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Reflexiones sobre la invasión imperialista a Libia - Alberto J. Lapolla
Una nueva partición colonial de África Las potencias europeas protegidas por el negro de alma blanca que gobierna los EE.UU., a nombre del complejo militar-industrial, acompañado por una versión rubia, blanca y gordita de la fascista Condolezza Rice, se han lanzado a destruir a la nación Libia unificada en 1969, por uno de los mayores discípulos de Gammal Abdel Nasser y del general Perón -según él mismo manifestara.
Las fuerzas invasoras han dividido a los libios entre ‘malos’: los que apoyan a Gadafi y no poseen petróleo, a los que hay que matar y destruir-
y los libios ‘buenos’ que usan la bandera monárquica del estado colonial pre-Gadaffi y que sí poseen petróleo, a los que hay que apoyar. A éstos además quieren reconocerlos como gobierno legítimo de una parte de Libia; casualmente la que posee el petróleo.
Queda muy claro que lo que hoy ocurre en Libia es una guerra civil entre dos proyectos:
uno es la continuidad con limitaciones de la Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista, liderada por el coronel Muamar El Gadafi, que no es ni Presidente, ni Primer ministro, ni Canciller, sino sólo el líder del estado multitribal libio y que en última instancia sigue viviendo como lo que siempre fue: un Beduino. Razón por la cual salvó su vida cuando Ronald Reagan bombardeó la sede del gobierno libio, asesinando a una de sus hijas.
Del otro lado se encuentran las fuerzas coloniales que se oponen al desarrollo independiente libio y que quieren aliarse masiva e incondicionalmente a Occidente ofrendándoles su petróleo.
Sí es cierto, que desde 2001 en adelante El Gadafi, dio concesiones al capital financiero internacional y a las potencias occidentales. ¿Pero, podía hacer otra cosa, luego de las invasiones a Afganistán e Irak? ¿Acaso China, Rusia, Viet Nam y Cuba no lo hicieron?
Por ende de lo que se trata es de apoderarse del petróleo y del agua de Libia. Gadafi fue el único de los líderes saharianos que usó la riqueza petrolera para explotar el inmenso acuífero subsahariano creando grandes emprendimientos agrícolas bajo riego. Emprendimientos que en Medio Oriente sólo existían en Israel y algo en Irán.
Pero no sólo eso, Libia posee, datos de 2010, un PIB estimado de unos 76.557 mil millones de dólares, con un incremento anual de 6,7%, con exportaciones anuales de unos 63.050 millones de dólares, contra importaciones de sólo 11.500 millones, cifras que le otorgan una balanza comercial ampliamente favorable y le posibilitaron acumular reservas internacionales por unos 200.000 millones de dólares, que respaldan una insignificante deuda externa de 5.521 millones de dólares.
Ello le reporta el mayor PIB per cápita (14.534$) y el mejor Índice de Desarrollo Humano en África. La expectativa de vida es de 74 años, la mortalidad infantil de 18 por l.000 y el analfabetismo del 5,5%; el gasto en Educación es del 2,7% del PIB mientras que el de Defensa no excede de 1,1% del PIB. Sin embargo aun mantiene un 30% de población bajo la línea de pobreza –cifra incrementada por las reformas neoliberales. Las mujeres usan el velo islámico sólo si lo desean y sino no, y poseen libre acceso a la Universidad y a las fuerzas armadas donde puede vérselas sin ningún velo.
Estos datos manifiestan que pese a todas las concesiones neoliberales -¿acaso Chávez y Lula no gobernaron con políticas neoliberales durante varios años y el Frente Amplio uruguayo no sigue gobernando con ellas hasta hoy?- el pueblo de Libia es el que por lejos posee el mayor nivel de vida de África, sus reservas internacionales –hoy robadas descaradamente por la UE y los EEUU- manifiestan una situación muy diferente a las satrapías árabes del resto de la región.
Si lo de Libia no estuviera acompañado por la reciente secesión del Sudán, una de las mayores naciones africanas –la antigua Nubia- a la que se le acaba de separar su extremo sur mediante un referéndum impulsado por Francia, casualmente la región más rica en petróleo del país -a diferencia del resto del país masivamente desértico- podría creerse algo de las mentiras mediáticas de las cadenas occidentales y de la propia cadena árabe Al Jazeera, encolumnada detrás de los regímenes monárquicos petroleros y de algunos intereses islámicos opuestos al laico Gadaffi.
