La materia y sus formas principales de existencia - 1. Concepto filosófico de la materia
Materia & Materialismo |
Academia de Ciencias de la URSS
F. Konstantinov &c. Fundamentos de filosofía marxista-leninista Materialismo dialéctico Capítulo III La materia y sus formas principales de existencia Editorial Progreso Moscú 1977 | F. Konstantinov &c. Fundamentos de la filosofía marxista-leninista Materialismo dialéctico Capítulo III La materia y sus formas principales de existencia Editorial Pueblo y Revolución La Habana 1986 |
1. Concepto filosófico de la materia | 2. El movimiento y sus formas principales 3. El espacio y el tiempo | 4. La unidad del mundo |
La filosofía marxista-leninista arranca del reconocimiento de la existencia de la realidad objetiva, de la materia en eterno movimiento y desarrollo. ¿Qué es, pues, la materia y cuáles son sus formas principales de existencia?
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Después de haber analizado el objeto de la filosofía marxista-leninista y dilucidado su surgimiento y desarrollo, pasamos ahora a exponer sistemáticamente sus fundamentos. La filosofía marxista-leninista parte del reconocimiento de la existencia de la realidad objetiva, de la materia en eterno movimiento y desarrollo. ¿Qué es, pues, la materia y cuáles son sus formas principales de existencia?
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1. Concepto filosófico de la materia
En el mundo circundante observamos una cantidad infinita de objetos y fenómenos que poseen las propiedades más diversas. ¿Qué representan todos esos objetos y fenómenos, cuál es su base? El materialismo y el idealismo dieron una respuesta diametralmente opuesta a esta pregunta, que surgió ya en el período de formación de la filosofía.
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1. Concepto filosófico de la materia
En el mundo circundante observamos una cantidad infinita de objetos y fenómenos que poseen las propiedades más diversas. ¿Qué representan todos esos objetos y fenómenos, cuál es su base? El materialismo y el idealismo dieron una respuesta diametralmente opuesta a esta pregunta, que surgió ya en el período de formación de la filosofía.
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Desde el punto de vista de los filósofos idealistas, la base de todos los objetos y fenómenos del mundo es cierta sustancia ideal: la voluntad divina, la razón universal, la idea absoluta, &c. Por ejemplo, en el sistema filosófico de Hegel, el mundo es la forma de realización, de su ser-otro de la idea absoluta, de cierto principio racional e ideal divinizado, que en el proceso de autodesarrollo conoce su propia esencia a través de la naturaleza y de la historia humana. Una concepción análoga del mundo es propia también de numerosos representantes del idealismo objetivo. Por su parte, los idealistas subjetivos consideran los objetos del mundo exterior como algo derivado del mundo interior del hombre: de sus sensaciones, percepciones, &c. «Pues ¿qué [70] son dichos objetos —declara el filósofo inglés Berkeley— sino las cosas que percibimos por medio de los sentidos? ¿Y qué percibimos nosotros sino nuestras propias ideas o sensaciones?» «Para mí es totalmente incomprensible cómo puede hablarse de la existencia absoluta de las cosas sin relacionarlas con alguien que las perciba.» {(1) Citado del libro de V.I. Lenin, Materialismo y empiriocriticismo (O.C., t. 18, pág. 16.} Los razonamientos de Berkeley fueron repetidos, en el fondo, por el físico y filósofo austríaco Mach, así como por el filósofo suizo Avenarius y sus continuadores, cuyas opiniones criticó Lenin en el libro Materialismo y empirocriticismo. Los adeptos de Mach (machistas) reducían los objetos a una suma de propiedades, a las que dieron la denominación de elementos, los cuales eran considerados, en resumidas cuentas, como sensaciones.
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Desde el punto de vista de los filósofos idealistas, la base de todos los objetos y fenómenos del mundo es cierta sustancia ideal: la voluntad divina, la razón universal, la idea absoluta, etcétera. Por ejemplo, en el sistema filosófico de Hegel, el mundo es la forma de realización, de su ser-otro de la idea absoluta, de cierto principio racional e ideal divinizado, que en el proceso de autodesarrollo conoce su propia esencia por medio de la naturaleza y de la historia humana. Una concepción análoga [56] del mundo es propia también de numerosos representantes del idealismo objetivo. Por su parte, los idealistas subjetivos consideran los objetos del mundo exterior como algo derivado del mundo interior del hombre: de sus sensaciones, percepciones, etcétera. «Pues ¿qué son dichos objetos —declara el filósofo inglés Berkeley— sino las cosas que percibimos por medio de los sentidos? ¿Y qué percibimos nosotros sino nuestras propias ideas o sensaciones?» «Para mí es totalmente incomprensible cómo puede hablarse de la existencia absoluta de las cosas sin relacionarlas con alguien que las perciba.» (26, 15) Los razonamientos de Berkeley fueron repetidos, en el fondo, por el físico y filósofo austríaco Mach, así como por el filósofo suizo Avenarius y sus continuadores, cuyas opiniones criticó Lenin en el libro Materialismo y empirocriticismo. Los adeptos de Mach (machistas) reducían los objetos a una suma de propiedades, a las que dieron la denominación de elementos, los cuales eran considerados, en resumidas cuentas, como sensaciones.
