From Keynesianism to Neo-liberalism: Shifting Paradigms in Economics
Thomas I. Palley
Resumen
Las
elecciones de Thatcher en 1979 y Ronald Reagan en 1980 pueden
considerarse como la inauguración formal del predominio de la política
económica neoliberal. Durante 24 años se ha presenciado una amplia
aplicación de esa filosofía económica en economías desarrolladas y en
desarrollo, aunque sus resultados en términos de crecimiento y
distribución en ese lapso se contrastan de manera desfavorable con el
período 1945-1980.
Abstract
Thatcher
and Reagan electoral victories (1979 and 1980) may be considered as the
formal beginning of neoliberal economic policy predominance. During 24
years this policy has been applied in both developed and underdeveloped
countries. The outcome contrasts negatively with growth and income
distribution performance during 1945-1980.
JEL classification: B20, E12, E10.
Los fundamentos intelectuales del neoliberalismo
Las ideas de economistas y filósofos políticos, cuando tienen razón o cuando se equivocan, son más poderosas de lo que generalmente se cree. En realidad, el mundo es gobernado por algunas de ellas. Hombres prácticos, que creen que están bastante exentos de cualquier influencia intelectual, son, por lo general, esclavos de algún economista muerto. (J. M. Keynes, The General Theory of Employment, Interest and Money, 1936).
En
los últimos 25 años la política económica y el pensamiento público han
sido dominados por una filosofía económica conservadora conocida como
neoliberalismo. La referencia al "liberalismo" refleja un linaje
intelectual que conecta con el liberalismo económico del siglo XIX
asociado con Manchester, Inglaterra.
El sistema de Manchester predicaba
la economía del laissez-faire y se asociaba estrechamente al
libre comercio y a la abrogación de la Ley de Granos de Inglaterra que
restringió la importación del trigo.
Actualmente, el neoliberalismo se
relaciona principalmente con la Escuela de Economía de Chicago, la cual
privilegia la eficiencia del mercado competitivo, el papel de los
individuos en la determinación de resultados económicos y las
distorsiones asociadas con la intervención y regulación gubernamentales
en los mercados.1
Dos principios críticos del neoliberalismo son: a) la teoría de la distribución del ingreso, y b)
la teoría de la determinación del empleo agregado.
Respecto a la
distribución del ingreso, el neoliberalismo afirma que los factores de
producción (trabajo y capital) se pagan conforme a su valor.
Ello se
realiza mediante los procesos de oferta y demanda, por lo cual el pago
depende de la escasez relativa de factores (oferta) y su productividad
(que afecta la demanda).
Respecto a la determinación del empleo
agregado, el neoliberalismo afirma que los mercados libres no permiten
que los factores de producción valiosos (incluyendo al trabajo) se
desperdicien.
En cambio, los precios se ajustarán para asegurar la
demanda futura y se empleen todos los factores.
Esta afirmación es el
fundamento de la Escuela Monetarista de Chicago, que afirma que las
economías se ajustan de manera automática al pleno empleo, de modo que
el uso de políticas monetaria y fiscal para incrementar permanentemente
el empleo simplemente genera inflación.2
Esas
concepciones han sido extraordinariamente influyentes y contrastan con
el pensamiento que prevaleció en el período 1945-1980. En ese lapso la
teoría dominante de la determinación del empleo fue el keynesianismo, la
cual sostiene que el nivel de actividad económica se determina por el
nivel de demanda agregada (DA).3
Adicionalmente, los keynesianos sostienen que las economías
capitalistas están sujetas a la debilidad periódica de los procesos de
generación de la DA, resultando en desempleo.
Ocasionalmente, esta
debilidad puede ser severa y produce depresiones económicas —como lo
¡lustra la Gran Depresión—. En tal mundo, las políticas monetaria y
fiscal pueden estabilizar el proceso de generación de demanda.
En
lo que atañe a la distribución del ingreso, los keynesianos siempre han
estado divididos y esto creó una fatal división que facilitó el triunfo
del neoliberalismo.
Los keynesianos estadounidenses (conocidos como neo
keynesianos) tendieron a aceptar la teoría neoliberal de la
distribución del ingreso "se paga lo que vale", mientras que los
keynesianos europeos (extensamente asociados con Cambridge, Reino Unido,
y conocidos como poskeynesianos) la rechazan.
Los poskeynesianos
argumentan que la distribución del ingreso depende de manera
significativa de factores institucionales. Así, no sólo importa la
productividad y la escasez de un factor, sino que también su poder de
negociación que es afectado por arreglos institucionales.
