sábado, 1 de enero de 2011

¡Imbéciles! - Silo


¡Despierta ya universo!


¿No oyes rugir al Hombre en los abismos?

          
¡Desgarra los espacios y contempla cómo dirige el fuego y cabalga al huracán!
          
Desde su soledad ascendente percibe el ritmo de los cantos, últimos cantos, nebulosa hecatombe de mundos viejos.
          
Las ciudades y los montes pesados encierran esperanzas y titanes.
          
Ha pulverizado con su voz el carro de los dioses, arranca de los usurpadores la conducción del orbe, bebe la eternidad.
          
Fulgor inmenso de cielos y de soles; quietud de tierra muerta; velocidad de rayo en un todo creciente.

Presto para incendiar un mundo, agazapado para lanzar en cataclismo póstumo a esa convulsionada selva enmarañada por gritos y por llantos.

          
Crispa la tierra sus montañas heladas en defensa de sí, teme el cambio, la despiadada revolución porque habrá pérdida para la vejez.
          
El eco de mercaderes y mesías se transforma en pálido clamor...

¡No pueden aunar fuerzas porque sólo conocen la mentira!

          
Armas y armas descargan las civilizaciones milenarias.

¿Cómo crear alegría sin tristeza, cómo crear sin destrucción?

          
Dos lágrimas caen de sus lagos azules, la luna ya no refleja en ellos porque ha muerto.

El sol no ilumina... A su alrededor penumbra.


En sus manos un ave con humo aún de las ciudades humeantes...

          
Pero ahora de aquellas tierras fecundadas por lágrimas brotan nuevas inteligencias y cuerpos de bronce.
          
Cada hombre y cada mujer son creadores del mundo, de su propio mundo.
          
No hay destino, sólo existe el presente eternizado por la voluntad.
          
Resultado de dos formas de pensamiento clarea el nuevo ideario.
          
Síntesis entre muerte y vida se perfila la nueva existencia.
          
¡He aquí al Hombre desposeído de angustia respirando y bebiendo eternidad!
          
He aquí al ave desplegadas sus alas en sinfonía de libertad ascender y ascender más alto aún que las rojas esferas... ¡más alto!, ascender y ascender hasta la luminaria enorme de sí misma.
          
"Son legiones de seres, pléyades sublimes habitando un nuevo cosmos, el cosmos que ellos mismos y sin redención de nadie han construido y ordenado".

______



            Ahí, en la cumbre, sobre la roca negra inmensa se alza la casa transparente. Un verde tenue casi confundido con la noche trasciende las paredes. En el horizonte lejano mueren las últimas luces de la última ciudad. La magnífica estructura concluye encerrada en una coraza borrascosa.

            Es un gran embrión aislado del resto del mundo.


            En el interior de la cúpula dos personas forman la pareja arquetípica.


            Todo adquiere la dimensión de lo simbólico. Una armonía débil contrasta con el retumbar hueco, quebradizo. Los destellos progresivos contaminan aquellos dos seres muy unidos. El cuerpo cálido y blando de la hembra se agarra a él, ambos comparten el aliento...


            Quietud y silencio...


            La luz verde ya no existe.


            Ojos emocionados aman; admiran, lloran.


            Después... "¡Han desaparecido cúpula y ciudad!"


            Sólo el negro picacho, rutilante en su cima la figura del Hombre. El cielo agudamente azul. Inconmensurable los espacios que señalan el horizonte luminoso.


            Con los brazos tendidos en la cumbre del mundo recibe el resplandor del nuevo día que se libera gigantesco. A sus pies se levanta el fuego del universo; la voz de todos los pueblos y de todas las épocas unidos en coral prodigioso ante el vacío atronado, enceguecido.


            ¡El disco sube, la tremenda potencia de las voces estalla, se abren las puertas del infinito ascendente, hermosamente aterrador!



I


            Hombre y una mujer. Bajo sus pies vibra la tierra.


            Aguas subterráneas, galope disonante de cientos, miles de cascos.


            Un desierto.


            El templo se acerca con las campanas del desaliento bamboleadas por la brisa, es el sonido de cuerdas que se cortan en una cavidad, caverna hueco, ruta sin fin.


            A una presión la puerta muy alta, débil, vuela de sus goznes en crepitar de árbol que cae... El interior próximo a lo rectangular es mezcla perfecta de luz, oscuridad y húmedo abandono. Por la boca destrozada entra el viento y levantando el polvo de los años envuelve un candelabro mal apoyado sobre el altar. Una voz retumba entonces: "Aún parece conservar el rito íntegro en su soledad... Las estatuas, la forma del templo... ¡mira, Varatemón!" Respondiendo al eco, el viento (más intenso) derriba el candelabro que se deshace contra el piso separándose sus siete brazos.


            --Con nuestra llegada se destroza el número mágico-- resuelve uno de los hombres, la mirada turbia y estática.


            --imeucisz imeucisz-- lee la mujer en un epitalamio grabado sobre el metal amarillento-- ¡En un canto nupcial! Así se unían los hombres.


            Alguien increpa con seco desprecio: "¿Hombres?... ¡Aquella tradición desbarató la vida de los que pudieron llegar y fueron aplastados!"


            Afuera el sol quiebra las murallas; las campanas balbucean su canto decadente... El templo ha perdido aquel esplendor supersticioso.


            Otros detalles quedan descuidados, el grupo sale del caserón y en dirección opuesta avanza un anciano hermosamente vestido y cubierto de joyas, la cara plena de bondad. Haciéndole escolta... multitud de filos ensangrentados, multitud de espadas en alto.


            La mirada de Varatemón se clava y explota, licúa las joyas y las hojas en sangre. Ahora los vistosos ropajes son harapos. Recién entonces la benevolencia del viejo es astuta. Sus ojitos chispean, --demuéstrame


            Varatemón, demuéstrame-- exige aquella lengua roja, la misma que durante siglos hizo ahogar toda demostración con enormes berridos de fe y fuego.


            Uno de los hombres señala el edificio. El sucio andrajo vacila pero el peso de millares de ojos lo arrodillan empujándolo a las fauces.


            ...Adentro un tufo cálido, dulce, pegajoso. Cada brazo del candelabro roto es un carbón encendido que se aviva. El ambiente aparece lleno de vapores. Mil carcajadas de agua se ahogan en las rocas subterráneas. La formas hieráticas como pálidas figuras de cera empiezan a fundirse, las caras sombrías se retuercen en muecas siniestras y de esos rostros espantosos se escurren gotas que burbujean en el suelo.


            El cuerpo del viejo se agita como una entraña viva palpitando en el interior del templo.


            Sobre el altar roído descansa la bandeja del epitalamio, en ella se agolpa una cosa blanda hirviente de insectos. Casi tocándola está el viejo, el hedor repugnante lo hace temblar de asco. Un corto vómito agría la garganta muy seca. Quiere huir pero las miradas lo obligan a permanecer. El clima angustioso se torna gris desesperado.


