Hermosas son las estructuras mentales.
Hermosas cuando uno las rompe, las machaca, las pulveriza.
Son hermosas las estructuras mentales cuando uno las somete al fuego y las disuelve y evapora.
¿Que mayor placer que verlas desaparecer para siempre en el vacío de la conciencia pura?
Morimos a lo viejo, a lo que ya cumplió su ciclo, partimos masticando lo ya hecho, remordiendo para poder digerirlo, integrarlo y dar lugar a lo nuevo.
Morimos a lo viejo, a lo que ya cumplió su ciclo, partimos masticando lo ya hecho, remordiendo para poder digerirlo, integrarlo y dar lugar a lo nuevo.
Dejamos atrás los viejos errores y nos disponemos a cometer errores nuevos, más posibilitarios.
Desde la materia corporal más densa remontamos vuelo, nos elevamos en el aire del amanecer y en la transformación desde lo denso a lo sutil, desde la materia hacia el espíritu.
Transformamos los pensamientos, transformamos los razonamientos en comportamientos efectivos.
Sometemos a los pensamientos y emociones calentandolos o hirviendolos hasta despejarlos de aprehensiones, de creencias que nada aportan al proceso de cambio.
Vamos transformando lo sólido en liquido, y como el agua que fluye superamos los obstáculos, avanzamos sobre aquello que se interpone en nuestro camino hacia el océano de la totalidad indiferenciada.
Descomponemos la materia densa de nuestras experiencias vitales y seguimos nuestro camino con lo rescatado como positivo descartando lo no ya útil.
En ese proceso de descomposición caótica, la conciencia de los opuestos que surgen en la mente nos pone en presencia de la ilusión de la separación.
En el encuentro de la sombra con la luz, se dispersa la ilusión de la separación, produciéndose la unión y la liberación.
Desde la materia corporal más densa remontamos vuelo, nos elevamos en el aire del amanecer y en la transformación desde lo denso a lo sutil, desde la materia hacia el espíritu.
Transformamos los pensamientos, transformamos los razonamientos en comportamientos efectivos.
Sometemos a los pensamientos y emociones calentandolos o hirviendolos hasta despejarlos de aprehensiones, de creencias que nada aportan al proceso de cambio.
Vamos transformando lo sólido en liquido, y como el agua que fluye superamos los obstáculos, avanzamos sobre aquello que se interpone en nuestro camino hacia el océano de la totalidad indiferenciada.
Descomponemos la materia densa de nuestras experiencias vitales y seguimos nuestro camino con lo rescatado como positivo descartando lo no ya útil.
En ese proceso de descomposición caótica, la conciencia de los opuestos que surgen en la mente nos pone en presencia de la ilusión de la separación.
En el encuentro de la sombra con la luz, se dispersa la ilusión de la separación, produciéndose la unión y la liberación.
.