martes, 10 de noviembre de 2009

Todo lo que sabemos lo sabemos entre todos - Jesús Martín Barbero


En la tarde de ese “otoño” habanero del 22 de octubre pasado, el investigador colombiano Jesús Martín-Barbero sostenía en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí un encuentro con periodistas, estudiantes, profesores y cuantos al aviso de su presencia se congregaron allí.

El XIII Encuentro de FELAFACS ofrecía la oportunidad. Lo próximo y lo lejano confirmaron ese cambio de sensibilidad que hoy nos trastorna… y nos impone desafíos.


Una mutación de percepción, de lenguajes y de escrituras

Hace como dos años y medio tuve una conversación toda una mañana con el equipo de periodistas de El Comercio de Lima, y aquella experiencia me dejó muy tocado. Fue muy linda porque había tres generaciones y la conversación larga con diseñadores, con periodistas internacionales, caricaturistas, con gente del periodismo deportivo y político, me dejó realmente una marca: Hoy día en el mundo es indudable que el periodismo escrito, de papel y en buena parte el radial y televisivo, está sufriendo una crisis de públicos, que los que hacen el periodismo se la atribuyen a esas maldades que son las malas hadas tecnológicas, que han venido a robarles el público al viejo y sabio periodismo.

Me pasé un buen rato diciéndoles que no, que la crisis del periodismo no se resuelve metiéndole nuevas tecnologías, que es una crisis del lenguaje, de los modos de comunicación, del periodismo con sus públicos, porque hay otros públicos, hay otros lenguajes, otras escrituras y el asunto no es tecnológico.

No nos engañemos. Contamos hoy con lo que uno de los grandes teóricos del marxismo, Walter Benjamín (este alemán que murió en la frontera de Francia con España intentando escapar de los nazis, y que emprendió una reflexión que en su época, primeros años del siglo XX, ilumina lo que estamos viviendo) llamó –y utilizó una palabra griega– un cambio de sensorium, un cambio de la sensibilidad colectiva, de los modos de percibir el espacio, el tiempo, lo próximo, lo lejano; lo viejo, lo nuevo, que yo relaciono mucho con la idea que tuvo Gramsci de la crisis. Éste entendía una crisis como un momento en el que algo clave, decisivo, estaba muriendo y lo nuevo no acababa de nacer, no tenía forma todavía. Creo que es una espléndida caracterización de la crisis. Algo está claramente perdiendo su vigencia, sus valores, su autoridad, pero lo nuevo no está claro, no sabemos, no tiene figura, como tenía lo viejo

En ese sentido yo planteo lo que este cambio de sensibilidad ha encontrado en la tecnología, algo visto por Walter Benjamín. Él encuentra que la nueva sensibilidad era entonces la aparición de unas masas urbanas para las cuales ya no había barreras. O sea, la historia era una historia de unas minorías que habían sido dueñas de todo, y ahora esas nuevas masas urbanas que se hacían visibles en las grandes avenidas de París en el siglo XIX se sentían con derecho a todo lo que había sido cooptado por unas minorías a lo largo de la historia.

Este crecimiento del sentido de lo igual en el mundo que habla Walter Benjamín, encuentra ahora una pequeña figura en esta riqueza, que hace posible Internet; pero es una figura, no es la tecnología. Es la posibilidad de que lo mejor que ha producido el ser humano en todos los ámbitos deje de ser de unos pocos, deje de ser de los que saben escribir, deje de ser de los que saben pintar…para ser un derecho de todos. Evidentemente es una revolución, es una mutación de sensibilidad y es una mutación de percepción, y por tanto de lenguajes y de escrituras. Entonces, de alguna manera lo que yo les planteé a mis amigos peruanos, y debatimos seriamente, es que donde está el cambio es en la sensibilidad de la gente, es en la sociedad, no es en la tecnología. Walter Benjamín dijo no, la tecnología salió al camino de lo que estaba solicitando la gente. El cine es la otra cara del paseante de la gran avenida.

La nueva sensibilidad es lo que le pasa al caminante en la nueva gran avenida

Cómo es ese cambio, me peguntaban esta mañana. Walter Benjamín lo explicó así: el viejo arte era el arte de lo uno, un solo tema, un solo punto de vista, la famosa perspectiva renacentista; ni siquiera era la imagen de quien tiene dos ojos, ni siquiera de quien tiene uno; era el arte de la unificación y de la contemplación. Este arte se veía en museos que eran como templos: el aura del arte. Entonces uno miraba y cerraba los ojos y era cuando cerraba los ojos cuando comprendía el sentido de aquella obra. Benjamín decía que estaban en el mundo platónico todavía donde había que cerrarlos ojos para ver la verdad, porque habitaban otro que no era el terrenal, el topos urano, donde habitaban las ideas, las formas perfectas de las cosas. Frente a eso, Benjamín describe que la clave de la nueva sensibilidad es lo que le pasa al caminante en la nueva gran avenida, que es que no puede cerrar los ojos, que si sale así pisaría a todo el mundo y todo el mundo le pisaría a él.

Entonces si uno está en una gran muchedumbre lo que le quedan son montones de imágenes, de fragmentos de imágenes. El primer dispositivo del arte que es la unidad se rompe ahora en una pluralidad de imágenes. La otra cara de este dispositivo es el cine, es el montaje, la nueva manera de expresar lo que siente el ciudadano en la avenida grande de una ciudad donde es un ser que está solo en medio de la muchedumbre. Benjamin dice que antes para estar solo había que huir de la ciudad, a los montes, los ermitaños se escondían en las cuevas. Ahora no; uno se encuentra solo en medio de la ciudad. Esto es ser moderno, asumir que ahora hay un modo de estar solo que no es estar lejos de la gente, sino en medio de la muchedumbre. Esta es la nueva experiencia, y esto es lo que el cine fue capaz realmente de convertir en un lenguaje para expresar la nueva sensibilidad de aquella época.