Esto explica
la importancia de los sindicatos, leyes que determinan los salarios
mínimos, derechos laborales y sistemas de seguridad social, como el
seguro de desempleo.
Finalmente, los acuerdos públicos de la economía
también importan, ya que un público que ve la economía a través de una
lente de poder de negociación tendrá mayores simpatías políticas por los
sindicatos e instituciones de seguridad social.
La gran regresión: el declive del keynesianismo y el renacimiento del neoliberalismo
Durante
los 25 años posteriores a la segunda guerra mundial (1945-1970), el
keynesianismo constituyó el paradigma dominante para entender la
determinación de la actividad económica.
Esta fue la época en que se
desarrollaron los instrumentos modernos de la política monetaria
(control de las tasas de interés) y fiscal (control de los gastos del
gobierno e impuestos).
Fue también un período en el cual la cobertura de
los sindicatos se elevó a máximos históricos, y se amplió el estilo del
New Deal de las instituciones de seguridad social y de regulación.
A
mediados de los setenta el impulso keynesiano se revirtió, para ser
remplazado por un renacido neoliberalismo apoyado en las dislocaciones
sociales y económicas asociadas con la época, como la guerra de Vietnam y
los choques de precios del petróleo de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP).
Sin embargo, esas perturbaciones sólo
condicionaron un punto de entrada.
La causa última del renacimiento
neoliberal debe buscarse en las divisiones intelectuales del
keynesianismo y su fracaso para desarrollar acuerdos públicos en la
economía que podrían competir con la retórica neoliberal de "mercados
libres".
A
lo largo del período de predominio keynesiano persistió una profunda
oposición conservadora dentro de Estados Unidos que constituyó la base
para lanzar el renacimiento neoliberal.
Esta oposición había estado
presente en el período del New Deal, tal como se manifestó en la
oposición conservadora a la creación del sistema de retiro de la
seguridad social.
Esto continuó después de la segunda guerra mundial,
como lo ¡lustra el patrocinio conservador del Acta Taft-Hartley (1947)
que sembró la semilla que ha terminado por aplastar los derechos de los
trabajadores estadounidenses para formar sindicatos, minando su fuerza y
su capacidad para organizarse.
El
renacimiento del neoliberalismo también fue impulsado por factores
económicos y culturales.
En escala económica, el éxito del New Deal
keynesiano pudo haber contribuido a su propio ruina. Así, la
prosperidad creciente, construida sobre las políticas keynesianas y el
contrato social de la posguerra entre la empresa y el trabajo, puede
haber alimentado la creencia de que finalmente habían sido resueltos los
principales problemas económicos de la distribución del ingreso y el
desempleo masivo.
Como resultado, el público pudo concluir gradualmente
que las políticas e instituciones —como los sindicatos— que habían
causado esa situación ya no eran necesarias.
En
escala cultural, Estados Unidos siempre ha celebrado su individualismo
radical, epitonizado en la imagen de colonizador.
Ese individualismo fue
ampliamente alentado por el conflicto ideológico incubado en la Guerra
Fría, el cual promovió una antipatía hacia las nociones de acción
económica colectiva y una negación de las limitaciones del capitalismo
de mercado.
En particular, la acción económica colectiva fue impregnada
por la identificación con el enfoque comunista en la conducción
económica.
La Guerra Fría, por tanto, fue tierra fértil para popularizar
una retórica económica que habló de los libres mercados "naturales" que
existen sin el gobierno y en los cuales la regulación del gobierno
reduce el bienestar.4
Los
factores políticos y culturales son indudablemente importantes en la
explicación del renacimiento del neoliberalismo.
Pero el keynesianismo
también sufrió divisiones intelectuales internas que lo debilitaron.
Una
fuente de división fue la teoría de la distribución del ingreso. Keynes
fue un creyente del producto marginal en la teoría de la distribución
del ingreso, por la cual a los trabajadores se les remuneraba por lo que
ellos aportaban a la empresa.
Esto ofrece muy poca justificación de los
sindicatos y otras formas de intervención en el mercado de trabajo,
todas las cuales pueden ser consideradas como distorsiones del mercado
más que correcciones de las fallas del mercado asociadas con un desigual
poder de negociación.
De hecho, mientras Keynes y los keynesianos
contribuían ampliamente a la comprensión de los determinantes de la DA y
su papel en la determinación del empleo, no había simetría entre el
análisis de las condiciones de producción y cómo ellas ¡nteractúan con
la DA y cómo la afectan.5
Una
segunda debilidad keynesiana fue la creencia de que la caída de precios
y (especialmente) la rigidez del salario nominal fueron responsables
del desempleo.
