jueves, 17 de febrero de 2011

La Forma Pura - Silo. 17-02-2011

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La Forma Pura - Silo


Entonces no había lo existente ni lo no-existente.
. No había reino del aire, ni del cielo, más allá de él.
. ¿Qué había dentro y dónde? ¿Y qué daba amparo?
. ¿Había agua allí, insondable profundidad de agua?
. No había entonces muerte, ni había algo inmortal,
. no había allí ningún signo, que dividiera los días y las noches.
. Ese algo, sin aliento, respiraba por su propia naturaleza.
. Aparte de eso, no había nada.

(De “El Cántico de la Creación” - Vedas X, 129)
Habitualmente se relaciona a la forma con el modo de percepción visual.


Se sabe que las percepciones no sóIo son recibidas a través de la vista como sensaciones (estructuradas por la conciencia), sino que son recibidas por los otros sentidos.

De acuerdo a esto, las formas de los objetos pueden referirse tanto al color y la extensión como al sonido en general, al gusto, etc.También puede hablarse de la representación de las formas, mediante actos de memoria o actos imaginativos. Hay casos en que surgen formas que son representaciones de sensaciones internas, como sucede en los sueños y en numerosos ensueños.

Vistas así las cosas, formas son las estructuras de percepción (o de representación) y no, por cierto, las estructuras de los objetos.

De un mismo objeto pueden tenerse distintas formas según los canales de sensación usados, según la perspectiva con respecto a dicho objeto y según el tipo de estructuración que efectúe la conciencia. Una conciencia alterada, por ejemplo, altera las formas que entrega la conciencia normal en sus percepciones y representaciones habituales. Por lo tanto, no puede descuidarse la estructura de Ia conciencia al estudiar las formas.

Los diversos niveles de conciencia ponen, cada uno, su propio ámbito formal. Cada nivel (simplificando excesivamente), procede como estructura de ámbito característico que está ligado a formas también características.

Ejemplificando:

En el nivel de sueño profundo, los actos de raciocinio y en general, las largas secuencias lógicas están ausentes. Más bien, se encuentran allí actos de recuerdo y asociaciones exentos de crítica. En general, las asociaciones se multiplican a gran velocidad y las imágenes se funden o diferencian en secuencias imprevisibles. La conciencia del propio "yo" está ausente y uno mismo aparece corno visto desde "afuera" o en ocasiones visto en "otro" o en "lo otro".

La mecánica observada por algunas corrientes sicológicas es, en el sueño, bien comprobable. Allí aparecen los desplazamientos, las dramatizaciones, las elaboraciones secundarias, etc.

El tono emotivo que se asocia a las representaciones no necesariamente coincide del mismo modo que en el estado de vigilia. Así, imágenes que en vigilia provocarían temor, en el sueño resultan estimulantes y liberadoras o a Ia inversa: palabras o hechos insignificantes, cobran valor simbólico y poseen una carga emotiva desproporcionada con respecto a la mentación diaria.

El poder hipnótico de las formas oníricas es exagerado y tal cosa es posible por el bloqueo de los actos críticos y autocríticos; de los actos de raciocinio, que son los que permiten establecer parámetros, comparaciones y extraer consecuencias en la mentación ordinaria.

A Ia estructura de ese nivel de conciencia corresponden formas que están ligadas a recuerdos y a sensaciones, tanto externas como del propio cuerpo. Las sensaciones internas se amplifican considerablemente y se asocian a representaciones y tonos emotivos característicos.

Las formas de ese complejo "mundo" son las que emergen en la vitalidad difusa, no exentas, en ocasiones, de gran colorido, belleza y significado.

Las formas del sueño tienen real existencia sicológica, desplazándose muchas de ellas a niveles más conscientes, aunque perdiendo su poder sugestivo y su ubicación central. En ese sentido, no puede decirse que los sueños y sus formas sean irreales", ocurriendo que su realidad no es menor que la de contenidos de otros niveles de conciencia. Efectivamente, la "realidad" de la percepción vigílica no es mayor que la onírica.


En todo caso, las formas que emergen de la conciencia (cualquiera sea su nivel de trabajo), son reales compensaciones estructuradoras frente al estímulo... No decimos simplemente: "respuestas", al estímulo; decimos: "¡compensaciones estructuradoras!” El estímulo puede ser tanto una sensación, como una representación o un acto de raciocinio.