Sin embargo pese a su enfrentamiento de décadas fue el propio Presidente de la República Islamica de Irán, Mahmud Ahmadineyad, quien se opuso -casi en soledad dentro del mundo árabe- a cualquier ataque militar contra Libia, pues sabe que si El Gadafi es derrotado la revolución iraní quedará en soledad para resistir el próximo ataque imperial. Al tratarse de una guerra civil del pueblo libio, cabe entonces al pueblo libio resolverla.
La guerra mediática resulta increíble: ¿Alguien vio alguna fotografía o filmación de las fuerzas armadas libias atacando a su pueblo? ¿Alguien vio a la aviación Libia bombardeando al pueblo libio? No, porque no las hubo. Ni la CNN ni los neo-nazis de la Fox pudieron inventar una imagen semejante.
Si hubo enfrentamientos entre dos bandos armados, lo cual es bastante diferente Cabría entonces tal vez, preguntarse… ¿Quién armó a los rebeldes con armamento tan poderoso y sofisticado y sobre todo cuál es su programa de gobierno? Programa de que tan prooccidental resulta por lo demás, bastante evidente. Ante esta situación podríamos preguntarnos ¿Que habría ocurrido si en la Guerra de Secesión norteamericana Francia e Inglaterra hubieran intervenido para apoyar al Sur terrateniente, esclavista y colonial?, cosa que por otra parte Gran Bretaña intentó y el presidente Lincoln impidió bloqueando todos los puertos del Sur. ¿Los Estados Unidos habrían aceptado semejante intromisión?
No puede dudarse que el único objetivo que Europa persigue es apoderarse de la riqueza de Libia, de sus reservas petroleras, de sus reservas monetarias, expropiar de hecho las inmensas inversiones que el gobierno Libio posee en empresas italianas, francesas, holandesas, y británicas, en medio de la mayor crisis del capitalismo europeo desde la crisis de la República de Weimar.
La UE acaba de anunciar que no pagará las compras de petróleo hechas a Libia. ¿Cómo se llama eso? Robo descarado. Robos que por otra parte Europa ha practicado siempre, tal como sabemos de sobra los indoamericanos, ya fueran los ladrones españoles, portugueses, británicos, holandeses, franceses, belgas y luego yanquis (‘Europeos en América’ según ellos se autodenominan).
Es la misma vieja, racista y ladrona Europa robando y matando cuanto puede, para poseer lo que no tiene, lo que la naturaleza no le dio pero sí poseemos de sobra los países del Tercer Mundo.
Por supuesto la guerra también sirve a los gobiernos europeos arrasados por la crisis del Tratado de Maastricht –en crisis terminal- a tapar la situación crítica, asesinando civiles y militares libios, destruyendo su obra de décadas, matando a otro hijo de Gadaffi y tratando de asesinar al líder libio. Por este camino -que es el que el imperialismo europeo usó siempre- se ahorran tener que devolver los ingentes capitales invertidos por Libia.
En el caso del payaso presidente de Francia hay otra razón: el gobierno libio amenazó con hacer públicos los números de cuenta donde hizo importantes aportes financieros para su campaña electoral, a cambio de la promesa de venta de armas por parte de Francia. Sarkozi está desesperado ante un nuevo papelón internacional de su parte.
_ ¿Un nuevo canal de Suez?
El periodista uruguayo de la cadena Telesur, Walter Martínez, con justa razón, suele comparar esta aventura guerrera de británicos, franceses, yanquis y europeos con el ataque que Francia, Gran Bretaña e Israel realizaran en 1956, contra Gammal Abdel Nasser cuando éste nacionalizara el Canal de Suez y ambas potencias imperiales acompañadas del naciente estado neonazi judío, bombardearan El Cairo.
Claro en ese mundo había algo que hoy ya no existe: la URSS. El jefe soviético, que poseía el ejército que acababa de ganar la Segunda Guerra Mundial destruyendo a la bestia nazi al costo de 26.000.000 de muertos, era un gran internacionalista y un gran revolucionario, el mejor líder soviético luego de Lenin y Trotzky.
