sábado, 1 de marzo de 2014
Ser loco es estar cuerdo - Osho
¡El mundo ha conocido locos tan hermosos! De hecho, todos los grandes hombres del mundo han sido un poco locos, locos ante los ojos de la masa.
Su locura residía en que no eran desgraciados, no sufrían de ansiedad, no temían a la muerte, no se preocupaban por trivialidades.
Vivían cada momento con totalidad e intensidad, y a causa de esta totalidad e intensidad, su vida se convirtió en una hermosa flor, estaban llenos de fragancia, amor, vida y risa.
Pero esto hiere a los millones de personas que te rodean. No pueden aceptar la idea de que hayas conseguido algo que ellos no lograron; intentarán de todas las formas convertirte en un miserable.
Su condena no es más que un esfuerzo por hacerte infeliz, por destruir tu danza, por arrebatarte tu alegría, para que así, puedas volver al rebaño.
Uno tiene que armarse de valor, y si la gente dice que estás loco, disfruta de la idea.
Diles: "Tienes razón; en este mundo, sólo la gente loca puede ser feliz y alegre.
Yo he elegido la locura con alegría, felicidad, y danza;
vosotros habéis elegido la cordura con infelicidad, angustia e infierno.
Nuestras elecciones son diferentes. Sed cuerdos y seguid siendo miserables;
dejadme solo con mi locura. No os ofendáis;
yo no me siento ofendido por todos vosotros;
tanta gente cuerda en el mundo y yo no me siento ofendido".
Es cuestión de muy poco tiempo... Una vez que te hayan aceptado como loco, ya no te molestarán; entonces podrás salir a plena luz con tu auténtico ser, podrás abandonar todas tus falsedades.
Toda nuestra educación crea una división en nuestra mente. Tenemos que mostrar una cara ante la sociedad—ante la masa, ante el mundo—que no es necesariamente nuestra verdadera cara; de hecho, no debe serlo. Tienes que mostrar la cara que la gente aprecia, la que gusta a la gente, la que es aceptable para ellos, para sus ideologías y sus tradiciones; y debes guardar para ti mismo tu rostro original.
Esta división se vuelve insalvable porque la mayor parte del tiempo lo pasas entre una multitud, reuniéndote con gente, relacionándote con gente; raramente estás solo. Naturalmente, la máscara se vuelve cada vez más y más parte de ti, más aún que tu propia naturaleza.
Y la sociedad crea en todo el mundo un miedo, el miedo al rechazo, el miedo a que alguien se ría de ti, el miedo a perder tu respetabilidad, el miedo al qué dirán.
Te tienes que adaptar a toda clase de gente ciega e inconsciente, no puedes ser tú mismo. Esta es nuestra tradición básica en todo el mundo, hasta ahora a nadie se le permite ser él mismo.
En el momento en que el otro está ahí, te preocupas menos de ti; lo que más te interesa es la opinión que tendrán de ti. Cuando estás solo en tu baño, te vuelves casi un niño, a veces haces caras raras frente al espejo. Pero, si de pronto te das cuenta que un niño te está mirando por el ojo de la cerradura, inmediatamente cambias. Vuelves a ser el ordinario y viejo ser que eras: serio, circunspecto, como la gente espera que seas.
Y lo más sorprendente es que tú temes a esa gente y ellos te temen a ti: todo el mundo tiene miedo de todos los demás. Nadie se permite mostrar sus sentimientos, su realidad, su autenticidad y todo el mundo quisiera hacerlo, porque seguir reprimiendo su rostro original es un acto suicida.
Tu responsabilidad es únicamente hacia tu propio ser. No vayas en contra de él, porque ir en su contra es suicidarte, es destruirte a ti mismo. ¿Y cuál es la ganancia? Incluso si la gente te respeta y cree que eres un hombre muy sobrio, respetable y honorable, todo esto no va a nutrir tu ser; no te va a dar una mayor percepción de la vida y su tremenda belleza.
Estás solo en el mundo: has venido solo al mundo, estás solo aquí y solo dejarás este mundo. Todas tus opiniones quedarán atrás; únicamente te llevarás contigo tus sentimientos originales, tus experiencias auténticas, incluso más allá de la muerte.
Ni siquiera la muerte puede quitarte tu danza, tus lágrimas de alegría, la pureza de tu soledad, tu silencio, tu serenidad, tu éxtasis. Lo que la muerte no puede quitarte es el único y verdadero tesoro. Y lo que cualquiera te puede quitar no es ningún tesoro; simplemente estás siendo engañado.
Tu única inquietud debe ser ésta: cuida y protege aquellas cualidades que puedas llevar contigo cuando la muerte destruya tu cuerpo, tu mente, porque esas cualidades serán tus únicas compañeras. Son los únicos valores reales y únicamente la gente que los alcanza, vive; sólo ellos. Los demás solamente fingen vivir.
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Extraído de: http://www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/VIDA01.htm
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