Planteo es que si las nuevas tecnologías importan no es en términos instrumentales, es en términos de esta nueva sensibilidad que inventa sus propios lenguajes. Necesita sus propios lenguajes. Margaret Mead, la más importante de los antropólogos de Estados Unidos, escribió ya teniendo más de 70 años, que la experiencia de las nuevas generaciones no cabe en la experiencia lineal de la palabra impresa. ¡Una antropóloga, no una sicóloga! La experiencia de los jóvenes necesita otro tipo de lenguajes: el hipertexto, donde culturas sonoras, culturas visuales, culturas gestuales, tonos, ritmos, acentos, cuentan tanto como la gramática y la sintaxis. Y esto es muy duro para los de nuestra generación.

Las nuevas tecnologías nos permiten pensar en lo que instauran en la relación social

Yo contaba el otro día, que unos de los grandes filósofos que ha entendido lo que está pasando, el vasco Javier Echevarría, ha dicho que las nuevas tecnologías nos permiten pensar, no lo que ellas hacen, no en términos de lo que producen las nuevas tecnologías en sí, sino de lo que instauran en la relación social, ese tipo de sensorium. Yo estuve en París en un gran encuentro en el que los franceses, presididos por Chiraq, hace 7 ú 8 años, intentaron aglutinar a los filósofos de habla francesa, portuguesa, española, e italiana, para pelear contra este imperialismo inglés. Yo lo dije con toda sencillez. La orientación que tenían los franceses me pareció bastante simplista y no responde a la complejidad de lo que significa el inglés hoy. Pero de hecho, allí por ejemplo escuche a Javier decir: miren no se engañen, el futuro de nuestro idioma está en manos de los ingenieros, los informáticos y los poetas

Lo que viene es oralidad escrita

El futuro de ninguna manera está en manos de las academias de la lengua. Lo que viene es algo que es oralidad escrita, ya lo tenemos, en el chat y sobre todo en los mensajes de teléfonos celulares. Claramente es una oralidad escrita, y esto para los que vivimos de la escritura es una herejía terrible, esto que me pongan “que” simplemente con una “k”. Es una blasfemia. Si fuera en la Edad Media los quemarían en una hoguera por profanar la sagrada regla de la gramática, escritura y de la fonética. Estamos en una época en la que no pocos desearían reinventar las hogueras, pero ¡son tantos los herejes! Pero como dije, también de la mano de Walter Benjamín, yo soy uno de los seres humanos que no oculta que cuando investiga, investiga lo que le da esperanza. Yo no investigo para masturbarme y menos para suicidarme. Yo investigo para buscar que es lo que me da energías para seguir creyendo que este mundo es cambiable, porque si no me pego un tiro.

La esperanza solo se nos da a través de los desesperados

Entonces yo sigo a este maestro mío que es Walter Benjamin, que siendo un judío ateo nos dejó esta preciosa lección: necesitamos la esperanza, pero la esperanza solo se nos da a través de los desesperados. Mi modesta mi opinión es que hoy hay más desesperados que nunca en el mundo, por tanto mi experiencia tiene que ser más grande. Conversemos.


Preguntas de la audiencia

-¿Puede no existir una teoría de la comunicación en estos tiempos que usted está hablando? Los cubanos, que no le conocíamos pero que le habíamos leído -y agradecemos que esté en Cuba-, vemos que como muchos otros grandes pensadores usted se ha radicalizado. Esa es mi impresión, y ¿usted piensa que se ha radicalizado? Si es así qué respuesta tendría y si es urgente una teoría de la comunicación para estos tiempos dispersos y cambios que estamos viviendo.

-Ante la situación que usted comentaba y planteaba, qué opinión le merece este movimiento de medios comunitarios o pensando lo comunitario como lo opuesto a lo vertical, lo centralizado, dirigido, controlado, y también pensando lo comunitario no solamente lo regional sino también como comunidades geográficamente virtuales, el periodismo podría transformarse en esa dirección comunitaria amplia, escapando de esa dirección verticalmente centralizada, ¿habría camino en esa dirección?

-¿En el campo de las nuevas tecnologías, usted pude ver si ese cambio de sensorium es liberador? Es decir, en la correlación entre lo viejo y lo nuevo, en esa dinámica paradójica, usted observa la correlación de lo presente y la liberación hacia lo nuevo y cómo observa esto usted en América Latina; o sea, qué perspectiva esperanzadora podría tener una América Latina posneoliberal en el ambiente de esos cambios tecnológicos.

- Yo creo que proponer un golpe tan dramático como quitarle ocho letras al idioma español que suena como una locura, facilitaría mucho la comunicación, no solamente para estas generaciones y las que vienen. No estoy hablando de gramática.

- Estamos de acuerdo con usted que es la nueva sensibilidad, y no las nuevas tecnologías, es lo que está definiendo la época. Sin embargo, esas nuevas tecnologías son muy especiales, no solo están borrando la noción de espacio, sino también la noción de tiempo, y por tanto una inversión que antes demoraba un siglo ahora se logra en unos días, ¿qué nuevo sensorium se pudiera prever para esto?

