"... Queridos lectores:
Desde muy pequeña fui educada de acuerdo a las ideas de G.I. Gurdjieff, expresadas en el libro Fragmentos de una Enseñanza Desconocida de P.D. Ouspensky.
Esta enseñanza despertó en mí un profundo interés por buscar una forma de educar que ayudara al niño a despertar su conciencia y a desarrollar su sentimiento...".
Esta es la Introducción de su libro:
"... En este momento de la humanidad todos podemos ver la actitud del joven ante el mundo que él siente y percibe: una actitud de negación, de rechazo. No quiere recibir nada de él.
Una actitud que es angustiosa para todos. ¿Qué va a ser de estos jóvenes el día de mañana? No están acostumbrados a ser responsables ni a poner sobre sus hombros el peso de una dificultad.
Esta situación trae como resultado el intento de evasión, recrudecimiento en el uso de las drogas, dejadez y abandono.
Por su parte, los adultos se sienten desconcertados, no saben cómo enfrentar esta circunstancia, a la vez que se opera en ellos un frenesí de vivir sus propias vidas, con su correspondiente transferencia de valores.
Los intercambios de parejas, la consecución de dinero como meta primordial, la búsqueda de poder sin asumir la responsabilidad que ello conlleva y la permisividad sin límites que hace del mundo un lugar donde nada es malo, todo es válido.
Desgraciadamente esta situación y su trayectoria apuntan hacia un mañana peor que hoy.
Es por lo tanto imperiosa y necesaria una educación dirigida a despertar la conciencia, a infundir en los niños la confianza en sí mismos para enfrentar la vida, responsabilizarse, y utilizar su inteligencia conjuntamente con sus sentimientos.
Después de haber visto y leído sobre tantas maneras de educar, que no dan resultados suficientemente satisfactorios, debemos decir, afirmar, que los padres y maestros a quienes nos dirigimos a todo lo largo de este libro, tienen que ser como los educadores antiguos:
seres absolutamente dedicados a su profesión, con un profundo interés en lo que están haciendo e incondicionalmente decididos a aprender tanto como a enseñar, afín de ser más y por consiguiente, poder dar más.
Deben ser maestros con una apertura especial hacia los niños, un afecto, un amor.
Ayudar a un ser humano a transformarse, a convertirse de niño en hombre verdadero, es la mayor ayuda que se puede dar a la humanidad y al mismo tiempo, da a la persona cuya vocación es educar, la felicidad más profunda que existe en la vida.
Esto que proponemos viene a ser, en esencia, un verdadero sacerdocio.
Educar de esta manera, de una manera realmente integral, en la cual educar y aprender no es tan sólo una parte de la vida sino la vida en sí, impone ciertas condiciones y por lo tanto, son quizás pocas las personas a quienes podemos interesar en trabajar de esta forma.
Hacemos un llamado a unirse a nosotros a todos aquellos seres, maestros o no, que leyendo este libro se interesen en ampliar su inteligencia y su posibilidad de amar, y que tengan algo positivo para dar a los niños.
Otra de nuestras dificultades proviene de que consideramos indispensable dar a los niños una atención más personalizada.
Esto quiere decir tener pocos niños por aula, lo que a su vez representa doble cantidad de maestros y de salarios.
Los niños necesitan que se les propongan muchas cosas diferentes (carpintería, mecánica, judo, artesanías...) para ampliar su mundo de experiencias y facilitar que sepan en el futuro escoger realmente lo que quieren y se encuentren mejor preparados para enfrentar la vida.
Todas estas actividades cuestan. La educación así, no da dinero.
Con ella no se gana dinero, no es negocio, y no debe serlo.
Esta clase de educación tiene una dimensión e importancia innegables, pero es muy costosa.
Por otra parte, la idea dé la educación gratuita recae sobre el Estado, que al no poder hacerle frente a la enorme carga económica, la convierte en una educación masiva y niveladora.
Estudiando la humanidad desde el comienzo de su historia, se notará que cada vez que surge una propuesta, inmediatamente ocurre una reacción contraria y en ambos casos hay exageraciones.
La última tendencia generalizada en la educación occidental, en la segunda mitad del siglo XIX, fue la del mundo Victoriano.
Exagerada en cuanto a prohibiciones de toda clase, creando inhibiciones en los seres y provocando, tal como son las cosas, la reacción contraria actual: todo está permitido.
Ni los principios en que se fundamentó la reina Victoria, ni aquellos en los que se basan los educadores modernos, que reaccionan contra el pasado, están en lo cierto.
No lo están porque son exagerados y lo exagerado nunca es lo justo.
La verdad está siempre en algo medido, equilibrado.
De igual modo, la educación dirigida sólo a la mente y al cuerpo, no es equilibrada porque se olvida de un factor importantísimo, la educación del sentimiento...".
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Nathalie de Salzmann de Etievan es Hija de Alexandre y Jeanne de Salzmann, de este modo desde muy temprana edad creció con la enseñanza de Georges Ivanovich Gurdjieff.
Desde 1950, se trasladó a Venezuela, donde comenzó una exitosa carrera como periodista, traductora, conductora, pintora y sobre todo donde se afirma como educadora y pedagoga.
Generó un método pedagógico, cuyas ideas, experiencias y métodos de trabajo en el campo de la educación son la base de muchos colegios y universidades para niños en varios países de América Latina, en Perú, Venezuela , Colombia y Chile, y creó la "Fundación Gurdjieff" en Venezuela.
Nathalie de Salzmann de Etievan Nació en Tbilisi el 29 de enero de 1917 y murió en Caracas el 11 de junio de 2007.
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Extraído de Enea Cuarto Camino en Facebook
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