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La concepción idealista del mundo ofrece un cuadro falso, desfigurado, de la realidad. En oposición a eso, los representantes de la filosofía materialista han tendido siempre a la explicación natural, racional, de los fenómenos. Engels señaló que el materialismo como doctrina significa comprender la naturaleza tal y como es. Desde el punto de vista de esa doctrina, que se basa en toda la práctica sociohistórica de la humanidad, el mundo que nos rodea no es otra cosa que la materia en movimiento en sus distintas formas y manifestaciones. En el mundo no hay nada que no sea una forma concreta de la materia, un determinado estado o propiedad de ella, un producto de su mutación, de su desarrollo regular. Hasta las ideas y los conceptos más abstractos, sin hablar ya de las sensaciones y percepciones, son resultado de la actividad de un órgano material (el cerebro humano) y un reflejo de las propiedades de los objetos materiales. El concepto de materia como única base universal de todo lo existente, de todos los objetos y fenómenos de la realidad, expresa la esencia más general del mundo.
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La concepción idealista del mundo ofrece un cuadro falso, desfigurado, de la realidad. En oposición a eso, los representantes de la filosofía materialista han tendido siempre a la explicación natural, racional, de los fenómenos. Engels señaló que el materialismo como doctrina significa comprender la naturaleza tal y como es, sin ningún aditamento. Desde el punto de vista de esa doctrina, que se basa en toda la práctica socio-histórica de la humanidad, el mundo que nos rodea no es otra cosa que la materia en movimiento en sus distintas formas y manifestaciones. En el mundo no hay nada que no sea una forma concreta de la materia, un determinado estado o propiedad de ella, un producto de su mutación, de su desarrollo regular. Hasta las ideas y los conceptos más abstractos, sin hablar ya de las sensaciones y percepciones, son resultado de la actividad de un órgano material (el cerebro humano) y un reflejo de las propiedades de los objetos materiales. El concepto de materia como única base universal de todo lo existente, de todos los objetos y fenómenos de la realidad, expresa la esencia más general del mundo.
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La concepción científica del mundo se ha desarrollado en estrecha conexión con el perfeccionamiento de las nociones acerca de la materia, de sus propiedades fundamentales y de las leyes que rigen su movimiento. En la filosofía materialista y en las ciencias naturales anteriores a Marx se formularon [71] muchas tesis profundas acerca de la materia, que conservan su valor en el conocimiento contemporáneo. Nos referimos, ante todo, a la tesis de que la materia es la base sustancial universal de todos los fenómenos, no ha sido creada por nadie, es indestructible, eterna en el tiempo e infinita en el espacio y tiene existencia objetiva, independiente de la conciencia. Los materialistas premarxistas, en primer lugar los materialistas franceses del siglo XVIII, argumentaron la tesis de que la materia y el movimiento son inseparables, de que el movimiento es un atributo importantísimo, una forma de existencia de la materia. Enfocaron todos esos fenómenos de la naturaleza en su concatenación y condicionalidad mutua, subordinados a leyes naturales e inmutables. Los filósofos materialistas del pasado se basaban en la idea de la cognoscibilidad absoluta de la materia, de la posibilidad de que el hombre comprenda sus propiedades y sus leyes, por muy complejas y excepcionales que parezcan.
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La concepción científica del mundo se ha desarrollado en estrecha conexión con el perfeccionamiento de las nociones acerca de la materia, de sus propiedades fundamentales y de las leyes que rigen su movimiento. En la filosofía materialista y en las ciencias naturales anteriores a Marx se formularon muchas tesis profundas acerca de la materia, que conservan [57] su valor en el conocimiento contemporáneo. Nos referimos, ante todo, a la tesis de que la materia es la base sustancial universal de todos lo fenómenos, no ha sido creada por nadie, es indestructible, eterna en el tiempo e infinita en el espacio y tiene existencia objetiva, independientemente de la conciencia. Los materialistas premarxistas, en primer lugar los materialistas franceses del siglo XVIII, argumentaron las tesis de que la materia y el movimiento son inseparables, de que el movimiento es un atributo importantísimo, una forma de existencia de la materia. Enfocaron todos esos fenómenos de la naturaleza en su concatenación y condicionalidad mutua, subordinados a leyes naturales e inmutables. Los filósofos materialistas del pasado se basaban en la idea de la cognoscibilidad absoluta de la materia, de la posibilidad de que el hombre comprenda sus propiedades y sus leyes, por muy complejas y excepcionales que parezcan.
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Todos estos principios de la cosmovisión materialista forman parte del contenido del materialismo dialéctico y de las ciencias naturales modernas.
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Todos estos principios de la cosmovisión materialista forman parte del contenido del materialismo dialéctico y de las ciencias naturales modernas.
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Al mismo tiempo, los representantes del materialismo premarxista, que reflejaba el estado de las ciencias naturales de su época, formularon no pocas tesis metafísicas y especulativas acerca de la materia, que fueron refutadas por el desarrollo posterior de la ciencia. En primer lugar, admitían la existencia en el mundo de una sustancia material primaria e inmutable como portadora de toda la variedad de propiedades que se observan en los objetos y fenómenos. Consideraban que si bien los objetos pueden surgir y desaparecer, experimentar diversos cambios y transformarse uno en otro, la sustancia es homogénea e invariable en su base y sólo se modifican sus formas externas. A menudo se identificaba la sustancia con los átomos, que eran considerados indivisibles, carentes de estructura e inmutables. Se suponía que los átomos eran elementos primarios e indestructibles del mundo, que sólo podían unirse, separarse y cambiar su situación en el espacio, determinando así toda la diversidad cualitativa de fenómenos en el mundo. De este modo, la idea de la inmutabilidad de los átomos se identificaba con la idea de la materia como base sustancial del mundo, y el principio filosófico general de la conservación de la materia [72] se identificaba con el principio de indestructibilidad de los átomos.