- Efectivamente yo creo que se está dando una nueva sensibilidad, pero también en este mundo hay mucha insensibilidad. Hay una crisis civilizatoria, hay una locura consumista y ese Internet que se ensambla en esa nueva sensibilidad puede contribuir a mejorar al ser humano, pero también puede echarlo a perder. Nosotros tenemos que defender en el orden familiar, local, nacional, que son sistemas éticos que le permiten a uno discernir, filtrar de alguna manera, ese enorme caudal de información, que también es abierto, y tiene que existir en algún lugar una responsabilidad humana por lo que no es bueno; o sea, ese mundo mejor que hay que perseguir implica una responsabilidad en la reproducción de lo que no debe ser. Sobre eso yo quisiera también una reflexión suya.

- Volviendo a la preocupación relacionada con el tiempo de estos tiempos, y recordando al propio Walter Benjamin, quien dijo aquello de que con la chispa del pasado hay que encender la esperanza del presente, ¿pudiera opinar acerca de como lograrlo en presente que se muestra como un paciente amnésico?

- Usted se refería ayer en FELAFACS a agenda de país y a socializar esa agenda de país en América Latina; pero usted fue muy cuidadoso en señalar que no quería una agenda de país, sino agendas de país. Eso me hace pensar si una visión ilimitada de agendas más allá del bien y del mal no nos llevaría a caer en el relativismo postmoderno de ver la verdad como una quimera.


Comunicación no es trasmitir información. Es comulgar, es compartir

MARTÍN BARBERO: A ver: teoría de la comunicación. Tenemos un problema histórico. Hubo un gringo, un ingeniero de teléfonos, señor Shanon, que con esa ingenuidad hermosa pero tramposa a veces de los gringos, llamó teoría general de la comunicación a una cosa que era una transmisión telefónica, y los problemas que tenía eran la redundancia y el ruido. Era una teoría de señales y de economía de cómo buscar el menor gasto de energía para trasmitir el máximo de información. Llamar Teoría General de la Comunicación a eso es de una ingenuidad loca que solo se le puede permitir a un ingeniero.

Después vinieron un alemán exiliado y un psicólogo social y lo convirtieron realmente en una teoría de la comunicación. O sea: un destinador, un receptor, un emisor, un destinatario, un canal. Eso es una teoría de la transmisión, ingenieril, mecánica. Y yo que venía de la filosofía, de la antropología, cuando me metí en Colombia en el campo de la Comunicación, escribí un montón de panfletos en contra de este panfleto de Shanon, y dije: miren, para mí la comunicación es lo que pasa en los barrios cuando hay fiesta, en las iglesias, en los estadios, en los music hall donde baila la gente. ¿Y cuando baila una pareja ¿no hay comunicación? ¿Y dónde está el canal, el destinador, el destinatario y toda esa joda? Comunicación no es trasmitir información. De alguna manera, como decían los viejos, es comulgar, es compartir..

Mi libro no lo escribí para profesores de Comunicación, porque “De los medios a las mediaciones” es una mezcla de historia cultural, de historia política, de montones de filosofías. Yo lo escribí porque yo exigía que las ciencias sociales en América Latina, la sociología, la antropología, la ciencia política, la historia, se ocuparan de los procesos de comunicación y de los medios, pero sobre todo de las prácticas cotidianas, de lo que hace la gente con lo que oye, con lo que ve, con lo que lee. Esto es para mí una teoría de la comunicación, no las que nos liquide o reduzca a pura transmisión de información, sino la que se haga cargo de la complejidad de los modos de la relación social, interpersonal, masiva, de grupos, de parentescos, parentescos sanguíneos y parentescos intelectuales, e ideológicos y políticos, que los hay.

Tiene que ser una teoría realmente interdisciplinar, porque hay dimensiones sicológicas, dimensiones antropológicas, están las culturas de comunicación, incluidas las culturas políticas y en esto es un bastión América Latina. Hemos hablado mucho más de ideologías, que son de los partidos, y menos de las culturas políticas que son de la gente, de las regiones. Si ustedes quieren entender lo que hoy vive Colombia, esta situación tramposa de un 70% votando en las encuestas por Uribe no lo pueden entender sino es por lo que está pasando con la violencia y la manera como las diversas culturas políticas han digerido esta violencia.


El E3

Entonces sí necesitamos una teoría de la comunicación, pero no una teoría en términos de una disciplina, porque teoría de la comunicación no es un objeto simple, es un objeto complejo, y en esa medida son muchas las disciplinas que tienen que aportar porque son muchas dimensiones y sobre todo hoy, porque como ha escrito Javier Echevarría hoy la comunicación no es una cuestión de control de medios, es una cuestión de entornos, de ecosistemas comunicativos. Es el tercer entorno como le llama en un libro espléndido. El primer entorno es el entorno ecológico, verde, la naturaleza, los animales. El segundo es el entorno urbano, con todas las instituciones que se fueron creando a partir de la ciudad, de las polis, las instituciones de la política, de la familia, de la justicia. Y el entorno comunicativo hoy es el tecnocultural nuevo.

Una cosa es encender o apagar la radio o la televisión, y otra cosa es cuando una mamá lleva un bebé al kinder; las personas del kinder y la mamá están de acuerdo que cuanto más información les pase sobre el niño, sobre sus maneras de ser, sobre su salud o sus pequeñas o grandes enfermedades, mejor van a cuidar a su hijo, y entonces la mamá da esa información, y esa información entra en un computador y no se sabe a dónde irá a parar. Les cuento esto porque hace un año murió la única que quedaba de la famosa banda Baader Meinhof en la Alemania de la época de las Brigadas Rojas en Italia; y esta mujer después de 20 años de cárcel salió y antes de morir contó que en el juicio el fiscal del Estado alemán ¿saben qué llevó?, ¡los cuadernos de su maestra de la escuela primaria!, y según el análisis de su maestra, ya había apuntado que esta niña tenía señales de antisocial. Hoy a manos de quién va a parar cualquier información que damos porque lo creemos sensato para poder circular por el mundo, por la sociedad, por la ciudad. Este es un entorno.

