"... Hipatia. O Hypatia. “La más grande”.
Si hablamos
sólamente de lo que ocurrió en la realidad, o de lo que ocurrió en una
realidad de hace muchísimos años, de la que es muy difícil saber toda la
verdad, hablamos de una filósofa neoplatónica, matemática, astrónoma y
profesora, cuyas ganas de aprender, sabiduría y estudios estaban fuera
de lugar en una época de fervor religioso,
y cuya muerte marcó uno de
los pasos que nos conducirían del esplendor de la Antigüedad
a la oscura
Edad Media, dominada por el miedo y el cristianismo.
Hipatia nació en el año… bueno, aquí empiezan las confusiones con
las fechas, las diferentes fuentes, etc, etc, etc, que conlleva el
escribir sobre una persona que nació cuando todavía no existían los
censos de población, que no tenía su página web ni su blog. Total, que
algunos dicen que nació en el año 355 d. C., otros que en el 370… Pero
todos coinciden en que lo hizo en Alejandría, Egipto.
El Faro de Alejandría, en dos monedas acuñadas en la época de Antonio Pío y Cómodo.
Alejandría, famosa por su faro (una de las 7 maravillas) y su
biblioteca, era por aquel entonces una provincia romana (lo fue hasta la
llegada de los árabes en el siglo VII).
El emperador Constantino se
había convertido al cristianismo en el 312, y al año siguiente esta
religión se convierte en la religión oficial del imperio. Así, los
cristianos que tanto habían sido perseguidos, se encuentran en una
situación de superioridad. Esto se decreta con el Edicto de Milán, que
también estableció la paz religiosa y la libertad de cultos.
En el 330,
Constantino translada la capital a Bizancio, que posteriormente pasará a
llamarse Constantinopla, y en los últimos años del siglo el Imperio se
va fragmentando en el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de
Oriente. Alejandría queda incluida en el Imperio de Oriente.
A Egipto
llega también el cristianismo, y en sus calles tienen lugar violentos
enfrentamientos entre las distintos grupos cristianos. Es importante la
rivalidad entre Alejandría y la capital del Imperio, que influyó
enormemente en el resto de las Iglesias de la Cristiandad.
Hipatia nació pues en un momento en el que el ascenso de una nueva
comunidad eclesiástica eclipsaba casi por completo el interés por la
ciencia y el conocimiento y el saber a veces incluso era perseguido por
religiosos como el obispo Teófilo o el obispo Cirilo.
Su padre era el
famoso astrónomo y matemático Teón de Alejandría, que daba clases en la
Biblioteca del Sarapeum, sucesora de la conocida Biblioteca de
Alejandría, que se incendió en el año 48 a. C.
Pero en vez de guardarse
lo que sabía para sí y sus discípulos, lo compartió con su hija en un
gesto bastante admirable para la época en la que vivía.
Hipatia, a su
vez, era una mujer de mente abierta que absorbía todo aquello que las
clases de su padre y el ambiente culto y académico en el que se educaba
podían aportarle.
En algunos sitios se puede leer que llegó incluso a
superar a su padre, ampliando sus estudios a otras materias como la
oratoria, la historia de las religiones que se peleaban a su alrededor,
el pensamiento de los filósofos y los principios de la enseñanza.
Todo esto hizo de ella una mujer extraordinariamente brillante,
tolerante, que buscaba siempre la verdad y no permitía que entre sus
alumnos hubiera disputas por sus creencias, evitando que la violencia
que reinaba fuera entrara en su aula.
Un aula en la que entraron y salieron personas que tuvieron gran
importancia en Alejandría, y que mantuvieron, por lo menos algunas, su
relación con Hipatia, a la que pedían consejos.
De ahí surge, en parte,
la influencia de Hipatia en el gobierno de la ciudad, que desencadenó su
muerte. Pero no adelantemos los acontecimientos.
La Escuela de Atenas, de Rafael Sanzio. Hipatia, en la parte izquierda, vestida de blanco.
Tres de sus alumnos más conocidos fueron Sinesio de Cirene, Hesiquio
el Hebreo y Orestes. Las numerosas cartas que el primero escribió a su
antigua maestra son uno de los pocos documentos escritos que nos aportan
información sobre la vida de Hipatia.
Sinesio, que fue obispo de
Ptolemaida, en Fenicia, la describe como “la auténtica maestra en los
misterios de la filosofía”.