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Al mismo tiempo, los representantes del materialismo premarxista, que reflejaba el estado de las ciencias naturales de su época, formularon no pocas tesis metafísicas y especulativas acerca de la materia, que fueron refutadas por el desarrollo posterior de la ciencia. En primer lugar, admitían la existencia en el mundo de una sustancia material primaria e inmutable como portadora o «puntal» de todas las propiedades que se observan en los fenómenos. Consideraban que si bien los objetos pueden surgir y desaparecer, experimentar diversos cambios y transformarse uno en otro, la sustancia es homogénea e invariable en su base y sólo se modifican sus formas externas. A menudo se identificaba la sustancia con los átomos, que eran considerados indivisibles, carentes de estructura e inmutables. Se suponían que los átomos eran elementos primarios e indestructibles del mundo, que sólo podían unirse, separarse y cambiar su situación en el espacio, determinando así toda la diversidad cualitativa de fenómenos en el mundo. De este modo, la idea de la inmutabilidad de los átomos se identificaba con la idea de la materia como base sustancial del mundo, y el principio filosófico general de la conservación de la materia se identificaba con el principio de indestructibilidad de los átomos.
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La idea de la homogeneidad cualitativa de la sustancia material sirvió de base al cuadro mecanicista del mundo. Las leyes de la mecánica de Newton eran consideradas como leyes universales de la naturaleza, como principios fundamentales del ser que condicionan todas las demás leyes de la naturaleza y de la sociedad. No se negaba la existencia de los procesos químicos, biológicos y sociales, pues eso habría estado en contradicción con los datos sensoriales, empíricos; pero paralelamente se admitía que por cuanto todos los cuerpos están formados de átomos, subordinados a las leyes de la mecánica, todas las formas de movimiento se reducen, en última instancia, al movimiento mecánico de los átomos. De ahí se deducía que si se consiguiera descomponer mentalmente cualquier cuerpo en átomos, determinar la situación y la velocidad de éstos y hacer la ecuación de su movimiento, se podría comprender por completo cualquier fenómeno, incluso las peculiaridades de nuestra conciencia y de los procesos sociales.
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La idea de la homogeneidad cualitativa de la sustancia material sirvió de base al cuadro mecanicista del mundo. Las leyes [58] de la mecánica de Newton eran consideradas como leyes universales de la naturaleza, como principios fundamentales del ser que condicionan todas las demás leyes de la naturaleza y de la sociedad. No se negaba la existencia de los procesos químicos, biológicos y sociales, pues eso habría estado en contradicción con los datos sensoriales, empíricos; pero paralelamente se admitía que por cuanto todos los cuerpos están formados de átomos, subordinados a las leyes de la mecánica, todas las formas de movimiento se reducen, en última instancia, al movimiento mecánico de los átomos. De ahí se deducía que si se consiguiera descomponer mentalmente cualquier cuerpo en átomos, determinar la situación y la velocidad de éstos y hacer la ecuación de su movimiento, se podría comprender por completo cualquier fenómeno, incluso las peculiaridades de nuestra conciencia y de los procesos sociales.
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Marx y Engels hicieron un profundo análisis crítico de la estrechez metafísica y mecanicista del materialismo precedente. Basándose en los descubrimientos de las ciencias naturales de mediados del siglo XIX, elaboraron la doctrina materialista dialéctica de la materia y de las leyes de su desarrollo. Esta doctrina tuvo una importancia capital para crear un cuadro del mundo cualitativamente nuevo. Las bases de la visión mecanicista del mundo se vieron minadas también por la revolución operada en las ciencias naturales a fines del siglo XIX y comienzos del XX: el desarrollo de la teoría del campo electromagnético, el descubrimiento de la radiactividad y de la estructura compleja de los átomos, del cambio de la masa de los cuerpos al aumentar la velocidad de su movimiento, &c. Sin embargo, la imposibilidad de utilizar las leyes mecánicas para explicar los nuevos fenómenos descubiertos fue interpretada por los filósofos idealistas como una violación del principio de la conservación de la materia, como una prueba de que la materia «desaparece». Identificando las concepciones materialistas con el cuadro mecanicista del mundo, declararon que el materialismo había sido refutado. [73]
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Marx y Engels hicieron un profundo análisis crítico de la estrechez metafísica y mecanicista del materialismo precedente. Basándose en los descubrimientos de las ciencias naturales de mediados del siglo XIX, elaboraron la doctrina materialista dialéctica de la materia y de las leyes a que están sujetos sus cambios. Esta doctrina tuvo una importancia capital para crear un cuadro del mundo cualitativamente nuevo. Las bases de la visión mecanicista del mundo se vieron minadas también por la revolución operada en las ciencias naturales a fines del siglo XIX y comienzos del XX: el desarrollo de la teoría del campo electromagnético, el descubrimiento de la radiactividad y de la estructura compleja de los átomos, del cambio de la masa de los cuerpos al aumentar la velocidad de su movimiento, &c. Sin embargo, la imposibilidad de utilizar las leyes mecánicas para explicar los nuevos fenómenos descubiertos fue interpretada por los filósofos idealistas como una violación del principio de la conservación de la materia como una prueba de que la materia «desaparece». Identificando las concepciones materialistas con el cuadro mecanicista del mundo, declararon que el materialismo había sido refutado.