La comunicación dejó de ser lo que apago y enciendo; es algo que empieza a configurarme como sujeto, como ciudadano, como consumidor, si puedo consumir más o menos de acuerdo a la tarjeta de crédito. Está ahí toda la información. A mí me vuelve loco Google, sabe más de mí que yo. Yo entro y pongo una palabra y él sabe que yo busco libros y ¡pum!, me saca de una vez todos los libros que hay sobre eso. O sea, que Google me ha estado siguiendo la pista desde que entré hace años. Esto es un entorno, esto es otra cosa. Estamos diciendo otra cosa. Esto no tiene nada que ver con la transmisión, tiene que ver con este entorno, con este ecosistema que está hecho por toda esa cantidad de información sobre nosotros y sobre los otros.


El concepto de red acabó con el concepto de transmisión

Bueno, yo sí estoy de acuerdo, pero evidentemente no es una disciplina aparte, es algo que hay que cocinar desde diversas disciplinas, pero a sabiendas de que tenemos un objeto, pero no es un objeto que se pueda encasillar en la sociología, en la antropología o la psicología como hicieron los gringos: psicología social más cibernética, y ya teníamos la disciplina de comunicación., pues seguían con una matriz de información, no de comunicación. Hoy día nos damos cuenta de que el concepto de red acabó con el concepto de transmisión. En la red, dónde está el emisor hoy día.

Mi hijo, que es matemático y artista, me dice: ¿tú no sabes que hay millones de artistas, no de los que ponen sus obras en la página web, sino que hacen arte en la web y con la web, que le quitan el 80% del peso a sus imágenes porque si no la mayoría no las podría abrir. Entonces es para que la gente pueda entrar en ellas, porque lo que quieren los artistas que trabajan en la red es que el que pase deje sus huellas en la red, actúe, porque es un juego. Se trata de que el que lee escribe. El artista renuncia a la calidad de imagen para que mucha gente pueda hacerlo con él. Cuando mi hijo me dijo esto, yo me quedé pensando en una frase, que yo no sé si ustedes conocen, que en mi vida ha sido clave: cuando Juan de Mairena (Antonio Machado leyendo en prosa) cuenta que un campesino andaluz, analfabeto, le dijo: “todo lo que sabemos lo sabemos entre todos”. Esto es la comunicación hoy y esta inteligencia colectiva de que empezamos a hablar, que es verdad. Todo lo que sabemos lo sabemos entre todos. Aquí cambia, este es el sentido del ecosistema. O sea, yo con mi disciplina defiendo mi campo, mis autores, que es la tragedia de la universidad, los dueños de los temas, de los autores, de los objetos de estudio. Esto se acabó, señores. Estamos en el siglo XXI. Esto pertenece al siglo XVIII, hasta donde llegó la Edad Media, los feudos. Todo lo que sabemos lo sabemos entre todos. O sea, una teoría de la comunicación, pero una teoría compleja, donde realmente los modos y formas de la comunicación son diferentes, tienen componentes, más de unas cosas que de otras, según las situaciones, según los contextos. Pero ante todo esta idea de red en la que acabamos, además, con una concepción de la sociedad como una totalidad.


Pluralidad de agendas

Los que hemos sido educados, los que mamamos desde la casa, pasando por la escuela –no digamos por la iglesia–, nos marca esta visión binaria del mundo y determinista del mundo: lo bueno, lo malo, lo alto, lo bajo, el macho, la hembra… Toda esa visión dicotómica ha sido siempre la responsable de la exclusión, de la dominación. Uno de los dos domina al otro: adulto-niño, el adulto tiene derecho a dominar al niño; hombre-mujer, el hombre tiene derecho a dominar a la mujer; blanco-negro, el blando tiene derecho a dominar al negro… O sea, en una sociedad de clase toda diferencia se convierte en ocasión de dominio, porque no podemos pensar sino en términos dicotómicos, binarios. Cuando yo digo agendas, en plural, no estoy diciendo millones de agendas. No todas las que sean, no; estamos diciendo pluralidad, heterogeneidad, diversidad.

El Estado es monoteísta, uniformador, lo ha sido desde los griegos y lo será, pero la sociedad es diversa, es heterogénea y esta es la tragedia en buena medida de la política en América Latina. Hubo un gran antropólogo mexicano que lo dijo, Guillermo Bonfill, de los grandes de América Latina. ¿Saben lo que dijo?: “Lo único no mestizo en América Latina es la política”. Todo lo demás es mestizo; o sea, no cabe el binario, no cabe el bueno-malo, porque ahí se revolvieron muchas cosas, no dos, ni tres, ni ocho; porque Simón Bolívar, lo mismo que San Martín se creyeron que la política estaba en Europa, que la cultura política única era la de los ilustrados franceses y nos importaron la política de los ilustrados pensando que en las culturas indígenas de América Latina no había cultura política, solo había carne de cañón, y ritos, danzas, ceremonias, vestidos, y ya. Los libertadores miraron a los indígenas como exóticos, salvajes a ser civilizados por la razón europea. Así nos ha ido. La enorme trampa ha sido la política en América Latina, donde las mayorías no han podido nunca tener voz. No, no la han tenido porque de entrada se negó que las mayorías pudieran tener cultura política por todos los que habían sido capaces de incorporar el liberalismo inglés o el pragmatismo inglés o la ilustración francesa. Lo único que no es mestizo en América Latina es la política.