Esta posición surgió en los años cuarenta, una década
después de la publicación de la Teoría General de Keynes (1936).
El argumento fue que salarios nominales más bajos conducirían a precios
más bajos, incrementando, de ese modo, el valor real de la tenencia de
dinero que a su vez estimularía los gastos de consumo y la DA.
De hecho,
bajar los precios podría incrementar la oferta real de dinero; con ello
las tasas de interés bajarían y se estimularía el gasto de inversión.
En esa perspectiva, salarios nominales y precios reducidos podrían
solucionar el problema del desempleo.
Esta
visión neokeynesiana de la flexibilidad de los precios y el salario fue
firmemente adoptada, sobre todo por los economistas estadounidenses.
De
hecho, este enfoque afirma que las rigideces económicas eran
responsables del desempleo, y estas rigideces incluyen factores como los
sindicatos y las leyes de salarios mínimos.
En cierto modo, la posición
neokeynesiana estadounidense era implícitamente precursora de la agenda
neoliberal sobre la flexibilidad del mercado de trabajo actual.
Este
análisis neokeynesiano contrasta de manera notable con el análisis
poskeynesiano, que ha considerado al desempleo como resultante de la
escasez de demanda ocasionada por la incertidumbre acerca del futuro y
la débil confianza de los negocios.
En una economía monetaria, los
gastos pueden encubrirse si la gente decide retener el dinero, y la
flexibilidad de los precios puede empeorar el problema de demanda debido
a la deuda.
Así, la caída de los precios y del salario nominal aumenta
la carga del pago de interés de los deudores, lo que se revierte en una
reducción de sus gastos y posiblemente en una demora de sus pagos.6
La esencia pos-keynesiana es que la contracción basada en el dinero da
lugar a una importante eficiencia económica por una baja en los costos
de transacción, pero también hace que el ajuste económico sea muy
problemático por la flexibilidad de los precios y del salario nominal.
Estas
diferencias análogas, en cuanto a la determinación de la distribución
del ingreso y el papel descendente de la rigidez del salario nominal en
la creación de desempleo, crearon profundas divisiones internas entre
los keynesianos.
A nivel de la política, estas diferencias abrieron el
camino a los neoliberales para caracterizar a las innovaciones del
mercado de trabajo del New Deal como distorsiones del mercado más
que como correcciones de las fallas del mercado.
Como tal, estas
innovaciones carecieron de una racionalidad de eficiencia económica, y
podía, en el mejor de los casos, ser justificada por razones de
igualdad.
Adicionalmente,
estas divisiones abrieron el camino para un ataque sobre el pleno
empleo keynesiano en la política monetaria y fiscal.
Los neokeynesianos
estadounidenses apoyaron tales políticas con argumentos pragmáticos de
que los precios y salarios son, en la práctica, rígidos a la baja, y era
por esa razón que la política de intervención del gobierno resultaba
necesaria.
Así, éstas no fueron las ventajas teóricas de la flexibilidad
que los keynesianos impugnaron, sino más bien la posibilidad empírica
de flexibilidad de los precios y el salario nominal.
Intelectualmente,
ésta fue una deformación del mensaje de Keynes, y proporcionó una
apertura en la política pública a los economistas neoliberales para
argumentar que la política económica debería abandonar la meta de pleno
empleo y en cambio hacer realidad la flexibilidad del salario.
La política neoliberal en práctica
Como
ya se señaló, el neoliberalismo puede ser entendido en términos de sus
teorías de distribución del ingreso y de la determinación del empleo.
Según lo anterior, el mercado asegura que a los factores de producción
se les pague lo que valen, anulando de ese modo la necesidad de las
instituciones de seguridad social y de los sindicatos.
En efecto, las
instituciones de seguridad social pueden abatir el bienestar social y
ocasionar desempleo por interferir con los procesos del mercado.
Según
ello, el ajuste de los precios asegura una tendencia automática hacia el
pleno empleo.
Dentro de este esquema, las intervenciones de política
para aumentar el empleo causan inflación o incrementan el desempleo al
desestabilizar el proceso del mercado.
Esta fue la objeción de Milton
Fridman en cuanto a la Gran Depresión, quien argumentó que fue
ocasionada por un erróneo ajuste monetario de la Reserva Federal.
La
implicación de política es que quienes formulan la política
macroeconómica deberían desechar las políticas keynesianas de
administración de la demanda efectiva orientada al pleno empleo.