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La realidad es que los nuevos descubrimientos testimoniaban precisamente la falsedad de los principios metafísicos de explicación del mundo. Al rebatir la concepción mecanicista, confirmaron la veracidad de la doctrina materialista dialéctica de la materia. «Desde luego —decía Lenin—, es absurdo por completo imputar al materialismo el aserto de que... el cuadro del Universo, en tanto que materia en movimiento, ha de ser forzosamente «mecánico», y no electromagnético o de cualquiera otra índole incomparablemente más compleja.» «La destructibilidad del átomo, su inagotabilidad, la mutabilidad de todas las formas de la materia y de su movimiento han sido siempre el pilar del materialismo dialéctico.» {(2) V.I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo. (O.C., t. 18, págs. 296, 298).}
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La realidad es que los nuevos descubrimientos testimoniaban precisamente la falsedad de los principios metafísicos de explicación del mundo. Al rebatir la concepción mecanicista, confirmaron la veracidad de la doctrina materialista dialéctica de la materia. «Desde luego —decía Lenin—, es del todo absurdo decir que el materialismo tenga por "menor" la realidad de la conciencia o afirme forzosamente el cuadro mecánico y no el electromagnético, ni cualquier otro cuadro infinitamente más [59] complejo del mundo, como materia en movimiento. La destructibilidad del átomo, su inagotabilidad, la variabilidad de todas las formas de la materia y de su movimiento han sido siempre el pilar del materialismo dialéctico.» (26, 271)
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Apoyándose en los datos de la ciencia acerca de la heterogeneidad estructural y la inagotabilidad de la materia, así como sobre la diversidad de las leyes de su movimiento, Lenin formuló una definición filosófica generalizada de la materia. «La materia —dijo— es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada y reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas.» {(3) Ibíd., pág. 131.}
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Apoyándose en los datos de la ciencia acerca de la heterogeneidad estructural y la inagotabilidad de la materia, así como sobre la diversidad de las leyes de su movimiento, Lenin formuló una definición filosófica generalizada de la materia. «La materia —dijo— es una categoría filosófica que sirve para designar la realidad objetiva que es dada al hombre en sus sensaciones, que es copiada, fotografiada, reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas.» (26, 120)
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Esta definición de la materia está ligada íntimamente a la solución materialista del problema supremo de la filosofía. En ella se indica la fuente objetiva de nuestro conocimiento, que es la materia, y su cognoscibilidad. Al mismo tiempo, a diferencia de los sistemas filosóficos precedentes, el materialismo dialéctico no reduce la materia a cualquiera de sus variedades: partículas de sustancia, cuerpos percibidos sensorialmente, &c. La materia, toda la multitud infinita de los más diferentes objetos y sistemas que existen y se mueven en el espacio y en el tiempo, tienen una diversidad inagotable de propiedades. Nuestros órganos de los sentidos pueden percibir sólo una parte insignificante de todas las formas de la materia realmente existentes; pero gracias a la construcción de aparatos e instrumentos de medición cada día más perfectos, el hombre amplía sin cesar los límites del mundo conocido. [74]
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Esta definición de la materia está ligada íntimamente a la solución materialista del problema supremo de la filosofía. En ella se indica la fuente objetiva de nuestro conocimiento, que es la materia, y su cognoscibilidad. Al mismo tiempo, a diferencia de los sistemas filosóficos, precedentes, el materialismo dialéctico no reduce la materia a cualquiera de sus variedades: partículas de sustancia, cuerpos percibidos sensorialmente, &c. La materia, toda la multitud infinita de los más diferentes objetos y sistemas que existen y se mueven en el espacio y en el tiempo, tienen una diversidad inagotable de propiedades. Nuestros órganos de los sentidos pueden percibir sólo una parte insignificante de todas las formas de la materia realmente existentes; pero gracias a la construcción de aparatos e instrumentos de medición cada día más perfectos, el hombre amplía sin cesar los límites del mundo conocido.
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La definición leninista de la materia no abarca sólo los objetos conocidos por la ciencia moderna, sino también los que puedan se descubiertos en lo futuro. En eso precisamente reside su magna importancia metodológica. Existir significa, para cada formación material, poseer realidad objetiva con relación a otros cuerpos, estar en relaciones e interacciones objetivas con ellos, ser un elemento del proceso general del cambio y desarrollo de la materia.
