lunes, 4 de marzo de 2013

Sermón del Despertar - Bodhidharma


La esencia del Camino es el desapego.

Y la meta de aquellos que practican es liberarse de las apariencias.

Se dice en los sutras:

«El desapego es despertar porque niega las apariencias».

La budeidad significa atención sutil.

Aquellos mor­tales cuyas mentes tienen atención natural alcanzan el Camino del despertar y por ello son llamados Buddhas.

Se dice en los sutras:

«Aquellos que se liberan a sí mismos de toda apariencia son llamados Buddhas».

El aspecto de la apariencia como no apa­riencia no puede apreciarse visualmente sino que únicamente puede conocerse mediante la sabiduría.

Cualquiera que escu­che y crea esta enseñanza se embarcará en el Gran Vehículo y abandonará los tres reinos.

Los tres reinos son codicia, aversión y confusión.

Abandonar los tres reinos significa regresar desde la codicia, aversión y la confusión a la moralidad (el camino de la virtud natural sin culpabilidad),

Contemplación (con amor benevolente) y la sabiduría (inteligencia natural encontrada en las enseñanzas).

Codicia, aversión, y confusión no tienen naturaleza propia (sus aparentes raíces, son las Identidades), son ilusorias y cualquiera capaz de reflexionar verá que la naturaleza de la codicia, aversión y confusión es la natura­leza búdica.

 Más allá de codicia odio e ignorancia no hay otra naturaleza búdica.

Se dice en los sutras:

« Los budas sólo se han convertido en budas mientras vivían con los tres venenos y alimentándose del Dharma puro».

Los tres venenos son codi­cia, odio y confusión.

El Gran Vehículo es el más grande de los vehículos.

Es el transporte de los bodhisattvas, que lo usan todo sin usarlo y que viajan todo el día sin viajar. Así es el vehículo de los bod­hisattvas.

Se dice en los sutras:

«El no vehículo es el vehículo de los Buddhas».

Cualquiera que comprenda que los seis sentidos no son rea­les, que los cinco agregados son ficciones, que ninguno de ellos puede ser localizado en parte alguna del cuerpo, comprende el lenguaje de los Buddhas.

Se dice en los sutras:

«La cueva de los cinco agregados es el vestíbulo del Chan.

La apertura del ojo de la mente es la puerta del Gran Vehículo».

No puede ser más claro. No pensar en nada es Chan.

Una vez que se sabe, caminar, estar de pie, sentarse o estirarse, todo lo que se haga, es Chan.

Saber que la mente es vacío es ver al Buddha.

Los Buddhas de las diez direcciones no tienen mente.

Ver la no mente es ver al Buddha.

Renunciar a uno mismo sin pesar es la caridad más grande.

Trascender movimiento e inmovilidad es la mayor de las me­ditaciones.

Los mortales no dejan de moverse, y los arhats per­manecen inmóviles.

Pero la más elevada de las meditaciones trasciende tanto la de los mortales como la de los arhats.

Aque­llos que alcanzan dicha comprensión se liberan a sí mismos de todas las apariencias sin esfuerzo y curan cualquier enferme­dad sin tratamiento. Tal es el poder del gran Chan.

Usar la mente para buscar la realidad es ignorancia.

No usar la mente para buscar la realidad es conocimiento.

Liberarse uno mismo de las palabras es liberación.

Permanecer sin má­cula de polvo de sensación es permanecer en el Dharma.

Tras­cender vida y muerte es abandonar el hogar.

No sufrir otra existencia es alcanzar el Camino.

No crear igno­rancia es iluminación.

 No aferrarse a la ignorancia es sabiduría.

La no aflicción es el nirvana.

Y la no apariencia de la mente es la otra orilla.

Cuando eres ignorante, esta orilla existe. Pero cuando des­piertas, deja de existir.

Los mortales permanecen en esta orilla, pero aquellos que descubren el más grande de todos los vehí­culos no están ni en ésta ni en aquélla.

Son capaces de vivir en ambas orillas.

Aquellos que ven la otra orilla como diferencia­da de ésta no comprenden el Chan.

La ignorancia significa mortalidad.

Y el conocimiento sig­nifica budeidad.

No son lo mismo y tampoco son diferentes.

