Es
viernes por la noche, mañana tengo taller de escritura y como es
propio en mí no he escrito nada y lo he dejado para último
momento…
No se me ocurre nada en particular, muchas ideas dispersas,
difícil de entrelazarlas entre sí con un rumbo en común, decido
distraerme brevemente, para que el subconsciente haga lo suyo, tras
las bambalinas y para variar entro al caralibro y como es de
costumbre en él me pregunta qué tengo en mi mente…
Me cuestiono
como siempre: porqué siempre le intriga qué estoy pensando, en vez
de qué estoy sintiendo?…
Acaso a veces, no debería ser que los
sentimientos tengan más valor que los pensamientos?…
Además me
pregunto qué hace con toda esa información, si acaso almacena datos
en lo que Byoul-Chul Han llamó, si es que no fue otro, “Big Data”,
para seguir jugando a dioses con la inteligencia artificial, quizás
corriendo el riesgo en que la distopía de Matrix se haga realidad,
entonces los robots nos usan como fuentes de energía…
Y ahora con
el tema del robot se me dispara una película que disfruté mucho,
que es “El hombre bicentenario”, aquel ser artificial que tenía
como meta ser considerado humano, y me es inevitable pensar con
nostalgia en Robin Williams y cómo fue su supuesto desenlace, en lo
que dicen ser un suicidio, luego de padecer Parkinson, alcoholemia,
depresión, vaya qué paradoja justo él, viendo antes de dejar este
plano, todas sus películas…
Y al pensar en Williams se me dispara
aquella anécdota de aquel paciente que le pide a su médico,
desesperado y melancólico, una cura para su tristeza, y cuando éste
le receta como panacea ir a ver a un payaso llamado Garrick que hace
reír a multitudes, le termina diciendo que él es el payaso a quien
le incita ver y le pide que le haga una receta distinta…
Ahora
recuerdo, en otra oportunidad en el caralibro, haberme cruzado con
una reflexión, en donde hay un discípulo que se encuentra
desanimado entonces se lo comenta a su maestro, en busca de
orientación y éste le responde: que entonces anime a los demás….
Qué
paradoja nuevamente, como es posible animar a otros, cuando uno no
tiene ánimo propio?. Ahora recuerdo la película de Patch Adams,
basada en una historia real, también con gran interpretación de
Williams, en donde se usaba la alegría como medicina.
Ahora acabo de
hacer una pausa y veo que habiendo empezado diciendo que no tenia
nada que escribir, me encuentro ya pasada la media carilla…
No sé
si estoy divagando o finalmente el subconsciente hizo bien su tarea y
de alguna manera, si se quiere rebuscada, logró concretar bien su
consigna y desarrollar un texto con cierta coherencia…
Ya me han
sacado la ficha en el taller de escritura, descubriendo uno de mis
síntomas, que es que la literatura me puede, no soy yo el que lleva
las riendas, sino al revés…
Pero para hacer un cierre, volviendo a
Byoul-Chul Han, él no solo habla de Big Data, sino que ahonda aun
más, en el estudio de Foucault y su obra “Vigilar y Castigar”,
donde hay un panóptico que nos mantiene vigilados,
pero Han lo
actualiza diciendo que ahora el panóptico es digital, que no se hace
falta que haya cámaras que nos estén vigilando, aunque no sepamos
cuándo es que hay alguien mirando o no la pantalla,
sino que
directamente nosotros nos desnudamos por voluntad propia, nos
exhibimos, subiendo a las redes sin tomar conciencia quizás o de
alguna manera manipulados para comportarnos de esta manera, como si
fuéramos una especie de rebaño,
o la brutal imagen de la película
“The Wall” de Pink Floyd, donde personas entran por una
trituradora y salen como salchichas, con el estribillo que dice algo
así, como ¨Maestros, dejen a nuestros niños en paz¨,
interpreto
yo que alude quizás al lavado de cerebro o moldeo cuadrado que sigue
la educación tradicional, a excepción de verdaderos revolucionarios
como Paulo Freire…
No cumplí con mi palabra, pero algo que me quedó
pendiente es una duda, que surgió en el taller de filosofía: cómo
ayudar a otro, cuando lo quiere hacer para su bien, pero ese otro no
quiere...
Y recuerdo, como lo seguiré haciendo hasta el fin de mis
días, la cita que encontré al consultar un libro de ciencia
ficción, como si fuera el I-Ching, al abrirlo al azar:
“Nadie
puede ser ayudado, si no quiere”.
Ahora compañera, compañero,
profe, si llegó hasta acá y cree que le hice perder el tiempo, lo
siento en el alma, no sabría ni siquiera como definir este texto, ya
que evidentemente cuento no es, quizás, le quede grande la etiqueta
de reflexión, pero quería cumplir con mi tarea y compartir algo
nuevo.
Fernando Turjanski
15/11/2018
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