No soy mi fecha de nacimiento;
ni los años que tengo ahora;
ni el carné de identidad que me hace anónimo;
ni uno de más de la lista de un curso de liceo municipal, entre 45 y 50;
ni el puntaje que obtuve el la P.A.A;
ni los dieciocho años de una mayoría de edad que me impusieron;
ni cuánto debo ahorrar para obtener un beneficio del Estado;
ni la edad en que me convertí en ciudadano;
menos los catorce años de la responsabilidad penal;
ni un número del voto;
ni de la boleta del IVA;
ni una clave secreta de banco;
ni los millones que le debo al sistema;
ni la sumatoria de luz, agua, gas de cada mes;
ni la fecha de cumpleaños que me acerca a la muerte;
ni el guarismo cinco mil en espera de que me atiendan;
ni la fecha de expiración de mi actual carné;
ni la cifra asignada cuando saco un bono de fonasa a cancelar, como copago;
ni una dirección de una residencia temporal;
ni un número de celular, menos de red fija, aunque la portabilidad numérica diga lo contrario;
ni el dinero que gano,
ni el total de impuestos que debo pagar;
ni los días del calendario que me obligar a sonreír y a ser feliz;
ni el día ni la hora en que moriré.
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Extraído del muro de Arturo Jaque Rojas en Facebook
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