Pero la gente distingue entre ignorancia y conocimiento.

Cuan­do somos ignorantes hay un mundo al que escapar.

Cuando so­mos conscientes, no hay nada donde escapar.

A la luz del Dharma imparcial. los mortales no son diferen­tes de los sabios.

En los sutras se dice que el Dharma imparcial es algo que los mortales no pueden penetrar ni los sabios prac­ticar.

El Dharma imparcial sólo es practicado por los grandes Buddhas y bodhisattvas.

Ver la muerte como algo diferente de la vida o el movimiento como algo diferente de la inmovilidad es ser parcial.

Ser imparcial significa ver el sufrimiento como algo no diferenciado del nirvana, porque la naturaleza de am­bos es el vacío.

Al imaginar que pondrán fin al sufrimiento y entrarán en el nirvana, los arhats acaban atrapados por el nir­vana.

Pero los bodhisattvas saben que el sufrimiento es esencialmente vacío y permaneciendo en el vacío permanecen en el nirvana.

Nirvana significa no nacimiento y no muerte.

Está más allá de nacimiento y muerte y más allá del nirvana.

Cuando la mente deja de moverse, penetra en el nirvana. Nirvana es una mente vacía.

Cuando no exis­te la ignorancia, los Buddhas alcanzan el nirvana.

Cuando no existen las aflicciones, los bodhisattvas entran en el lugar del despertar.

Un lugar deshabitado es uno sin codicia, odio ni ignoran­cia.

La codicia es el reino del deseo, el odio el reino de la forma y la ignorancia el reino sin forma.

Cuando da comienzo un pensamiento se penetra en los tres reinos.

El principio o fin de los tres reinos, la existencia o no existencia de todo, depende de la mente.

Esto es aplicable a todo, incluso a objetos inani­mados como rocas y palos.

Cualquiera que sepa que la mente es una ficción y está vacía de cualquier cosa real, sabe que su propia mente ni existe ni no existe.

Los mortales siguen creando la mente, procla­mando que existe.

Los arhats siguen negando la mente, pro­clamando que no existe.

Pero los bodhisattvas y los Buddhas ni crean ni niegan la mente. ( Sabe que NO HAY MENTE y NO HAY NO-MENTE)

Eso es lo que significa que la mente ni existe ni no existe.

La mente que ni existe ni no existe es lo que se denomina el Camino Medio.

 Si utilizas tu mente para estudiar la realidad, no entenderás ni tu mente ni la realidad.

Si estudias la realidad sin utilizar la mente, entenderás ambas.

Aquellos que no comprenden, no en­tienden el entendimiento.

Y aquellos que comprenden, entien­den el entendimiento.

 La gente capaz de verdadera visión sabe que la mente es vacío, trascienden tanto comprensión como no comprensión.

La ausencia de comprensión y no comprensión es verdadera comprensión.

Vista con verdadera visión, la forma no es simplemente for­ma, porque la forma depende de la mente.

Y la mente no es simplemente mente, porque la mente depende de la forma.

Mente y forma crean y niegan una a la otra.

Lo que existe lo hace en relación con lo que no existe.

Y lo que no existe no existe en relación a lo que existe. Esta es la verdadera visión.

Mediante dicha visión nada es visto y nada es no visto.

 Dicha visión penetra en las diez direcciones sin ver: porque nada es visto; porque no es visto se ve; porque es visto no se ve.

Lo que ven los mortales son ilusiones.

 La verdadera visión está desapegada del ver.

 La mente y el mundo son opuestos, y la visión aparece don­de se encuentran.

Cuando la mente no se agita interiormente. el mundo no aparece exteriormente.

La verdadera visión es cuando tanto el mundo como la mente son transparentes.

Y esta comprensión es verdadera comprensión.

Ver nada es percibir el Camino, y comprender nada es co­nocer el Dharma, porque ver no es ver ni no ver y porque com­prender no es comprender ni no comprender.

Ver sin ver es verdadera visión.

Comprender sin comprender es verdadera comprensión.

La verdadera visión no es sólo ver viendo, también es ver sin ver.

Y la verdadera comprensión no es sólo comprender comprendiendo, también es comprender no comprendiendo.

 Si lo comprendes todo entonces es que no comprendes.