            Arrodillado ante el altar mezcla su cabezota lentamente con la forma viscosa. 


Siente el peso y el sonido sordo, gelatinoso de la cosa al despegarla apenas de la bandeja. Con decisión suicida arroja el hocico hacia adelante. La lenguita roja chicotea estrellándose contra una repugnante llaga verde casi líquida. 


Convulsionado empieza a tragar (rítmicamente) los coágulos sangrientos del aborto. Luego mastica unos suaves cartílagos que se deslizan lentamente por su esófago. La garganta se contrae con violentas arcadas.


            Pus fermentada chorrea la boca y se pierde por los harapos del pecho...


            El ropaje destrozado descansa sobre las brasas y el fuego busca su miserable cuerpo. Los chillidos de terror y las llamas se propagan, contaminan todo el edificio y mientras la antorcha se revuelca los artesones negros caen, las paredes tiemblan y en estrépito de ramas secas y aplausos difusos se derrumba todo.


            Las aguas subterráneas afloran. Con burbujeo formidable desaparece aquello en las profundidades. Mientras se ahoga lanza eructos de humo muy denso que son disipados por el viento; el agua turbia se desborda en rápida creciente...


            Varatemón mirando el cielo profetiza.



II


            Por una callejuela va Zoam, distracción y penumbra se amalgaman.

            Una mujer muy vieja se aferra a una puerta.

            Cerca la forma de muletas; cierto murmullo pretende detener al caminante... a sus espaldas queda una mano alargada y tal vez una frase insultante.


            Los techos vibran y entonces la cara empapada busca otro ángulo. Llueve. 


Unas sombras se incrustan mientras el miedo a la noche cierra algunas persianas.


            Luego, aquel morado difuso se va apagando en los nubarrones bajos que se disipan.


            Ya las estrellas se acercan en el campo abierto. La arboleda alta llama con la voz de los hombres moribundos.


            Los objetos se destacan en la perfecta claridad de la noche. Pero como si la luz bamboleara sobre su cabeza las sombras que arrancan de los cuerpos se estiran y acortan a momentos. Aún su sombra se aleja aumentando la figura considerablemente o se incrusta y desaparece bajo los pies. Es como si los seres se enriquecieran cambiando de forma y hasta de naturaleza por efecto de la luz.


            Ahora recuerda Zoam una circunstancia en que el espacio se transformó unos instantes alterando su estructura de situación.


            Un cubículo sin ventanas, la puerta de acceso no se ve; sólo una cama ubicada en la mitad del aposento, sobre ella Zoam, lo más cercano el piso, a máxima distancia el techo. Equidistantes las otras cuatro paredes. Cerca de su cuerpo empieza a sentir una "presencia" que lo observa... a medida que se intensifica esta sensación el techo empieza a acercarse y las paredes se alejan de sus bases hasta abrirse como cuatro naipes formando todo encima de su cabeza un mismo plano. Aquello flota como una enorme sábana sobre su cuerpo...


            Ahora los espacios laterales no tienen fronteras y la "presencia" que lo estaba mirando empieza a identificarse con él mismo ampliándose su persona más y más...

            Todo ha pasado, nuevamente se encuentra Zoam sobre el campo abierto.

            Y también pasa la noche. El sol muy alto. Las gentes y los sonidos vacíos se confunden. Sólo él siente multitud de colores, pájaros que ondean en una torre próxima y mueren como el arco iris.


            Cerca del ritmo, cuerpos de jóvenes frenéticos se agitan impidiendo el paso libre de los peatones. Los ruidos metálicos que parten del negocio son redoblados por muchas manos. Varios adolescentes con sus pelos, su agudo sudor, su agitación creciente.


            Sobre el suelo mucho es tema cambiante. En las alturas todo parece silencioso absoluto.


            Los gestos inexpresivos y babeantes a veces o dolorosos y babeantes, los gritos de esta conjunción de homúnculos y el paroxismo fingido.


            Zoam enfrentado con esa realidad huye a su mundo... La nueva sensación no es localizable como el dolor. El hambre y el marco pueden ser la medianía entre el dolor y ese sentirse retroceder por un pasillo largo lleno de sombras y de chispazos blancos muy tenues. Desde la boca de ese túnel llega distorsionado y hueco el sonido del exterior. Al mismo tiempo nota perder ubicación en el espacio y elevarse con los ojos hacia el vacío.


            Percibe como ráfagas de aire mientras algo zumba persistente en sus oídos. El cuerpo un poco lejos, cálido y etéreo. Nuevas formas superpuestas cobran vida por instantes...


            Mientras llueve Zoam va por una callejuela.


            Una mujer muy vieja se aferra a una puerta. Cerca la forma de muleta; cierto murmullo pretende detener al caminante...



III


Irene demasiado joven est acostada. Las ventanas posiblemente abiertas.


Ve en un salón muy amplio jinetes ubicados sobre un pedestal; alrededor multitudes en actitud de espera.


Címbalos y tubos ensordecedores suenan en un instante mientras se derraman desde lo alto rayos flamígeros coronando la cabeza del primer hombre. Aparece otra persona delante del conjunto y su cuerpo de mármol se volatiliza. Mientras, un caballo muere.


Ella a lo lejos est extendida y doblada sobre el hombro izquierdo de alguien.


El clima muy seco, los ojos palidecen, todo gira en torno a una danza elemental en la que ella misma traslado con los pies: triángulos, círculos y cuadrados muy rojos.


Una inmensa escalera de bordes purpúreos se pierde en el azul sin límites.


Despega los párpados con remordimiento en el estómago. La luz del día muestra una ventana entreabierta, casi blanda.


Por ahí entran los relinchos lejanos que avivaron las imágenes del sueño.


Las pupilas descansando no distinguen paredes.


Sin recordar, la mujer por momentos intuye otra realidad.


Aquella conformidad habitual y estúpida est a punto de esfumarse frente a nuevas necesidades... pero todo desaparece en un instante.


Siente sed, hambre, calor.



IV


El problema del fuego se aniquila. La velocidad crece...


Las moles brillantes silban y se confunden con el día. Algunas cruzan en el horizonte, varias giran sobre la ciudad, cientos de ellas buscan; llevan.


Barras de materiales poderosos perforan y las profundidades sueltan sus recursos. Las fuerzas del volcán y del sol son encauzadas.


En las alturas las nubes pueden ser disipadas o acumuladas sus masas para mojar las verdes y verdes extensiones.


Bajo las aguas del mar hay como venas por donde incontables vehículos se mueven lejos en contados tiempos. Y esas mismas aguas se parten cuando las queman los navíos.


Las moles voladoras van tocando otras tierras fuera del espacio de la Tierra, y se levantan pueblos progresivamente y la técnica y ciencia de los pueblos levantan al Hombre.


Az vuelve a la realidad. Con inquieta meticulosidad busca en el cielo... sus ojos y el vacío, el tremendo vacío y sus brillantes ojos como estrellas. Las estrellas muy quietas vibrando en resonancia con algo que parece el infinito.


