tangente del sueño o la imaginación, ni está tan atado a lo concreto que se deja cerrar por el círculo de lo cotidiano al margen del futuro y el pasado. Para una política realista la realidad está constituida de fines y medios, de antecedentes y consecuentes, de causas y concausas..."
"... Lo actual es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será..."
"... La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima. El cuento de la división internacional del trabajo, con el de la libertad de comercio, que es su ejecución, es pues una de las tantas formulaciones doctrinarias, destinadas a impedir que organicemos sobre los hechos nuestra propia doctrina económica..."
"... La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre..."
"... Ahora a Gardel (Carlos Gardel) en vez de escucharlo, lo analizan. Es un disparate pedirle conciencia de clase, como es un disparate pedirle conciencia de clase a Cassius Clay o a Bonavena (Oscar Bonavena). El es un mito. Como Rockefeller, con la diferencia que éste no fue un cantor de éxito, que empezó de abajo, prosperó y se adaptó a su público. A un hombre que canta bien no se le pregunta si traiciona o no a su clase..."
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Extraídas la mayoría de estas citas de: http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/arturo-jauretche.html
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"... Lo que movilizó las masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza.
Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del '45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos sanitarios.
Recuerde esas multitudes, aún en circunstancias trágicas y las recordará siempre cantando en coro —cosa absolutamente inusitada entre nosotros— y tan cantores todavía, que les han tenido que prohibir el canto por decreto-ley.
No eran resentidos. Eran criollos alegres porque podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos fonográficos, veranear, concurrir a los restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida "occidentales" que hasta entonces les habían sido negadas..."
Arturo Jauretche, Los profetas del odio
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Extraido de: http://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_Jauretche
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"... Asesorarse con los técnicos del Fondo Monetario Internacional
es lo mismo que ir al almacén con el manual del comprador, escrito por el almacenero...".
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Extraido de: http://teologiadesdeelcamino.blogspot.com/2009/01/frases-nacionales-de-liberacin.html
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"... Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor...". Arturo Jauretche |
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sábado, 20 de febrero de 2010
La Cuarta Guerra Mundial, por El Subcomandante Marcos. La Realidad, Chiapas, Mexico.
. La Reestructuracion de La Guerra
. La Guerra No Es Solo Militar
. La Nueva Conquista
Este segmento fue tomado de una plática impartida por el subcomandante Marcos ante la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en La Realidad, Chiapas, el 20 de noviembre de 1999.
La Reestructuracion de La Guerra
Según nuestra concepción, hay varias constantes en las llamadas guerras mundiales, sea la Primera Guerra Mundial, la Segunda o las que nosotros llamamos Tercera y Cuarta.
Una de estas constantes es la conquista de territorios y su reorganización. Si consultan un mapamundi, van a ver que, al término de cualquier guerra mundial hubo cambios, no sólo en la conquista de territorios sino en las formas de organización. Después de la Primera Guerra Mundial hay un nuevo mapamundi, después de la Segunda Guerra Mundial hay otro mapamundi.
Al término de lo que nosotros nos atrevemos a llamar "Tercera Guerra Mundial" y que otros llaman Guerra Fría, hubo una conquista de territorios y una reorganización. A grandes rasgos, se puede ubicar a finales de los años ochenta, con el derrumbe del campo socialista de la Unión Soviética y al principio de los años noventa al vislumbrarse lo que llamamos la Cuarta Guerra Mundial.
Otra constante es la destrucción del enemigo. Es el caso del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y, en la Tercera, de todolo que se conocía como urss y el campo socialista como opción frente al mundo capitalista.
La tercera constante es la administración de la conquista. En el momento en que se logra la conquista de territorios, es necesario administrarlos de manera que aporten ganancias a la fuerza que ganó. Nosotros usamos mucho el término "conquista" porque somos expertos en esto. Los Estados que antes se llamaban nacionales siempre han intentado conquistar a los pueblos indios. A pesar de estas constantes, hay una serie de variables que cambian de una guerra mundial a otra: la estrategia, los actores, o sea las partes, el armamento utilizado y, por último, las tácticas. Aunque éstas vayan cambiando, aquéllas se manifiestan y se pueden aplicar para entender una guerra y otra.
La Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría, abarca de 1946 (o, si se quiere, desde la bomba de Hiroshima, en 1945) hasta 1985-1990. Es una gran guerra mundial compuesta de muchas guerras locales. Como en todas las otras, al final hay una conquista de territorios que destruye a un enemigo. Acto seguido, se pasa a la administración de la conquista y se reorganizan los territorios. En esta guerra mundial había como actores: uno, las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética con los relativos satélites; dos, la mayoría de los países europeos; tres, América Latina, Africa, partes de Asia y Oceanía. Los países periféricos giraban en torno a eu o a la urss, según les convenía. Después de las superpotencias y de los periféricos estaban los espectadores y las víctimas, o sea el resto del mundo. No siempre las dos superpotencias se peleaban de frente. A menudo lo hacían por medio de otros países. Mientras las grandes naciones industrializadas se sumaban a uno de los dos bloques, el resto de los países y de la población aparecían como espectadores o como víctimas. Lo que caracterizaba esta guerra era: uno, la carrera armamentista y dos, las guerras locales. Con la guerra nuclear, las dos superpotencias competían para ver cuántas veces podían destruir el mundo. La forma de convencer al enemigo era presentarle una fuerza muy grande. Al mismo tiempo, en todas partes se desarrollaban guerras locales en las que estaban metidas las dos superpotencias.
El resultado fue, como todos sabemos, la derrota y la destrucción de la urss, y la victoria de eu, alrededor del cual se aglutinan hoy la gran mayoría de los países. Es cuando sobreviene lo que llamamos "Cuarta Guerra Mundial". Aquí surge un problema. El producto de la anterior guerra debía ser un mundo unipolar -una sola nación que domina a un mundo donde no hay rivales- pero para hacerse efectivo, este mundo unipolar tiene que llegar a lo que se conoce como "globalización". Hay que concebir al mundo como un gran territorio conquistado con un enemigo destruido. Es necesario administrar este nuevo mundo y por lo tanto globalizarlo. Entonces se acude a la informática que, en el desarrollo de la humanidad, es tan importante como la invención de la máquina de vapor. La informática permite estar simultáneamente en cualquier lado; ya no hay más fronteras, limitaciones temporales o geográficas. Es gracias a la informática que empieza el proceso de globalización. Se erosionan las separaciones, las diferencias, los Estados nacionales y el mundo se convierte en lo que se llama, con verosimilitud, la aldea global.
La concepción que da fundamento a la globalización es lo que nosotros llamamos "neoliberalismo", una nueva religión que va a permitir que el proceso se lleve a cabo. Con esta Cuarta Guerra Mundial, otra vez, se conquistan territorios, se destruyen enemigos y se administra la conquista de estos territorios.
El problema es qué territorios se conquistan y reorganizan y quién es el enemigo. Puesto que el enemigo anterior ha desaparecido, nosotros decimos que ahora el enemigo es la humanidad. La Cuarta Guerra Mundial está destruyendo a la humanidad en la medida en que la globalización es una universalización del mercado, y todo lo humano que se oponga a la lógica del mercado es un enemigo y debe ser destruido. En este sentido todos somos el enemigo a vencer: indígenas, no indígenas, observadores de los derechos humanos, maestros, intelectuales, artistas. Cualquiera que se crea libre y no lo está.
Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos "destrucción". Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuál es el principal problema que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.