Cuando yo digo agenda no estoy relativizando nada. Estoy defendiendo la riqueza del ser humano que es su diversidad. Nadie me niega hoy que la riqueza de lo verde y de los animales es la diversidad, ¿por qué entonces en los seres humanos la diversidad no es riqueza, es amenaza a lo único claro, a lo uniforme. Cuando digo agenda no estoy relativizando nada. Estoy defendiendo la pluralidad de modos de agendas de país, porque no ve lo mismo de país, por tanto no lo puede agendar, un niño hoy de 10 años de clase obrera, que un viejo banquero; tiene su agenda de país, tiene todo el derecho a tenerla. Hay otras agendas, de mujeres, de indígenas, de negros, de homosexuales, de lesbianas… tienen su agenda de ofensas, y tienen su agenda de logros y de luchas. No confundir relativismo en el sentido ese de defender los valores, que no haya valores, porque hay otros tipos de valores, porque no se puede pretender que los valores de la Iglesia, los valores del Partido son los únicos valores del país. Hay multiplicidad de sistemas de valores. Y eso me lleva al tema clave que quiero tocar porque entra ahí directamente con qué hay de liberador, qué hay de emancipador y qué hay de destructor, de esclavizador en las nuevas tecnologías.


¿Homo videns?

Si hacemos caso a Gramsci, lo que tiene figura es todavía lo que estamos viviendo, no lo que está naciendo. Lo único que sabemos es en que todos los grandes cambios en la historia de la humanidad ha habido ganancias y ha habido pérdidas. No nos hagamos ilusiones en que hay algo que es pura ganancia. No caigamos en el pesimismo como han caído grandes intelectuales europeos, como Giovanni Sartori, del “Homo videns”, a quien Carmen Aristegui le ha hecho una entrevista en México y el tipo había escrito contra la televisión, y el “post pensiero”: ¡se acabó el pensamiento! Y Aristegui le peguntó “¿qué tipo de televisión ve usted?; ¿a qué hora ve televisión usted?” Y respondió: “¡¿Yo televisión?!”. Y le dice la Aristegui “¿cómo entonces escribe un libro de que se acabó la civilización occidental porque a la gente le gusta más ver que leer?” Esto es cinismo, ignorancia, nostalgia de los tiempos en que la letra era la única autoridad, y hoy hay otras autoridades. Porque en buena parte Angel Rama nos enseñó que la ciudad de entrada fue excluyente, radicalmente excluyente. Y yo vivo en un país donde, además, los gramáticos lo fueron más todavía.

Cuando América Latina comenzó a parir sus idiomas y a hacer con el castellano lo que les dio la gana, en Colombia para ser ciudadano había que tener dos propiedades: la propiedad de algún inmueble y la propiedad en hablar. Los pobres colombianos si no hablaban como madrileños no eran ciudadanos. Hoy no podemos decir todavía que sabemos que hay ganancia; yo podría decir que hay ciertas ganancias, pero hay pérdidas indudables.


Necesitamos la memoria y el arraigo

Es un hecho que desprovincializarnos, sacarnos ese culto a lo nuestro, a lo propio, lo cercano es una liberación; o sea, dejar de ser hijo de tu padre o nieto de tu abuelo es una liberación, ¡por Dios, no me digan que no! Pueblo chiquito, infierno grande. Pero necesitamos raíces, necesitamos memoria, necesitamos territorio, pero es dialéctico en el sentido más serio de la palabra, no es oponerlo. Los ingleses han inventado una expresión formidable moving root, son raíces que se mueven. El antropólogo catalán que murió hace dos años y me lo enseñó, Edward Delgado, que trabajó mucho por América Latina, lo traducía así: “sin raíces no se puede vivir, pero muchas raíces impiden caminar”. Hoy las identidades siguen necesitando arraigo, si no, no hay identidad. Pero las identidades necesitan tanto del arraigo como de los flujos, como de las redes que me alimentan de información, de complementación, de cooperación en el trabajo.

Evidentemente esto puede llevar al desarraigo, es así; y si uno se desarraiga no sabe dónde está parado. Es como la memoria. Walter Benjamin lo dijo: en el pasado está la memoria, y está lo que puede desestabilizar el presente, porque el presente hoy es autista y tiende a cerrarse sobre sí mismo. Entonces lo que desestabiliza el presente no es el futuro de la humanidad, para donde vamos. Es el pasado, es la memoria, es todo lo que de él no se realizó y está vivo. Yo siempre digo: una cosa es el pasado que pasó y otra cosa es el pasado de que estamos hecho. Estamos hechos de él. Ahí está la mezcla profunda.


El mapa nocturno de Saint-Exupéry revisitado

Trabajo con mi mapa nocturno (le robé esta idea a Saint-Exupéry). En la nueva edición de mi libro “De los medios a las mediaciones” que saldrá a principios del próximo año, expongo mi último mapa nocturno. Cuento el primero del que nunca había contado, el primero de todos cuando yo me metí en el campo de la comunicación, y pongo el último. El último tiene como ejes: tiempo, espacio, migraciones y flujos. Ese es mi esquema hoy. Hay, no una pérdida del sentido del espacio, sino unos nuevos modos de relación con el espacio, unas nuevas experiencias de espacio. Por ejemplo, el concepto de red tiene que ver con esto. La red nos dice que es mucho más efectivo un montón de pequeños grupos bien conectados que un grupo grandísimo. Esta es la nueva teoría de la comunicación. Antes requeríamos grandes máquinas, grandes aparatos, ahora vamos aprendiendo con otras tecnologías.