Bajo la plataforma de la azotea gigante, a los pies del rascacielos se mueven las luces. Y como una flecha disparada entre los hombres y algo... el temor y la angustia.


Cerca de Az una baja, tímida voz de mujer. La sumisión de la mujer frente a la gloria, palpitante, c lida gloria del poder.


En ese corto instante siente otros años y en ellos la bóveda de hojas verdes, el agua y la sombra de muchas calles en las tardes silenciosas. Su infelicidad lo lleva más adentro y más lejos; las m quinas martillan, las campanas de otra época se mezclan con el repiqueteo del futuro.


...Pero ahora sólo queda la mano de Az y sus dedos separados tratan de apretar la ciencia y la mujer. Su piel crispada por la emoción. El resto náusea.


El humo y el vapor de la noche fría traen la realidad sin por-venir.


M quinas, hermosas conquistas humanas y mujer desaparecen.



V


Tienes la culpa de todo.


Juntos pudimos...


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¡Qué serenas hubieran sido nuestras vidas!


Pero ahora sentir s la desgracia (es lástima que no puedas sufrir intensamente).


Si pudieras ver Irene, la belleza de todas las cosas, de la tierra y del fuego. Animalito, que puede importarte. Te mueven sólo los grandes efectos. ¡Eliges mal y aplaudes mal!


¿Oyes marchas bélicas? Mira la muerte de todos los ejércitos. ¡Para siempre!


Necesitas de la catástrofe y sin embargo su presencia te "horroriza".


Hay algo que te importa: ¡dormir! ¡Bestia! ¡Duerme imbécil!


¡Bestia, bestia!


¡Cuánto deseo quebrarte y comer tu cuerpo...y triturarlo!


...Sí, lo veo. Son feísimos. De pequeñas espaldas y con gafas... ¡críticos!... Tienen más utilidad de la necesaria porque suelen aumentar hasta lo inmensurable la capacidad de odio de sus víctimas, y es algo bueno el odio.


Has vivido tu corta vida rodeada de ejércitos, críticos, organizadores del desastre.


Las piedras no penetran tu sociedad hermética. ¿No me dejas regalarte una piedra, o arena, arena del tiempo? Pero cien, mil millares de cañonazos y de bombas; muertos, muertes pueden sí. ¿Y ese aire envenenado que envenena al mundo y a las generaciones que te siguen?...


La atmósfera se limpia nuevamente, se limpia ahora que las naciones se unifican y dejan de probar sus armas. ¿Tiene esto sentido?... ¿Importa que lo tenga?


Has oído hablar de patria, bandera, himno, fraternidad, raza. ¿Por qué estas palabrotas suenan mal? Porque detrás de su metal pululan aquellos bichos microcéfalos, políticos agudos en sus picotazos. ¿Podrías vomitar todo eso? ¡No! Crees en ese amor, esa moral, en la justicia y tal vez también crees en Dios. ¡Culpo rabiosamente tu debilidad! Deja miserable que los humanoides te cuelguen de los pelos, deja que te sujeten fuertemente del Estado y baila también el ritmo de la tribu. No hables fuerte y claro sino bajo, muy bajo así tu voz ahogada se confunde con el coro del clan. Y más, mucho más... Pero han cambiado los tiempos, ahora oyes mi voz e infinidad de voces diferenciadas retumbando, levantando fábricas en su cadencia; alzando laboratorios gigantescos; construyendo casas muy pequeñas, ¡posibilitando la vida!


Ahora tu inteligencia ve más claro cuando los vapores del Estado se absorben y tu imaginación pueda hacerte feliz porque haya eco, sólido eco, resonancia con la existencia. Ahora sí puedo tocar tu cuerpo y podré tocarlo mientras haya quien gobierne pero Estado ¿así?...


¡Cómo me engaño! ¡No es verdad, no han cambiado los tiempos!


¡No ves mis lágrimas mujer estúpida! ni mis manos con sangre, sangre roja. No ves mis manos arrastradas, despedazadas en la búsqueda, no puedes seguir mi rastro ascendente o precitado o vertiginoso pero sangriento.


¡Oh, si hubiera Dios! ¡Cómo busco y amo la eternidad contigo!


Ríe cuerpo blanco, mujer blanda, cuando no rías sobre tus huesos seguir n riendo y seguir n y seguir n. ¿No has pensado qué pasar  cuando no estés? Aún no es hora de que te preguntes eso, ¡los años hacen encariñarse con la vida!


¿Sabes qué es libertad o mejor, qué es liberación? ¿Sientes qué es crear? ¿Comprendes por fin qué es ser feliz?


Mata y sigue matando, aplaude, apóyate en los críticos, pisotea, póstrate ante la fuerza y alaba la violencia. ¡Cuidado! Las armas caen ante los espejos, caen de las manos del guerrero que se mira adentro, que es obligado a mirarse adentro. ¡Cuán fácilmente se puede obligar a los guerreros!


Es cierto la locura ¿puedes distinguirla del vivir mal o peor o mejor, puedes acaso?



VI


Varatemón encuentra en su camino un hombre caído. Se detiene ante él y su mente gira perdida en extrañas reflexiones...


En algún momento aquel niño empezó a sudar. Necesitaba conocer para protegerse. Lanzó entonces sus manos a lo desconocido; la piel suave de la noche tocó su piel y el frío lo hizo sudar fríamente.


Rugió con el aliento del temor y le respondió el silencio.


Animales y mundos: la naturaleza. Se derrumbaron sus cuevas. Llovió la maldición porque no conocía las cosechas.


Su estómago era agitado y también su piel... y su corazón.


Reventó la aurora y mientras sonreía tontamente los enemigos olían su cuerpo y olían la alborada. ¿Importa que se haya unido a ellos por terror? ¡Importa que todos los sudores fueron uno!


Y los jóvenes cubrieron sus cuerpos del frío, protegieron sus amores del viento. Fueron ascendiendo a su caída.


Más conocer y más celos. Cuanto más conocían más sufrían.


Viejos murieron. Otros jóvenes ganaron aquella vejez, aquella desesperación.


Inventaron el alma porque la naturaleza ¡era! mala...no era buena, ni era mundo, ni era hombre. La naturaleza fue sólo eso: mundo y hombre, muerte, vida...


Se ve entonces el cénit de la historia, el progreso, la progresión vertiginosa hacia el ocaso.


Ve al hombre luchando con su sombra. Ve sus ojos, son opacos. Ese hombre puso su fe en el cielo y su cielo lo mató.


Cambió la dimensión y sus deidades se transformaron en aves tronadoras. Alzó nuevamente sus brazos esperando trémulo. La frente comenzó a iluminarse, sus labios balbuceaban y como un anciano feliz lloró emocionado... Del cielo llovió la masacre. Se disolvió su cuerpo; las ciudades quedaron deshechas; sus hijos blancos calcinados.