El primer obstáculo son los Estados nacionales: hay que atacarlos y destruirlos. Hay que destruir todo lo que hace que un Estado sea "nacional": la lengua, la cultura, la economía, su quehacer político y su tejido social. Si no sirven más las lenguas nacionales, hay que destruirlas y hay que promover una nueva lengua. Contra lo que se pueda pensar, ésta no es el inglés, sino la informática. Hay que homologar todas las lenguas, traducirlas al idioma informático, incluso el inglés. Todos los aspectos culturales que hacen que un francés sea francés, un italiano sea italiano, un danés, danés, un mexicano, mexicano, deben ser destruidos porque son barreras que impiden acceder al mercado globalizado. Ya no es cuestión de hacer un mercado para los franceses y otro para los ingleses o los italianos. Debe haber un solo mercado en donde una misma persona pueda consumir un mismo producto en cualquier parte del mundo y en donde una misma persona se comporte como un ciudadano del mundo y no ya como un ciudadano de un Estado nacional.
Eso significa que la historia cultural, la historia de la tradición choca con este proceso y es el enemigo de la Cuarta Guerra Mundial. Esto es particularmente grave en Europa donde hay naciones con grandes tradiciones. Las lógicas culturales francesas, italianas, inglesas, alemanas, del Estado español, etcétera -todo lo que no pueda ser traducido en términos informáticos y de mercado- son un impedimento para esta globalización. Ahora las mercan-cías van a circular por los canales de la informática y todo lo demás debe ser destruido o hecho a un lado. Los Estados nacionales tenían su propia estructura económica y lo que se llamó "burguesía nacional" -capitalistas con sedes nacionales y con ganancias nacionales. Esto ya no puede existir: si la economía se decide a nivel global, las políticas económicas de los Estados nacionales que querían proteger a los capitales nacionales son un enemigo al que hay que vencer. El Tratado de Libre Comercio y lo que los llevó a la Unión Europea, el Euro, son síntomas de que la economía se globaliza, aunque en principio se trate de una globalización regional, como en el caso de Europa. Los Estados nacionales construyen sus relaciones políticas, pero ahora las relaciones políticas no sirven más. No las califico de buenas o malas; el problema es que estas relaciones políticas son un impedimento para que se cumplan las leyes de mercado. La clase política nacional es vieja, ya no sirve, tiene que ser cambiada. Traten de hacer memoria; intenten recordar aunque sea el nombre de un solo hombre de Estado en Europa. Sencillamente, no pueden. Los personajes más importantes de la Europa del Euro son gente como el presidente de la Bundes Bank, un banquero. Lo que él dice es lo que va a regir las políticas de los distintos presidentes o primeros ministros que padecen los países de Europa.
Si el tejido social está roto, las antiguas relaciones de solidaridad que hacían posible la convivencia en un Estado nacional también se rompen. De ahí que se alienten las campañas contra los homosexuales y las lesbianas, contra los migrantes, o las campañas de xenofobia. Todo lo que antes mantenía un cierto equilibrio tiene que romperse a la hora que esta guerra mundial ataca al Estado nacional y lo transforma en otra cosa.
Se trata de homogenizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida. Es la vida global. Su mayor diversión debe ser la informática, su trabajo debe ser la informática, su valor como ser humano debe ser el número de tarjetas de crédito, su capacidad de compra, su capacidad productiva. El caso de los maestros es muy claro. Ya no vale quién tiene más conocimiento o quién es más sabio; ahora vale quién produce más investigaciones y en este sentido se deciden sus sueldos, sus prestaciones, su lugar en la universidad.
Esto tiene mucho que ver con el modelo estadunidense. Sin embargo sucede que esta Cuarta Guerra Mundial también produce un efecto contrario que llamamos "fragmentación". De manera paradójica el mundo no se está haciendo uno sino que se está partiendo en muchos pedazos. Aunque se supone que el ciudadano se está haciendo igual, emergen los diferentes en tanto que diferentes: los homosexuales y lesbianas, los jóvenes, los migrantes. Los Estados nacionales funcionan como un gran Estado, el Estado-tierra-sociedad anónima que nos parte en muchos pedazos.
Si observan un mapamundi de este periodo -el final de la Tercera Guerra Mundial- y analizan los últimos ocho años, ha habido una recomposición, sobre todo en Europa, pero no sólo. Donde antes había una nación ahora hay muchas naciones, el mapamundi se ha fragmentado. Este es el efecto paradójico que está ocurriendo a causa de esta Cuarta Guerra Mundial. En lugar de que se globalice, el mundo se fragmenta y en lugar de que este mecanismo hegemonice y homogenice, van apareciendo cada vez más los diferentes. La globalización y el neoliberalismo están haciendo del mundo un archipiélago. Y hay que darle una lógica de mercado, organizar estos fragmentos en un común denominador. Es lo que nosotros llamamos "bomba financiera".
Al mismo tiempo que aparecen los diferentes, se multiplican las diferencias. Cada joven tiene su grupo, su forma de pensar, por ejemplo los punks, los skin heads; todos los que hay en cada país. Ahora los diferentes no sólo son diferentes, sino que multiplican sus diferencias y buscan una identidad propia. Evidentemente, la Cuarta Guerra Mundial no les ofrece un espejo que les permita verse con un común denominador, les está ofreciendo un espejo roto. Cada quien escoge el pedacito que le toca y, con éste, su conducta de vida. Mientras tenga el control del archipiélago -sobre los seres humanos, no sobre los territorios- el poder no se va a apenar mucho.
El mundo se está partiendo en muchos pedazos, grandes y pequeños. Ya no hay continentes en el sentido de que yo sea europeo, africano o americano. Lo que ofrece la globalización del neoliberalismo es una red construida por el capital financiero o, si se quiere, el poder financiero. Si hay una crisis en este nudo, el resto de la red va a amortiguar los efectos. Si hay bonanza en un país, no se produce un efecto de bonanza en el resto de los países. Es entonces una red que no funciona, lo que nos dijeron fue una mentira del tamaño del mundo, es un discurso reiterado en los líderes de América Latina, ya sea Menem, Fujimori, Zedillo u otros dirigentes de comprobada calidad moral. En la realidad ocurre que la red ha hecho mucho más vulnerables a los Estados nacionales. Los está acabando de destruir, ahora por efectos internos. De nada sirve que un país se esfuerce por construirse un equilibrio y un destino propio en cuanto nación. Todo depende de lo que pase en un banco de Japón o de lo que haga la mafia en Rusia o un especulador en Sydney. De una u otra forma, los Estados nacionales no son salvados, son condenados definitivamente. Cuando un Estado nacional acepta integrarse a esta red -porque no hay más remedio, porque lo obligan o por convicción- firma su acta de defunción.
En suma, lo que quiere hacer este gran mercado es convertir todas estas islas no en naciones, sino en centros comerciales. Se puede pasar de un país a otro y encontrar los mismos productos, ya no hay ninguna diferencia. En París o en San Cristóbal de Las Casas se puede consumir lo mismo; si uno está en San Cristóbal de Las Casas puede estar simultáneamente en París recibiendo noticias. Es el fin de los Estados nacionales. Y no sólo: es el fin de los seres humanos que los conforman. Lo que importa es la ley del mercado y ésta marca que tanto produces, tanto vales, tanto compras, tanto vales. La dignidad, la resistencia, la solidaridad estorban. Todo lo que impide que un ser humano se convierta en una máquina de producir y comprar es un enemigo y hay que destruirlo. Por esto, nosotros decimos que esta Cuarta Guerra Mundial tiene como enemigo al género humano. No lo destruye físicamente pero sí lo destruye en cuanto ser humano.
