*
Reflexión sobre el buen conocimiento - Xavier Batllés
Reflexión sobre el buen conocimiento - Xavier Batllés
La caída del sistema que nos está tocando vivir comporta el descrédito de las instituciones, corporaciones y Estados, demostrando todos ellos una total incapacidad y anacronismo para actuar en favor de los pueblos a los que se deben.
Con ello, caen también las referencias de los liderazgos, los expertos y las supuestas “personalidades importantes”, dando paso a una nueva sensibilidad en el trato, en las relaciones y en el modelo social al que aspiramos, donde comenzamos a vernos como iguales entre todos los seres humanos.
De acuerdo a esta nueva sensibilidad, vamos tratando de construir relaciones y coordinaciones completamente horizontales, que sospechan y reniegan de toda estructuración humana vertical.
Tan fuerte es este cambio y tanta la aceleración con que se nos presenta, que sentimos la fuerza de la inercia de lo anterior como si de la resistencia del aire se tratara cuando vamos descubiertos sobre un vehículo rápido.
En este choque de fuerzas, que se está operando en cada individuo, se observa el siguiente problema en lo colectivo también:
De los líderes se suponía que tenían carisma y sabían organizar.
De los expertos y licenciados se suponía que acumulaban tal conocimiento sobre sus materias, que merecían nuestra atención para que nos orientáramos.
Y de las “personalidades”, bueno, digamos que cumplían con cierta función mítica representando a menudo algunas de nuestras aspiraciones...
En la medida que nos vamos relacionando de igual a igual, las carencias de auto-crítica que pudiéramos padecer deslizan algo que no corresponde en absoluto, y que actúa como fuerte resistencia a la inteligencia adaptativa que necesitamos.
Dejando de lado los carismas y los mitos, y tomando muy en cuenta la cuestión de las acumulaciones del buen conocimiento, cabe preguntarnos:
¿cómo hacemos ahora, con el rechazo a los “expertos” y a las titulaciones que creíamos un aval, para aportarnos a consideración y a estudio nuestros mejores conocimientos?
La inercia y la desestructuración misma nos arrastran a un nuevo ninguneo, en el que, sin darnos cuenta, cada cual se pone como patrón y medida de la máxima evolución de la Humanidad...
Es tan tragicómico que podríamos tener sentado al lado en una asamblea al mismísimo Albert Einstein, y en cuanto usara un conocimiento sobre física para ilustrar alguna exposición suya, rápidamente le saltarían cuatro personas para contarle cómo funciona realmente eso de la física...
¿Cómo hacemos para tomar en cuenta una propuesta de estudio que, como importante a su juicio, nos destaque una compañera o compañero?
Parece que ahora todo el mundo queremos transformaciones prácticas ya.
No parece que esté aún bien visto gastar tiempo en cualificarnos y seguir avanzando en los buenos conocimientos...
Y esto es mortal de necesidad. Así no llegamos ni a la esquina...
Si consideramos las tres funciones del ser vivo, locomoción, reproducción y metabolismo, la primera nos lleva a la acción, la segunda puede convertir a esta en transformadora y crecer, pero la tercera implica digerir y proyectar la experiencia.
Existe otro “comer” que no es el del estómago, sino propio de nuestras capacidades algo más elevadas.
¿Necesitamos aún “aval” para escucharnos y considerarnos?
¿Qué parámetros uso para intuir que lo que me destacan podría resultar de gran valor?
¿Soy capaz de contemplar la posibilidad de que, a pesar de que todo se cae, necesito del buen conocimiento acumulado y por desarrollar, que evidentemente no poseo en todos sus campos?
Los mejores y más inspirados momentos de los pueblos, son aquellos en los cuales estos han reconocido su ignorancia y su avidez por el buen conocimiento, viendo en ello una de las claves para su propia dinámica liberadora.
__________________________________________________________________________
Extraído de: http://www.humanista-catala.blogspot.com.ar/2011/10/reflexion-sobre-el-buen-conocimiento.html
__________________________________________________________________________
Con ello, caen también las referencias de los liderazgos, los expertos y las supuestas “personalidades importantes”, dando paso a una nueva sensibilidad en el trato, en las relaciones y en el modelo social al que aspiramos, donde comenzamos a vernos como iguales entre todos los seres humanos.
De acuerdo a esta nueva sensibilidad, vamos tratando de construir relaciones y coordinaciones completamente horizontales, que sospechan y reniegan de toda estructuración humana vertical.
Tan fuerte es este cambio y tanta la aceleración con que se nos presenta, que sentimos la fuerza de la inercia de lo anterior como si de la resistencia del aire se tratara cuando vamos descubiertos sobre un vehículo rápido.
En este choque de fuerzas, que se está operando en cada individuo, se observa el siguiente problema en lo colectivo también:
De los líderes se suponía que tenían carisma y sabían organizar.
De los expertos y licenciados se suponía que acumulaban tal conocimiento sobre sus materias, que merecían nuestra atención para que nos orientáramos.
Y de las “personalidades”, bueno, digamos que cumplían con cierta función mítica representando a menudo algunas de nuestras aspiraciones...
En la medida que nos vamos relacionando de igual a igual, las carencias de auto-crítica que pudiéramos padecer deslizan algo que no corresponde en absoluto, y que actúa como fuerte resistencia a la inteligencia adaptativa que necesitamos.
Dejando de lado los carismas y los mitos, y tomando muy en cuenta la cuestión de las acumulaciones del buen conocimiento, cabe preguntarnos:
¿cómo hacemos ahora, con el rechazo a los “expertos” y a las titulaciones que creíamos un aval, para aportarnos a consideración y a estudio nuestros mejores conocimientos?
La inercia y la desestructuración misma nos arrastran a un nuevo ninguneo, en el que, sin darnos cuenta, cada cual se pone como patrón y medida de la máxima evolución de la Humanidad...
Es tan tragicómico que podríamos tener sentado al lado en una asamblea al mismísimo Albert Einstein, y en cuanto usara un conocimiento sobre física para ilustrar alguna exposición suya, rápidamente le saltarían cuatro personas para contarle cómo funciona realmente eso de la física...
¿Cómo hacemos para tomar en cuenta una propuesta de estudio que, como importante a su juicio, nos destaque una compañera o compañero?
Parece que ahora todo el mundo queremos transformaciones prácticas ya.
No parece que esté aún bien visto gastar tiempo en cualificarnos y seguir avanzando en los buenos conocimientos...
Y esto es mortal de necesidad. Así no llegamos ni a la esquina...
Si consideramos las tres funciones del ser vivo, locomoción, reproducción y metabolismo, la primera nos lleva a la acción, la segunda puede convertir a esta en transformadora y crecer, pero la tercera implica digerir y proyectar la experiencia.
Existe otro “comer” que no es el del estómago, sino propio de nuestras capacidades algo más elevadas.
¿Necesitamos aún “aval” para escucharnos y considerarnos?
¿Qué parámetros uso para intuir que lo que me destacan podría resultar de gran valor?
¿Soy capaz de contemplar la posibilidad de que, a pesar de que todo se cae, necesito del buen conocimiento acumulado y por desarrollar, que evidentemente no poseo en todos sus campos?
Los mejores y más inspirados momentos de los pueblos, son aquellos en los cuales estos han reconocido su ignorancia y su avidez por el buen conocimiento, viendo en ello una de las claves para su propia dinámica liberadora.
Xavier Batllés – Barcelona, 23-09-11
__________________________________________________________________________
Extraído de: http://www.humanista-catala.blogspot.com.ar/2011/10/reflexion-sobre-el-buen-conocimiento.html
__________________________________________________________________________
.