En
cambio, deberían adoptar reglas de política transparentes que resten
discrecionalidad a las decisiones de política, evitando así errores y
que sean las fuerzas del mercado las que solucionen el problema.7
En
la práctica, la aplicación de la política neoliberal en Estados Unidos
fue vista a menudo como un resbalón entre la copa y la boca —que es el
pragmatismo que ha forzado a los políticos neoliberales a apartarse de
la teoría—.
En cuanto a la distribución del ingreso, la política
neoliberal ha buscado consistentemente promover la causa de la
desregulación del mercado de trabajo.
Esto ha tomado la forma de
permitir que el valor real del salario mínimo disminuya, minando los
sindicatos y creando, generalmente, un clima de inseguridad del empleo
en el mercado laboral.
En esto, la política neoliberal ha sido leal a su
teoría, la cual sostiene que la protección al empleo y la rigidez del
salario no son necesarias.
El resultado ha sido el incremento de la
desigualdad del salario y del ingreso (Mishel et al., 2002, y
Palley, 1998a).
Para los neoliberales, esto se debe a que el mercado
paga a la población lo que vale.
Para los poskeynesianos es porque la
balanza de la fuerza de trabajo en los mercados se ha inclinado en favor
de las empresas.
En
cuanto a la política macroeconómica, el neoliberalismo ha sido aplicado
de una manera inconsistente y oportunista, y se ha apartado de su
retórica teórica.
A principios de los ochenta, los responsables de
formular la política neoliberal procuraron aplicar las prescripciones
monetaristas de la Escuela de Chicago que abandonaron el ajuste de la
tasa de interés keynesiana en favor de la meta de la oferta de dinero.
El resultado fue un incremento masivo del desempleo en la OCDE que
empujó la tasa de desempleo a un nivel más alto desde la Gran Depresión,
a una alza repentina de la tasa de interés real global, y al
surgimiento de volatilidad significativa en el mercado financiero.
Esto
forzó a abandonar el experimento monetarista y al retorno a una política
basada en la tasa de interés.
Sin
embargo, mientras se retornaba al uso de meta de tasa de interés y
políticas activistas de estabilización keynesianas, el objetivo de
política cambió.
En particular, el concepto de pleno empleo se abandonó y
se remplazó por el concepto de "tasa natural de desempleo" (también
conocida como NAIRU por sus siglas en inglés).8
Esta tasa natural es inobservable, y se supone que está determinada por
las fuerzas de demanda y oferta en el mercado de trabajo.
La adopción
de la retórica tasa natural ha servido a dos propósitos:
a) ha
suministrado cobertura política a las más altas tasas promedio del
desempleo que han minado la posición negociadora de los trabajadores, y
b)
ha provisto de cobertura para mantener las tasas de interés reales en
un nivel más alto, beneficiando de ese modo al sector financiero y los
acaudalados.
Así, aun cuando las tasas de interés han sido ajustadas
contracíclicamente para mitigar los ciclos económicos, su nivel promedio
ha sido más alto.
De la misma manera, la política fiscal ha sido
ajustada contracíclicamente para combatir el ciclo económico, pero
también ha sido usada para favorecer a ricos y a intereses políticos
especiales.
Esto es más evidente en la política fiscal, donde las
reducciones impositivas se han orientado hacia grupos de ingresos
superiores.
La
concepción neoliberal de la política de estabilización destaca dos
cuestiones.
Primero, mientras que la política de estabilización es la
respuesta política correcta, los responsables de formular la política
neoliberal la han empleado de manera subóptima.
Esto se ¡lustra con la
reciente política tributaria estadounidense.
Así, la administración Bush
empleó oportunamente la recesión de 2001 para bajar los impuestos, pero
estas reducciones fiscales se dirigían de manera predominante a los
ricos, produciendo de ese modo menos estallidos económicos por dólar, y
estructurados para ser permanentes cuando las recesiones demanden
recortes tributarios temporales.
Segundo, la necesidad del recurso de
política de estabilización habla de lo inadecuado de la explicación
teórica neoliberal de la economía.
Después de todo, según el modelo
neoliberal, las economías de mercado, se supone, se ajustan automática y
rápidamente al pleno empleo.
Puestas
las piezas juntas, el desafío que enfrentan los poskeynesianos es
llevar el debate a dos niveles.
Primero, a la necesidad de desafiar las
características de la política de estabilización neoliberal que han sido
subóptimas.
Segundo, a la necesidad de desafiar el subyacente esquema
conceptual neoliberal.