De manera paradójica, al destruirse los Estados nacionales, la dignidad, la resistencia y la solidaridad se construyen de nuevo. No hay lazos más fuertes, más sólidos que los que existen entre los grupos diferentes: entre los homosexuales, entre las lesbianas, entre los jóvenes, entre los migrantes. Entonces, esta guerra pasa también por el ataque a los diferentes. A eso se deben las campañas tan fuertes en Europa y en Estados Unidos en contra de los diferentes, porque son morenos, hablan otra lengua o tienen otra cultura. La forma de cultivar la xenofobia en lo que queda de los Estados nacionales, es hacer amenazas: "estos migrantes turcos te quieren quitar tu trabajo", "estos migrantes mexicanos vienen a violar, vienen a robar, vienen a meter malas costumbres". Los Estados nacionales -o lo poco que de ellos queda- delegan en los nuevos ciudadanos del mundo, los informáticos, el papel de sacar a esos migrantes. Y es ahí donde proliferan grupos como el Ku Klux Klan, o llegan al poder personas de tanta probidad como Berlusconi. Todos construyen su campaña sobre la xenofobia. El odio hacia los diferentes, la persecución en contra de cualquiera que sea diferente es mundial; pero también la resistencia de cualquiera que es diferente es mundial. Frente a esa agresión, estas diferencias se multiplican, se solidifican. Esto es así, no voy a calificar si es bueno o malo, así está ocurriendo.
La Guerra No Es Solo Militar
En términos propiamente militares la Tercera Guerra Mundial tenía su lógica. Era en primer lugar una guerra convencional, concebida de manera que si yo pongo soldados y tú pones soldados, nos enfrentamos y quien quede vivo gana. Esto acontecía en un territorio específico que, en el caso de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, otan, y del Pacto de Varsovia, era Europa. A partir de la guerra convencional, o sea entre ejércitos, se estableció una carrera militar y armamentista.
Vamos a ver un poco más los detalles. Esta [enseña un rifle], por ejemplo, es una arma semiautomática y se llama AR-15, rifle automático. La fabricaron para el conflicto de Vietnam y se puede desarmar muy fácilmente [la desarma], ya está. Cuando la hicieron, los estadunidenses pensaban en un escenario de guerra convencional, es decir, grandes contingentes militares que se enfrentan. "Juntamos a muchos soldados, nos aventamos y al final alguien tiene que quedar." Al mismo tiempo, el Pacto de Varsovia desarrollaba el fusil automático Kalashnikov que comúnmente se llama AK-47, un arma con mucho volumen de fuego a distancias cortas, de hasta 400 metros. La concepción soviética implicaba grandes oleadas de tropa: aventaban un montón de soldados disparando, y si morían, llegaba una segunda oleada y una tercera. Ganaba el que tenía más soldados. Entonces, los estadunidenses pensaron: "ya no sirve más el viejo fusil Garand de la Segunda Guerra Mundial. Ahora necesitamos una arma que tenga mucho volumen de fuego para rangos cortos". Sacaron el AR-15 y lo probaron en Vietnam. El problema es que se descompuso, no sirvió. Cuando atacaban a los vietcong, el mecanismo se quedaba abierto y a la hora de disparar hacia "clic". Y no era una cámara fotográfica, era un arma. Intentaron resolver el problema con el modelo M16-A1. Aquí, la trampa está en la bala que se llama de dos diferentes maneras. Una, la civil de 2.223 -fracción de pulgadas- se puede comprar en cualquier tienda de Estados Unidos. La otra, de 5.56 milímetros, es de uso exclusivo de las fuerzas de la otan. Esta es una bala muy rápida y tiene una trampa. En la guerra el objetivo es conseguir que el enemigo tenga bajas, no muertos, y un ejército considera que tiene bajas cuando un soldado ya no puede combatir. La Convención de Ginebra -un acuerdo para humanizar la guerra- prohíbe las balas expansivas porque a la hora de entrar destruyen más y son mucho más letales que una bala de punta dura.
"Puesto que la idea es subir el número de heridos y bajar el número de muertos" -dijeron- "prohibamos las balas expansivas". Un balazo de una bala dura te deja inutilizado, ya estás de baja, no te mata a menos que alcance un punto vital. Para cumplir con la Convención de Ginebra y hacer trampa, los estadunidenses crearon la bala de punta blanda que, al introducirse en el cuerpo humano, se dobla y da vueltas. El orificio de entrada es de un tamaño y el de salida es mucho más grande. Esta bala es peor que la expansiva y no viola los convenios. Sin embargo, si te da en un brazo... te lo vuela. Una bala 162 te atraviesa y te deja herido; pero ésta te destroza. Como por casualidad, el gobierno mexicano acaba de comprar 16 mil de estas balas.
Es decir, se generaron armas para escenarios precisos. Vamos a suponer que no querían usar la bomba nuclear; ¿qué usaban? Muchos soldados contra muchos soldados. Y así se crearon las doctrinas de guerra convencional de la otan y del Pacto de Varsovia.
La segunda opción era una guerra nuclear localizada, una guerra con armas nucleares, pero sólo en algunas partes y no en otras. Había un acuerdo entre las dos superpotencias para no atacarse en sus propios territorios y pelearse sólo en un territorio neutral. Sobra decir que este territorio era Europa. Ahí es donde iban a caer las bombas y a ver quién quedaba vivo en Europa Occidental y lo que entonces se llamaba Europa Oriental.
La última opción de la Tercera Guerra Mundial era la guerra nuclear total que fue un gran negocio, el negocio del siglo. La lógica de la guerra nuclear es que no había ganador; no importa quién disparaba primero, por muy rápido que disparara, el otro alcanzaba a disparar también. La destrucción era mutua y, desde el principio, simplemente se renunció a esta opción. Su carácter pasó a ser lo que en términos de diplomacia militar se llama "disuasión".
Para que los soviéticos no usaran el arma nuclear, los estadunidenses desarrollaron muchas armas nucleares y para que éstos no usaran el arma nuclear, los soviéticos desarrollaron más armas nucleares y así sucesivamente. Se llamaban imb (Intercontinental Mission Ballistic) y eran los cohetes que iban de Rusia a Estados Unidos y de Estados Unidos a Rusia. Costaron una fortuna y ahorita ya no sirven para nada. También había otras armas nucleares de uso local que eran las que se iban a usar en Europa en el caso de una guerra nuclear localizada.
Cuando comenzó esta fase, en 1945, había una guerra por librar porque Europa estaba partida en dos. La estrategia militar -estamos hablando de aspectos puramente militares- era la siguiente: unos puestos avanzados frente a la línea enemiga, una línea de logística permanente y la metrópoli, llámese Estados Unidos o la Unión Soviética. La línea de logística abastecía los puestos avanzados. Grandes aviones que estaban en el aire las 24 horas del día, los B-52 Fortaleza, cargaban las bombas nucleares y nunca necesitaban bajar. Y estaban los pactos. El pacto de la otan, el Pacto de Varsovia y la seato (South East Asia Treaty Organization), que es como la otan de los países asiáticos. El modelo se ponía en juego en guerras locales. Todo tenía una lógica y era lógico pelearse en Vietnam que era un escenario acordado. En el papel de los puestos de avanzada estaban los ejércitos locales o insurgentes; en el papel de la logística permanente estaban las líneas de venta de armamento clandestino o legal y en el papel de la metrópoli, las dos superpotencias. También había un acuerdo sobre los lugares en donde tenían que quedarse como espectadores. Los ejemplos más claros de estas guerras locales son las dictaduras de América Latina, los conflictos en Asia, particularmente Vietnam, y las guerras en Africa. Aparentemente, éstas no tenían absolutamente ninguna lógica, pues la mayoría de las veces no se entendía qué estaba pasando, pero lo que ocurría era parte de este esquema de guerra convencional.
