Para entrar no importan las vestimentas
sea ropa vistosa o andrajosa.
Ellos observan la disposición del corazón,
reconocer como fracasos los encantos compensados,
soltar los contenidos que aquí nada sirven,
y sin pretensiones abandonarse y esperar…
Aparece una señal que busca traducir una imagen imposible e inasible,
en la transición de velos que serpentean por la mente.
Instantes que tañen,
fugaces relámpagos que me empeño en atrapar
se escabullen en el vacío.
En el corazón está la llave que atraviesa espacios
despertando lugares no conocidos,
el cuerpo como navío se desliza vibrante
sobre la inimaginable profundidad del ser.
La serenidad conmociona, propósito sin sobresalto
contenedora de todo lo que se intenciona,
dirige con delicada mano sin forzamiento alguno.
Fugazmente me asomo a lugares nunca visitados,
sin dejarme llevar por la imagen que distrae
sino por el delicado hilo que acerca a los significados.
Entro en territorios detenidos sin tiempo
instantes que no tienen horas ni segundos,
aquí no hay tiempo solo vida.
Aparece otra forma, de consistencia desconocida
fluye la vida, su luz es claridad que alimenta.
Es, sin serlo, como una esfera energética de origen inexplorado,
raíz, inicio y destino…
Luego va deshaciéndose hasta quedar incomprensible en la memoria
como un recuerdo liviano, despejado pero inasible.
Andres Koryzma - 2 de Junio de 2016
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Extraído del muro de Andres Koryzma en Facebook
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