Sólo cuando comprendes nada es verdadera comprensión.

Com­prender es ni comprender ni no comprender.

Se dice en los sutras:

«No apartarse de la sabiduría es estu­pidez».

Cuando la mente no existe, tanto comprender como no comprender son verdad.

Cuando la mente existe, comprender y no comprender son falsos.

Cuando comprendes, la realidad depende de ti.

Cuando no comprendes, eres tú quien depende de la realidad.

Cuando la realidad depende de ti, lo que no es real se convierte en real.

Cuando eres tú quien depende de la realidad, lo que es real se convierte en falso.

Cuando dependes de la realidad, todo es falso.

Cuando la realidad depende de ti, todo es verdad.

Así pues, el sabio no usa su mente para buscar la realidad, o la re­alidad para buscar su mente, o su mente para buscar la mente, o la realidad para buscar la realidad.

Su mente no hace que aparezca la realidad. Y la realidad no hace que aparezca su mente.

Y porque ambas, su mente y la realidad, son inmó­viles, está siempre en samadhi»

Cuando aparece la mente mortal, desaparece la budeidad.

Cuando desaparece la mente mortal, aparece la budeidad.

Cuando la mente aparece, desaparece la realidad. Cuando la mente desaparece, aparece la realidad.

Quien sepa que nada depende de nada habrá encontrado el Camino,

Y quien sepa que la mente depende de nada siempre está en el lugar de la iluminación.

Cuando no comprendes estás equivocado.

Cuando comprendes, no estás equivocado.

Es así porque la naturaleza del error es el vacío.

Cuando no comprendes, lo cierto parece equi­vocado.

Cuando comprendes, lo equivocado no es equivocado porque lo equivocado no existe.

 Se dice en los sutras:

 «Nada cuenta con una naturaleza propia».

Actúa. No cuestiones. Cuando cuestionas estás equivocado.

La equivocación es el re­sultado del cuestionar.

Cuando alcanzas una comprensión así, los hechos equivocados de tus vidas pasadas quedan borrados.

Cuando vives en la ignorancia, los seis sentidos y las cinco sombras son los causantes del sufrimiento y la mortalidad.

 Cuando despiertas, los seis sentidos y las cinco sombras son los causantes del nirvana y la inmortalidad.

Alguien que busca el Camino no busca más allá de sí mis­mo pues sabe que la mente es el Camino.

Pero cuando busca la mente no encuentra nada.

Y cuando encuentra el Camino no encuentra nada.

Si crees que puedes utilizar la mente para encontrar el Camino es que vives en la ignorancia.

Cuando se vive en la ignorancia existe la budeidad.

Cuando eres cons­ciente no existe tal cosa.

Y es así porque la conciencia es la budeidad.

Si buscas el Camino, el Camino no aparecerá hasta que de­saparezca tu cuerpo.

 Es como descortezar un árbol.

Este cuer­po kármico experimenta continuo cambio.

No cuenta con rea­lidad fija.

Practica de acuerdo con tus pensamientos. No odies vida y muerte ni ames vida y muerte.

Mantén cada uno de tus pensamientos libre de ignorancia y en vida presenciarás el principio del nirvana y en la muerte experimentarás la segu­ridad de no renacer.

Ver la forma sin ser corrompido por la forma o escuchar un sonido sin ser corrompido por el sonido es la liberación.

Los ojos que no se aferran a la forma son las Puertas del Chan.

Los oídos que no se aferran al sonido son también las Puertas del Chan.

En pocas palabras, aquellos que perciben la existencia y la naturaleza de los fenómenos y permanecen sin aferrarse son liberados.

Aquellos que perciben la apariencia externa de los fenómenos están a su merced.

Liberación significa no estar su­jeto a la aflicción. No hay otra liberación.

Cuando se sabe cómo mirar la forma, la forma no da paso a la aparición de la mente y la mente no da paso a la aparición de la forma.

Am­bas, forma y mente, son puras.

 Cuando está ausente la ignorancia, la mente es la tierra de los Buddhas.

Cuando la ignorancia está presente, la mente es el infierno.

Los mortales crean ignorancia.

Y utilizando la mente para crear la mente siempre se encuentran en el infierno.