A su acción firme se debió la existencia durante un largo tiempo de las naciones socialistas árabes y hasta hoy de Cuba socialista, a la que defendió no dudando en llevar al mundo al borde de la guerra nuclear, exigiendo a los EE.UU., que respetarían la independencia de Cuba a cambio de retirar los misiles atómicos de la isla.
Pues bien, Nikita Krushev que había sido el jefe de todas las fuerzas guerrilleras de los territorios ocupados por los nazis -3.000.000 de combatientes en Rusia, Bielorrusia y Ucrania- no se anduvo con chiquitas: les comunicó a ingleses, franceses e israelíes que si no detenían el ataque a Egipto, el Ejército Rojo ocuparía París y Londres ¿Dos imperialismos, raro no? Eisenhower a cargo del gobierno norteamericano entendió que Krushev no exageraba y ordenó a sus súbditos ingleses, galos e israelíes abandonar toda pretensión imperial sobre Suez.
Claro hoy no está más la URSS -para bien o para mal- y Rusia y China son países capitalistas que no se atrevieron a usar su poder de veto contra la resolución 1973 de la ONU que legitimó el ataque a Libia. Rusia no necesita petróleo libio, pero apostó mal creyendo que la Liga Árabe –totalmente en contra del laico y socialista El Gadafi- podría resistir las presiones de la gran rebelión popular que sacude al mundo musulmán, una vez que las potencias occidentales y cristianas comenzaran a matar libios. Ahora se habla de un duro enfrentamiento entre Vladimir Putin y Dimitri Medvédev.
Putin fue muy claro al respecto: ‘la resolución 1973 es deficiente y errónea, permite todo y es una reminiscencia del llamado medieval a las Cruzadas’, espetó el primer Ministro, provocando la ira del presidente Medvédev. Putin juzgó correctamente que se trata de “una tendencia estable de la política de EE. UU., en los Balcanes (con Clinton) y en Afganistán (con Bush) y ahora es el turno de Libia con el pretexto de proteger a los civiles”. Putin se salteó de agregar las dos guerras contra Irak, bajo Bush padre e hijo, seguramente por la complicidad o impotencia rusa de entonces. El caso chino es más inexplicable que el de Rusia que es uno de los mayores productores y exportadores de petróleo y posee reservas incalculables de gas y carbón.
No es el caso de Beijing que depende desesperadamente de la provisión de petróleo extranjero para mantenerse como ‘la locomotora del capitalismo mundial’.
Es probable que la posición traidora de la Liga Árabe en contra de la Jamahiriya Árabe Libia y sus viejas cuentas con El Gadafi haya influido en que China no apelara al poder de veto de que dispone en la ONU, creyendo así ganar la simpatía de los jeques árabes.
Seguramente no evaluó que la Unión Africana, que nuclea a cincuenta y cuatro naciones del continente negro -que comienzan a tener contradicciones fuertes con el nuevo imperialismo chino, dueño de enormes extensiones de tierra y empresas en el África del Este- hoy se oponga ferozmente al ataque imperial contra Libia.
China y Rusia buscan ahora desmarcarse de la genocida invasión occidental, señalando ‘que la resolución no fue hecha para matar libios, sean civiles o militares.’
Ambas potencias saben también de sobra, que si Occidente logra destruir a El Gadafi, luego de haber destruido al Irak de Saddam Hussein y si luego se produce la invasión a Irán, la OPEP pasaría a ser un recuerdo o quedaría claramente debilitada, tal como muy bien señalaran el Presidente Chávez, Fidel y Daniel Ortega. Ése es el otro objetivo mayor de las potencias imperialistas.
En esa situación el BRIC ((alianza de Brasil, Rusia, India y China) quedaría seriamente debilitado en su conflicto con Occidente.
__ Los presidentes vitalicios, la democracia y la felicidad del pueblo.
Sin dudas varias son las razones que hoy llevan al pueblo árabe a la gran rebelión contra gobiernos, algunos de ellos revolucionarios o populares, pero en general autocráticos, autoritarios, nepóticos y muchos de ellos de gran corrupción política.