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La definición leninista de la materia no abarca sólo los objetos conocidos por la ciencia moderna, sino también los que puedan se descubiertos en el futuro. En eso precisamente reside su gran importancia metodológica. Cualquier objeto o fenómeno realmente existente en el mundo puede ser reflejado por la conciencia humana. Por cierto, no está excluido que las propiedades concretas de los objetos nuevamente estudiados resulten insólitas en extremo y no se parezcan a las propiedades de los objetos pertenecientes a la esfera del experimento habitual. Así, las partículas elementales que ha descubierto la ciencia se diferencian cualitativamente por sus propiedades de los cuerpos macroscópicos con que tiene relación el hombre en su vida cotidiana, y esto profundiza de una manera esencial nuestras nociones de la materia. [60]
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El concepto de materia como realidad objetiva caracteriza la materia y todas sus propiedades, formas de movimiento, leyes de existencia, &c. Pero eso no significa que cada fragmento, tomado por separado y de manera arbitraria, de la realidad objetiva deba ser por fuerza materia. Eso puede ser también una propiedad concreta de la materia, cierta ley de su existencia, un tipo de movimiento, &c., inseparables de la materia, pero no idénticos a ella, pese a todo. En la estructura de la realidad objetiva hay que distinguir los objetos y los sistemas materiales (tipos de materia) concretos, las propiedades (generales y particulares) de estos sistemas materiales, las formas de su interacción y de su movimiento y las leyes de existencia que presentan diverso grado de comunidad. Así, el movimiento, el espacio, el tiempo y las leyes de la naturaleza poseen una realidad objetiva, pero no se los puede conceptuar de materia, a pesar de todo. La materia existe en forma de variedad infinita de objetos y sistemas concretos, cada uno de los cuales posee movimiento, estructura, concatenaciones e interacciones, propiedades espacio-temporales y otras muchas generales y particulares. La materia no existe fuera de los objetos y sistemas concretos, y en este sentido no hay objetivamente «materia como tal», materia «pura» como sustancia primaria y amorfa. El concepto de sustancia ha sufrido cambios radicales en el materialismo dialéctico en comparación con la filosofía precedente. El materialismo dialéctico admite la sustancialidad de la materia, pero sólo en el sentido de que es ella precisamente (y no la conciencia, no la idea absoluta, no la razón divina, &c.) la única base universal, el substrato para las diversas propiedades, concatenaciones, formas de movimiento y leyes. Pero dentro de la materia misma no hay fundamento para admitir la existencia de cierta sustancia primaria amorfa como capa inferior y básica de la realidad. [75] Cualquier forma de materia (incluidos los microobjetos) posee una estructura compleja, una multitud de concatenaciones internas y externas, facultad de trocarse en otras formas. «La esencia de las cosas o la «sustancia» —decía Lenin— también son relativas; no expresan más que la profundización del conocimiento que el hombre tiene de los objetos, y si esta profundización no fue ayer más allá del átomo y hoy no pasa del electrón o del éter, el materialismo dialéctico insiste en el carácter temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del conocimiento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita...». {(4) Ibíd., pág. 277}
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En la filosofía premarxista se admitía la existencia de la sustancia material primaria e inmutable como un «puntal» sui-géneris de los distintos objetos y de sus propiedades. El materialismo dialéctico rechaza la existencia de ese tipo de sustancia. «La "esencia" de las cosas o la "sustancia" —decía Lenin— también son relativas; no expresan más que la profundización del conocimiento que el hombre tiene de los objetos, y si esta profundización no fue ayer más allá del átomo y hoy no pasa del electrón o del éter, el materialismo dialéctico insiste en el carácter temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del conocimiento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita...» (26, 253)
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Toda teoría científica de la materia puede ser sólo un sistema de conocimientos manifiesto y en desarrollo ilimitado.
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Cualquier forma de la materia tiene una estructura compleja, una diversidad infinita de propiedades y nexos internos y externos. De conformidad con ello, toda teoría científica del mundo tendrá inevitablemente un carácter no cerrado, estará abierta para adiciones y perfeccionamientos ulteriores. Antes se opinaba que los elementos más simples eran los átomos, pero después se comprobó que están compuestos de partículas elementales. El desarrollo sucesivo del conocimiento permitirá, sin duda, penetrar en niveles estructurales más profundos de la materia. Por eso, el concepto de sustancia ha cambiado cualitativamente su sentido en la filosofía marxista.
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Cualquier forma de la materia tiene una estructura compleja, una diversidad infinita de propiedades y nexos internos y externos. De conformidad con ello, toda teoría científica del mundo tendrá inevitablemente un carácter no cerrado, estará abierta para adiciones y perfeccionamientos ulteriores. Antes se opinaba que los elementos más simples eran los átomos, pero después se comprobó que están compuestos de partículas elementales. El desarrollo sucesivo del conocimiento permitirá, sin duda, penetrar en niveles estructurales más profundos de la materia. Por eso, el concepto de sustancia ha cambiado cualitativamente su sentido en la filosofía marxista.
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El materialismo dialéctico, que rechaza la existencia de la «materia primaria» como esencia última e inmutable, reconoce la sustancialidad de la materia sólo en el sentido de que precisamente ella (y no la conciencia, no algo sobrenatural) es la facultad base universal de las distintas propiedades de los fenómenos y determina la unidad del mundo circundante.
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El materialismo dialéctico, que rechaza la existencia de la «materia primaria» como esencia última e inmutable, reconoce la sustancialidad de la materia sólo en el sentido de que precisamente ella (y no la conciencia, no algo sobrenatural) es la facultad base universal de las distintas propiedades de los fenómenos y determina la unidad del mundo circundante.
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En relación con ello debe hablarse del doble sentido del concepto de lo material como se emplea en las obras filosóficas. Con este concepto se define tanto una especie concreta de materia (por ejemplo, el átomo, la partícula elemental, &c.) como una propiedad determinada de ella (verbigracia, [76] el movimiento, el espacio, la energía, &c.). En el sentido gnoseológico, teórico-cognoscitivo, lo material se contrapone a lo ideal, a la conciencia del hombre.