Los bodhisattvas ven a través de la ignorancia y al no utilizar la mente para hacer aparecer la mente siempre se encuentran en la tierra de los Buddhas.

Si no utilizas tu mente para crean mente, todos los estados mentales son vacío y cada pensamiento in­móvil; irás de una tierra búdica a otra.

Si utilizas la mente para crear mente, todos los estados mentales son intranquilos y cada pensamiento está en movimiento: vas de un infierno al si­guiente.

Cuando aparece un pensamiento hay buen y mal kar­ma, cielo e infierno.

Cuando no aparecen pensamientos, no hay ni buen ni mal karma, ni cielo ni infierno.

El cuerpo ni existe ni no existe.

Por ello la existencia como un mortal y la no existencia como un sabio son concepciones con las que un sabio nada tiene que ver.

Su corazón está vacío y amplio como el cielo.

 Lo que sigue es contemplado en el Camino.

Es incompren­sible para arhats y mortales.

Cuando la mente alcanza el nirvana, no se ve el nirvana, porque la mente es nirvana.

Si ves el nirvana en algún sitio fuera de la mente, te engañas a ti mismo.

Cada sufrimiento es una semilla búdica, porque el sufri­miento impele a los mortales a buscar sabiduría.

Pero sólo pue­de decirse que el sufrimiento da origen a la budeidad.

No pue­de decirse que el sufrimiento sea la budeidad.

Tu cuerpo y tu mente son el campo, el sufrimiento es la semilla, la sabiduría el brote y la budeidad el grano.

El Buddha de la mente es como la fragancia de un árbol.

El Buddha proviene de una mente libre de sufrimiento, al igual que la fragancia proviene de un árbol libre del deterioro.

No hay fragancia sin el árbol ni Buddha sin la mente.

Si hay fragancia sin un árbol, se trata de una fragancia diferente.

Si hay un Buddha sin tu mente, se trata de un Buddha diferente.

Cuando los tres venenos están presentes en tu mente, viven en una tierra de inmundicia.

Cuando los tres venenos están au­sentes de tu mente, vives en una tierra de pureza.

Se dice en los sutras:

«Si llenas una tierra de impureza e inmundicia, nun­ca aparecerá ningún Buddha».

La impureza e inmundicia remiten a la ignorancia y a los otros venenos.

Un Buddha remite a una mente pura y despierta.

No hay lenguaje que no sea el Dharma.

Hablar todo el día sin decir nada es el Camino.

Permanecer en silencio todo el día y decir algo no es el Camino.

Por ello ni la palabra de un tathagata depende del silencio, ni su silencio depende de la palabra, ni su palabra existe separada de su silencio.

Aquellos que entienden tanto el habla como el silencio permanecen en el samadhi.

Si hablas cuando sabes, tu palabra es libre.

Si per­maneces en silencio cuando no sabes, tu silencio está encade­nado.

Si la palabra no está apegada a las apariencias entonces es libre.

Si el silencio está apegado a las apariencias, entonces está encadenado.

 El lenguaje es esencialmente libre.

No tiene nada que ver con el apego y el apego no tiene nada que ver con el lenguaje.

La realidad no tiene alto ni bajo. Si ves alto o bajo, enton­ces no es real.

Una balsa no es real. Pero una balsa de pasa­jeros sí.

Una persona que maneje una balsa de ese tipo podrá cruzar a través de lo que no es real. Por eso es real.

 Según el mundo hay masculino y femenino, rico y pobre.

Según el Camino no hay masculino e femenino, ni rico o po­bre.

Cuando la diosa realizó el Camino, no cambió su sexo.

Cuando el mozo de establo desperté a la Verdad, no cambió su posición.

Libres de sexo o posición, comparten la misma apariencia básica.

La diosa buscó su feminidad durante doce años sin conseguirlo.

Igualmente, buscar la propia masculinidad du­rante doce años resultará infructuoso.

Los doce años se refie­ren a las doce entradas.

Sin la mente no hay Buddha.

Sin el Buddha no hay mente.

De igual manera, sin el agua no hay hielo, y sin hielo no hay agua.

Quien hable sin abandonar la mente no llegará muy lejos.

No te aferres a las apariencias de la mente.