Luego corrió con las manos desnudas a tocar la libertad y se estrelló contra la tierra negra. Abrazado a ella la besó dejando escurrir entre sus dedos granos de historia... Entonces su tristeza le dio un regocijo extraño y nuevo.


Cuando comprendió ese estado alzó los ojos y se le apareció una forma, sus manos sucias sacudieron l grimas abandonando barro en aquellos lagos turbios...


--¡Deme su mano, ayude...!-- clama el individuo que estaba arrastrado.


Varatemón se siente ante un niño y sin saber por qué, se convulsiona y al pequeño lamento lo arroja a una tumba, lo cubre y en la tierra suelta que se agita siente desesperación...


La imagen cambia. Tiene nuevamente ante sí al casi paralítico (tal vez borracho) que encontró hace un momento. Se acerca a él:


--¡Arriba!


--¡Ah!...gracias. Tropecé y en el estado en que me encuentro...-- mientras busca bajo el pantalón unas vendas sucias--. Por un momento creí que iba a pisarme o que iba a alejarse como vino... sin decir palabra.


Varatemón entrecierra los párpados. Por fin sonríe severamente y luego pregunta:


--¿Adónde vamos?--


El individuo señala unas cuadras adelante.


Se mueven; uno arrastrando su pierna y Varatemón arrastrando un hombre. Caminan así algún tiempo. Luego doblan por una calle retorcida profusamente iluminada. Por una calle de pueblo, entre gente de pueblo se acercan a una casucha baja, enrejadas sus ventanas; sin importancia.


Adentro las pupilas de Varatemón se dilatan por la obscuridad. Sus órganos más sensibles reciben un fuerte choque... Entonces en forma inexplicable suelta un paso vacilante hacia atrás, trastabillea y dando una mala media vuelta se distancia dejando estirada hacia él una mano amistosa de mujer. Un hilo brillante y fino, sólido, lo une a la mano.


El recuerdo le da potencia para hacer trizas la pesada emoción. Luego barbota: "¡Sucio borracho! y cómo la tiene con él. Hace tantos años y siempre huyendo ¡ambos! en direcciones distintas, ni siquiera opuestas. No me ha reconocido. Pasamos cerca del mar y en sus crestas días, horas, instantes... ¡instantes! Vimos el amanecer y el crepúsculo distintos, para los dos distintos...".


La voz del borracho lo atrae nuevamente:


--Ella es amiga, la única--.


Varatemón observa a la mujer lentamente y espeta luego con violencia:


--¡Su amigo estaba en el barro, arrastrado! La mujer se impresiona y él arremete: "Debe por lo que se ve, cuidarlo mucho"--.


Una sonrisa asqueada le rebota. El hombre sobre una cama respira agitado. La mujer se acerca a éste:


--¿Quieres de nuevo, eh? Gracias al señor puedes beber más r pido.-- Y dirigiéndose a los ojos de Varatemón comenta-- tuvo un accidente con un camión ayer tarde.


--¿No fue suficiente, verdad?-- arguye maliciosamente Varatemón.


--¿Qué quiere decir?--


--¿Ha llamado algún médico?--


Ella responde evidentemente excitada:


--El no quiso... ¡Usted no me resulta simpático!--


--Trato de colaborar-- afirma él apoyando con cualquier gesto.


El hombre acostado pide y ella en la semipenumbra deposita sobre sus manos un vaso lleno de algo, algo fuerte.


...Y Varatemón se encuentra imprimiendo caracteres extraños a la arena de la playa. Es un compás clavado a punto de medir distancias.


Estrella la mirada, tiende su línea, su visión sobre el mar y la arena, la tierra arena.



VII


Así caminando por la galería metálica se acerca al tope que se descorre en silencio. Avanza unos pasos siguiendo a su guía y se encuentra en el interior de un compartimento semicircular en el que convergen cuatro o cinco pasadizos similares al anterior.


El guía golpea sobre una l mina de hierro colocada a modo de puerta y ésta se abre.


En el interior del recinto (que tiene todas las características de una sala de estudios) se encuentra un individuo que invita a pasar a Zoam. Este lo hace mostrando seguridad. Se cierra la puerta y quedan solos.


Con grandes pasos se acerca al recién llegado extendiendo su mano y presentándose como B... Luego de aspirar profundo y corto comienza a desarrollar su motivo: "hace exactamente cuatro meses exhortamos a usted y a su compañero a dirigir el organismo principal del cinturón revolucionario". Indica con un gesto un asiento y luego se ubica de pie tras un escritorio amplio, bajo, obscuro.


"No desconocemos las medidas tomadas en contra de nuestra organización por el gobierno de policía, ni desconocemos la vigilancia severa que ha desarrollado en torno a ustedes y sus colaboradores próximos. No ignoramos tampoco la campaña difamatoria que se extiende aún fuera del territorio de C.M.M.P. dirigida hacia nuestros simpatizantes".


"¡El pueblo que necesitamos está engañado! Las fuerzas de propaganda desarrollan en las masas hábitos curiosos... pero en este caso esos hábitos nos hacen guerra".


"Bien, hombres de probada superioridad necesita el movimiento... suponemos que las medidas tomadas por el actual gobierno no han influido en vuestro ánimo". Y al marcar la última palabra lanza una mirada ansiosa buscando los ojos de su interlocutor.


--Señor, el problema se ha tornado ya muy complejo. No creo que podamos ayudar.--


En el rostro de B...se percibe un fuerte impacto. Vacila un instante y con un movimiento de todo el cuerpo, un movimiento en el que se traduce el intenso desaliento, balbucea:


--Pero... es que no comprende la gravedad de la situación... el deber patriótico que...


Zoam cierra los puños lentamente y con voz uniforme:


--El problema es de otra índole, no toca en nada a la técnica del movimiento. En otras palabras tiene poco que ver con la acción revolucionaria en sí.--


--Comprender lo difícil de su situación--


--¡Perfectamente!--


--Necesitamos sin embargo explicaciones claras.--


Zoam retoma:


--Es una dificultad de tiempo. Varatemón mi "compañero" como usted lo llama, est en trance de solucionar el problema. Ahora o nunca. No aparecer jamás la misma situación, la misma oportunidad--.


--¿Qué problema, qué situación?-- gruñe enrojecido B...


--En fin, el intríngulis est ... ¡Sería de no acabar!


--Bueno, esto no es satisfactorio, ya volveremos sobre el asunto. ¡Acompáñeme!


En la cara rústica del hombrón se perciben todos los rasgos de la tolerancia obligada. Mientras camina unos pasos trata con una mano de agrandar el cuello de la camisa, sin duda cree que esa presión lo congestiona. Luego abre con violencia liberadora una puerta lateral de la pieza. Ambos salen a un terrado desde el cual se domina el estadio muy amplio. Un montacargas desciende con ellos hasta el campo de deportes.


Cierto viejito estúpido pasa cerca conduciendo un raro tractor y se ubica en el mismo ascensor subiendo luego.


