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Transparencia personal - Xavier Batllés
Ante el problema que se ha generado en el grupo “Diversitat Hindignada”, de reciente gestación en el contexto del 15M de mi barrio (Gràcia, en Barcelona), al lanzar dos personas sobre mi acusaciones de opacidad y manipulación, mucho me temo que de nada servirá si respondo solamente: “tranquilos, no hay nada que ocultar...”
Así trataré de explicarme personalmente con toda la transparencia que pueda.
Xavier Batllés - Barcelona, 26-10-2011
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Dos tipos de mensaje
Creo que puede resultar claro para cualquier persona clasificar la comunicación humana en dos grandes apartados si la consideramos como “mensajes”.
Un tipo de mensajes son dogmáticos, exigen previamente creer en axiomas. Ejemplos: Partir sin discusión de que Dios existe, o de que la economía es lo más importante para el ser humano.
El otro tipo de mensajes se emiten exclusivamente referidos a la experiencia de sus receptores. Y es solamente en la experiencia de cada cual donde este tipo de mensajes puede encontrar resonancia y validación.
Mi experiencia personal
Hace muchos años me llegó el mensaje de un hombre apodado Silo. Ya en su introducción aclaraba lo siguiente: “Si has venido a escuchar a un hombre del cual se supone que se transmite la sabiduría, has equivocado el camino porque la real sabiduría no se transmite por medio de libros ni de arengas. Este hombre no está aquí para usarte, porque no te necesita. La real sabiduría está en el fondo de tu conciencia, así como el amor verdadero está en el fondo de tu corazón.”
Este mensaje, que recibí con la clara sensación de ser de tipo anti-dogmático, efectivamente se dirigía a mi propia experiencia y, con el tiempo, su constatación se ha acrecentado en mi hasta un punto conmovedor.
En relación a la creencia en que hay que contarle a la gente lo que debe hacer
Mi gradual reflexión sobre el mensaje anterior cambió radicalmente las cosas. Explico porqué.
Según mi observación, todas las generaciones contemporáneas nos hemos formado en un mundo que creía en los “expertos”, creía en las personas llamadas “cultas” porque supuestamente eran las más preparadas para dar respuestas sociales satisfactorias.
No obstante, hoy me resulta comprobable mediante la comunicación con cualquier persona, que en la decadencia y colapso de este sistema todas hemos llegado a tener experiencia del engaño, tanto en materia de derechos y economías como en materia de valores y promesas de progreso.
Sensibilizado por esta experiencia y aunque no fuera nueva en mi vida, me sumé al movimiento llamado 15M o “de los indignados”, en el que sin necesidad de discusión previa (cada cual revisará si es por axioma dogmático o por convergencia de nuestra experiencia) hacemos una decidida apuesta colectiva por la horizontalidad, comenzando así a dar respuesta al grave problema de los grupos de poder que, en mi opinión, eran los que presentaban a sus “expertos” (y profesionales vendidos) para liderar y manipular todo.
Ahora bien, si lo anterior orienta mi acción constructiva y crítica hacia el medio y las condiciones externas, no resuelve aún el problema de mi acción constructiva y crítica en cuanto a la formación que he recibido del sistema como persona. La policía y los ejércitos armados que están afuera, tienen su análoga correspondencia en la auto-censura que me han metido adentro. Los temores a sufrir por factores que vienen de afuera, tienen su análoga correspondencia en los temores a sufrir por factores internos (volverse loco, no sentirse querido, no evolucionar, o sostener creencias, roles y ensueños obsoletos, por ejemplo).
De este modo, la creencia en que los “expertos” tenían que contarnos a la gente lo que debíamos hacer, subyace por inercia, ya que, como creencia, la vivo como interna.
Entonces, a diferencia del problema de los grupos de poder y la coherente respuesta que nos damos en las relaciones de horizontalidad, cabe destacar el problema de los salvacionismos, generadores de gurús y sectarismos, que no puede ser resuelto con nuevas “cazas de brujas” a los liderazgos e idearios, porque ¿quién se erige en juez y desde qué coherencia...?
Si el primer problema lo resuelvo atento hacia fuera cuando avanzo en el trato de igualdad, reconozco que a este otro problema corresponde una atención hacia adentro, auto-crítico con lo que pienso, siento, digo y hago.
Pero hay un viejo paradigma aún actuando
En mi comprensión, debido a la cultura racionalista y materialista en la que nos hemos formado, capto que aún sólo están bien vistos por mi sociedad (en general) los planteamientos que apuntan hacia la mejora de lo material y de los derechos. Es decir, aquello que para verlo dirige la mirada hacia fuera.
Pero también me doy cuenta de las serias dificultades que a menudo encuentro para abordar sin temores aquello que depende de dirigir la mirada hacia adentro.
Si la real sabiduría está en el fondo de la conciencia de cada cual, y el amor verdadero está en el fondo del corazón de cada cual, y esto es un mensaje no dogmático a validar sólo por la experiencia también de cada cual, se acabó para mi la creencia en que había que convencer a nadie de nada.
Esto me relaja, me alegra y me hace confiar a la larga en las demás. Esto orienta mi acción hacia la necesidad de profundizar mirando adentro (que mediante la comunicación inter-subjetiva constato como común) a la vez que intento mejorar el mundo externo. Pero compruebo que el planteamiento de este otro “hacer interno” aún choca a algunas personas y es fuertemente temido por ellas... Ningún problema. Quiero amar lo que construyo (adentro y afuera) con la mayor libertad, y deseo que ellas puedan hacer lo mismo.
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Extraído del muro de Xavier Batllés en Facebook
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