Se dice en los sutras:

 «Cuando no veas apariencias verás al Buddha».

Eso es lo que sig­nifica ser libre de las apariencias de la mente.

Sin la mente no hay Buddha quiere decir que el Buddha proviene de la mente.

 La mente es el origen del Buddha.

Pero aunque el Buddha provenga de la mente, la mente no proviene del Buddha, al igual que un pez proviene del agua, pero el agua no proviene del pez.

Y cualquiera que vea un pez ve antes el agua que el pez.

Y cualquiera que quiera ver un Buddha verá la mente antes que al Buddha.

Una vez que has visto el pez te olvidas del agua, y una vez que hayas visto al Buddha te olvidarás de la mente.

 Si no te olvidas de la mente, la mente te confundirá, al igual que te confundirá el agua si no te olvidas de ella.

Mortalidad y budeidad son como el agua y el hielo.

 Estar afligido por los tres venenos es la mortalidad.

Estar purificado por las tres liberaciones es la budeidad.

 Lo que en invierno se congela dando paso al hielo se deshace en agua en verano.

 Eli­mina el hielo y no habrá agua.

Si te deshaces de la mortalidad no habrá budeidad.

Está claro que la naturaleza del hielo es la naturaleza del agua y la naturaleza del agua es la naturaleza del hielo.

Y la naturaleza de la mortalidad es la naturaleza de budeidad.

Mortalidad y budeidad comparten la misma naturaleza.

Igual que wutou y fut­zu comparten la misma raíz pero no la misma estación.

Es sólo a causa de la ilusión sobre diferencias por lo que tenemos las palabras mortalidad y budeidad.

 Cuando una serpiente se convierte en dragón no cambia sus escamas.

Y cuando un mor­tal se convierte en sabio no cambia su rostro.

 Conoce su men­te mediante la sabiduría interna y cuida de su cuerpo mediante la disciplina externa.

Los mortales liberan Buddhas y los Buddhas liberan mortales.

 Eso es lo que significa imparcialidad.

 Los mortales liberan Buddhas porque la aflicción crea conocimiento y los Buddhas liberan mortales porque el conocimiento niega la aflicción.

No hay otro remedio que la aflicción y no hay otro remedio excepto el conocimiento.

Si no fuese por la aflicción no habría nada de lo que crear conocimiento.

Y si no fuese por el conocimiento no habría nada para negar la aflicción.

Cuando se vive en la ignorancia, los Buddhas liberan mortales.

Cuando se vive en el cono­cimiento, los mortales liberan Buddhas.

Los Buddhas no se convier­ten en Buddhas por sí mismos. Son liberados por mortales.

Los Buddhas ven la ignorancia como su padre y la codicia como su madre.

Ignorancia y codicia son nombres diferentes de la mor­talidad.

 Ignorancia y mortalidad son como la mano izquierda y la mano derecha.

No existe otra diferencia.

Cuando se vive en la ignorancia se está en esta orilla.

Cuan­do se está consciente se está en la otra orilla.

Pero una vez que sabes que tu mente es vacío y no ves apariencias, estás más allá de igno­rancia y conocimiento.

Y una vez que se está más allá de ig­norancia y conocimiento, no existe la otra orilla.

El tathagata no está en esta orilla ni en la otra.

Y tampoco está en mitad de la corriente.

Los arhats están en mitad de la corriente y los mortales en esta orilla.

En la otra orilla está la budeidad.

Los Buddhas tienen tres cuerpo de transforma­ción, un cuerpo de recompensa y un cuerpo real.

El cuerpo de transformación también es llamado cuerpo de encarnación.

El cuerpo de transformación aparece cuando los mortales realizan buenos actos, el cuerpo de recompensa cuando cultivan la sabiduría y el cuerpo real cuando se hacen conscientes de los su­blime.

El cuerpo de transformación es el que puede verse volar en todas direcciones rescatando a otros allí donde puede.

 El cuerpo de recompensa pone fin a las dudas.

La Gran Ilumina­ción sucedida en los Himalayas se convierte repentinamente en verdad.

El cuerpo real no hace ni dice nada. Permanece per­fectamente inmóvil.

Pero en realidad, ni siquiera existe un cuerpo de Buddha, y mucho menos tres.