El cambio de escena ayuda a B... Su problema anterior parece relegado; circunscripto a un pedazo oscuro de su mente. Con gesto grave asume el papel de maestro:


--Estas construcciones y en gran medida la operación, sobre todo en lo que toca a material de guerra, est n financiadas por potencias amigas.-- Y elevando la áspera manaza en gran ademán agrega: --¡No hablemos por supuesto de la solvencia que poseen nuestras instituciones paralelas y nuestros destacamentos subversivos!


Espera un tiempo e insinúa acompasadamente --¿Cree que podemos fracasar?--


--¡Creo que no!--


--Aún no lo entiendo...-- Esto lo dice muy despacio, casi deprimido, luego se repone y señala --¡Aquellos marcadores electrónicos indican los puntos que alcanzan nuestros hombres!--.


B... decide llevar a su acompañante sobre algunas cuestiones generales:


"Observe, superan los dos metros en salto en alto, los ocho en largo. En esa categoría mediana elevan pesos sobre cuatrocientos kilogramos. Los récords mundiales vigentes en cien metros llanos, cuatrocientos y mil quinientos son alcanzados por casi todos los hombres de los numerosos equipos de asalto".


Suben luego por una rampa que se corta en el campo de tiro con armas livianas:


"Acá reciben el entrenamiento diario, luego son instruidos en el combate callejero con gases venenosos, granadas y lanzallamas portátiles".


Siguen avanzando hasta llegar a un gran gimnasio.


"En fin, la gimnasia les hace coordinar fuerza con agilidad, les da equilibrio, resulta la disciplina de síntesis. Debo hacerle notar que a estos entrenamientos y a otros muchos se someten ¡todos! los hombres y como usted sabe hay diez células similares a esta distribuidas alrededor de C.M.M.P.


"A nuestra izquierda, las aulas de adoctrinamiento, en ellas se utilizan las proyecciones cinematográficas, las maquetas, los planos. Ahí se capacita técnicamente a nuestra gente en el funcionamiento de motores, usinas, en la ubicación de redes eléctricas subterráneas, gasoductos, centrales energéticas en general, radioemisoras, etc."


"El adiestramiento descansa sobre el principio del individuo técnicamente suficiente y físicamente completo. Sin embargo en este tipo de luchas especializar excesivamente es fraccionar a quien actúa. Los grandes especialistas son los jefes que calculan todo, los demás funcionan sin necesidad de comprender profundamente las estructuras de aquello que tocan sus manos, basta que reconozcan y accionen con eficacia".


"¡Esto no debe comprenderse como una guerra sino como una Revolución¡".


"Todos los individuos de la célula son ciudadanos del C.M.M.P. que poco antes del momento ir n a ocupar sus lugares habituales en las ciudades."


"Al frente en ese monoblock se encuentran las habitaciones; comedores, servicios médicos, salas de esparcimiento".


"La forma de alimentación vitaminizada, los horarios, la movilización se ejecutan al detalle siempre bajo una jerarquía rígida respaldada por un efectivo sistema de observación y custodia".


"¡Fue difícil la selección en los primeros tiempos! todo era estudio, tests físicos y mentales, cuestionarios...y luego el habituar a los escogidos a esa nueva forma de vida. El llevar a la realidad todos esos diseños teóricos... ¿Cree que fracasaremos?".


--¡Creo que no!--


Mientras Zoamáse encuentra muy lejos le son explicados detalles de capacitación física, entrenamiento a obscuras, uso de vidrios o anteojos de contacto contra gases venenosos, filtros centimétricos nasales. Detalles de desplazamientos y acción. Números de efectivos, estadísticas, estudios sobre probabilidades. Les son expuestas las investigaciones del laboratorio de psicología experimental sobre las vibraciones de colores y su aplicación a los estandartes, el efecto de los sonidos, explosiones y en general de las proyecciones de la guerra violenta sobre la mente normal.


Se le señala el trabajo de los talleres de electromecánica en la fabricación de pequeños transceptores operando en frecuencias ultraelevadas, en frecuencias de milímetros. En fin, le es explicada la gran m quina sediciosa en su aspecto técnico.


B...destaca dentro del plan general la paralización del Ejército del Gobierno policíaco mediante una hábil "huelga al servicio militar" desatada en el momento de incorporación de la clase ciudadana subsiguiente. Habla luego de la desorganización de los Ministerios y de los viejos recursos de la huelga general revolucionaria, y del saboteo, también del terrorismo lanzado contra la familia de los enemigos.


Termina explicando la acción de las organizaciones paralelas y todo por último recae sobre el cinturón revolucionario y la dirección del mismo.


--¡Necesitamos su ayuda! La oposición conoce muchos detalles y sabrá  defenderse--.


--Sin nosotros podrán lo mismo. ¡Está todo dicho!--


B...cambia de actitud y en gesto conciliador anuncia:


--Este ataque puede destruir cuatro o cinco potencias similares a C.M.M.P. Sin embargo, la intención del Cuerpo Directivo se mantiene oculta. No sabemos qué amplitud puede alcanzar todo esto, por eso necesitamos precisión.-- Soslaya a Zoam y viendo que éste se conserva impasible todo se torna cólera reprimida. --¡Mis jefes ordenan retenerlo a usted el tiempo que sea necesario! Debo agregar que su compañero se encuentra en camino fuertemente custodiado--.


En ese momento est n en el lugar del cual salieron juntos. Se cierra la puerta con fuerza. La figura de B... ha desaparecido...


Las calles son regueros de explosivos y sangre. En los alambres telefónicos caídos se enreda una chaqueta. En un poste pedazos de carne humana, pedazos de cuerpos destrozados se adhieren y chorrean.


Allá gritando: "¡Por Dios!" desesperado, cae deshecho cualquier hombre y en tanto que el olor a luto se expande más y más brama el pecho huracanado del fanático.


Acá entre hierros retorcidos se ahogan los gritos y estertores de la anciana ajena a todo, que muere achicharrada...su brasa hierve, se incendia y luego carbón.


Flamean las banderas de las hordas y el ritmo delirante de sus voces y pasos da vida al aletargado monstruo de la catástrofe. "¡Sube furioso imbécil! ¡El instinto gregario de las bestias reunidas como bestias te levanta!


"¡Oh, palingenesia. Repetición de la violencia!".


...Las paredes de la pieza parecen cerrarse, el aire falta, el calor aumenta y con él la fuerza de los coros y del rojo fuego...  Varatemón también est allí, al lado de Zoam. La situación se reduce a esto: Esperar, absoluta impotencia o resolver toda esa fórmula mental que aprisiona.


Zoam respira entonces y se encuentran libres, nuevamente sobre la arena de la playa.



La casa de Irene


IRENE: Me llevo el automóvil, vuelvo creo que mañana.


MADRE: Es peligroso...los anunciadores han dicho que desde ayer tarde en todo el territorio...


IRENE: Siempre igual...¡Me voy!