El fin de la URSS y del llamado Socialismo Real –unido a los cambios de bando como los de Sadat y luego Mubarak- dejó sin base de sustentación a los países del llamado Socialismo Árabe: Egipto, Siria, Irak, Argelia, Yemen Democrático y Libia entre otros. Países sometidos a la doble presión de las potencias imperiales y de su peón para todo trabajo sucio: el Estado neo-nazi israelí. Tres razones, a nuestro entender han precipitado la crisis de estos países.
La primera radica -al igual que en Indoamérica- en la ausencia de burguesías nacionales sobre las que apoyar un modelo de democracias sustentables que sostengan políticas soberanas, autónomas y populares. Con economías centralizadas por el Estado poseedor y administrador de riquezas inmensas derivadas de la renta petrolera.
En este sentido, lo mismo ocurrió con nuestros próceres de la Independencia americana que preferían a Presidentes Vitalicios o a monarquías atenuadas –desde la Incaica propuesta por Manuel Belgrano en 1816- hasta la europea de San Martín en el Perú en 1821.
Lo mismo les ocurrió a los revolucionarios rusos que debieron abjurar –erróneamente- de las formas democráticas de gobierno ante la carencia de fuerzas sociales -el propio proletariado industrial, base de la revolución, era una sólo una gota en medio de un mar campesino- que pudieran garantizar la continuidad del proceso revolucionario.
La misma Francia cuna de la Revolución burguesa apeló al Imperio por dos veces (Napoleón I y Napoleón III) para consolidar su capitalismo. Inglaterra y Holanda ya lo habían hecho y lo mantienen hasta hoy. Gran Bretaña liquidó la república autoritaria de Oliver Cronwell y reinstauró la monarquía.
Por último en los Estados Unidos ‘el país de la democracia’, hasta la dudosa (¿MI5 de por medio?) muerte del presidente Franklin Delano Roosevelt, el presidente podía ser reelecto indefinidamente, pues los Padres Fundadores del primer estado republicano y federal del mundo, sabían que si el poder político no era indefinido para el pueblo que elegía democráticamente a su gobernantes, el que terminaría gobernando sería el poder económico, tal como hoy ocurre en los EE.UU. País que incluso debió apelar al más escandaloso fraude electoral para ubicar a George W. Bush en la presidencia en contra del vencedor y progresista Al Gore.
Alguién duda que si el Presidente Abraham Lincoln no hubiera sido asesinado habría sido electo varias veces Presidente hasta poder completar su programa de democratización profunda de la sociedad norteamericana. Como no tenían votos para impedirlo, apelaron a la bala. Y los derechos de los afroamericanos debieron esperar cien años para ser instaurados.
Alguién duda que el presidente Kennedy fue asesinado por el complejo militar-industrial para impedirle un segundo mandato de políticas neo-rooseveltianas ya no tolerables para el poder plutocrático yanqui. De paso también impidieron otros dos posibles mandatos de su hermano Robert. Bala para ambos y también para un posible presidente negro -no Obama por cierto- sino para Martín Luther King.
¿Es qué eso tiene algo que ver con la democracia? En esta perspectiva de debate, no habría podido Lázaro Cárdenas haber completado sus transformaciones revolucionarias en México, sin tener que entregar el gobierno a los seis años de mandato e irse a su casa.
Acaso Juan Domingo Perón no entendió claramente que sin reelección indefinida, como la había tenido Roosevelt, era imposible vencer el poder de la oligarquía colonial y consolidar la revolución. Lo mismo han comprendido y emprendido el Presidente Chávez y Evo Morales, al frente de los proceso de mayor transformación en Indoamérica.
¿Acaso, nos favoreció que Hipólito Yrigoyen debiera entregar el poder en 1922 a Alvear para retornar en 1928 cuando ya era un anciano? ¿Acaso Chile se vio favorecido por la imposibilidad de reelegir a Michele Bachelet -con todas sus limitaciones – y tener que dejar el lugar al derechista Piñera?
Alguien puede creer que en la rotación cada cuatro años, con a lo sumo una reelección, podemos en Indoamérica derrotar a las oligarquías y multinacionales que poseen el poder económico, mediático, judicial, policial, parapolicial y administrativo, además de la tierra, por supuesto.
