Todo es impermanente.
Si se quiere lograr permanencia, sera
conveniente contar con un centro de gravedad.
Es sólo el hombre quien
puede lograr permanencia dentro de sí mismo.
Y esto sólo puede ser
adquirido por las instancias de un trabajo interno o por las instancias
de un gran amor (enamoramiento, pasión, vocación).
Cuando se habla de
profundizar en tí y en mí y allí nos encontraremos, se esta hablando
precisamente de esto.
Es reconocerse, es profundizar en uno, desarrollar
ese centro de gravedad, desde ese centro estoy en concomitancia
(frecuencia ) con el otro, puedo conectarme con el otro,
porque en ese
centro no esta el yo, que es el que interfiere constantemente, como un
niño caprichoso , que tironea de nuestras ropas para llamar la atención.
Es el yo el que siempre intenta sacarte de ese estado, siempre esta
intentando falsear la cabeza, el corazón y la acción.
Cuando uno esta
en ese centro de gravedad o se mueve desde ese centro de gravedad, es
la mirada la que cambia, estoy mirando desde otro lugar, paso a “ser”
un observado por mi mísmo.
Allí no hay temor, no hay rencor, envidia,
soberbia, miedo, inestabilidad, prestigio, allí esta la fuerza que
da vida al sin sentido...
la mirada se torna compasiva, contemplativa,
te coloca en un modo de estar en esta vida, te lleva a la unidad
interna donde el pensar, el sentir, y el hacer, van en una dirección.
Esa energía que logras va creando más solidez a través del trabajo
interno,
de reconocer en nosotros, lo sagrado, de predisponerse
realmente en el querer cambiar la dirección mental de nuestras vidas, a
salir de la tendencia.
Sin embargo esto no termina aquí porque estoy
en relación con otros, no se trata de un trabajo aislado y en solitario, siempre estoy en situación con el otro, y allí nos encontramos con
gente que sabe mucho pero no tiente unidad interna,
con gente que es muy
humilde de gran corazón y que probablemente no sepa leer ni escribir,
pero que tiene un gran amor interno...
con gente que tiene un verdadero
sentimiento, pero sus pensamientos son confusos,
con gente que piensa
verdaderamente pero su corazón carece de unidad,
con distintas gentes,
pero tú sientes al otro, tú registras al otro.
Lo puedes registrar
desde ese centro de gravedad o lo puedes registrar desde tu yo.
Si
lo registras desde tu yo, puede suceder que lo quieras atrapar,
persuadir , violentar,
puede ser que salten sentimientos de desprestigio, de desvalorización, temor, ofensa, envidia, falta de confianza o
emociones y sensaciones que hagan despertar la monstruosidad mas
absoluta y grosera: como la soberbia.
Simplemente porque se encuentra
amenazado, se encuentra en un estado de posesión, todo se dispersa allí,
todo se dispara en otra dirección, todo para afuera, todo disperso.
Y así, de accidente en accidente, de contradicción en contradicción, puedes
pasarte la vida, sin poder verlo, sin estar atento, sin siquiera
poder ver la posibilidad de cambiar, y así llegas al umbral de la
muerte.
Si lo registras al otro desde tu centro, desde tu unidad,
allí la cosa cambia porque hay unidad,
todo fluye, y en ese fluir
registras al otro, te relacionas con el otro, te conectas con el otro,
si repites tus actos de unidad interna porque así lo quieres, porque
esa es tu decisión, ya nada podrá detenerte...
y así también llegarás
al umbral de la muerte.
En todo lo casos llegarás igual al umbral de la muerte, el tema es “como”.
Tú decides, que hacer con tu propia vida. Allí esta el abismo y tú.
Y cuando aprendas a formularte la pregunta
Quien soy?
Reconocerás
en ti desde donde te mueves, desde donde piensas, desde donde haces,
desde donde estas y sos.
Y cuando eso suceda, te recocerás y reconocerás
a los demás, a tu gente, familiares, amigos, vecinos, reconocerás
lo humano en ti y fuera de ti.
Pero si quieres seguir avanzando recuerda
que esto es una búsqueda constante,
que deberás alimentarla, con
trabajo interno e intercambiando con otros, así seguirás creciendo,
y si
tú creces, el conjunto crece.
Y si sigues avanzando y te puedas responder
Hacia dónde voy? Hacia dónde voy?...
Te
darás cuenta que la muerte es una ilusión, es un umbral que debes
pasar y tú decides “como”, con aquello que pesa o con aquello
que fluye y hace libre al espíritu humano.
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Extraído del muro de Marina Campos en Facebook
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