sábado, 22 de mayo de 2010
Las Organizaciones Monásticas en la Historia. 10. La Orden Mevlana. (Apuntes sin editar) - Salvatore Puledda
Esta orden, cuyos adeptos son conocidos en Occidente como Derviches Danzantes, deriva su nombre de la palabra árabe Mawlana (en turco se pronuncia “mevlana”), que significa “nuestro maestro”.
Con este título se identifica a su fundador Jalal al Din Rumi, el mayor poeta místico de lengua persa.
Rumi nació en Bactra, hoy Balj, en Irán Oriental en el año 1207. Su padre, un eminente Sheik sufí, decidió emigrar con la familia y sus discípulos hacia Occidente para huir de los mongoles de Gengis Khan que amenazaban su ciudad. (....)
Al comienzo, al tiempo del Fundador, la Orden era totalmente descentralizada.
Rumi se sentía muy cercano al pueblo y no tenía respeto ni estima por el poder político.
Sus discípulos eran sobre todo artistas, artesanos, trabajadores manuales. Rumi no daba importancia a las distinciones sociales, tratando de imprimir a su Orden características de fraternidad, humanidad y tolerancia.
Los Mevlana admitían al sama también a las mujeres —cosa extraordinaria en el Islam— y no hacían ninguna diferencia entre sectas y religiones.
Despreciaban el fanatismo y trataban de conciliar el Cristianismo y el Islam basándose en conceptos filosóficos.
Es sabido que veneraban la supuesta tumba de Platón, que estaba en una mezquita que antes había sido una iglesia, y este culto podía ser celebrado conjuntamente por cristianos y musulmanes. (....)
He aquí cómo Rumi se expresa en un pasaje:
“Los sabios dirán: es de la revolución de las esferas que nosotros hemos tomado esta melodía.
Es el sonido de los movimientos del firmamento que los hombres reproducen con la guitarra (bandore) y la voz.
Los fieles dicen: es el recuerdo del paraíso que endulza todas las voces vulgares.
Todos nosotros hemos formado parte del cuerpo de Adán y escuchado las melodías del paraíso.”
Según este pasaje, la danza Mevlana parece basarse en la teoría pitagórica de la “música de las esferas”, adoptada por numerosos maestros musulmanes y sufíes.
En esta antigua teoría —descrita admirablemente por Platón en el X libro de “La República” (el mito de Er)— cada estrella y cada planeta está regido por una potencia angelical que, en un diferente grado de perfección, es una emanación del Uno o Absoluto.
Las esferas celestes, movidas por el Amor Divino, ruedan como en una danza y cada una emite una nota particular.
El resultado es una música celestial, “la música de las esferas”.
Según esta interpretación, los derviches con su movimiento rotatorio y translatorio reproducen la rotación y la revolución de los cuerpos celestes.
Los gestos de las manos (la derecha vuelta hacia arriba y la izquierda hacia abajo) aluden a la transmisión de la emanación divina de las regiones superiores a las inferiores.
Así como las esferas celestes, los derviches danzan por amor al Absoluto, Aláh, y captan y transmiten sobre este plano de existencia la emanación divina.
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Extraido de Facebook. Enviado por un amigo.
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