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En relación con ello debe hablarse del doble sentido del concepto de lo material como se emplea en las obras filosóficas. Con este concepto se define tanto una especie concreta de materia (por ejemplo, el átomo, la partícula elemental, &c.) como una propiedad determinada de ella (por ejemplo, el movimiento, el espacio, la energía, &c.). En el sentido gnoseológico, teórico-cognoscitivo, lo material se contrapone a lo ideal, a la conciencia del hombre.
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En la vida cotidiana se identifica frecuentemente el concepto de materia con el de sustancia, se reduce la materia a la base sustancial, «corporal». Pero en realidad la sustancia, en el sentido lato de la palabra, comprende únicamente los cuerpos que poseen masa final en reposo, es decir, una masa que puede ser medida en estado de reposo relativo de los cuerpos. Al mismo tiempo existen formas y tipos de materia que no son en modo alguno sustancia (por ejemplo, el campo electromagnético, el neutrino, el campo gravitacional). A esas formas y tipos no le es inherente la masa en reposo, tienen lo que se denomina masa en movimiento, que depende de la energía de sus partículas (cuanta). Son posibles también otras formas de la materia completamente diferentes a las que conoce hoy la ciencia moderna.
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En la vida cotidiana se identifica frecuentemente el concepto de materia con el de sustancia, se reduce la materia a la base sustancial, «corporal». Pero en realidad la sustancia, en el sentido lato de la palabra, comprende únicamente los cuerpos que [61] poseen masa final en reposo, es decir, una masa que puede ser medida en estado de reposo relativo de los cuerpos. Al mismo tiempo existen formas y tipos de materia que no son en modo alguno sustancia (por ejemplo, el campo electromagnético). A esas formas y tipos no le es inherente la masa en reposo, tienen lo que se denomina masa en movimiento, que depende de la energía de sus partículas (cuantos). Son posibles también otras formas de la materia completamente diferentes a las que conoce hoy la ciencia moderna.
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Algunas veces, al caracterizar uno y otro objeto o cosa, se los considera sólo como un conjunto de propiedades diversas. También en este caso, la materia es reducida, en el fondo, a una suma de propiedades. Pero no se puede diluir la materia en las propiedades. Estas últimas jamás existen de por sí, sin una base material, y son siempre inherentes a objetos concretos.
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Algunas veces, al caracterizar uno y otro objeto o cosa, se los considera sólo como un conjunto de propiedades diversas. También en este caso, la materia es reducida, en el fondo, a una suma de propiedades. Pero no se puede diluir la materia en las propiedades. Estas últimas jamás existen de por sí, sin una base material, y son siempre inherentes a objetos concretos.
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La materia posee siempre una organización determinada, existe en forma de sistemas materiales concretos. Se denomina sistema a la multitud, organizada y ordenada interna (o externamente), de elementos concatenados (o interdependientes) de manera estrecha. En el sistema, la conexión entre los elementos que lo componen es más firme, estable e internamente necesaria que el nexo de cada uno de ellos con el medio circundante, con los elementos de otros sistemas.
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La materia posee siempre una organización determinada, existe en forma de sistemas materiales concretos. Se denomina sistema a la multitud, organizada y ordenada internamente, de elementos concatenados de manera estrecha. En el sistema, la conexión entre los elementos que lo componen es más firme, estable e internamente necesaria que el nexo de cada uno de ellos con el medio circundante, con los elementos de otros sistemas. El cambio de uno de los elementos del sistema origina cierto cambio de sus otros elementos.
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El orden interno del sistema se expresa en el conjunto de leyes de las concatenaciones e interacciones entre sus elementos. Cada ley expresa un orden o tipo determinado de conexiones entre algunos fenómenos. La estructura del sistema se presenta como un conjunto de concatenaciones internas entre sus elementos, así como de las leyes de las concatenaciones dadas. La estructura ordenada es un atributo inalienable de todos los sistemas existentes. Todo sistema puede ser elemento de un ente mayor aún, del que forma [77] parte. De la misma manera, un elemento será un sistema si se considera su estructura interna, sus nexos internos. Pero esta relatividad no convierte el concepto de sistema en algo subjetivo, inventado por el hombre para clasificar los fenómenos con mayor comodidad. Los sistemas existen objetivamente como entes íntegros ordenados.
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La división en sistemas y elementos es relativa. Todo sistema puede ser elemento de un ente mayor aún, del que forma parte. De la misma manera, un elemento será un sistema si se considera su estructura interna, sus nexos internos. Pero esta relatividad no convierte el concepto de sistema en algo subjetivo, inventado por el hombre para clasificar los fenómenos con mayor comodidad. Los sistemas existen objetivamente como entes íntegros ordenados: la Galaxia, los astros, el sistema solar, la Tierra (como planeta), las moléculas, los átomos, &c. Hay tipos distintos de sistemas biológicos y sociales. La cognición de la materia se realiza sólo a través del estudio de sus propiedades y de las formas concretas de su sistema de organización.