En esta época -y eso es importante- es cuando se desarrolla el concepto de "guerra total": en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares. Por ejemplo, en Vietnam, desde la ofensiva del Teth (1968) hasta la toma de Saigón (1975), los medios de comunicación se vuelven un frente de batalla muy importante. Así, se desarrolla entre los militares la idea de que no basta con el poder militar: Es necesario incorporar otros elementos como los medios de comunicación. Y que también se puede atacar al enemigo con medidas económicas, con medidas políticas y con la diplomacia, que es el juego de las Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales. Unos países hacían sabotajes para obtener condenas o censuras contra otros, lo que se llamaba "guerra diplomática".
Todas estas guerras seguían la lógica del dominó. Suena ridículo, pero estaban como dos rivales jugando dominó con el resto de la población. Uno de los contrincantes ponía una ficha y el otro intentaba poner la suya para cortarle el seguimiento. Es la lógica de aquel personaje ilustre que se llama Kissinger, secretario de Estado del gobierno estadunidense en la época de Vietnam, quien decía: "no podemos abandonar Vietnam porque sería cederle la partida de dominó en el Sureste asiático a los otros". Y por eso hicieron lo que hicieron en Vietnam.
Además, se trataba de recuperar la lógica de la Segunda Guerra Mundial. Para la mayoría de la población, ésta había tenido una lógica heroica. Ahí está la imagen de los marines liberando Francia de la dictadura, liberando Italia del Duce, liberando Alemania de los militares, el ejército rojo entrando por todos lados. Supuestamente, la Segunda Guerra se hizo para eliminar un peligro para toda la humanidad, el nacionalsocialismo. Entonces, de una u otra forma, las guerras locales trataron de recuperar la ideología de que "estamos en la defensa del mundo libre"; pero ahora en el papel del nacionalsocialismo estaba Moscú. Y, por su parte, Moscú hacia lo mismo: ambas superpotencias trataban de usar como argumento la "democracia" y "el mundo libre" según cada quien los concebía.
Después, viene la Cuarta Guerra Mundial que destruye todo lo anterior porque el mundo ahora ya no es el mismo y no se puede aplicar la misma estrategia. Se desarrolla más el concepto de "guerra total": no es sólo una guerra en todos los frentes, es una guerra que puede estar en cualquier lado, una guerra totalizadora en donde el mundo entero está en juego. "Guerra total" quiere decir: en cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia. Ya no existe la idea de pelear por un lugar en particular; ahora la pelea se puede dar en cualquier momento; ya no hay una lógica de escalamiento del conflicto con amenazas, tomas de posición e intentos de reposicionarse. En cualquier momento y en cualquier circunstancia puede surgir un conflicto. Puede ser un problema interno, puede ser un dictador y todo lo que han sido las ultimas guerras en los últimos cinco años, desde Kosovo hasta la Guerra del Golfo Pérsico. Se destruye así toda la rutina militar de la Guerra Fría.
No es posible hacer la guerra, en la Cuarta Guerra Mundial, con los criterios de la Tercera porque ya tengo que pelear en cualquier lugar, no sé en dónde me va a tocar pelear, ni sé cuándo, tengo que actuar rápidamente, ni sé qué circunstancias voy a tener para llevar adelante esta guerra. Para resolver el problema, los militares desarrollaron primero la guerra de "despliegue rápido". El ejemplo sería la guerra del Golfo Pérsico, una guerra que significa una gran acumulación de fuerza militar en poco tiempo, un gran accionar militar en poco tiempo, las conquistas de territorios y la retirada. La invasión de Panamá sería otro ejemplo de esta fuerza de despliegue rápido. De hecho, hay un contingente de la otan que se llama "fuerza de intervención rápida". El despliegue rápido es una gran masa de fuerza militar que se avienta contra el enemigo y no distingue entre un hospital infantil y una fábrica de armamento químico. Es lo que pasó en Iraq: las bombas inteligentes eran bastante estúpidas, no distinguían.Y aquí se quedaron porque se dieron cuenta que esto es muy caro y es muy poco lo que aporta. En Iraq hicieron todo un despliegue, pero no hubo conquista de territorio. Estaban los problemas de las protestas locales, estaban los observadores internacionales de derechos humanos.
Tuvieron que replegarse. Ya les había enseñado Vietnam que, en estos casos, no es prudente insistir. "No, ya no podemos hacer esto", dijeron. Entonces pasaron a la estrategia de "proyección de fuerza". "Mejor que tener posiciones avanzadas en las bases militares norteamericanas de todo el mundo, acumulemos una gran fuerza continental que, en cuestión de horas y días, tenga capacidad de poner unidades militares en cualquier lugar del mundo". Y en efecto pueden poner una división de cuatro o cinco mil hombres en el punto más lejano del planeta en cuatro días y más, y más, cada vez más.
Pero la proyección de fuerza tiene el problema de basarse en soldados locales, o sea en soldados estadunidenses. Ellos consideran que si el conflicto no se resuelve rápidamente, empiezan a llegar los body bugs, los muertos, como en Vietnam, y eso puede provocar muchas protestas internas en Norteamérica o en el país que sea. Para evitar esos problemas, abandonaron la proyección de fuerza haciendo, para entendernos, cálculos de tipo mercantil. No hicieron cálculos sobre destrucción de fuerza humana o de la naturaleza, sino de imagen publicitaria. Así la guerra de proyección fue abandonada y pasaron a un modelo de guerra con soldados locales, más apoyo internacional, más una instancia supranacional. Ya no se trata de enviar soldados, sino de pelear por medio de los soldados que están ahí, apoyarlos según la base del conflicto y no usar el modelo de una nación que declara la guerra, sino una instancia supranacional como la onu o la otan. Los que hacen el trabajo sucio son los soldados locales y los que salen en las noticias son los estadunidenses y el apoyo internacional. Este es el modelo. Protestar ya no funciona: no es una guerra del gobierno estadunidense; es una guerra de la otan y además la otan sólo está haciendo el favor de ayudar a la onu.
En todo el mundo, la reestructuración de los ejércitos es para que puedan enfrentar un conflicto local con apoyo internacional bajo una cobertura supranacional y bajo el disfraz de la guerra humanitaria. De lo que se trata ahora es de salvar a la población de un genocidio, matándola. Y es lo que ocurrió en Kosovo. Milosevich hizo una guerra contra la humanidad: "si nos enfrentamos a Milosevich estamos defendiendo a la humanidad". Es el argumento que usaron los generales de la otan y que trajo tantos problemas a la izquierda europea: oponerse a los bombardeos de la otan implicaba apoyar a Milosevich, entonces mejor apoyaron los bombardeos de la otan. Y a Milosevich, ustedes lo saben, lo armó Estados Unidos. En el concepto militar, que está funcionando, la totalidad del mundo -ya sea Sri Lanka o cualquier país, el más lejano que se les ocurra- es ahora el traspatio porque el mundo globalizado produce simultaneidad. Y ése es el problema: en este mundo globalizado, cualquier cosa que pase en cualquier lugar afecta al nuevo orden internacional. El mundo ya no es el mundo, es una aldea y todo está cerquita. Por lo tanto, los grandes policías del mundo -y en particular Estados Unidos- tienen el derecho de intervenir en cualquier lado, a cualquier hora, bajo cualquier circunstancia. Ellos pueden concebir cualquier cosa como una amenaza a su seguridad interna; perfectamente pueden decidir que el alzamiento indígena en Chiapas amenaza la seguridad interna de Norteamérica o los tamiles en Sri Lanka o lo que ustedes quieran. Cualquier movimiento -y no necesariamente armado- en cualquier lado puede ser considerado una amenaza a la seguridad interna.
