Un guerrero samurai, fue a ver al maestro zen Hakuin y le preguntó:
— ¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos?...
Hakuin le preguntó, a su vez:
— ¿Quién eres?
— Soy un samurai — le respondió el guerrero —. Hasta el emperador me respeta.
Hakuin se rió y dijo:
— ¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo.
El samurai se sintió herido en su orgullo y olvidó para qué había venido. Sacó su espada y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste dijo:
— Esa es la puerta del infierno.
El guerrero comprendió de inmediato las palabras del maestro y volvió a envainar la espada. Entonces, Hakuin dijo:
— Ahora, has abierto las puertas del cielo.
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Extraído del muro de Lorena Gatto en Facebook
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