viernes, 16 de noviembre de 2018

Es viernes por la noche - Fernando Turjanski


Es viernes por la noche, mañana tengo taller de escritura y como es propio en mí no he escrito nada y lo he dejado para último momento…

No se me ocurre nada en particular, muchas ideas dispersas, difícil de entrelazarlas entre sí con un rumbo en común, decido distraerme brevemente, para que el subconsciente haga lo suyo, tras las bambalinas y para variar entro al caralibro y como es de costumbre en él me pregunta qué tengo en mi mente…

Me cuestiono como siempre: porqué siempre le intriga qué estoy pensando, en vez de qué estoy sintiendo?…

Acaso a veces, no debería ser que los sentimientos tengan más valor que los pensamientos?…

Además me pregunto qué hace con toda esa información, si acaso almacena datos en lo que Byoul-Chul Han llamó, si es que no fue otro, “Big Data”, para seguir jugando a dioses con la inteligencia artificial, quizás corriendo el riesgo en que la distopía de Matrix se haga realidad, entonces los robots nos usan como fuentes de energía…

Y ahora con el tema del robot se me dispara una película que disfruté mucho, que es “El hombre bicentenario”, aquel ser artificial que tenía como meta ser considerado humano, y me es inevitable pensar con nostalgia en Robin Williams y cómo fue su supuesto desenlace, en lo que dicen ser un suicidio, luego de padecer Parkinson, alcoholemia, depresión, vaya qué paradoja justo él, viendo antes de dejar este plano, todas sus películas…

Y al pensar en Williams se me dispara aquella anécdota de aquel paciente que le pide a su médico, desesperado y melancólico, una cura para su tristeza, y cuando éste le receta como panacea ir a ver a un payaso llamado Garrick que hace reír a multitudes, le termina diciendo que él es el payaso a quien le incita ver y le pide que le haga una receta distinta…

Ahora recuerdo, en otra oportunidad en el caralibro, haberme cruzado con una reflexión, en donde hay un discípulo que se encuentra desanimado entonces se lo comenta a su maestro, en busca de orientación y éste le responde: que entonces anime a los demás….

Qué paradoja nuevamente, como es posible animar a otros, cuando uno no tiene ánimo propio?. Ahora recuerdo la película de Patch Adams, basada en una historia real, también con gran interpretación de Williams, en donde se usaba la alegría como medicina. 

Ahora acabo de hacer una pausa y veo que habiendo empezado diciendo que no tenia nada que escribir, me encuentro ya pasada la media carilla…

No sé si estoy divagando o finalmente el subconsciente hizo bien su tarea y de alguna manera, si se quiere rebuscada, logró concretar bien su consigna y desarrollar un texto con cierta coherencia…

Ya me han sacado la ficha en el taller de escritura, descubriendo uno de mis síntomas, que es que la literatura me puede, no soy yo el que lleva las riendas, sino al revés…

Pero para hacer un cierre, volviendo a Byoul-Chul Han, él no solo habla de Big Data, sino que ahonda aun más, en el estudio de Foucault y su obra “Vigilar y Castigar”, donde hay un panóptico que nos mantiene vigilados,

pero Han lo actualiza diciendo que ahora el panóptico es digital, que no se hace falta que haya cámaras que nos estén vigilando, aunque no sepamos cuándo es que hay alguien mirando o no la pantalla,

sino que directamente nosotros nos desnudamos por voluntad propia, nos exhibimos, subiendo a las redes sin tomar conciencia quizás o de alguna manera manipulados para comportarnos de esta manera, como si fuéramos una especie de rebaño,

o la brutal imagen de la película “The Wall” de Pink Floyd, donde personas entran por una trituradora y salen como salchichas, con el estribillo que dice algo así, como ¨Maestros, dejen a nuestros niños en paz¨,

interpreto yo que alude quizás al lavado de cerebro o moldeo cuadrado que sigue la educación tradicional, a excepción de verdaderos revolucionarios como Paulo Freire…

No cumplí con mi palabra, pero algo que me quedó pendiente es una duda, que surgió en el taller de filosofía: cómo ayudar a otro, cuando lo quiere hacer para su bien, pero ese otro no quiere...

Y recuerdo, como lo seguiré haciendo hasta el fin de mis días, la cita que encontré al consultar un libro de ciencia ficción, como si fuera el I-Ching, al abrirlo al azar: 

“Nadie puede ser ayudado, si no quiere”. 

Ahora compañera, compañero, profe, si llegó hasta acá y cree que le hice perder el tiempo, lo siento en el alma, no sabría ni siquiera como definir este texto, ya que evidentemente cuento no es, quizás, le quede grande la etiqueta de reflexión, pero quería cumplir con mi tarea y compartir algo nuevo.

Fernando Turjanski
15/11/2018 

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Extraído del muro de Fernando Turjanski en Facebook
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