jueves, 1 de abril de 2010

Somos parte de un sistema - Apuntes cosmológicos - Nestor Tato

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 Somos parte de un sistema - Apuntes cosmológicos - Nestor Tato

La imagen que habitualmente se tiene de la Ecología es la de esa disciplina científica que se ocupa de proteger las plantas y los bichos.

O sea, el medio ambiente natural.

No es una imagen alejada de la realidad porque la moda muestra, casi con exclusividad, actividades proteccionistas del medio ambiente.

De ahí que, cuando se habla de adquirir conciencia de lo ecológico, uno piensa en regaderas, abonos y cuchas confortables.

Nada más alejado:

ni siquiera la adopción de hábitos naturistas y un estilo de vida chacarero y bucólico tiene que ver con lo ecológico, sí con lo natural.

Acariciar un árbol, una hoja, es una experiencia que nos permite percibir la ternura de esa forma de manifestación de la Vida.

Pero no nos da mayor conciencia ecológica.

Porque lo ecológico se ocupa de un sistema: el ecosistema.

Y ese sistema incluye todo lo conocido en el Universo.

Lo verde y los animales son una de sus manifestaciones. También están los minerales.

Y, sobre todo, nosotros, los seres humanos.

No es adecuado pensar en lo ecológico como eso que está afuera: el medio natural.

Más bien, lo ecológico es lo que nos envuelve, rodea, e incluye, y también nos-otros.

Así, conciencia de lo ecológico será sentirnos integrados a todo, parte del Universo, de este planeta, de la Naturaleza que nos rodea y de la cultura que transcurre en estos monstruos de cemento en que vivimos los habitantes de las ciudades.

Ser conscientes de lo ecológico es ser conscientes, tener presente, incorporar la vivencia de que integramos un sistema, que es un ámbito mayor al de nuestros ámbitos cotidianos y que nos contiene dinámicamente.

Además, esa conciencia implica la vivencia de la historicidad del sistema, y particularmente, que esa historicidad la aportó lo humano.

Eso implica conciencia de que todos los equilibrios en el sistema y los subsistemas a que pertenecemos son inestables.

Estamos metidos en una dinámica de equilibrios que se modifican permanentemente. Eso es lo vivo.

El equilibrio inalterable es la muerte.

Con el ser humano apareció una nueva dimensión: el tiempo, lo posible y, con ella, lo histórico.

La Vida se libera de sus ataduras materiales y echa a volar decididamente.

Somos parte de un sistema, pero no de una casa, de un orden material.

Somos parte de un movimiento, la cresta de una ola, las primeras partículas de una onda de luz que se proyecta desde un centro que apenas podemos intuir allá lejos en el fondo del tiempo, mucho antes de formarse nuestro planeta.

Somos la nota más reciente de una melodía que se desarrolla desde siempre y cuya partitura escribimos día a día agregando nuevos acordes.

No estamos en un todo, somos ese todo en la infinitesimal medida que nos toca.

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Extraido de: http://leonalado.org/archivo/Arte_Cultura/
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