¿Alguien sabe que el premier conservador de Canadá Stephen Joseph Harper, quien fuera depuesto por el Parlamento hace varios meses –ahora nuevamente- ordenó cerrar el Congreso para desacatar la orden de tener que abandonar el gobierno? ¿Es esto acaso más democrático que la forma de gobernar Libia, de acuerdo a los Concejos tribales y las formas de democracia directa o participativa existentes en la Jamahiriya Árabe Libia?
La segunda cuestión que sacudió al mundo árabe, en particular al africano, fue el aumento desmesurado de los alimentos que provocara la crisis financiera internacional, que transformó a los granos en reservas de capital e inversión, en lugar de ser fuente de alimentación de los pueblos.
Esta situación de por sí grave, se sumó al hecho que muchos países de África dejaron de producir sus alimentos básicos para producir ‘commodities exportables’ bajo el control de las multinacionales.
Sólo en el África esta situación creó 50 millones de nuevos hambrientos que vieron destruidas sus posibilidades de acceder a la alimentación en forma repentina. Esto no fue así en el caso Libio, pero sí en Egipto, Túnez, Yemen y Jordania.
La monarquía saudita tomó cuenta de la situación y comenzó a repartir ingentes sumas de dinero entre la población más pobre, además de ofrecerse como gendarme sub-imperial para aplastar las rebeliones populares, atacando Yemen, cual un Israel árabe.
Por último un hecho decisivo que obliga a tener que respetar y crear nuevas formas de democracia participativa y de libertad de expresión, radica en la revolución informática producida por Internet, las redes sociales electrónicas y demás nuevas formas de comunicación de masas, que crean nuevos lazo directos entre millones de personas en forma inmediata.
Esta nueva situación hace que hoy la democracia no sea una palabra hueca sino que, tal como mostraron la grandes revoluciones bolivariana, boliviana y ecuatoriana, los procesos de cambio deben basarse en la participación masiva democrática y directa del pueblo.
‘La libertad es siempre para el que piensa diferente’ dijo desde la cárcel la gran Rosa Luxemburgo, en su polémica con Lenin y Trotzky y como en casi todo lo que dijo sobre la Revolución Rusa tuvo razón, sobre todo a largo plazo. Y si esta cuestión no es tenida en cuenta por los gobiernos revolucionarios o populares, puede llevarlos a colapsar bajo banderas a veces mentirosas pero ciertas en ese punto, tal como cayeron la URSS, el Socialismo Real y hoy parece estar ocurriendo con el Socialismo Árabe.
__ Detener la matanza
Sin embargo cabe preguntarnos, en este final apocalíptico del capitalismo occidental según nos muestran las atroces imágenes de Japón, la tercera potencia mundial. ¿Quién se hará cargo de los miles de muertos que dejará la invasión a Libia? ¿Quién responde por el millón de iraquíes asesinados por los Estados Unidos en su guerra por el petróleo babilonio? ¿Quién responde por los cien mil afganos matados por la coalición democrática? ¿Quién por los setenta mil paquistaníes inmolados en la ‘guerra contra el terrorismo’? Los asesinados del Tercer Mundo no tienen culpables.
Claro es, que son muertos del Tercer Mundo, no son blancos, ni rubios, ni tienen ojos celestes, y la supremacía blanco-europea cree que su muerte es necesaria y no es costosa para la humanidad.
¿Quién se hace cargo de los miles de palestinos asesinados por el estado nazi-sionista desde 1948, casi a diario?
Es más se puede considerar democrático al Estado de Israel que tiene legalizada la tortura contra los árabes -único país ‘democrático’ del mundo en hacerlo- en sus leyes?
Cuando la nueva China ‘capitalista-comunista’ masacró a miles de estudiantes en la plaza de Tian An Men, que buscaban nuevas formas de democracia, ¿alguna potencia occidental se atrevió a entrometerse, o prefirieron preservar sus inversiones?
El capitalismo occidental se está derrumbando en medio de sangrientos estertores y los países del Tercer Mundo debemos unirnos para impedir nuestro saqueo y destrucción, sino es probable que la humanidad resultante sea la que reste en Europa y sus socios norteamericanos, sentados sobre millones de muertos nuestros, eso sí.