Esta doble tarea es difícil, puesto que dedicarse
a un debate sobre las características de la política arriesga a
percibir el debate como un asunto de diferencias de rango más que de
discrepancias fundamentales en la concepción económica.
La evaluación económica bajo el neoliberalismo
Las
elecciones de la señora Thatcher en 1979 y Ronald Reagan en 1980 pueden
considerarse como la inauguración formal del predominio de la política
económica neoliberal.
Los 24 años que han transcurrido desde entonces
han presenciado una amplia aplicación de ¡deas neoliberales de política,
tanto en economías en desarrollo como en las industrializadas.
Comparado con el período 1945-1980, aquel ha sido un lapso de
crecimiento económico sustancialmente lento y de ensanchamiento de la
desigualdad del ingreso, dentro de los países como entre ellos (Mishel
ef al., 2001, y Weisbrot ef al., 2002).
En
los países industrializados la discusión económica ha sido dominada por
políticas asociadas con el "modelo estadounidense".
Éstas incluyen
desregulación de los mercados financieros, privatización, erosión de las
instituciones de seguridad social, debilitamiento de los sindicatos y
de las protecciones al mercado de trabajo, reducción del gobierno,
reducción de las tasas de impuesto a los ingresos más altos, apertura
externa de los mercados de mercancías y de capital, y el abandono del
pleno empleo bajo la apariencia de la tasa natural.
La política
económica internacional ha sido dominada por el Consenso de Washington
que aboga por la privatización, el libre comercio, el crecimiento
conducido por la exportación, la movilidad del capital financiero, la
desregulación del mercado de trabajo, y políticas macroeconómicas de
austeridad.
El
fracaso del Consenso de Washington para generar un crecimiento más
rápido en países en desarrollo —éste ha generado en realidad un
crecimiento lento— ha contribuido a un contragolpe que lo ha
desacreditado de manera considerable.
Existe ahora un reconocimiento
amplio de que:
a) los mercados financieros internacionales pueden ser propensos a la inestabilidad; b)
el crecimiento conducido por la exportación no es suficiente para el
desarrollo nacional y puede promover una deflación global y conducir
hacia una crisis; c) la democracia y las instituciones que promueven la inclusividad social son necesarias para el desarrollo, y
d)
las protecciones al mercado de trabajo son necesarias para prevenir la
explotación.
Sin embargo, aunque mucho se ha construido en oposición al
Consenso de Washington, ha habido poco progreso en el combate del
"modelo estadounidense".
Esto plantea un peligro, ya que dicho modelo es
la fuente de la política neoliberal, incluyendo al Consenso de
Washington.
Dentro
del debate público, Estados Unidos se presenta como una economía modelo
y se contrasta con las economías europeas, etiquetadas como
escleróticas e inflexibles.
Sin embargo, los hechos son más complejos y
hablar de ambos modelos tiene ventajas y desventajas.
Las ventajas del
modelo neoliberal estadounidense son una tasa de desempleo promedio
baja, una tasa de empleo más alta, y el crecimiento más rápido del
producto (en parte conducido por el crecimiento de la población causado
por la inmigración legal e ¡legal).
Sus debilidades relativas en
relación con el modelo europeo son una desigualdad del ingreso más alta y
agravada (ejemplificada por la explosión de los sueldos a los gerentes
en Estados Unidos), tasas de pobreza más altas, un crecimiento de
productividad inferior (hasta mediados de los noventa), jornadas de
trabajo más largas, y el estancamiento de los ingresos de 50% de los
trabajadores quienes reciben los ingresos más bajos.
Una investigación
sobre la economía de la felicidad (ESlanchflower y Oswald, 2002) muestra
que la felicidad en Estados Unidos ha estado declinando, mientras en el
Reino Unido se ha estancado.
Estas dos economías han seguido el camino
neoliberal más agresivamente, pero no se ha traducido en más felicidad
para sus ciudadanos.
Las diferencias de resultados económicos estadounidenses y europeos pueden entenderse con base en el cuadro siguiente.9
La política macroeconómica determina la tasa de desempleo total,
mientras la política microeconómica concerniente al mercado de trabajo y
a las instituciones de seguridad social determina los patrones de
desigualdad del ingreso.
Una política macroeconómica expansionista
disminuye el desempleo, mientras que una política macroeconómica
contracciónista lo aumenta.
El erosionar las instituciones de seguridad
social aumenta la desigualdad del ingreso, mientras que preservar las
protecciones la mantiene constante.