Hasta tanto no se tenga en claro que toda forma (no importa el nivel de trabajo de la conciencia), es una compensación estructuradora ante estímulos, no se descubrirá la relación que puede existir entre una figura geométrica racionalmente elaborada y una irracional forma simbólica u onírica.

La forma es el objeto del acto de compensación estructuradora.

El estímulo se convierte en forma cuando la conciencia lo estructura desde su nivel de trabajo. Así, un mismo estímulo se traduce en formas distintas según respuestas estructuradoras de distintos niveles de conciencia.

Siguiendo esta línea de pensamiento, podernos afirmar que los diferentes niveles de conciencia, cumplen con la función de compensar estructuradamente al mundo, entendiendo en este caso a "mundo" como la suma de.sensaciones, representaciones, etc., que provienen (o han provenido), desde el exterior, por vía sensorial.


Existen actos de conciencia que no son (originariamente) completados por formas. Esa suerte de actos puros en busca del objeto que los complete (y que haga surgir la forrna correspondiente), está en la base del recuerdo.

Así, es fácil reconocer el característico trabajo de evocación hasta que la conciencia "encuentra" el objeto evocado y se detiene en la "búsqueda", al ser completada por la forma correspondiente.

Más ilustrativo puede resultar este otro caso de evocación: una persona sale de un lugar, con la sensación de haber olvidado algo. Los actos evocantes se dirigen a distintos ámbitos mentales trabajando por "descarte” de las representaciones que surgen y que se reconocen como no adecuadas. El acto en busca de su objeto, rechaza toda forma que no corresponda a su propio ámbito. En este caso, el sujeto reconoce la sensación de "pérdida" u "olvido" por la falta de implesión del acto con un objeto y no cesa esa difusa "angustia", hasta que emerge la verdadera forma, como objeto del acto de compensación estructuradora.

Haciendo una corta disgresión, se advertirá que el núcleo de ensuefio no es una forma o imagen representada, sino precisamente toda la estructura mental trabajando en compensación estructuradora frente a la masa de estimulos, con su tono característico en cada ser humano.

Cuando la conciencia completa su acto de búsqueda, da con el núcleo y éste aparece como forma, como imágen, quedando eliminada la angustia que provoca ese formidable acicate del núcleo de ensueflo.

Pero cuando el núcleo queda formalizado, cuando el acto se ha completado, una nueva búsqueda comienza a desarrollarse.

Los "arquetipos" que mencionan algunas corrientes sicológicas no son sino esos núcleos de ensueño ya completados como forma y por tanto, superados por la conciencia en marcha.

¡Curiosa paradoja!, los arquetipos dejan de actuar cuando son formalizados como tales, mientras que antes de dar con ellos no son arquetipos sino imágenes o formas que no satisfacen del todo; formas difusas, no completadas totalmente.

Proyectando estas ideas a un ámbito mayor, se comprenderá cómo la mecánica total de la conciencia busca completarse en un objeto definitivo... allí surgen las diversas formas de la inmortalidad, que jamás se cumplen, porque la conciencia no puede ser completada totalmente en transcurrir. La inmortalidad está fuera del tiempo, es Ia forma de la compensación estructuradora total.

No basta entonces, con inferir ingenuamente que la búsqueda de la inmortalidad sea una fuga de la realidad cotidiana. La busqueda de la inmortalidad está en la estructura dinámica de la conciencia que en su proceso y en su historia, va completando sus pasos con dioses provisorios, con angustiosos arquetipos que se derrumban de edad en edad.

En numerosas leyendas se busca el "don" de Ia felicidad, se transita por desiertos, cavernas, montañas y mares; se consulta a sabios y a magos, se lucha contra fuerzas y monstruos, para dar con ese imponderable que tiene el sabor de recuerdo, el mismo recuerdo de un Paraíso perdido, el mismo sabor de extrañamiento y pena, que se desliza en el corazón de los hombres grandes, semidioses caídos de su patria oscuramente recordada.

He ahí en proyección la estructura del acto en busca de su objeto, propia del mecanismo de evocación, pero lanzada hacia el futuro. No es extraño encontrar entonces en muchas teorías de futuro ultramundano, la idea del recuerdo, del reencuentro con el pasado o de la línea que originándose en un punto, regresa a él, transitando hacia el futuro, describiendo un círculo.


Volviendo a nuestro cauce y ya en un nuevo nivel de conciencia, vemos emerger nuevas fomas. En el semi-sueño, muchas formas propias del estado anterior pueden ser racionalizadas y pierden su poder sugestivo, salvo en el caso de algunas ilusiones y alucinaciones fugaces.