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Las formas y tipos principales de la materia pueden clasificarse por una serie de rasgos, cada uno de los cuales expresa un enfoque determinado del estudio de la materia. Con el enfoque más general se pueden distinguir: la materia inorgánica (sistema del reino mineral), la materia orgánica o viva (todos los sistemas biológicos) y la materia socialmente organizada (el hombre y los distintos tipos de sistemas sociales). Entre los sistemas biológicos y sociales sólo conocemos los que se hallan representados en la Tierra, aunque está fuera de toda duda que en otros sistemas planetarios del Universo infinito en que existan condiciones físicas y químicas favorables es también posible la vida altamente organizada como resultado del autodesarrollo regular de la materia.
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Las formas y especies principales de la materia pueden clasificarse por una serie de rasgos, cada uno de los cuales expresa un enfoque determinado del estudio de la materia. Con el enfoque más general se pueden distinguir: la materia inorgánica (sistema del reino mineral), la materia orgánica o viva (todos los sistemas biológicos) y la materia socialmente organizada (el [62] hombre y los distintos tipos de sistemas sociales). Entre los sistemas biológicos y sociales sólo conocemos los que se hallan representados en la Tierra, aunque está fuera de toda duda que en otros sistemas planetarios del universo infinito en que existan condiciones físicas y químicas favorables es también posible la vida altamente organizada como resultado del autodesarrollo regular de la materia.
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Las fronteras del moderno conocimiento de la materia se extienden entre las escalas del orden de 10-15 cm (el «granetazo» del nucleón) hasta 1028 cm (unos trece mil millones de años de luz). La materia tiene en todos los ámbitos de este diapasón una organización sistematizada. Pueden destacarse los siguientes tipos fundamentales de sistemas materiales y los niveles estructurales respectivos de la materia: en la naturaleza inanimada, las partículas elementales (incluidas las antipartículas) y los campos, los núcleos atómicos, los átomos, las moléculas, las conglomeraciones de moléculas, los cuerpos macroscópicos, las formaciones geológicas, la Tierra y los otros planetas, el Sol y los otros astros, las acumulaciones locales de estrellas, la Galaxia, los sistemas de galaxias y la Metagalaxia cuyas fronteras y estructura aún se desconocen.
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Todas las formas indicadas de la materia pueden clasificarse asimismo por sus rasgos estructurales, descubriendo de qué están compuestas. Se trata, en primer término, de la sustancia: conjunto de micropartículas, cuerpos macroscópicos y sistemas cósmicos, que tienen una masa final en reposo. La sustancia comprende los correspondientes núcleos atómicos, partículas elementales, átomos, moléculas, objetos inorgánicos macroscópicos, organismos vivos, sistemas técnicos creados por el hombre, astros, galaxias y sistemas galácticos.
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En la naturaleza viva existen sistemas biológicos intraorgánicos y supraorgánicos. Entre los primeros se incluyen las moléculas de ácido desoxirribonucleico y ácido ribonucleico como agentes de la herencia, los conjuntos de moléculas proteínicas, las células (consistentes de subsistemas), tejidos, órganos, sistemas funcionales (nervioso, sanguíneo, digestivo, gasometabólico, &c.) y el organismo en su totalidad. [78] Son sistemas supraorgánicos los de las familias de organismos, colonias y populaciones diversas: las especies, las biogeocenosis, los paisajes geográficos y toda la biosfera.
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En la sociedad también existe gran cantidad de tipos de sistemas intersecantes: el hombre, la familia, diversas colectividades (laborales, docentes, científicas, deportivas, &c.), comunidades de personas, agrupaciones y organizaciones, partidos, clases, Estados, sistemas de Estados y la sociedad en su conjunto.
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Esta clasificación es muy general y está lejos de ser completa, ya que a cada nivel estructural puede hacerse destacar adicionalmente gran cantidad de sistemas materiales interpenetrables que brotan en el terreno de diversas formas de concatenación e interacción de los elementos.
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Los factores determinantes de la integridad de los sistemas se complican sin cesar conforme la materia se desarrolla en línea ascendente. En la naturaleza inanimada, esta integridad de los sistemas viene determinada por las fuerzas nucleares (en los núcleos atómicos), electromagnéticas y gravitatorias de conexión. Un sistema será íntegro en el caso de que la energía de la interacción entre sus elementos sea mayor que la energía cinética de estos elementos sumada a la energía de los efectos externos dirigidos a destruir el sistema. En caso contrario (si es menor), el sistema no se forma o se disgrega.
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En la actualidad se han descubierto ya más de trescientas variedades de partículas elementales, incluidas las llamadas resonancias, que surgen mediante las interacciones de partículas de gran energía y se desintegran rápidamente en partículas estables. A la mayoría de las partículas conocidas corresponden antipartículas (opuestas a ellas por el signo de su carga eléctrica o por algunas otras propiedades): al electrón, el positrón; al protón, el antiprotón, etcétera.
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En la naturaleza viva determinan la integridad de los sistemas, además de estos factores, los procesos informativos de conexión, dirección, autorregulación y reproducción de los biosistemas a diversos niveles estructurales.
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Determinan la integridad de los sistemas sociales las múltiples vinculaciones y relaciones (económicas, políticas, socioclasistas, nacionales, étnicas, culturales, familiares, &c.)