Una configuración de la política
neoliberal pura apuntaría a erosionar las protecciones como una forma de
distorsión del mercado, y abandonaría las políticas contracciónistas de
pleno empleo por innecesarias.
En
la práctica, la política no se ha aplicado como la teoría neoliberal
pura suguiere. Estados Unidos ha seguido una política macroeconómica
expansionista construida sobre un enorme déficit presupuestal y tasas de
interés contracíclicas, combinadas con políticas que erosionan la
seguridad social.
El resultado ha sido relativamente pleno empleo y una
peor distribución del ingreso.
En contraste, Europa ha seguido una
política macroeconómica contracción ista centrada en altas tasas de
interés y austeridad fiscal, manteniendo sus instituciones de seguridad
social.
El resultado ha sido un alto desempleo, y sólo un modesto
deterioro en la desigualdad del ingreso.
Finalmente
el cuadro anterior puede ayudar a entender la configuración política
recomendada desde una perspectiva poskeynesiana.
A nivel microeconómico
hay necesidad de instituciones de seguridad social y protección al
mercado de trabajo para asegurar una distribución apropiada del ingreso.
En escala macroeconómica, la política debería tener una inclinación
expansionista para asegurar el pleno empleo.
Esta configuración política
encaja con el marco teórico subyacente que impacta de manera
considerable a la distribución del ingreso por fuerzas sociales e
institucionales, mientras el pleno empleo requiere la administración del
nivel de la demanda agregada.
El desafío consiste en asegurar que las
instituciones de seguridad social son diseñadas de tal forma que los
mercados conservan los incentivos apropiados para proveer los esfuerzos
laborales y empresariales, mientras las empresas tienen un nivel
adecuado de flexibilidad.
En suma, la política macroeconómica debe
proporcionar la demanda agregada adecuada, pero no tanto que
¡naceptablemente genere alta inflación.
El
análisis anterior, en términos de política macro y microeconómica,
entraña importantes lecciones políticas. Tanto el modelo estadounidenses
como el europeo tienen errors res importantes.
Sin embargo,
políticamente el modelo estadounidense —con su tasa dedesempleo baja— ha
sido difícil de abollar. Al mismo tiempo, el modelo europeo ha estado
bajo presión para debilitar sus instituciones de protección al mercado
de trabajo y de seguridad social.
Esto sugiere que el desempleo bajo no
mejora la distribución del ingreso y las preocupaciones de justicia en
el electorado. Tal conclusión es respaldada por la investigación sobre
la economía de la felicidad que reporta que el desempleo representa un
muy alto costo de felicidad.
La población está preocupada por la
justicia, pero no lo suficiente para ser políticamente decisiva. Esto
significa que un modelo económico exitoso debe abordar el problema del
desempleo, y esto muestra cómo el modelo social europeo está siendo
saboteado por la política macroeconómica del continente.
Reinventando el gobierno en el discurso económico
Además
de reconfigurar la mezcla de política macro-microeconómica, existe
también la necesidad de reconfigurar la comprensión pública del papel
económico del gobierno.
La tradicional explicación liberal de la
participación económica del gobierno se ha enfocado en "las fallas del
mercado" relacionado con los problemas de monopolio, monopolio natural,
bienes públicos y externalidades.10
La ¡dea básica es que las fallas del mercado conducen a la provisión
subóptima (puede haber demasiada poca o demasiada producción),
requiriendo la intervención del gobierno —a través de regulación,
impuestos y subvenciones o el control rotundo del gobierno en la
producción— para remediar el problema.
El
concepto de fallas del mercado ha demostrado ser muy poderoso, pero a
su vez ha dado lugar a un contra argumento neoliberal enmarcado en
términos de "las fallas del gobierno".
El reclamo consiste en que aunque
los mercados puedan fallar, recurrir al gobierno para remediar esas
fallas puede ser peor debido a ineficiencias burocráticas y carencia de
incentivos de mercados específicos.
El
argumento de fallas del gobierno ha tenido un gran impacto en Estados
Unidos debido a la cultura de individualismo radical.
Sin embargo, el
papel del gobierno en una economía de mercado es mucho más profundo y su
contribución se entiende de manera inadecuada.
No sólo el gobierno
tiene un papel que desempeñar para remediar las fallas del mercado, sino
también es un proveedor de servicios esenciales relacionados con la
educación y la salud.
Además, el gobierno tiene una función crítica en
la estabilización del ciclo económico a través de las políticas
monetaria y fiscal.