Cuando viajó a Atenas quedó decepcionado
cuando esperando encontrarse con el famoso pensamiento ateniense,
descubrió que en esa ciudad no quedaba filosofía, sólo los grandes
edificios que la albergaron. En sus propias palabras, en “Egipto es el
que ha acogido y hace germinar la sabiduría de Hipatia”.
Es cierto que la escuela de Atenas había derivado en asuntos de magia
y adivinación, mientras que la de Alejandría se mantenía neutral
respecto a la religión. Como ya he escrito antes, alrededor de Hipatia
convivían cristianos (como el propio Sinesio) y no cristianos.
Sinesio aceptó el cargo de obispocon dos condiciones: no separarse de
su familia (el celibato no se hizo obligatorio hasta más tarde) y no
tener que abandonar la filosofía, que en su opinión era perfectamente
compatible con la religión. Siguió una solución salomónica, dedicándose
en público a la religión y en privado a la filosofía.
De su otro alumno Hesiquio el Hebreo tambié conservamos documentos
sobre Hipatia, descripciones de sus actividades en algunos de sus
libros, en los que asegura que magistrados acudían a consultarle asuntos
de administración. También nos cuenta que era influyente en el ámbito
de la política y que se interesaba por la mecánica y la tecnología. Se
sabe que inventó un aparato para destilar el agua, un hidrómetro
graduado para medir la densidad de los líquidos y un artefacto para
medir el nivel del agua.
Una posible representación de Hipatia de Alejandría
En cuanto a su vida privada, se dice que se mantuvo casta y virgen,
entregada al estudio a pesar de su gran belleza. Naturalmente, no
podemos saberlo a ciencia cierta, pero ha quedado testimonio de una
anécdota que os contaré en el próximo post, en la que Hipatia rechaza
con elegancia a un pretendiente.
Pero lamentablemente, Hipatia vivía en un mundo peligroso. Los
cristianos, perseguidos convertidos en perseguidores, prohibieron en
Alejandría los cultos paganos, destruyeron la Biblioteca del Sarapeum,
que era a la vez un lugar de culto a los dioses, y echaron también a los
judíos.
Hipatia se negó a convertirse al cristianismo pese a la
insistencia y los consejos del prefecto de la ciudad, su antiguo alumno y
amigo Orestes. Entre su “impiedad”, sus conocimientos (brujerías para
los cristianos) y su influencia en la ciudad, se convirtió pronto en un
estorbo.
Cirilo de Alejandría
En el año 412, el obispo Cirilo fue nombrado patriarca para sustituir
a su tío Teófilo. El patriarca era un cargo eclesiástico que se usaba
en Alejandría, Jerusalén y Constantinopla, y que equivalía prácticamente
al del papa de Roma. Cirilo era especialmente severo con la herejía y
el paganismo y defendió toda su vida la ortodoxia de la Iglesia.
No hay
documentos directos que acrediten que este hombre (posteriormente
elevado a los altares de la Iglesia) fuera el culpable de la muerte de
Hipatia, pero muchos historiadores lo creen así.
No podía aprobar ni
permitir que una mujer se dedicase a la ciencia, ni que tuviera tanto
poder.
Creó un clima de odio y rechazo hacia ella entre los cristianos,
fáciles de manejar, que finalmente dio sus frutos. En marzo del año 415,
ella rondaba por entonces los 45 o 50 años,
Hipatia fue torturada y
asesinada por un grupo de fanáticos seguidores de Cirilo de Jerusalén.
Los hechos están recogidos por varios autores, posiblemente contemos más
información sobre su muerte que sobre toda su vida.
Según un obispo de
Egipto del siglo VII llamado Juan de Nikio, que en sus escritos
justifica la masacre que se hizo en aquel año contra los judíos de
Alejandría y también la muerte de Hipatia, un grupo de cristianos
impetuosos y violentos fueron en su busca, la golpearon, la desnudaron y
la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar a un templo llamado
Cesareo.
Allí continuaron con la tortura cortando su piel y su cuerpo
con caracolas afiladas, hasta que murió. Después descuartizaron su
cuerpo y lo llevaron a un lugar llamado Cinaron y allí finalmente lo
quemaron.
Así protegieron al mundo de una impía y hereje tan peligrosa
como esa mujer. Una afirmación impresionante.
Fuentes:
Para escribir este post, no he utilizado sólo el blog terrae
antiquae, cuyo link encontraréis arriba, en otros materiales, sino
también un artículo en pdf que encontré navegando por la red: Hipatia, de Amelia González Suárez, publicado por primera vez en el libro La otra historia, Ed. Tertulia Feminista les Comadres, Gijón, 2003..."
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