viernes, 7 de mayo de 2010

Eva. María Elena Walsh. 07-05-2010

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Eva. María Elena Walsh

Eva
Calle Florida, túnel de flores podridas.

Y el pobrerío se quedó sin madre
llorando entre faroles sin crespones.

Llorando en cueros, para siempre, solos.

Sombríos machos de corbata negra

sufrían rencorosos por decreto

y el órgano por Radio del Estado

hizo durar a Dios un mes o dos.

Buenos Aires de niebla y de silencio.

El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a París rayos de sol.

La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra.

Y los grasitas con el corazón rajado,

rajado en serio. Huérfanos. Silencio.

Calles de invierno donde nadie pregona

El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla "amémonos".
Un vendaval de luto obligatorio.

Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte más muerte.

Pobrecitos rubíes, esmeraldas,

visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,

vacías, arrumbadas en la noche.

Y el odio entre paréntesis,
rumiando
venganza en sótanos y con picana.

Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.

Lágrimas enjuagadas con harapos,

Madrecita de los Desamparados.

Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lágrimas de abajo.

En plena juventud. No somos nada.

No somos nada más que un gran castigo.

Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.

En los altares populares, santa.

Hiena de hielo para los gorilas

pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre

sin prever tu atroz peregrinaje.

Con mis ojos la vi,
no me vendieron
esta leyenda,
ni me la robaron.
Días de julio del 52

¿Qué importa dónde estaba
yo?

No
descanses en paz, alza los brazos,
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora

lavada en pólvora, resucitando.

No sé quién fuiste, pero te jugaste.

Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,

metiste a las mujeres en la historia
de prepo,
arrebatando los micrófonos,

repartiendo venganzas y limosnas.

Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última
piedra?

Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,

las madres incesantes, las rameras,

las que te amaron, las que te
maldijeron,

las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas

las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.

Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje

empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos,
loca
que arrebató el poder a los soldados.

Cuando juntas las reas y las monjas

y las violadas en los teleteatros

y las que callan pero no consienten

arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.

Cuando hagamos escándalo y justicia

el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.

Tener agallas, como vos tuviste,

fanática, leal, desenfrenada
en el candor
de la beneficencia
pero la única
que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.

Agallas para hacer de nuevo el mundo.

Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.

María Elena Walsh

Extraido de:
http://www.facebook.com/photo.php?pid=30491340&id=1570576537#!/photo.php?pid=30826390&id=1157717788
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