Este hablar de los tres cuerpos está simplemente basado en la comprensión humana, que puede ser superficial, moderada o profunda.

La gente de comprensión superficial imagina que acumula méritos y confunde el cuerpo de transformación con el Buddha.

La gente de comprensión moderada imagina que está poniendo fin al sufrimiento y confunde el cuerpo de recompensa con el Buddha.

Y la gente de profunda comprensión imagina que expe­rimenta la budeidad y confunde el cuerpo real con el Buddha.

 Pero la gente con la comprensión más profunda mira en su in­terior, sin ser distraída por nada.

Como una mente clara es el Buddha, alcanzan la comprensión de un Buddha sin utilizar la men­te.

Los tres cuerpos, como todas las además cosas, son inalcanzables e indescriptibles.

La mente sin estorbo alcanza el Camino.

Se dice en los sutras:

«Los Buddhas no predican el Dharma.

No liberan mortales. Y no experimentan la budei­dad». Eso es lo que quiero decir.

Los individuos crean karma; el karma no crea individuos.

Crean karma en esta vida y reciben sus frutos en la siguiente. Nunca escapan a ello.

Sólo alguien que es perfecto no crea karma en esta vida y no recibe frutos.

Se dice en los sutras:

«Quien no crea karma obtiene el Dharma».

Este es un dicho vacío. Se puede crear karma, pero no puedes crear una perso­na.

 Cuando creas karma, renaces junto con tu karma.

Cuando no creas karma, desapareces junto con tu karma.

Por ello, sien­do el karma dependiente del individuo y el individuo depen­diente del karma, si un individuo no crea karma, el karma nada puede con él.

De la misma manera:

«Una persona puede en­sanchar el Camino. El Camino no puede ensanchar a una per­sona».

 Los mortales no dejan de crear karma y equivocadamente insisten en que no hay retribución.

¿Pero acaso pueden negar el sufrimiento?

¿Pueden negar que lo que siembra el estado mental presente no es lo que recoge el siguiente estado men­tal?  ¿Cómo pueden escapar?

Pero si en el presente estado mental no se siembra nada, nada se recogerá en el siguiente estado mental. No entendáis mal el karma.

Se dice en los sutras:

 «A pesar de creer en Buddhas, las perso­nas que imaginan que los Buddhas practican austeridades no son budistas.

Lo mismo vale para aquellos que imaginan que los Buddhas están sujetos a retribución de riqueza o pobreza. Son icchantikas, Son incapa­ces de creer».

Alguien que comprende las enseñanzas de los sabios es un sabio.

Alguien que comprende la enseñanza de los mortales es un mortal.

 Un mortal que puede desprenderse de la enseñanza de los mortales y seguir la enseñanza de los sabios se convier­te en un sabio.

Pero los locos de este mundo prefieren buscar sabios muy lejos.

No creen que el sabio es la sabiduría de su propia mente.

Se dice en los sutras:

«No prediquéis este sutra entre hombres sin comprensión».

Pero la gente sin compren­sión no cree en su propia mente ni que mediante la compren­sión de esta enseñanza puede convertirse en sabia.

Prefieren buscar un conocimiento lejano y anhelar cosas en el espacio, imágenes búdicas, luces, inciensos y colores.

Caen presas de la falsedad y la locura.

 Se dice en los sutras:

 «Cuando ves que todas las apariencias no son apariencias, entonces ves al tathagata».

Las miríadas de puertas hacia la verdad provienen de la mente.

Cuando las apa­riencias de la mente son tan transparentes como el espacio, de­saparecen.

Nuestros sufrimientos ilimitados son las raíces de la enfer­medad.

Cuando los mortales están vivos se preocupan de la muerte.

Cuando están saciados se preocupan del hambre.

Suya es la Gran Incertidumbre.

Pero los sabios no consideran el pasado y no se preocupan acerca del futuro, tampoco se aferran al presente y siguen el Camino momento a momento.

Si no has despertado a esta gran verdad lo mejor es que busques un maestro en la tierra o en los cielos.

No agraves tu propia defi­ciencia.

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Extraído de: http://www.tradicionperenne.com/budismo/CHAN/BODHIDHARMA/semondespertar.htm ______________________________________________________________________