El sentido nuevo de lo público

Esto nos enlaza con los medios ciudadanos, los medios comunitarios, que son el esbozo, el embrión del sentido nuevo, vivo, de lo público. Eso es fundamental. Hoy día en los países capitalistas no vamos a acabar con los medios privados, no les vamos a pedir a los comerciantes que no hagan comercio, pero sí podemos crear otros modos y otros medios. Han sido los latinoamericanos los únicos que han tenido que pelar con los franceses, sobre todo en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, cuando se ha hecho en Asía o cuando se ha hecho en África.

Los latinoamericanos están diciendo ¿por qué no dejamos de maldecir a la CNN y somos capaces de poner un noticiero en el mundo que cuente nuestras visiones del mundo? Dejemos de creer en la magia y seamos capaces de crear un canal de noticias con gente de punta a punta del mundo, que nos cuente experiencias. Esto es lo que yo no he podido en Colombia. Recibo montones de videos de jóvenes de todo el país y no he podido lograr, peleando con los ministros de Comunicación y Cultura, para que haya dos horas de los jóvenes de todo el país en la televisión pública, que veamos el país que ven los jóvenes. Les tienen pánico. El poder le tiene pánico a esa diversificación de agendas, de miradas de los jóvenes.

¿Qué esta pasando en los medios en Colombia? Tenemos hoy unas redes de medios comunitarios que llamamos hoy medios ciudadanos. ¿Saben por qué? Porque ya no son solo los pequeños medios, no, son locales, pero están insertos en redes. Bajan programas, suben programas, y sobre todo están diciendo y están queriendo decir cosas al país, aunque sean locales y analicen la vida cotidiana, le quieren decir cosas al país. Como los indígenas de América Latina se cansaron de ser objetos de políticas y quieren ser sujetos de políticas. No han dejado de defender sus tierras, pero quieren hacer parte del Estado. Desde los mexicanos de Chiapas hasta los mapuches de Chile. Ustedes saben que el conflicto más serio, el único que no ha podido resolver la Bachelet es que tiene en la cárcel al gran jefe de los mapuches, porque Chile negó durante muchos años que existieran indígenas en su país. Y un día se le echaron encima de la mesa y dijeron ¿cómo que no hay? Yo fui a Chile en 1964 por primera vez y todas las empleadas domésticas en Santiago eran mapuches. Nadie, la palabra mapuche no existía. Era una manera de invisibilizar el conflicto. No existían y eran todas las empleadas domésticas.


Una política mestiza en América Latina

Una concepción hoy de redes ciudadanas es realmente para mí el embrión de esa política mestiza que reclamaba Guillermo Bonfill. Una política en la que estén las diversas culturas políticas, que son regionales. En Colombia esto es clarísimo. La política no es nacional. Es una trampa. La política real se hace en las regiones. Y los paisas de Antioquia y Medellín son una cultura y los caribeños son otra, porque los andinos y los caribeños no se pueden ver. Son dos culturas, dos corporalidades, dos sensualidades completamente diferentes; pero seguimos creyendo que hay una sola cultura política, que es la que hacen los politiqueros que tenemos en el Congreso y que cada vez están más lejos de las culturas políticas de la gente.

Entonces yo sí creo que las redes de radio y televisión ciudadana son el embrión de una nueva concepción de lo público, de lo político, que les van a crear muchos problemas a los partidos, porque hoy está visto, debido a la experiencia de Colombia que uno no va a cambiar la perversión de la política desde arriba; se cambia desde los municipios, desde abajo, es con alcaldes mínimamente decentes, que escuchan; o sea, que cuando se aprobó la Constitución nueva con la elección de alcaldes, porque en Colombia desde los gobernadores hasta los alcaldes los ponían desde arriba. Ahora se eligen todos. Claro, hay muchos problemas, porque resulta que llegan a la alcaldía gente que no sabe todas las trampas, toda la burocracia oscura de los politiqueros de toda la vida, y resulta que montones de alcaldes cívicos, alcaldes que vota la gente desde sus demandas, acaban en la cárcel. No quieran ustedes saber el trapicheo que conocían los políticos, pero está habiendo una renovación política de movimiento sociales, de alcaldes cívicos, de alcaldes ciudadanos de la que hablan muy poco los periódicos de Colombia; pero habría que hablar frente a todos los paramilitares que están en el Congreso, de todos estos alcaldes, desde Antanas Mockus, que transformó Bogotá, porque fue capaz de que sus habitantes se sintieran que ellos eran los únicos que podían dar forma al caos. Esta fue la campaña de un rector de universidad, hijo de lituanos, filósofo matemático.

¿Ustedes saben cómo se hizo famoso? ¿Han oído hablar de Antanas Mockus? Se hizo famoso porque siendo rector había un encuentro de facultades de arte en la Universidad Nacional de Bogotá, y había un grupúsculo como los hay siempre en las universidades públicas, que jodía y no dejaban hacer las conferencias de la gente que había venido de todo el país, y el rector -me contaron- llegó y sentó al lado de este grupo, se bajó los pantalones y les mostró el culo, y había una cámara allí. Con esta irreverencia, Antanas empezó, sin partido, y en tres años llega a la Alcaldía de Bogotá y rompe absolutamente no solo con la corrupción; hace visible la ciudad, los ciudadanos, y les dice: miren, no son los ingenieros ni los políticos solos los que vamos a organizar esto, son ustedes; yo voy a ayudarles a organizarse para transformar este caos, porque es con el saber de la experiencia de ustedes que yo tengo que contar; yo no puedo inventarme una fórmula matemática para solucionar esto.