¿Qué es lo que ha pasado? Que las viejas estrategias y las viejas concepciones de hacer la guerra se derrumbaron. Vamos a ver.
"Teatro de operaciones" es el término militar para indicar el lugar donde se desarrolla la guerra. En la Tercera Guerra Mundial, Europa era el teatro de operaciones. Ahora ya no se sabe dónde va a estallar, puede ser en cualquier lugar, ya no es seguro que vaya a ser Europa. La doctrina militar transita de lo que se denomina "sistema" a lo que ellos llaman "versatilidad". "Tengo que estar listo para hacer cualquier cosa en cualquier momento. Un esquema ya no es suficiente: ahora necesito muchos esquemas, no sólo para construir una respuesta a determinados hechos, sino para construir muchas respuestas militares a determinados hechos". Es donde interviene la informática. Este cambio hace que se pase de lo sistemático, de lo cuadrado, de lo rígido a lo versátil, a lo que puede cambiar de un momento a otro. Y eso va a definir toda la nueva doctrina militar de los ejércitos, de los cuerpos militares y de los soldados. Este sería un elemento de la Cuarta Guerra Mundial. El otro sería el paso de la "estrategia de contención" a la de "alargamiento", o "extensión": ya no sólo se trata de conquistar un territorio, de contener al enemigo, ahora se trata de prolongar el conflicto a lo que ellos llaman "actos de no-guerra". En el caso de Chiapas, esto tiene que ver con quitar y poner gobernadores y presidentes municipales, con los derechos humanos, con los medios de comunicación, etcétera.
Dentro de la nueva concepción militar se incluye una intensificación de la conquista del territorio. Esto quiere decir que no sólo es necesario preocuparse del ezln y de su fuerza militar, sino también de la Iglesia, de las ong, de los observadores internacionales, de la prensa, de los civiles, etcétera. Ya no hay civiles y neutrales. Todo el mundo es parte del conflicto.
Eso implica que los ejércitos nacionales no sirven porque ya no tienen que defender a los Estados nacionales. Si no hay Estados nacionales: ¿qué van a defender? En la nueva doctrina los ejércitos nacionales pasan a jugar el papel de policía local. El caso de México es muy claro: cada vez más el Ejército Mexicano hace labores policiacas como la lucha contra el narcotráfico o este nuevo organismo contra la delincuencia organizada que se llama Policía Federal Preventiva y que está formado por militares. Se trata de que los ejércitos nacionales se conviertan en policía local a la manera del cómic estadunidense: un Super Cop, un Super Policía. Cuando se reorganice el ejército en la ex Yugoslavia tiene que convertirse en una policía local y la otan va a ser su Super Cop, su gran socio en términos políticos. La estrella es la instancia supranacional, en este caso la otan o el Ejército estadunidense y los extras son los ejércitos locales.
Pero los ejércitos nacionales se construyeron con base en una doctrina de "seguridad nacional". Si hay enemigos o peligros para la seguridad de una nación, su trabajo es mantener la seguridad, a veces frente a un enemigo externo, a veces frente a enemigos internos desestabilizadores. Esta es la doctrina de la Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría. Bajo estos presupuestos, los ejércitos nacionales desarrollaron una conciencia nacional lo cual ahora dificulta convertirlos en policías amigos del Super Policía. Entonces hay que transformar la doctrina de seguridad nacional en "estabilidad nacional". El punto ya no es defender a la nación. Como el principal enemigo de la estabilidad nacional es el narcotráfico y el narcotráfico es internacional, los ejércitos nacionales que operan bajo la consigna de la estabilidad nacional aceptan la ayuda internacional o la interferencia internacional de otros países.
A nivel mundial existe el problema de volver a reordenar los ejércitos nacionales. Ahora bajemos a América y de ahí a América Latina. El proceso es un poco el mismo que ya se dio en Europa y que se vio en la guerra de Kosovo con la otan. En el caso de América Latina, está la Organización de Estados Americanos, oea, con el Sistema de Defensa Hemisférico. Según la idea del ex presidente de Argentina, Menem, todos los países de América Latina somos amenazados y necesitamos unirnos, destruir la conciencia nacional de los ejércitos y hacer un único gran ejército bajo la doctrina de un sistema de defensa hemisférico con el argumento del narcotráfico. Puesto que lo que está en juego es la versatilidad, o sea la capacidad de hacer la guerra en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, empieza a haber ensayos. Los pocos bastiones de la defensa nacional que todavía existen deben de ser destruidos por este sistema hemisférico. Si en Europa fue Kosovo, en el caso de América Latina son Colombia y Chiapas. ¿Cómo se construye ese sistema de defensa hemisférico? De dos formas. En Colombia, donde se presenta la amenaza del narcotráfico, el gobierno está pidiendo la ayuda de todos: "tenemos que intervenir porque el narcotráfico no afecta sólo a Colombia sino a todo el continente". En el caso de Chiapas se aplica el concepto de guerra total. Todos son parte, no hay neutrales, o eres aliado o eres enemigo.
La Nueva Conquista
En el proceso de fragmentación -convertir todo el mundo en archipiélago- el poder financiero quiere construir un nuevo centro comercial que tenga turismo y recursos naturales en Chiapas, Belice y Guatemala.
Aparte de estar lleno de petróleo y uranio, el problema es que está lleno de indígenas. Y los indígenas, además de no hablar español, no quieren tarjetas de crédito, no producen, se dedican a sembrar maíz, frijol, chile, café y se les ocurre bailar con marimba sin usar el computer. No son consumidores ni son productores. Sobran. Y todo el que sobra es eliminable. Pero no se quieren ir y no quieren dejar de ser indígenas. Es más: su lucha no es por tomar el poder. Su lucha es por que los reconozcan como pueblos indios, que reconozcan que tienen el derecho a existir, sin convertirse en otros.
Pero el problema es que aquí, en el territorio que está en guerra, en territorio zapatista, están las principales culturas indígenas, están las lenguas y los más grandes yacimientos de petróleo. Están los siete pueblos indios que participan en el ezln, tzeltal, tzotzil, tojolabal, chol, zoque, mam y mestizos. Este es el mapa de Chiapas: comunidades con población indígena y con petróleo, uranio y maderas preciosas. A éstos es a los que hay de quitar de aquí porque no conciben la tierra como la concibe el neoliberalismo. Para el neoliberalismo todo es una mercancía, se vende, se explota. Y estos indígenas vienen a decir que no, que la tierra es la madre, es la depositaria de la cultura, que ahí vive la historia y que ahí viven los muertos. Puras cosas absurdas que no entran en ninguna computadora y no se cotizan en una bolsa de valores. Y no hay manera de convencerlos de que se vuelvan buenos, que aprendan a pensar bien, nomás no quieren. Hasta se alzaron en armas. Es por esto -decimos nosotros- que el gobierno mexicano no quiere hacer la paz: es porque quiere acabar con este enemigo y desertificar a este territorio, después volver a organizarlo y echarlo a andar como un gran centro comercial, un Mall en el Sureste Mexicano. El ezln apoya los pueblos indios y en esta medida también es un enemigo, pero no el principal. No bastaría arreglarse con el ezln, peor si arreglarse con el ezln significa renunciar a este territorio, porque eso significaría la paz en Chiapas, significaría renunciar a la conquista de un territorio rico en petróleo, en maderas preciosas y uranio. Es por esto que no lo hicieron y no lo van a hacer.