PADRE: ¿Aún no traen el detalle de compras? Etcétera.


El vehículo se detiene frente a una casa. Se abre una puerta. Un hombre joven, poco atlético se acerca alegre; pregunta a Irene con un gesto y luego toma el volante. Parten.


--¿Cuándo volvemos?-- pregunta él.


--No sé, mañana--.


Escudriña el rostro de Irene e indaga cortamente:


--¿Se te ocurre algo?--.


Ella contesta respaldándose:


--Antes de llegar, aparta el coche sobre la plataforma, al lado del camino. Quiero ver toda la ciudad--.


...Mientras Irene dormita entran al jardín que rodea la casa antigua, grande. Se detienen. Ya es noche.


--¡No me avisaste!--.


--Dormías--.


Entran. F...enciende las luces de la sala. Una araña adornada con innúmeros caireles, el techo muy alto, en fin, los muebles de época. Resalta el hogar de leña.


Ella entra en la cocina y con familiaridad extrae de los anaqueles alimentos y vajilla.


Irene comenta despreocupadamente:


--Tus caseros ordenan bien las cosas.--


Transcurren seis o siete horas...


Como un ariete, de golpe las turbinas de un avión que pasa muy bajo sobresalta violentamente a la pareja. Los vidrios se estremecen.


Un tiempo después la iluminación de una habitación contigua desaparece. El tocadiscos pierde velocidad, la música llega a una lentitud grosera y luego silencio. No hay energía eléctrica.


La luz del hogar llega a la habitación. El rostro de F...se perfila débilmente, horizontal, quieto.


--F..., querido, salgamos, tengo miedo.--


--¿Adónde quieres ir?—


--A casa...Tengo miedo.--


--Est s conmigo.--


--Sí...--


Evidentemente preocupado F...comienza a explicar: "La última parte ha sido ya realizada, el golpe est dado y eso es todo. Hace días que empezó el movimiento y a muerto mucha gente, supongo que ahora ha muerto mucho más. Sí, no cabe duda, la revolución ha estallado.

Acá estamos lejos de la ciudad, no hay peligro, además qué podríamos hacer".

--Mis padres...--


El le acaricia el cuello largamente y después le reprocha con ternura:


--Pensemos en nosotros hasta que salga el sol, mañana tal vez no podremos...Pueden ser nuestros últimos momentos juntos.


Irene se acerca al rostro de F...y su voz muy débil suplica: --¡Cuéntame cosas!--


El alza la voz con fastidio:


--¿Qué cosas?--


-¡Háblame de...tus amigos.--


--¡Bah!--


Ella insiste pero casi justificándose:


--Tus amigos, conocidos tuyos, algo puedes decirme.--


--...¡Hijos de puta!--


Afuera de la casa en el corredor, el maullido de un gato como llanto de niño se intensifica desproporcionadamente. En el interior los reflejos del fuego y las sombras transforman progresivamente la cara de él que parece dormir. Las comisuras de sus labios se acentúan, los pómulos se agudizan y el conjunto adquiere un profundo carácter de sufrimiento. Es un rostro que jamás perteneció a F...


Sin ver sus ojos Irene absorbe una mirada intensa clavada en el tiempo, una mirada lejana enormemente triste, infinitamente sola y anhelante. Siente el cuerpo caliente del hombre joven... pero la mirada ya no concuerda con la imagen que se desdibuja, con eso que permanece ahí a su lado, regordete. Ahí est F...no con el agudo y casi cortante olor a carne, a sangre, a naturaleza. Est F...un complemento de situación con olor a hombre vulgar; sin mirada. No obstante se acerca más a él y lo siente más. F...sin despegar los párpados gime:


"He estado pensando Irene, no sé qué puede pasarnos dentro de un rato, no tenemos seguridad... que son tres o cuatro horas...Me molesta tenerte conmigo no poder movernos fuera de todo lo que est pasando. ¡Me molesta no poder complotar contra algo!...Sin duda iremos a la ciudad".


--¡Tengo que ir!--


--Así y todo...--. Su voz se ha soltado hueca y equívoca.


--Regresemos ¡vamos ya!--


--¡No!...no, todavía es de noche. He estado pensando, hay cosas perdidas que aparecen. Recuerdo cuando iba al Instituto toda la semana, desde la mañana a la noche; sólo la tarde del jueves era libre. Desde entonces se me aparece no sé si porque est ubicado en la mitad de los siete días o por el campo y el sol que me recuerda, se me aparece el jueves como un día amarillo claro lleno de luz. No sé como explicarte que estas cosas pequeñas llenan todo... Hoy ya es jueves.


--Querido, abre las persianas.--


F...se incorpora, toma del velador un paquete de cigarrillos, da algunos golpecitos y extrae dos. Pone uno en boca de Irene. Por tres veces las chispas muy blancas enceguecen; acerca el fuego a la muchacha, luego hacia él; se ilumina el rostro, el pecho y sus cejas sombreadas forman un arco más intenso.


Se apaga esta luz y quedan destacados el amarillo mortecino y dos brasas, una se mueve.


Un girar viejo y metálico. Las contraventanas se abren.


F...eructa varias palabras aglutinadas incomprensiblemente, luego aclara preguntando:


--¿Viste el aerolito...largo?--


--...No, ¿por qué no vienes?...acércate. Se nota la silueta de F...apretada al marco de la ventana. Enseguida él destaca hablando bajo:


--Est muy despejado el cielo.--


Ella aspira humo largamente y siente un prurito marcado en la punta y en la base de la lengua. Luego est en una casa, un club.


Hay mucha luz. Gente que baila...


Alguien: ¡Año nuevo!


Irene: (¡Cretino!) ¡Viva! (No est J...)


Toma un vaso tras otro de alguna bebida.


La gente molesta en su camino. J...decididamente no est allí.


Un cargoso que est cerca pregunta:


--¿Si tuviera que construir su casa dónde...dónde querría levantarla?--


Irene lanza una bocanada de humo sobre las manos que sostienen una copa ante su cara...


Se encuentra ahora en la pieza. F... en idéntica posición.


Descubre que las manos del recuerdo tienen la misma potencia de la mirada que antes imaginó; entonces regresa al club iluminado.


--...¿dónde querría levantarla?--


--En la cima de un monte...posiblemente.--


La mirada de ella se adhiere a las manos y busca a todo el hombre que tiene ante sí pero la faz est borrosa.


Ya de día él la acompaña a su casa. Es muy temprano, el sol se refleja. Los pasos de ella y los otros pasos.


La imagen se esfuma.


En las noches frías a altas horas, siente en la acera bajo su ventana los mismos pasos mucho más lentos.


Nuevamente se halla en la habitación. F...se aproxima sobándose los

brazos y comenta:

--Tengo frío.--


--No me respondes ¿qué pasa con tus amigos?--


--Es mala gente la que me rodea, además...--


F...aparece en una calle de suburbio. Un bar que permanece abierto se acerca lentamente. Se abre la puerta. Olor a aceite quemado. Las paredes violáceas. Hay poca luz, las lámparas eléctricas est n cubiertas por una capa marrón grasosa.