Más profundamente aún, la gestión del gobierno es
fundamental en el funcionamiento de los mercados privados al
proporcionar un marco legal que apoya las operaciones contractuales, en
cuya ausencia las ventajas de una economía de mercado disminuirían de
manera notable.
En
particular es mal entendido el papel del gobierno en la prevención de
"la competencia destructiva". Tal competencia se asocia con condiciones
caracterizadas por el dilema del prisionero.
Éste corresponde a una
situación en la cual los incentivos del mercado inducen a los agentes a
involucrarse en acciones que generan un equilibrio subóptimo, y el
mercado no puede generar los incentivos que pueden apoyar al equilibrio
socialmente óptimo.
Esta situación se ¡lustra por el problema del
soborno. El soborno es económicamente destructivo al asignar los
negocios sobre la base del pago de soborno más que con base en la
eficiencia económica. Por esta razón, las sociedades deberían tender a
evitarlo; sin embargo, los mercados desregulados tienden a producirlo.
Si un agente soborna mientras otros no, aquel agente se beneficia
mientras los otros se perjudican.
Por consiguiente, todos los agentes
tienen un incentivo para sobornar. Por tanto, el mercado per se
genera un equilibrio "malo", en el cual todos los agentes pagan
sobornos.
El equilibrio "bueno", en el cual no se paga ningún soborno
sólo puede ser apoyado por leyes que impongan penas que lo disuadan.
Esto ¡lustra cómo la acción del gobierno puede ser necesaria para
promover resultados óptimamente eficientes.
El mundo real está afectado
por situaciones que generan competencia destructiva; los ejemplos
incluyen el soborno, gastos publicitarios excesivos, la competencia
fiscal entre jurisdicciones para atraer la inversión de las empresas y
la carrera global de que los países inducen bajos estándares laborales
para atraer a las empresas. Todas estas situaciones requieren de la
intervención del gobierno para remediarlas.
Poskeynesianos versus la tercera vía: similitudes y diferencias
Para
concluir, vale la pena comparar el enfoque poskeynesiano anterior con
el del primer ministro británico, Tony Blair, "la Tercera Vía".11
Éste es un intento alternativo para abatir el dominio neoliberal de la
política pública.
Aquélla procura articular una senda humana entre la
primera vía del capitalismo del laissez-faire y la segunda vía de
las economías centralmente planificadas. Ello tuvo cierta resonancia
con la economía mixta de los sesenta que abogaba por una combinación de
industrias privadas y nacionalizadas.
Sin
embargo, aunque la Tercera Vía procura humanizar el mercado, es
fundamentalmente diferente de una perspectiva poskeynesiana porque
básicamente acepta los principales principios teóricos del
neoliberalismo respecto a la distribución del ingreso y la estabilidad
de las economías capitalistas.
Vista así, la Tercera Vía constituye una
actualización del enfoque temprano de las fallas del mercado pero
también representa una respuesta al argumento neoliberal de las fallas
del gobierno.
Así, la Tercera Vía pone el acento en cómo las fallas del
mercado pueden ser resultado de información imperfecta.
Este argumento
es una fuente adicional de las fallas del mercado que ha ganado
reconocimiento teórico durante los pasados 20 años.
Además, más allá de
que el gobierno se encargue de la producción através de las industrias
nacionalizadas y del riesgo de las fallas del gobierno, la Tercera Vía,
en cambio, acentúa la función de los impuestos y la regulación como el
medio preferido para cambiar el comportamiento del sector privado.
Asimismo, cuando se trata de la producción de servicios esenciales como
la salud y la educación —que los mercados suministran con déficit— la
Tercera Vía se conforma con que el gobierno contrate estos servicios y
que el sector privado los produzca.
En
tanto estas innovaciones de la Tercera Vía son, en principio,
consistentes con el enfoque poskeynesiano, también son la causa
fundamental para diferenciar al poskeynesianismo de la Tercera Vía
debido a su rechazo del enfoque neoliberal de la distribución del
ingreso y las pretensiones de una tendencia automática hacia el pleno
empleo.
Al trabajo no se le paga de manera automática por un proceso
anónimo neutral del mercado.
Más bien, el patrón de distribución del
ingreso es afectado por instituciones del mercado de trabajo, y las
intervenciones institucionales son necesarias porque los mercados tienen
una tendencia a favorecer al capital sobre el trabajo.
Además, las
economías capitalistas están sujetas a las fluctuaciones de la DA que
dan lugar al desempleo innecesario.