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La clasificación de las formas fundamentales de la materia, según los tipos de sistemas materiales y niveles estructurales, correspondientes a ellos, es la más exacta y detallada. Además de ella, está extendida la clasificación de las formas de la materia según una serie de propiedades físicas fundamentales. Así, ante todo se destaca la sustancia: conjunto de partículas, de cuerpos macroscópicos y otros sistemas, poseedores de cierta masa de reposo. Existe asimismo [79] en realidad la antisustancia, compuesta de antipartículas (antiprotones, positrones, antineutrones, &c.) e indebidamente denominada a veces antimateria. Dada la falta de formas habituales de la sustancia, los átomos y las moléculas compuestas de antipartículas pueden ser estables y constituir cuerpos macroscópicos e incluso sistemas cósmicos (el «antimundo»). En ellas, las leyes del movimiento y del desarrollo de la materia serán análogas a las que se manifiestan en el mundo que nos rodea.
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El surgimiento de sistemas complejos y de grandes masas a partir de las antipartículas es posible, en principio, sólo en el caso de que estén ausentes las formas habituales de la sustancia, ya que si las partículas chocan con las antipartículas, unas y otras desaparecen («se anihilan»), transformándose en fotones (cuantos del campo electromagnético) o en mesones de gran energía. Hasta ahora no se han descubierto grandes masas de sustancias compuestas de antipartículas. No obstante, la posibilidad de que existan en el universo dimana de las leyes de la física moderna, probadas en la experiencia, así como de la existencia de las propias antipartículas, que surgen durante las interacciones de las partículas de gran energía y desaparecen rápidamente. En las obras de ciencias naturales, las grandes masas hipotéticas de sustancias compuestas de antipartículas son denominadas con frecuencia «antimundo», «antimateria» y «antisustancia». Pero la verdad es que el mundo es único y no existe un antípoda suyo, y el concepto de materia abarca todas las formas de la realidad objetiva. [63]
La diferencia entre las partículas y las antipartículas es muy relativa y afecta sólo algunas propiedades parciales de la materia, como el signo de la carga eléctrica, el momento magnético, &c. En cambio, muchas otras propiedades suyas son iguales. Son iguales también las leyes de la acción recíproca nuclear, electromagnética y gravitacional y, por consiguiente, las leyes que rigen la formación de las distintas combinaciones químicas, de los sistemas cósmicos y, por lo visto, de la evolución bioquímica de la sustancia. En los sistemas construidos de antipartículas, el tiempo se medirá sólo de lo pasado a lo futuro, por cuanto ese orden viene determinado por la irreversibilidad de las relaciones de causa y efecto y del proceso general de desarrollo de la materia. De ahí que en lugar de usar los términos «antimundo», «antimateria» y «antisustancia» para designar las mencionadas formas hipotéticas de la materia, sea más correcto emplear el término de «sustancia de antipartículas», pues la masa última en reposo que caracteriza la sustancia es propia también de todas las antipartículas (excepto del antineutrino).
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Además, existen formas insustanciales de la materia: los campos electromagnéticos y gravitacionales, así como los neutrinos y antineutrinos de diversos tipos, carentes de masa final de reposo.
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Entre las formas insustanciales de la materia figura, como hemos dicho ya, el campo electromagnético (una de cuyas variedades es la luz), cuyos cuantos jamás existen en estado de reposo y se mueven siempre con la velocidad de la luz (diferente en las distintas esferas sustanciales). Son muchos los datos teóricos que permiten considerar el campo gravitacional como una forma especial de la materia, aunque todavía no se ha obtenido una demostración experimental de la existencia de los gravitones: los cuantos de ese campo. Hablando estrictamente, tampoco se puede incluir en la sustancia partículas elementales como el neutrino y el antineutrino de distintos tipos, cuya acción recíproca con la sustancia es débil y que poseen una ingente capacidad de penetración. Arrebatan una cantidad considerable de energía a las estrellas, impregnan todo el espacio que nos rodea y su papel en el desarrollo general de la materia en el universo debe ser muy grande, aunque todavía no ha sido descubierto en plena medida.
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Debe señalarse que el campo y la sustancia no pueden ser contrapuestos, ya que los campos existen en la estructura de todos los sistemas de la sustancia y agrupan sus elementos para formar un todo único.
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En nuestros días ha empezado a penetrarse en la estructura de las partículas más elementales, que ha resultado ser muy original y diferente a la estructura de todos los demás sistemas materiales. Se confirma plenamente la sabia previsión de Lenin sobre la inagotabilidad de los objetos del micromundo y la infinitud de la materia en profundidad. [64]
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La doctrina materialista dialéctica sobre la materia y las leyes de su existencia sirve de base metodológica para efectuar investigaciones científicas, elaborar una concepción científica y cabal del mundo e interpretar los descubrimientos de la ciencia acorde con la realidad. Debe señalarse, además, que esta doctrina se perfecciona sin cesar, se profundiza con el progreso del conocimiento científico y se forman nuevas categorías y leyes que reflejan en un grado cada día mayor la realidad, la cual será siempre más compleja que todas nuestras nociones de ella, incluso las más perfectas.
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La doctrina materialista dialéctica sobre la materia y las leyes de su existencia sirve de base metodológica para efectuar investigaciones científicas, elaborar una concepción científica y cabal del mundo e interpretar los descubrimientos de la ciencia acorde a la realidad. Debe señalarse, además, que esta doctrina se perfecciona sin cesar, se profundiza con el progreso del conocimiento científico y se forman nuevas categorías y leyes que reflejan en un grado cada día mayor la realidad, la cual será siempre más compleja que todas nuestras nociones de ella, incluso las más perfectas.
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