En el nivel de vigilia ordinaria, las formas oníricas no desaparecen completamente, pero dejan de ocupar totalmente la conciencia y emergen amortiguadas, sin ocupar la posición central de la mentación. Los ensueños secundarios propios de este nivel, se manifiestan con sus formas típicas, como resultado de compensaciones estructuradoras frente a los estímulos cotidianos.

En vigilia, nuevas formas denotan el cambio de nivel de trabajo. Las formas mismas, se relacionan con mayor lógica. Los símbolos pueden ser racionalizados y sintetizar largas cadenas de ideas. Surgen las formas abstractas de tipo matemático y estas expresiones poseen significado más o menos fijo. Esto permite que las ciencias tengan su orden en expresión y significado, que el lenguaje sea un sistema de signos para la transmisión ordenada de ideas y que los gestos -en sentido amplio- de los hombres sean factores de comunicación entre ellos.

En el nivel de conciencia de Sí, los ensuenos secundarios tienden a desaparecer, ciclando en intensidad, emergiendo o evanesciéndose de acuerdo a la intensidad del estado logrado. Las formas características de este nivel no difieren sensiblemente del estado anterior, salvo en lo que hace a la liberación del poder sugestivo de los ensueños secundarios y de los estímulos ambientales en general.

En conciencia de Sí, va emergiendo un tono general de autoobservación que se caracteriza por el descubrimiento de las formas mentales, las formas de los actos de conciencia y la capacidad para comprender mecanismos internos que tienen su forma más o menos abstracta y que se experimentan aun cuando no aparezcan como imágenes o representaciones.

Niveles de trabajo de conciencia objetiva brotan cuando en pasos reflexivos (como sucede en Meditación Trascendental) o súbitamente, se experimenta que la conciencia y el mundo no están relacionados simplemente, sino que forman una real y verdadera estructura, que en realidad es objetiva porque Ia conciencia es real y coincide con el mundo sin distorsionarlo. Las formas de este nivel no son representables, de allí que el lenguaje sea inadecuado para la transmisión de tales experiencias.

Algunas de esas formas, plasmadas en símbolos, constituyen intentos de transmisión del sistema de relaciones, estructuras y composiciones, propios del nivel de conciencia objetiva. Cuando esas formas (traducidas al sentido visual geométrico o al auditivo mediante la música o el poema) son explicadas, debe verse en ellas simplemente un acercamiento a formas no representables y trascenderlas de todo fetichismo, operando de tal modo que las relaciones representadas (al principio burdas como los ejercicios infantiles) se independicen de toda figura y de toda noción de "utilidad" en la investigación de los fenómenos.

El trabajo con "máquinas" y la aplicación de esas formas-artificios al mundo de los fenómenos, puede resultar más o menos eficaz si las cosas van coincidiendo y en ese sentido, el esfuerzo por cotejar estructuradamente los fenómenos con esas formas, da pericia y amplía el sistema de relaciones. Siempre y cuando (es bueno repetirlo), se evanezca el sentimiento fetichista que se experimenta en el manejo de símbolos y figuras y se comprenda a esas masas de relaciones, estructuras y composiciones, como formas "caídas", corno caricaturas de formas objetivas.

La forma pura no es representable; no obstante, se experimenta como el objeto del acto de compensación estructurador de la conciencia en el mundo; se experimenta como la misma realidad trascendente al transcurrir.

Esta forma posee los atributos del plano de la “Inmortalidad", correspondiendo a la conciencia-trascendida-en-reposo-completo.

Desde el comienzo nos hemos referido a las formas emergiendo en niveles diversos de conciencia y el desarrollo efectuado se ha hecho desde el punto de vista sicológico. No debe suponerse, sin embargo, que los fenómenos de conciencia y las formas que les corresponden estén encerrados en ese ámbito. Se exige, para una buena comprensión de todo ésto, una explicación estructurada de los fenómenos fisiológicos en los que se asienta la actividad de la conciencia.

Las explicaciones más interesantes serán, sin duda, las bioenergéticas. Y cuando a nivel de forma pura o tocando experiencias trascendentales, la bioenergética no baste, servirá de apoyo para entrar en los dominios de Ia energética pura.

Para concluír, diremos que partiendo de las experiencias de la forma pura, se estructura el sistema de Morfología o Poética Mayor y se enuncian los principios generales y leyes de todo el sistema de pensamiento que nos permite acercarnos a la verdadera Realidad.


Extraído del muro de Miryam Gomez en Facebook
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