Y tuvimos la suerte de que Antanas volviera otra vez después, y mucho de esto tuvo que ver con todos esos medios ciudadanos que habían ido tejiendo otra ciudad, y él se apoyó en todas las veedurías ciudadanas que había, porque los medios hacían de veedurías, que no solo serían para denunciar, serían para proponer -y yo insisto en eso: los medios comunitarios no se limitan a denunciar, proponen soluciones a los problemas del barrio–. Por ejemplo, Antanas inventó las casas de justicia barriales. Hay montones de conflictos que se pueden solucionar sin tener que entrar en toda la burocracia de la justicia, con un aprendiz de juez, con sentido común, que se sienta con la gente que tiene problemas y resuelven los conflictos.

Enseñó toda una forma de justicia local, en los barrios, incluso para la violencia doméstica. Las casas de justicia que se constituyeron en los barrios no fueron una idea de Antanas, esto estaba en las veedurías ciudadanas de los barrios, pero él las institucionalizó y dijo: miren, nos podemos ahorrar montones de plata y montones de peleas horrorosas si nosotros empezamos a funcionar como colectividades, como comunidades en la red. Entonces si hay un problema complejo, podemos llamar al juez del otro barrio que está más preparado y nos ayuda. Este es el nuevo sentido de lo comunitario en los medios. Es un esbozo, un embrión de cómo ejercer la política en términos ciudadanos.

Entonces digo: sí hay ganancias, sí hay pérdidas, pero ahora todavía estamos demasiado tempranos para enjuiciar, para calificar de una vez lo que se pierde y se gana. Les cuento una pequeña anécdota: después de los grandes asesinatos que Pablo Escobar hizo en Colombia, empezó a crearse un cierto pesimismo terrible –un poco lo que viven hoy los países de Centroamérica– en que realmente la mafia se iba metiendo en el Estado; que llegaban a un juez y le decían: “Aquí tienes un millón, o cambias la sentencia o sabemos cuál es el colegio de tu hija y donde compra tu esposa”. Escoge, te ganas un millón de dólares o te matamos a tu familia.

Esto fue inoculando un pánico, una destrucción de las instituciones, una desconfianza radical que mata el lazo social básico. ¿Cómo se fue saliendo de esto? Fuimos saliendo justamente a través de retejer el tejido social. Y ahí les cito el caso de Antanas Mockus, en Bogotá, del alcalde Fajardo, en Medellín, que es hijo de un ex guerrillero del M-19 en Cali. Han ido logrando que las redes no sean solamente redes electrónicas, redes de Internet, sino que son de información que contrarrestan toda la desinformación que los medios hacen de lo que está viviendo el país.

O sea, no es solamente un problema de que las comunidades tengan voz para ellas mismas, sino de que esas voces empiecen a entretejer y empiecen a crear otro clima de país. Antanas logró en Bogotá otro clima de ciudad. De manera que sentimos que podemos hacer algo por la ciudad. En su segundo mandato, este alcalde logró que 72 000 declaraciones de renta de las casas, pagaran libremente el 10% más (como decía mi mamá: “obra son amores y no buenas razones”) y escogieran en qué invertirlo, si en salud, en educación, en cultura. Cada uno ponía un 10% más para ese ámbito, para comedores de colegios en barrios más pobres o para orfanatos en los barrios básicos.

Es decir que fueron los medios ciudadanos, las veedurías, las redes. Lo de menos es la tecnología; ella de alguna manera se difuminaba en este entretejer de la confianza del lazo social, de que es posible cambiar la relación entre la gente, entre el taxista y del que sube; entre el que conduce el bus y el pasajero, entre el respeto al espacio público. En Bogotá no se podía caminar; los andenes, las aceras estaban invadidas de automóviles. No había andenes. Hoy Bogotá es una de las ciudades del mundo que tiene más kilómetros de vías para bicicletas. Hay avenidas que se han hecho en los barrios populares para que la gente pasee los fines de semana, salgan a pasear simplemente; son avenidas con árboles, para que la gente pasee, porque sus calles internas están inmundas; y se van arreglando las calles, pero eso va más despacio.

Termino con esto: Yo condensaría todo esto aterrizando en América Latina. Lo que está pasando hoy con en el chat. Yo estuve exiliado en Guadalajara, porque me asesinaron a dos amigos íntimos, uno un antropólogo de Medellín que lo mataron los paramilitares, porque dirigía el Instituto de Estudios Regionales de Antioquia, y tenía que ver con ecología y le pisaba los callos a muchos paramilitares y hacendados; y el otro era un economista que al salir de la Universidad, a las diez de la noche, lo mataron las FARC. Yo no estaba directamente amenazado, pero mis amigos me dijeron “mejor te pierdes”. La verdad es que yo no pensaba salir de Colombia, pero pasó una amiga mexicana del ITESO de Guadalajara y me dijo vente un año sabático a México.

Aproveché mi estancia en Guadalajara para, con 30 alumnos de la Carrera de Comunicación y tres asistentes que tenía en la maestría, hacer un estudio de los cursos de Internet para adolescentes. Año y medio. ¿Cuáles fueron nuestros descubrimientos? El primer descubrimiento es que el lugar más pasivo donde los adolescentes no pueden jugar en Internet es en la escuela. En la escuela solo aprenden. Y a mí me dio mucha tristeza –porque el nacionalismo de los mexicanos ha sido importante en la historia de América Latina– ver que les enseñaban con una cartilla de Microsoft y al final les daban un diploma firmado por Bill Gates, y eso me pareció muy poco nacionalista y me entristeció bastante. Pero lo malo no es que fuera eso, sino que era una cosa direccionada hacia un tipo de uso de Internet.