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Extraido de: http://www.inmotionmagazine.com/auto/cuarta.html
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martes, 16 de febrero de 2010
Un problema eurocéntrico - Violencia cartográfica - Shahid Alam
Quien a sí mismo conoce y cala
en los otros también,
que Oriente y Occidente se han unido,
aquí echará de ver.
Entre dos universos,
nuestra alma
se debe columpiar;
y si entre Oriente y Occidente gira,
botín incomparable logrará.
Johann Wolfgang von Goethe, [1]
West-Östlicher Divan (1819)
Ninguna otra civilización importante está tan profundamente influida por la autoestima, la autocomplacencia y la difamación del “Otro” como Europa Occidental y sus extensiones en ultramar, ni han infectado esas tendencias tantos aspectos de su pensamiento, sus leyes y su política. [2] Esas tendencias llegaron a su apogeo durante el siglo XIX, se retiraron brevemente después de la Segunda Guerra Mundial, pero han estado resurgiendo desde el fin de la Guerra Fría.
Durante varios decenios, los críticos han estudiado esas tendencias occidentales bajo la rúbrica del eurocentrismo, un complejo de ideas, actitudes y políticas que tratan a Europa – cuando conviene – como una unidad geográfica, racial y cultural, pero colocan a Europa Occidental y sus extensiones en ultramar al centro de la historia del mundo desde el año 1000 de nuestra era.[3]
A diferencia del tipo común de etnocentrismo, el eurocentrismo emergió como un proyecto ideológico – configurado por las elites intelectuales de Europa – al servicio del creciente expansionismo de Europa, iniciado en el Siglo XVI. Formula indiscriminadas pretensiones de superioridad europea en todas las esferas de la civilización. Desde esa perspectiva del mundo, sólo los europeos han creado historia durante los últimos tres mil años, comenzando con los antiguos griegos. En varios aspectos, esa centralidad es atribuida a la raza, la cultura, la religión y la geografía.
El principio organizador central del eurocentrismo es la división del mundo en mitades desiguales: nosotros y ellos, uno mismo y el Otro. Todas esas cualidades que los pensadores occidentales consideran como emblemas o fuentes de superioridad se colocan firmemente en la categoría de ‘nosotros’; y sus opuestos sse depositan en ‘ellos.’ La arrogancia de esta dicotomía es apabullante.
Una vez que se han fijado esas dicotomías, resulta fácil ‘explicar’ la supuesta centralidad de Europa en la historia. Un conjunto de características superiores –innatas, permanentes, únicas– son responsables de la ventaja occidental en todos los campos del esfuerzo humano, económico, tecnológico, militar, científico o cultural. Es una narrativa tautológica de la historia por excelencia.
A fin de ‘explicar’ la historia de la superioridad europea, los eurocéntricos tenían que comenzar por fabricar la historia de esa superioridad. Dotaron a ‘Europa’ de profundidad histórica apropiándose de Grecia y Roma; esto se logró mediante la definición de Europa como una unidad geográfica, racial y cultural. Además, negaron los orígenes orientales de la civilización griega, y, por el mismo motivo, pasaron por alto las conexiones del cristianismo primitivo con Siria y África del Norte. A fin de ocultar la amplia deuda de Europa Occidental con el Mundo Islámico devaluaron el nacimiento de nuevas formaciones culturales en Europa Occidental en los siglos XI y XII, fluyendo de contactos con los árabes en España, Sicilia y el Levante. En su lugar, esa historia se adelantó varios siglos para ubicarla en el norte de Italia, cuyo florecimiento cultural –definido como Renacimiento– se conectó a una recuperación ‘directa’ de la filosofía, las ciencias y la literatura griegas.
Los eurocéntricos construyen una historia europea que comienza en Grecia, migra hacia Occidente hacia Roma, y luego a puntos en Europa Occidental. Al ubicar los orígenes del Renacimiento en Grecia, los eurocéntricos muestran pocos problemas con respecto a los quince siglos durante los cuales las ciencias y la filosofía griegas –casi olvidadas en ‘Europa’– se cultivaban en Oriente Próximo.
Mientras fabricaban una historia sobre el ascenso de Occidente, los eurocéntricos también se ocuparon de negar que el resto del mundo tuviera alguna historia. Sí, la civilización comenzó en Oriente, pero, después de ese inicio, los asiáticos se quedaron inmóviles aferrados al pasado, obligando a la historia a moverse hacia Occidente para progresar. El pensador más radical de Europa en el siglo XIX, Karl Marx, también cayó en este mito de las sociedades estáticas asiáticas cuyo despotismo las privaba del motor del cambio ‘dialéctico.’
Durante las últimas décadas, esa historia eurocéntrica ha sido crecientemente disputada por los ‘pueblos sin historia,’ eruditos discrepantes en Occidente, y, lo más importante, por nuevos hechos en el terreno –el aumento de los movimientos de liberación nacional, el desmantelamiento de los imperios coloniales occidentales, las revoluciones socialistas en China y Vietnam, la revolución iraní, y, cada vez más, por el ascenso de varios importantes centros de dinamismo económico en Asia del este y del sur-. A pesar de ese desafío, el eurocentrismo sigue controlando los círculos dominantes en los grupos de expertos, los medios, el discurso político y los prejuicios populares de casi todas las sociedades occidentales. El peso y el impulso de las tendencias eurocéntricas, alimentadas por las mejores mentes occidentales durante siglos, no se pueden desmantelar en unas pocas décadas.
Violencia cartográfica
Las deformaciones eurocéntricas no han perdonado a la cartografía, la ‘ciencia’ de hacer mapas.
Europa es relativamente pequeña en relación con las grandes masas continentales al este y al sur, Asia y África. Los eurocéntricos podrían haber preferido argumentar que Europa ha mantenido su centralidad a pesar de su inferior tamaño, una prueba de su ventaja cualitativa sobre las masas continentales mucho mayores de Asia y África. Prefirieron hacer otra cosa. No pudieron dejar pasar las oportunidades presentadas por los mapas para apropiarse de los símbolos de superioridad en el campo de la cartografía.
Los poderosos merecen estar arriba. El eurocentrismo exigía que la cartografía colocara a Europa en la cúspide del mundo. Esto se logró fácilmente orientando el globo de manera que el Norte apareciera arriba en el globo, o, en el caso de los mapas, en la parte de arriba de la página. Siempre causa una cierta confusión entre mis estudiantes cuando cuelgo el mapa del mundo cabeza debajo de modo que el Norte queda abajo. Es un poco perturbador saber que no existe una lógica –nada natural– en los globos y mapas con el Norte arriba.
Los mapas del mundo no se hicieron en todas partes con la orientación del Norte arriba. En su apogeo, los musulmanes –cuando sus imperios se extendían de España a Khurasan e India– hacían mapas del mundo que ubicaban al Sur arriba, aunque con esto colocaban África por encima de las tierras islámicas centrales que iban del Nilo al Oxus. En su caso, tal vez, la orientación de los mapas no importaba tanto, ya que siempre estaban en el centro.
Además, los europeos se basaron en mapas del mundo que utilizaban la proyección cilíndrica de Mercator. ¿Fue accidental esa decisión? Reconocidamente, el mapa de Mercator era útil para los marinos, ya que una línea que conectara dos puntos en ese mapa mostraba la verdadera dirección. ¿Pero se espera que creamos que los capitanes de barcos tuvieron interés en –y el poder también– para imponer al resto de la sociedad mapas útiles para ellos? Es más creíble que los mapas de Mercator fueron elegidos porque exageraban considerablemente el tamaño de Europa, haciéndola del mismo tamaño, o más grande que África.