En el fondo y a la derecha un borracho desgarbado hace inútiles maniobras para fumar un lápiz.


En otro punto cierta ramera, al parecer desdentada, ríe frente a una jarra de vino y frente a un individuo de cuello y pelos negros.


Hacia el centro del local ante una mesa, un hombre maduro algo canoso, inclina la cabeza reflexivamente mientras apoya su actitud mental con un vaso golpeándolo rítmicamente sobre la madera roja.


Hay otras dos o tres personas.


F...se sienta tras cualquier mesa y evidencia inmediatamente un gran alivio. Un sujeto apoyado en el mostrador lo observa con prevención.


Así permanece unos instantes alejado del cansancio y del fracaso que sumándose años y años fue a cuajar en ese preciso día.


Luego los ojos retoman. El piso est sucio con desperdicios y líquidos que forman charcos apretados. Una vena de su mano izquierda late despacio. En una pared: "No se acepta... Prohibido..." etc. Y la mirada concluye en el hombre de la mesa roja. Queda un momento estudiándolo, buscando en él rasgos afines. Por último F...se levanta; puede sentir el golpeteo del corazón, ya est a un metro y.. .¡La mirada del hombre lo ensarta! Vacila... Sigue avanzando, por fin cerca de él dice apretadamente:


--Señor, no lo conozco a Usted, pero hoy me encuentro ¡muy mal!. Quisiera que...-- y hace entonces ademán de sentarse.


El individuo se levanta bruscamente y lo mira muy de cerca, ofuscado mientras dilata y contrae los músculos de la mandíbula.


Recién nota F...el color de la corbata, el anillo con una piedra grotesca; la transparencia de los ojos y por encima de todo esas cejas despobladas y acusadoras.


--¡Camarero!-- grita el hombre sin apartar la vista de F...que ya ha retrocedido unos pasos.


El sujeto que estaba pegado al mostrador se acerca bamboleando un trapo. F...da media vuelta y se dirige hacia la puerta.


El camarero agitando un brazo exclama:


--¡Hay muchos como ése! ¡Los tendrían que tirar al agua!--


Resaltan de bruces las impúdicas carcajadas de la ramera.


Se abre la puerta un instante estrellándose luego...


F...est ahora junto a Irene. Sus manos transpiran.


--¿Sigues con frío?-- pregunta ella.


--¡No!--


Pasan dos horas y el amanecer entra por la ventana.


F...decide:


--¡Irene, no vuelvo a la ciudad!--


(Murmullo).


Unos minutos después él agrega:


--¡No quiero que vayas tú tampoco!--


--Necesito saber qué ha pasado en casa--


--Yo también tengo familia...--


Ella aclara indignada:


--¡No es por mi familia!-- Deja pasar un instante y luego


--Tengo sed.--


--¡Vamos!...tomemos algo.--


Es avivada la hoguera y se ven dos sombras muy próximas fluctuar en la pared.


Luego de una intermisión Irene acerca a F...una taza con líquido caliente.


En la pared antigua muy alta se proyectan las figuras de una mujer y un hombre llevando algo a sus lados. Est n al parecer mirándose enfrentados...


...................................................................... ..................


Irene disminuye la velocidad a medida que se acerca al puente de hierro. Un camión bloquea casi toda la carretera.


Súbitamente el traquido de algo la hace frenar con brusquedad. Muy excitada comprende que alguien ha descerrajado un balazo. Desde un bulto de gente tres hombres armados se acercan corriendo. Tienen sendas chaquetas de la misma forma y color. Próximo al auto uno de ellos grita amenazante:


--¡Descienda!--


Irene baja presurosa y una vez en tierra se le exige:


--¡Identifíquese! ¡¿Hacia dónde se dirige?!--


Gusto a fósforo llena la boca de la muchacha; sus piernas vacilan; la vista no se acomoda bien a la distancia de los objetos. Necesita aire. Todo configura el estado anterior al desmayo... pero se apresura a responder:


--Vuelvo a la ciudad...¡la tablilla del coche muestra que soy de aquí!--


--¡Muestra que el coche es de aquí!-- corrige la cara recia --¿No posee documentos?--


--No, no los traigo conmigo.--


Uno de los guardias ha terminado de requisar minuciosamente el automóvil:


--¿Qué es lo que sucede?-- pregunta ella ingenuamente.


Uno que parece ser el jefe la mira desde arriba y sonríe corto, luego ordena:


--¡Tú protege a la ciudadana!--


El guardia que había revisado se ubica en el asiento trasero del vehículo y apoya un arma larga sobre el respaldo.


El jefe abre la puerta próxima al volante, luego investiga con la mirada a Irene y decide:


--¡Suba!--


Ya en marcha ven cómo el camión retrocediendo deja paso libre.


Irene indaga a su acompañante:


--¿A dónde vamos?--


--­A su casa!--


Ella va sorteando obstáculos, restos de destrozos que han aparecido en las calles. Los piquetes armados son traspasados gracias al hombre que desde su asiento presenta cada vez cierta documentación.


Al pasar por una de las guardias se les une otro miliciano que toma lugar al lado de ella.


Hasta ese momento sólo se han visto objetos quemados o fragmentados por la lucha, pero al rodear una plazoleta aparece lo horrible, lo humano; vejado, rodeado de carteles con inscripciones drásticas.


Irene advierte vibrando que su casa est próxima...


Detiene el auto. Una cortina se descorre apenas en la ventana de la planta alta. Desde allí se observa un di logo muy vivo entre los ocupantes del vehículo. Por fin, uno de los sujetos pasa a la mujer un papel.


Ella desciende y el automóvil reemprende la marcha.


La cortina est corrida nuevamente y la puerta de entrada abierta.


Madre: (Gritando con voz pastosa) ¡Tu padre está arriba accidentado!


Irene: ¿Qué pasó?


Madre: Tiene las piernas destrozadas.


--¡Irene!-- vocifera alguien desde la planta alta.


Madre: Te llaman ¡sube rápido! Tu padre te necesita, sabe que has vuelto.


Irene: No puedo subir, voy a morirme.


Madre: (Suplicando, ahogada en llanto) ¡Te necesita!


Pasa un tiempo muy corto.


Padre: Estoy deshecho... Irene quiero que me perdones. Hija, Irene... tu madre sabe...


Irene: (Mirándolo muy fijo) ¡No!


Cae desmayada.



 VIII


Los años han pasado.


Muchas potencias se han ido desplomando en torno a C.M.M.P. y se ha formado una compacta Liga de Naciones.


La producción aumentada en todos los órdenes, ha elevado extraordinariamente el nivel de existencia.


Toda la legislación del Cuerpo de Naciones est rígidamente codificada. Cualquier conflicto es dirimido por la m quina "cargada con leyes". Los cuerpos colegiados en la administración de la justicia han desaparecido.


