A veces, las montañas guardan tercos y ominosos
silencios minerales;
a veces, vomitan ígnea rabia...
¿Podemos subir hasta donde reina la soledad y el silencio?...
¿acaso no hay un cima dentro de cada uno, cada una,
que a veces, contra nuestra arrogancia de aire y polvo,
deviene sima?...
¿Qué barreras podemos destrozar sin romper nuestro corazón,
en in- finitas astillas;
nuestra alma, como un- a copa de cristal invisible?...
¿Cuál es el frío que mata: el que
congela la carne, los huesos,
la sangre?...
¿o el que tiende una mortaja nívea sobre el ser-ahí?...
¿Qué susurros se desprenden de
los labios y comisuras de las estrellas?;
...y caen como restos de cadáveres fosforescentes
que alguna vez fueron, amaron,
se reprodujeron y estiraron la pata sidérea, en los extramuros del universo...
La noche negra, densa, tupida,
espesa como selva ecuatorial,
me aplasta como una pared,
formada con las partículas más pesadas;
y, no me permite respirar,
con sus amantes zarpas atenaza mi cuello,
y corta el oxígeno...
No hay hitos, ni mojones, ni piedras
que señalen el camino en la vastedad...
Me pierdo; avanzo a tientas; o ¿es la noche que descarga una y otra vez
golpes que machacan mi alma;
y la licuan y la hacen escurrirse hacia
un zanjón de aguas servidas cósmicas?...
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Extraído del muro de Arturo Jaque Rojas en Facebook
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