viernes, 31 de enero de 2014

Mawlânâ Rûmî y la Futuwwah de 'Alî


Caballería Espiritual Sufí (Futuwwah)

De cómo un enemigo escupió en la cara del príncipe de los creyentes, 'Alî ibn Abî Tâlib, que Al·lâh honre su persona, y de cómo 'Alî dejó caer la espada de su mano.

"Aprende de 'Alî a actuar sinceramente:

sabe que el León de Al·lâh [Haydar] estaba limpio de todo engaño.

Cuando luchaba contra los infieles, venció a cierto caballero, alzó la espada y se apresuró (a matarle).

Éste escupió en la cara de 'Alî, orgullo de todos los profetas y santos;

escupió en un rostro ante el que se inclina la faz de la luna.

De inmediato, 'Alî tiró la espada y dejó de luchar con él.

El caballero se quedó atónito por este acto y porque le perdonaba y se mostraba misericordioso sin causa.

Dijo: "Has levantado la espada contra mí, ¿por qué la alejas y me perdonas la vida?

¿Qué has visto que fuera mejor que combatirme, de forma que has cesado en tu lucha? (...)

¡Oh 'Alî, tú que eres todo mente y ojo, relata algo de lo que has visto!

La espada de tu dominio de ti mismo ha partido mi alma,

el agua de tu conocimiento ha purificado mi tierra. ¡Cuéntalo! (...)

Dado que tú eres la puerta de la ciudad del conocimiento, los rayos del Sol de clemencia, ábrete, oh puerta, para quien te busca, de forma que puedan así las cáscaras llegar a la nuez.

Ábrete eternamente, oh puerta de misericordia, oh entrada a "Nadie es como Él" [Corán 112, 4] (...)

¿Por qué esta misericordia en lugar de la venganza? ¿Quién le da la mano a un dragón?".

 

De cómo el príncipe de los creyentes explicó cuál fue el motivo de que soltara la espada en esa ocasión.

Dijo 'Alî:

Empuño la espada por amor de Al·lâh, soy Su siervo, no estoy bajo el mando del cuerpo.

Soy el León de Al·lâh, no el león de la pasión:

mis actos dan fe de mi religión.

En la guerra soy "No tirabas tú cuando tiraste" [Corán 8, 17].

Yo soy como la espada y es el Sol quien la empuña.

Me he deshecho del equipaje del yo, considero todo lo que no es Al·lâh como no-existencia (...)

No soy una brizna de paja, soy una montaña de autodominio, paciencia y justicia:

cómo va el fiero viento a llevarse a la montaña? (...).

La cólera reina sobre los reyes, pero es mi esclava:

hasta a la ira le he puesto riendas.

La espada de mi autodominio ha golpeado el cuello de mi furia; 

la cólera de Al·lâh me sobreviene como una misericordia.

Estoy sumido en la luz, aunque mi techo está roto;

me he convertido en un jardín, aunque me llamen Abû Turâb, el padre del polvo.

Puesto que ha intervenido un pensamiento de algo que no era Dios,

debo envainar la espada, para que mi nombre sea "ama por causa de Al·lâh"

y para que mi deseo pueda ser "odia por causa de Al·lâh",

para que mi generosidad sea "da por causa de Al·lâh"

y mi ser sea "retiene por causa de Al·lâh" (...)

Pertenezco enteramente a Al·lâh, no pertenezco a nadie más".

[Mawlânâ Rûmî, Masnaví I, 3721 y ss.].
 
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