"... en primer lugar, que tu vida sea apacible, limpia de toda
preocupación y en paz con todos.
Entonces entra en tu
cámara, enciérrate y, estando sentado en un
rincón, haz lo siguiente. (...)
... siéntate, recoge tu
espíritu e introdúcele -me refiero a tu
espíritu- en tus narices; es el camino que toma el
soplo para ir al corazón.
Empújalo,
fuérzalo a descender en tu corazón al mismo
tiempo que el aire inspirado.
Cuando esté
allí, verás la alegría que
seguirá: no tendrás que lamentar nada.
Del
mismo modo que el hombre que vuelve a su casa después
de una ausencia no puede contener la alegría de
reencontrar a su mujer y sus hijos, así el
espíritu, cuando se ha unido al alma, desborda con
una alegría y una delicia inefables.
Hermano
mío, acostumbra entonces a tu espíritu a no
apresurarse a salir.
En los comienzos le faltará
celo, es lo menos que se puede decir, para esta
reclusión y este encierro interiores. Pero, una vez
que haya contraído el hábito, no
experimentará ya ningún placer en los
circuitos exteriores. (...)
Glorifícale,
exúltale y lígate únicamente a este
ejercicio. Te enseñará lo que ignoras.
Comprende que, mientras tu espíritu se encuentre
allí no debes callarte ni permanecer ocioso. (...)
Esta práctica, manteniendo tu
espíritu al abrigo de las divagaciones, lo vuelve
inexpugnable e inaccesible a las sugestiones del enemigo y
cada día lo eleva más en el amor y el deseo de
Dios.
Pero
si, hermano mío, a pesar de todos tus esfuerzos, no
llegas a penetrar en las partes del corazón conforme
a mis indicaciones, haz como te digo y, con la ayuda de
Dios, alcanzarás tu objetivo.
Sabes que la
razón del hombre tiene su asiento en el pecho. En
efecto, es en nuestro pecho donde hablamos, decidimos,
componemos nuestros salmos y nuestras oraciones mientras
nuestros labios permanecen mudos. Después de haber
arrojado de esta razón todo pensamiento (tú
puedes hacerlo, sólo necesitas desearlo) (...)
Cuando con el tiempo hayas dominado esa
práctica, ella te abrirá la entrada del
corazón tal como te lo ha dicho y sin ninguna duda.
Yo lo he experimentado en mi mismo. Con la alegría y
toda la deseable atención tu verás venir a ti
todo el coro de las virtudes, el amor, la alegría, la
paz y todo lo demás...".
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