jueves, 16 de junio de 2011

Resonancias de Borges - Arturo Jaque Rojas


El artífice que crea un ser
con el primor de la madre,
con el fervor del padre,
para empujarlo hacia el cosmos,
hacia el templo donde deberá
tributar al dios del cual es
una imagen y exaltación,
pero al final el demiurgo
es víctima de la revelación:
él mismo, que se pensaba
como un arquitecto primigenio,
fue pensado y creado por
un demiurgo anterior.

La gran maquinaria del universo
es como una lotería,
en cuyo funcionamiento
el azar y la necesidad
tienen una presencia todopoderosa y ubicua;
hasta el más pequeño detalle
está contemplado en los mecanismos,
y su trabazón: el azar absoluto no existe
; ergo, hoy somos un rey que aplastamos
a multitudes con la pompa y la parafernalia
de nuestro poder; mañana un esclavo
que será usado como pábulo
para la saña del torturador.

El universo es una biblioteca
de dimensiones tan infinitas
como impensables para la
insignificante mente humana.
Está estructurada y subdividida en parcelas,
en cada una de las cuales transcurre
la existencia del bibliotecario;
rara vez, uno que otro se atreve
a abandonar su puesto de trabajo,
para buscar el conocimiento y la verdad,
que se esconden tras la fachada de
este laberinto insondable: la raíz del misterio,
es el Innombrable nombre de Dios.

Los designios de la razón
son inescrutables: bajo el espejismo
de llevarnos al establecimiento
de una certeza de acero,
paradójicamente nos pueden inducir
hacia nuestra tumba.
El detective del espíritu,
erudito en  los saberes cabalísticos
del mundo judío, es asesinado
por el hermano de un delincuente
que tiene la capacidad de urdir
una tramoya y una trampa
donde  la metafísica quede atorada;
el exceso de la razón,
es estéril ante las trampas de la astucia.

¿Qué portento encierra la memoria
que es la tabla de nuestra salvación,
que nos mantiene a flote durante
la trayectoria hacia el final;
impidiendo la muerte por inmersión
antes de que el hálito de vida,
se extinga en el ara de nuestro corazón?.
Tal vez, mira y retiene cada minúsculo
rasgo del rastro amado, del rostro de la amada;
capta y captura, cada detalle del rincón
en donde el alma  se expandió,
y se sintió a sus anchas.

¿Acaso es posible que la sevicia
de los verdugos, que asolaron Europa
convirtiéndola en un campo
de muerte,
quede aplazada para que
un erudito de origen judío
tenga la franquía para consumar
la obra que valida y legitima su paso
por los fastos de la existencia?.
Cuando las balas homicidas,
de todo lo que es bueno y bello
y verdadero, partían hacia
la carne de la víctima,
para cebarse en ella como leones hambreados,
sólo por un periquete se suspendió
el transcurso del tiempo;
se congeló en la eternidad,
para después de acabada
la tarea, penetrar
y desgarrar profundamente, y destruir.

El universo es un rompecabezas,
cuya completitud depende del
cerebro y de las manos de
un genio maligno: el implacable
e imprevisible señor Azar.
Un extraño sujeto amante de los libros,
que se refocila como un dios
en un ejemplar de "Las Mil y Una Noches",
pensando en las horas de placer
solitario y embriagador de su lectura,
es empujado hacia un manicomio,
para exorcizarlo del demonio que lo ha poseído;
parece que intentó suicidarse.
Los derroteros de lo absurdo, lo llevan
a su muerte a manos de un matón,
que lo había ofendido inexplicablemente,
cuando él sólo buscaba un pabellón donde
terminar su recuperación, y dedicarse a vivir la vida,
que hasta entonces le había sido huidiza.

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Extraído del muro de Arturo Jaque Rojas en Facebook
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