En la casa hay un poquito más de libertad cuando los niños y los adolescentes están solos –y si están solo no hay problemas–, y hay más libertad cuando está con amigos. Los papás están nerviosísimos con la pornografía. Me perdonan, pero yo pienso que quienes tienen más obsesión por la pornografía son los adultos; más que los niños, que los adolescentes, pero proyectamos evidentemente nuestras pesadillas a nuestros hijos. Pero allí había un poquito más de libertad, podían jugar un poquito más.



“¿Cuándo se jodió Occidente? Cuando se separó el trabajo del juego”

El lugar donde realmente los adolescentes creaban en Internet era en los cybercafés. Hacían las tareas en equipo y jugaban a la vez, las dos cosas. Porque si hay algo que rebela Internet es dónde termina el trabajo y empieza el juego. A Ulrico Beck, el sociólogo alemán que se hizo famoso son su libro La sociedad del riesgo, yo lo oí en Barcelona en el Foro Mundial de las Culturas hacer esta pregunta ante 2 000 personas: “¿Cuándo se jodió Occidente? La lanzó en alemán pero el traductor era un latinoamericano que hizo esa genial traducción del castellano de las mayorías, que no están en España sino en América Latina. Y Beck se respondió: “Cuando se separó el trabajo del juego”. Los niños solo aprenden jugando. Cuando está en el kinder aprenden con todo el cuerpo, con su sensibilidad, que es la forma estética básica, que es el desarrollo de su sensibilidades, de su saber, ver, oír, tocar…, pero un día, ¡pam!, ahora se acabó el juego, se ponen serios; ahora empieza de veras la escuela, y el juego es para el recreo que es de media hora a lo largo de toda una mañana. ¡Ahí se jodió Occidente!

Lo que quiero decir es que Internet es emancipador en la medida en que lo tomamos como un juego y el juego es colectivo. Claro, hay solitarios, pero eso es para anglosajones que se pueden pasar ocho horas en un pub delante de una jarra de cerveza resolviendo el universo-mundo. Los latinoamericanos necesitamos estar juntos para disfrutar la vida, gracias a Dios.

Entonces yo creo que aquí hay una clave, eso que los artistas plásticos que en Internet bajan el peso de sus imágenes para que quien entre juegue, no solo lo vea, sino que deje su marcha, sus huellas, que es jugar. Yo creo que ahí está una de las dimensiones más emancipadoras de las nuevas tecnologías. Se los digo por mi hijo que está estudiando Matemática. El creó un pequeño cineclub, porque en Colombia, tanto como en América Latina, quienes deciden el cine que vemos son los gringos. ¿Ustedes saben que el cine brasileño que ven los argentinos y el cine argentino que ven los brasileños lo deciden en Hollywood también? ¡Y llevamos 20 años de Mercosur!

Seamos serios, porque hay que ser serios. ¡Cómo es posible esto! Como es posible –y aparentemente me estoy saliendo del tema-que en la pelea entre Argentina y Uruguay por las papeleras del Río de la Plata pusieran de mediador al Rey de España ¡por favor! O sea, el Mercosur no tiene un milímetro de política, ¿no se dan cuenta? Hoy en estos tiempos dos países latinoamericanos que, además, llevan 20 años de un tratado de libre comercio, no han sido capaces de meterle la menor dimensión política y tienen que llamar a esa figura anacrónica que no tienen nada que ver con nuestro mundo latinoamericano. ¿Eso qué es? ¿No se jodió América Latina? Mis amigos paraguayos me dicen: óigame, la única carretera que se ha construido para comunicar un poquito mejor a este país que está aislado, rodeado por los grandes Brasil y Argentina, ha sido hecha por empresarios. Mercosur no ha sido capaz de comunicar mejor a Paraguay con Brasil y con Argentina. No nos engañemos


Integración de América Latina, agendas de país

¿Por qué junto estas dos cosas y el juego? ¿Cómo pensar una integración de América Latina si lo único que circula entre nosotros son las telenovelas? No circulan nuestras historias de país, nuestros documentales, nuestros debates…, cuando tenemos toda la posibilidad, porque las redes lo permiten, y nos permitirán una televisión pública. Repito lo de antes: no vamos a acabar con la televisión comercial, pero podemos crear televisión pública, podemos crear economías a escala. Yo hice un estudio con amigos para juntos, televisión pública nacional, televisión pública, regional y televisiones públicas locales y televisiones comunitarias, hacer una televisión donde cupiera el país, pero ni siquiera el Polo Democrático… Nosotros logramos llevar al Congreso una pequeña ley para crear la red nacional de televisiones públicas con nuestra idea, muy seria; un estudio mediante el cual íbamos a producir la mitad, el otro 50% íbamos a comprar lo mejor del mundo empezando por América Latina, y no telenovelas (yo estuve 10 años investigando telenovelas, yo sé lo que hablo). Pero les dije: esto es clave, podemos coproducir televisión pública; los costeños, los vallunos, los santanderinos podríamos tejer el país; pero ni siquiera la izquierda se dignó a leer el documento que pasamos al Senado.

Lo único que no es mestizo en América Latina es la política.

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Extraido de: http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/11/10/todo-lo-que-sabemos-lo-sabemos-entre-todos/

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