Increíblemente, algunos mapas de Mercator publicados en EE.UU. se empeñan en la violencia cartográfica. A fin de centrar a EE.UU. en sus mapas, a los editores no les importa dividir Asia por la mitad, colocando sus dos mitades en los extremos izquierdo y derecho del mapa. Importa poco que la bisección de Asia disminuya considerablemente el valor cartográfico de ese mapa truncado del mundo. Es una excelente ilustración de la primera víctima del eurocentrismo, la que hace caso omiso de la realidad, y su disposición a involucrarse en la violencia epistemológica a fin de colocar a Europa al centro del mundo.
Inversión del paradigma
Al crecer, supe que la ignorancia es el principal apoyo del prejuicio. Los prejuicios, sean religiosos o étnicos, disminuían con la educación y el conocimiento. Y pensaba que así debía ser. Al prejuicio lo mantiene la ignoracia. Los intelectos superiores, combinados con amplios conocimientos, tendrán pocas dificultades para deshacer la red de mentiras tejida por los poderosos. Entonces, me costaba comprender que los intelectos superiores también podían ser comprados y seducidos por las tentaciones del poder, el dinero y varias formas de tribalismo, especialmente si su cultura no había sido preparada para resistir esas zalamerías.
Necesité unos pocos años de familiaridad con el mundo occidental para superar mi ingenuidad sobre la relación entre tolerancia e intelecto. Mis encuentros con clásicos occidentales y los medios occidentales confirmaron lentamente mi preocupación de que la tendencia al conformismo es más profunda en las sociedades occidentales que en las sociedades islámicas.
Mi creciente familiaridad con los escritos de los orientalistas occidentales y, después, de los principales pensadores europeos de Occidente –Montesquieu, Kant, Hegel, los Mill, Marx, Weber– invirtieron el paradigma que había adquirido en mi juventud. Los prejuicios de las sociedades occidentales tenían su fuente arriba –en los mejores intelectos occidentales–, no en el prejuicio popular. Estaban apoyados por el razonamiento, por doctas narrativas históricas, por esfuerzos monumentales en la construcción de mitos. Por cierto, los principales pensadores alimentaban y apoyaban los prejuicios del populacho.
Todavía puedo recordar mi desilusión cuando compré los once amplios volúmenes de Will y Ariel Durant Historia de la Civilización, sólo para descubrir que habían dedicado sólo uno de sus once volúmenes a civilizaciones no europeas. Significativamente, ese volumen portaba el título: Nuestro patrimonio oriental. En la Historia de los Durant, los orientales hacen una breve temprana aparición en la escena de la historia, en la infancia de la civilización humana, pero después de lanzar a Occidente a su brillante trayectoria civilizadora, abandonan amablemente la escena de la historia mundial. No se trataba de una rareza, supe más tarde. Casi era la norma, incluso en el caso de escritores modernos.
Otro libro que leí algunos años más tarde, Civilización de Kenneth Clark, a pesar de su título, trata exclusivamente del arte, la arquitectura, la filosofía y las ciencias en Europa Occidental. Clark logra hablar de cosas semejantes sin hacer apenas una mención de cómo podrían relacionarse con India, China, el Mundo Islámico, África y las Américas.
A pesar de mi familiaridad con los prejuicios eurocéntricos en el pensamiento occidental, todavía no puede eliminar mi desilusión ante nuevos ejemplos de racismo entre los mejores y más brillantes escritores de Europa Occidental. Immanuel Kant divide a los seres humanos en cuatro ‘razas,’ diferenciadas las unas de las otras por diferencias en la “disposición natural.” “Los negros de África,” escribe, “carecen por naturaleza de sentimientos más allá de lo trivial.” En su apoyo, recurre al desafío de David Hume de mostrar a un solo ‘negro’ con talentos. Al oír hablar de un carpintero ‘negro’ que recriminaba a los blancos por quejarse cuando sus mujeres abusaban de sus libertades, Immanuel Kant señaló que podría haber una cierta verdad en dicha observación. Luego, con resentimiento, agregó: “…en breve ese sujeto era bastante negro de la cabeza a los pies, una prueba evidente de que lo que dijo era estúpido”. Para Kant la jerarquía de las razas es obvia. “La humanidad” afirma “está en su máxima perfección en la raza de los blancos. Los indios amarillos están muy por debajo de ellos y en el punto más bajo está una parte de los pueblos americanos.”
Pocos entre los pensadores más eminentes de Europa, especialmente durante los siglos XVIII y XIX, pudieron escapar a los cantos de sirena del eurocentrismo. Algunos pensadores occidentales, incluso hoy en día, no pueden enfrentar esta vergüenza. El filósofo y psicoanalista francés, Octave Mannoni, afirma audazmente: “la civilización europea y sus mejores representantes, no son… responsables por el racismo colonial; es la obra de pequeños funcionarios, comerciantes, y colonos que han trabajado mucho sin tener mucho éxito”. [4] ¡Absolved a las elites: culpad al lumpenproletariado!
Una luminaria destacada de Gran Bretaña del siglo XIX, James Mill, filósofo e historiador, escribió una masiva historia en cinco volúmenes de India, al parecer con el único de demostrar cuán deficientes son los indios en el gobierno, las ciencias, la filosofía, la tecnología y las artes. En breve, los indios eran bárbaros y bastante incapaces de dirigir sus propios asuntos, excepto bajo la ilustrada tutela británica. Su hijo, John Stuart Mill, señaló: “la mayor parte del mundo no tiene, para ser exactos, historia, porque el despotismo de la costumbre es total. Así es en todo Oriente”. [5]
Muy diferente fue el enfoque de otro científico e historiador, Al-Biruni, un afgano del siglo XI, quien –a diferencia de James Mill– viajó por India durante trece años, aprendió sánscrito, tradujo obras en sánscrito sobre matemáticas, estudió de primera mano la sociedad india e invitó a eruditos indios a Ghazmo, en preparación para su tratado en dos volúmenes sobre la civilización india. Su intención declarada en sus investigaciones sobre India fue suministrar a su audiencia musulmana descripciones auténticas de su geografía, religiones, ciencias, cultura, artes y costumbres, y, al hacerlo, elevar la calidad de su discurso sobre los pueblos indios. Concluyó su tratado con la siguiente observación: “Pensamos que lo que hemos relatado en este libro bastará a cualquiera que quiera conversar con los hindúes, y discutir con ellos problemas de religión, ciencia, o literatura, sobre la base de su propia civilización”. [6]
Modernidad: ¿hasta qué punto occidental?
En el siglo XVIII, cuando un pequeño grupo de pensadores europeos exponía enérgicamente los argumentos a favor de la supremacía de la razón en los asuntos humanos, sabían – y a menudo gustaban de reconocer – que seguían las huellas de Confucio que los había precedido dos milenios.
Hacia finales del siglo, sin embargo, Europa más fuerte y segura de sí misma había olvidado su deuda hacia los chinos o a cualquier fuente fuera de Europa. Insistentemente, se comenzó a afirmar que la razón, la ciencia y la democracia eran una exclusividad europea. Era una afirmación extraña por parte de pensadores que sostenían que el conocimiento debería basarse en la observación y la razón, debería ser objetivo.
