Cuando uno describe o explica quién “es”, incluso cuando se limita a percibirlo interiormente,
lo que en realidad está haciendo, a sabiendas o no, es trazar una línea o límite mental que atraviesa en su totalidad el campo de la experiencia,
y a todo lo que queda dentro de ese límite lo percibe como “yo mismo” o lo llama así,
mientras siente que todo lo que está por fuera del límite queda excluido del “yo mismo”.
En otras palabras, nuestra identidad depende totalmente del lugar por donde tracemos la línea limítrofe…
En pocas palabras, preguntar: “¿Quién eres?” significa preguntar: “¿Dónde trazas la frontera?”.
Todas las respuestas a la pregunta “¿Quién soy yo?” se derivan precisamente de este procedimiento básico de establecer una línea que delimita lo que uno es, lo que no es…
Lo más interesante de esta línea divisoria es que puede desplazarse, y con frecuencia se desplaza. Su trazado puede rectificarse…
La mayoría de los individuos sienten que tienen un cuerpo, como si fueran sus dueños
o propietarios tal como pueden serlo de un coche, una casa o cualquier otro objeto.
En estas circunstancias, parece como si el cuerpo no fuera tanto “yo” como “mío”,
por definición, se encuentra fuera del límite entre lo que uno es y lo que no es…
Biológicamente, no hay el menor fundamento para esta disociación o escisión radical entre la mente y el cuerpo, la psique y el soma, el ego y la carne;
pero psicológicamente, la disociación adquiere caracteres de epidemia.
Más aún, la escisión mente-cuerpo y el consiguiente dualismo es un punto de vista fundamental de la civilización occidental…
Más aún, la escisión mente-cuerpo y el consiguiente dualismo es un punto de vista fundamental de la civilización occidental…
El cuerpo se convierte en territorio extranjero, casi (pero nunca del todo) tan extranjero como el propio mundo exterior.
La frontera se traza entre la mente y el cuerpo, y la persona se identifica sin más ni más con la primera.
Incluso llega a tener la sensación de que vive en su cabeza, como si dentro del cráneo tuviera un ser humano en miniatura que da órdenes e indicaciones a su cuerpo, que a su vez puede obedecer… o no…
Es decir que el individuo se identifica como una imagen mental de sí mismo, más o menos precisa, y con los procesos intelectuales y emocionales que van asociados a dicha imagen…
Siente, pues, que es un yo, un ego, y que por debajo de él cuelga su cuerpo…
Siente, pues, que es un yo, un ego, y que por debajo de él cuelga su cuerpo…
Por diversas razones, algunas de las cuales ya analizaremos, es posible que el individuo se niegue incluso a admitir que algunas facetas de su propia psique son suyas.
En lenguaje psicológico se dice que las aliena, las reprime, las escinde o las proyecta…
Esta imagen reducida de sí mismo es lo que llamaremos la persona (máscara), un término cuyo significado se hará más obvio al proseguir con el contexto.
Pero, como el individuo se identifica solamente con facetas de su psique (la persona), siente que lo que resta de ella “no es él”; es territorio extranjero, extraño y peligroso.
Y vuelve a trazar el mapa de su alma de manera que niegue y excluya de la conciencia los aspectos de sí mismo que no acepta (a estos aspectos no aceptados los llamamos la sombra)…
El término “transpersonal” significa que se está produciendo en el individuo alguna clase de proceso que, en cierto sentido, va más allá del individuo…
Lo que importa de este análisis de los límites entre lo que uno es y lo que uno no es, estriba en que el individuo no solamente tiene acceso a uno, sino a muchos niveles de identidad...".
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Extraído del muro de Martikka TB en Facebook
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