La caída de precios y la
flexibilidad del salario no pueden resolver ese problema, y en realidad
lo agravan. Esto revela la necesidad de intervenciones de política
fiscal y monetaria para corregir el problema de la demanda deficiente,
así como de instituciones que impidan caídas generalizadas en precios y
salarios nominales para evitar deflaciones por deudas.
Éstas diferencias
analíticas distinguen fundamentalmente al poskeynesianismo de la
Tercera Vía, y explican los desacuerdos de política que marcan "al
viejo" y "al nuevo" movimiento laborista en el Reino Unido, y a "viejos"
y "nuevos" demócratas en Estados Unidos.
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Notas
*
El texto original "From Keynesianism to Neo-liberalism: Shifting
Paradigms in Economies" se publicará en Johnston and Saad Filho (eds.), Neoliberalism-A Critical Reader, Pluto Press. Traducción del inglés de Karina Navarrete Pérez.
1
Figuras clave de la Escuela de Chicago son Milton Friedman, George
Stigler, Ronald Coase y Gary Becker; todos ellos han obtenido el Premio
Nobel en Economía.
2 La
política monetaria es conducida por el Banco Central, el cual maneja
las tasas de interés que influyen en el nivel de actividad económica. La
política fiscal se refiere al manejo de gastos del gobierno e impuestos
que influyen en la actividad económica.
3 La
demanda agregada es el nivel total de la demanda de bienes y servicios
en la economía. Los keynesianos consideran que las empresas producen con
base en sus expectativas sobre el nivel de la demanda agregada, así
que, por consiguiente, el nivel de demanda agregada determina, en
general, el nivel de la actividad económica.
4 Palley (1998a, pp. 32-38).
5 Este tema es desarrollado por Palley (1998a).
6 Para
un análisis formal de las posibilidades de desestabilización de la
caída de precios y del salario mínimo véase Palley (1996, capítulo 4;
1999).
7
La discusión de Friedman basada en las reglas de política ha sido
complementada por una segunda generación en la discusión de la economía
política de la Escuela de Chicago, en el sentido de que los políticos
están motivados por el interés propio y operan engañando al público y en
contra de su interés. De acuerdo con la segunda generación de
economistas de la Escuela de Chicago, éstos demandan instituciones
políticas independientes, libres del control político. El problema con
estas demandas es que quitar la responsabilidad política no suprime el
interés propio de los que permanecen en el control (Palley, 1997).
8
Las siglas NAIRU significan Tasa de Inflación No Acelerada del
Desempleo, NAIRU, como se supone, es la tasa de desempleo en la cual la
inflación no muestra ninguna tendencia a acelerarse o a desacelerarse.
9 El siguiente análisis deriva de Palley (1998b).
10
El monopolio puede ser resultado de acciones privadas o de naturaleza
tecnológica. En ambos casos ésto excluye las ventajas de competencia.
Los bienes públicos se refieren a actividades como la provisión de
defensa y el alumbrado público. Los mercados son abastecidos de bienes
públicos porque los productores privados no pueden impedir a los agentes
de un consumo libre del bien. Las externalidades se refieren a las
acciones de un agente que afectan el bienestar de otros. Los costos y
beneficios de este impacto no son tomados en cuenta por los individuos
cuando deciden sobre la marcha, causando un resultado subóptimo.
11
Arestis y Sawyer (2001) proporcionan una revisión de la economía de la
Tercera Vía; cómo se aplicó en los gobiernos que se han adherido a ese
enfoque.
Información sobre el autor
Thomas I. Palley.
Economista en Jefe de la China Economic and Security Review Commission
de Estados Unidos. Es graduado de la Universidad de Oxford y maestro en
Relaciones Internacionales y doctor en Economía por la Universidad de
Yale. Ha publicado para numerosas revistas académicas especializadas y
escrito para The Atlantic Monthy, American Prospect y Nation.
Palley fue director de la Open Society Institute's Globalization Reform
Project, así como director asistente de Public Policy en la AFL-CIO.
Es
autor de Plenty of Nothing: The Downsizing of the American Dream y Case for Structural Keynesianism, ambos de Princenton University Press, y de Post Keynesian Economics de Macmillan Press. Algunos de sus artículos son los siguientes: "Zero is not the Optimal Rate of Inflation", Challenge, 1998; "Destabilizing Speculation and the Case for an International Currency Transactions Tax", Challenge, 2001; "The Economic Case for Labor Standards: A Layman's Guide", Richmond and Journal of Global Law & Businesss, 2001, y "Asset Price Bubbles and the Case for Asset-Based Reserve Requirements", Challenge, 2003.
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Extraído de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-952X2005000100007
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