Hay que reconocer que es difícil imaginar cómo alguna sociedad, incluyendo la más primitiva podría haberse adaptado a su ecología sin seguir –por lo menos intuitivamente– el método científico. En asuntos prácticos, el conocimiento no apoyado por la experiencia habría resultado fatal para sociedades que estaban expuestas con más frecuencia que la nuestra a emergencias de vida o muerte. Además, los científicos árabes no sólo practicaban el método científico en sus estudios sobre óptica, química y astronomía, sino que a comienzos del siglo XI, Ibn al-Haytham, conocido en Occidente como Alhacén, había presentado una clara formulación teórica del método científico. Roger Bacon, el supuesto fundador del método científico, había leído partes de la obra principal de al-Haytham, Kitab al-Manazir, en una traducción latina, y la había resumido en su propio libro Perspectiva.
Si se equipara la democracia con el recuento de cabezas, incluso EE.UU. –el bastión autodeclarado de la democracia– contaba considerablemente menos de la mitad de las cabezas hasta 1920, cuando las mujeres consiguieron el derecho al voto. Los negros no se contaron hasta 1965. En conjunto, el recuento de cabezas ha llegado a Europa después de siglos de progreso económico; no constituyó el fundamento de su progreso. El absolutismo monárquico fue más fuerte en casi toda la temprana Europa moderna de lo que fue en el Mundo Islámico, cuyos gobernantes tenían sólo un control limitado sobre la legislación y, además, enfrentaban la oposición institucionalizada de la clase de los eruditos legales. [7] Las tribus nómadas en África y Asia tenían sus consejos de ancianos, estaban dirigidas por una meritocracia, y, aunque su igualitarismo a menudo excluía a las mujeres, generalmente iba más lejos que en las sociedad estratificadas de Europa. Los indios tenían autogobierno local en sus panchayats. Los pastunes tenían su parlamento en la loya jirga. Los tempranos árabes podían rehusar el baya –un juramento de lealtad– de un nuevo gobernante inaceptable.
Si la democracia se define por su sustancia, por la tolerancia –el respeto por las diferencias de religión, color, etnia y fisonomía– la mayoría de los pensadores de la Ilustración limitaban su aplicación sólo a miembros de la raza blanca. La tolerancia no ha sido una virtud europea particularmente visible. En tiempos modernos, pero especialmente desde la Edad de la Ilustración, la intolerancia cristiana fue reemplazada por una intolerancia racial que se tradujo rápidamente en proyectos de genocidio o de apoyo a la esclavitud en las Américas, África y Oceanía.
Los otomanos, con su sistema de millets –que otorgan una considerable autonomía a sus comunidades religiosas no musulmanas– ofrecía protecciones mucho mayores a todos los sectores de sus súbditos. Al imponer un conjunto de leyes respecto a los asuntos de la familia –a menudo de inspiración cristiana– los modernos Estados occidentales no pueden igualar la tolerancia del Mundo Islámico que permitía que sus comunidades no musulmanas ordenaran sus asuntos familiares según sus propias leyes religiosas. Condenado universalmente por escritores occidentales, el impuesto aplicado por los Estados musulmanes a su población no musulmana fue considerado a menudo por ésta como un privilegio, ya que la eximía del servicio militar. Cuando las potencias occidentales obligaron a los otomanos a otorgar ‘igualdad’ a su población cristiana, ésta se manifestó contra esa medida en varias ciudades otomanas.
El rechazo de la intermediación sacerdotal, que comenzó en el Siglo XV, se considera comúnmente como el primer golpe por la modernidad: supuestamente, liberó a los europeos para que leyeran la Biblia en lengua vernácula y trataran directamente con su Dios. El Islam lo había logrado de modo más radical, a comienzos del siglo VII; y quién va a asegurar que los europeos no conocían ese precedente islámico, o que no hubo una inspiración islámica tras el movimiento protestante. [8] Curiosamente, sin embargo, la ruptura con Roma también liberó al cristianismo para ser nacionalizado, para ser apropiado por los nuevos Estados emergentes en Europa Occidental, que procedieron a establecer una iglesia y una doctrina nacional, que luego sancionaron guerras religiosas, la persecución y, nada menos que la colonización y la esclavitud de no europeos. En otras palabras, la libertad de conciencia en el temprano Occidente moderno estaba generalmente más circunscrita que en el Mundo Islámico, donde no existía una Iglesia para imponer el dogma religioso, y donde los musulmanes tenían libertad para vivir sus vidas según sus tradiciones legales preferidas.
La inspiración para la idea central de la economía ortodoxa –su vigorosa oposición a las intervenciones estatales– provino primordialmente de los chinos. En sus días, Francois Quesnay, el más destacado de los pioneros franceses de esa política –los fisiócratas– fue conocido como el “Confucio europeo”. La consigna que resumía la economía política fisiócrata, laissez faire, era una traducción directa de la frase china wu wei. [9] Adam Smith, el supuesto fundador anglosajón de la economía clásica, era un discípulo de Quesnay. Pocos economistas ortodoxos saben que el lenguaje que hablan –aunque no su objetivo– fue inventado por los antiguos chinos.
Ya que las máquinas definieron la modernidad –que comenzó para cantidades crecientes de europeos en el siglo XVIII– puede que valga la pena recordar que muchas de las máquinas que llevaron a los europeos a la modernidad –molinos de agua, molinos de viento, el compás, la vela latina, el astrolabio, la esfera armilar, los mecanismos interiores del reloj, las sembradoras, segadoras y trilladoras mecanizadas, arados de hierro, prensa de impresión, bombas, remos, cañones y fusiles, y muchas otras– tuvieron su origen fuera de Europa Occidental, en China o en el Mundo Islámico. [10] Aunque se originaron en Grecia, se refinaron y mejoraron durante muchos siglos en el Mundo Islámico antes de que pasaran a Europa Occidental.
Uno de los archipropugnadores del imperialismo occidental, Rudyard Kipling, con su profundamente arraigado pensamiento regionalista, no fue capaz de imaginar que Oriente y Occidente pudieran encontrarse. Es una lástima, no le había llegado la noticia de que se habían estado encontrando –y que Occidente era el que recibía la mayor parte de los beneficios de esos encuentros– desde los tiempos antiguos.
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Referencias
1. (Trad: Rafael Cansinos Assens. En: Johann Wolfgang Goethe, Obras completas, tomo II, ed. Aguilar)
2. E. C. Eze, Race and the Enlightenment: A Reader (Blackwell, 1997); M. Shahid Alam, “Articulating Group Differences: A Variety of Autocentrisms”, Science and Society (Summer 2003): 206-18.
3. Para estudiar esta literatura vea: Andre Gunder Frank, “East and West,” en: Arno Tausch and Peter Herrmann, eds., The West, Europe and the Muslim World ( Novinka, 2006).
4. Octave Mannoni, Prospero and Caliban: Psychology of Colonization (University of Michigan Press, 1990): 24.
5. John Stuart Mill, Liberty (NuVision, 1859): 60.
6. Alberuni, Alberuni’s India, translated by Edward C. Sachau, and abridge and edited by Ainslie T. Embree (The Norton Library, 1971): 246.
7. Noah Feldman, The Fall and Rise of the Islamic State (Princeton University Press, 2008): 27-35.
8. Charles Lindholm, The Islamic Middle East: An Historical Anthropology (Blackwell, 1996): 13.
9. Hobson, The Eastern Origins: 195-6.
10. Hobson, The Eastern Origins: ch. 9
M. Shahid Alam es profesor de economía en Northeastern University. Este texto forma parte de su próximo libro: Israeli Exceptionalism: The Destabilizing Logic of Zionism (Macmillan, November 2009). Para contactos: alqalam02760@yahoo.com.
Fuente: http://www.counterpunch.org/shahid02102010.html
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Extraido de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=100478
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