Se logró crear vida en los laboratorios.


Gentes y animales rescatados de las nieves, muertos ciclos de tiempo antes volvieron a vivir.


Investigadores de edad avanzada fueron colocados en cámaras para funcionar ciclos después, cuando la juventud haya sido prolongada indefinidamente.


La especialización se intensifica.


La división racional del trabajo logra una situación estable.


El régimen patriarcal de la familia actuando como célula social, como institución fue aniquilado.


La eugenesia se ha engrosado de tal manera que controla y distribuye las relaciones entre hombres y mujeres.


Enfermedades y defectos físicos no existen...


"A diez ciclos de la transformación social, a lo largo del Cuerpo de Naciones se ha verificado casi la liberación definitiva de la comunidad.


"Al mal económico, fuente de todos los males se lo destrozó con una adecuada distribución de los medios de trabajo.


"Los adelantos técnicos logrados permiten hoy asomarnos al mundo sideral. Nuestras bases giran ensortijando el planeta.


"¡Hemos cambiado el rostro de la Luna!


"Orden social y sistema político instaurados por esos creados geniales que nos dirigen son, podemos proclamarlo con absoluto rigor: ¡perfectos!


"¿Pudo el hombre en cualquier época llegar a concebir tal estado de equilibrio, y al mismo tiempo de progreso?


"Ya no necesitamos del mito. La anticuada metafísica no puede darnos soluciones, sólo la ciencia puede hacerlo, más allá del tiempo.


"La creación está en la técnica. ¡Han muerto los falsarios! ha muerto el arte.


"Los corifeos religiosos y sus fanáticos seguidores se han segregado de nuestro territorio o han terminado en el suicidio. Sin embargo advirtieron un hecho: ¡los inútiles no pueden vivir con el progreso!


"En lapso muy corto se han borrado del cerebro humano las huellas de la religión...


"Va llegando el tiempo en que la m quina no requiere de los operarios. Ahora pueden dedicar su tiempo a especializarse más intensamente.


"Antes nuestros obreros perdían el tercio de su existencia durmiendo, hoy la bioquímica ha solucionado el problema ensanchando como consecuencia el margen vital.


"El avance científico se proyecta sin límites ¡nada podrá trabarlo!


"Simultáneamente los pueblos excluidos por ellos mismos del sistema involucionan hacia el salvajismo. ¡Somos los llamados a establecer definitivamente el orden!


"El mandato sea: ¡Ciudadanos de la Liga de las Naciones salvad al resto del mundo sometiéndolo¡".



IX


Un lago muy dilatado. Al final y en semicírculo montes azulados por la distancia. Próximo, el bosque alto.


Irene y sombra de siesta. Acostada en el verde los dedos juegan con una flor blanca, la otra mano descansa alargada como su cuerpo.


Un hombre camina lentamente desde la arboleda. Parado ante ella la contempla con gran expresividad, con aire de reencuentro intensamente deseado.


Ella lo ve como a un objeto más, pero luego lo observa y sonríe afable.


--Ciudadano usted también...-- pero es interrumpida.


--¿Cuántos hijos has tenido, Irene?-- Pregunta él manteniéndose en idéntica posición.


--Hasta ahora tres... ¡no lo recuerdo a usted ciudadano!-- aclara ella conservando también su inmovilidad.


--Hace mucho tiempo querida mía, cuando no eras tan pobre... cuando podías descubrir lo bello acá mismo en la tierra obscura, en el rastro que dejan los animales pequeños...Hace mucho tiempo... --Sentado junto a ella que permanece estirada y quieta, él se reclina y levanta luego a la altura de su pecho la cada vez más blanca mano de Irene.


--...Ahora tan pobre... ¿Qué haces sola por estos lugares?


Un tanto perpleja responde:


--Cambio de aire, de objetos...¡Está dentro del plan ciudadano! pero...


--¡Qué pobrecita!-- lamenta él con enorme piedad.


Y las l grimas caen tibias sobre las manos blancas. Entonces el cuerpo de la mujer cobra vida, se incorpora...


--¡Lloras!-- advierte Irene... y sorpresivamente se siente disparada como un proyectil arrojada contra la naturaleza.


Los labios de ambos se juntan y ella es rozada por los pasos que cortaban las noches frías, por las manos y la mirada... tristísima. Sin poderlo remediar su mente se deshace en recuerdos extraños y aparece otra vida que no recuerda... ¡pero que fue vivida! Baila en ritmo salvaje y transporta círculos; triángulos... Desesperada se aleja de los labios de Az, pero el horror al vacío hace que se una nuevamente a él.


Entonces aparece una escalera con bordes muy rojos perdida en el infinito del cielo azul.


Llenos de luz y de llanto sus ojos se abren. Los labios se despegan y  vida, temblorosa, pregunta:


--¿ No son buenas las cosas que ha hecho el Hombre?--


El sin responder apaga su mirada lentamente...


"Vió entonces subir al Hombre por la escalinata y en una de sus manos vió el ave con humo aún de las ciudades humeantes.


"El ave, la m quina, el monstruo, ahora ¡recién ahora! estaba dominado beneficiando a su creador.


"Az se detuvo un instante en el ascenso para sonreírle y ella comprendió que no estaba sola, que las gentes empezaban a vivir...


"Súbitamente la naturaleza en el aire, en la tierra, en el agua y el fuego se impregnó de una substancia parecida a aquella que los primitivos llamaban amor.


"Entonces la antigua música creció, se inundaron todas las cosas de luz purísima y aparecieron fulgurantes las aristas de todos los seres.


"Retumbaron los montes y los valles, se estremecieron los mares y el Hombre alzando sus brazos rugió imponente: ¡Despierta ya universo!"


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Sale del bosque. Ya nos es A-Z, es cualquier otro nombre.


Montes lejanos, agua, verde y ... alguien.


Se detiene. Ella bajo un árbol duerme.


"Elohnh. ¡Oh, Irene! Diosa de la paz ". Un enorme recuerdo... pero ella no es Irene, es cualquier otro nombre.


Calma la sed. El espejo del lago llama a los tiempos perdidos. Su frente no es joven.


En sus manos el agua fresca, en su rostro el viento, en su cuerpo... cansancio.


Allá , caminando a la ciudad. ¿Será posible? la enorme ciudad nueva; vieja. Hombres iguales.


Caminando. Ojos cuajados de tristeza.


Horizonte rojo. El sol hundiéndose. El sol en su ocaso...


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La primera edición de este libro se terminó de imprimir en los talleres gráficos D'accurzio, de calle Buenos Aires n° 202, de la ciudad de Mendoza, el día 29 de abril de 1959.

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Extraído del muro de  Jose Maria Costantini en Facebook

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¡Imbeciles! - Dedicatoria del Libro - Silo - https://omarpal.blogspot.com.ar/2016/08/imbeciles-dedicatoria-del-libro-silo.html 
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