sábado, 15 de febrero de 2014

Reflexiones de un loco: Reinventándonos-Inventándonos - Uno de estos días: La vida, la humanidad - Carlos Manuel Cadenas Mendoza


Reinventándonos-Inventándonos

Hay que hacer posible la humanidad, esto es un imperativo que no puede tener duda, 

también es un imperativo que no admite otra cosa que no sea un compromiso activo y profundo con esa justa causa, 

el problema es que estamos separados por artificios y barrotes mentales, 

no terminamos de comprender que no está en juego la posición política ni la doctrina ideológica, 

está en juego la sobrevivencia de todo lo vivo, entre ellos la nuestra. 

La doctrina que nos salvará de la extinción no existe, 

es una creatura increada que espera porque nos pongamos de acuerdo los respirantes y reinventemos la existencia humana pero desde la humanidad. 

 
No creo que los credos existentes tengan la gran respuesta a nuestro drama de sobrevivencia, 

no creo que las teorías políticas puedan responder al agujero en el que nos han metido gracias a su soberbia y apetencias de poder, 

no creo en salvadores sectarios ni en iluminados totalitarios, 

creo en la humanidad y sus formas de existencia conscientes y respetuosas de la vida y la alegría que esta depara. 

 
Vamos hermanos de locura, veamos juntos la convulsión del mundo, 

veámonos como los hacedores de anchuras libertarias y construcciones revolucionarias.


Uno de estos días: La vida, la humanidad

A la violencia siempre le faltan razones pero le sobran explicaciones, carece de lógica, 

sin embargo, la violencia se las ingenia para poner sobre los hombros de las víctimas lo que la "justifica", 

tratando siempre de minimizar sus efectos exagerando sus "causas", 

con ellos busca ser vista como algo "natural" y hasta hay quien la piense, como una forma más de la relaciones humanas y su complejidad bio-psíquica.
 

Sabemos que la violencia no es un engendro natural, es decir, los humanos no somos violentos desde el vientre, nos hacemos violentos en los diseños sociales que buscan supremacía y dominio, bien sea colectivo o individual. 

Aprendemos violencia generalmente sin darnos cuenta, nos inyectan violencia, 

de las formas menos explícitas hasta el morbo de la violencia como forma de ser y estar en el mundo, muchas veces, 

simplemente nos conducen a ciegas como un ejército de autómatas que se agreden y se odian sin otra razón que la sinrazón.
 

Pensemos por un momento ¿qué razones tienen los ejércitos de los poderosos para masacrar pueblos enteros? 

Es duro pero el soldado que mata en nombre de la libertad, de la defensa, es el simple ejecutor de un plan que ni comprende, ni cuestiona, sólo acciona, 

sólo ejercita su rol de poderoso mientras pisa “al enemigo”, ese sujeto que no conoce, que le es ajeno, 

pero que debe dominar por encargo de otros sujetos a los que tampoco conoce, desde luego, 

antes ha sido entrenado en el odio, programado para que frente a él no vea humanos, sino simples objetivos a los cuales debe eliminar.

 
La violencia de la fuerza no está solamente circunscrita a lo físico, 

necesita de otros aperos, del discurso por ejemplo, 

necesita entonces hacerse cultura de dominio, explicitarse como paradigma único, tomar el deseo y la voluntad de las víctimas, 

aniquilarlos como sujetos sociales y entregarles una nueva naturaleza, la naturaleza conquistadora, 

es decir, el espíritu gris del conquistado.

 
La naturaleza del conquistador necesita de elementos simples: 

dogmatismos, desunión, sectarismos, miedos, ignorancia, egoísmo, apetito de poder, supremacía, 

pero sobre todo, necesita parecer como una demanda de los dominados, un clamor de los conquistados, 

un favor que el dueño de la violencia hace a los esclavos de los tiempos.
 

El humano del reino animal no alcanza todavía la consciencia de hacer de su entorno espacio de vida, 

procura dominar todo, copar todos los espacios, poseer todas las llaves y las puertas, 

sin importarle que en su descenso alcance la extinción.
 

No hay teoría política ni doctrina de fe que pueda justificar con decencia la violencia, 

ahí reside la oportunidad de nuestra especie, en buscar en nuestro interior, 

en nuestras proximidades, el antídoto: la paz. 

La paz digna que se hace con igualdad social, amplitud, 

reconocimiento al otro como parte de mí, también el verme y asumirme como parte de todos, 

reconocernos como diversos pero complementarios, 

creaturas siempre dispuestas a preservar la humanidad como un bien terrenal, 

como una herencia a rescatar de la memoria precaria de los mundos ocurridos y por ocurrir.

No pidamos a nuestros hermanos de locura que seamos idénticos,

 pidámosle que sigamos siendo diversos, hermosamente únicos, 

eso sí, dispuestos a desafiar a los conquistadores con el ser libertario, 

ese que a la acción violenta responde con actos de paz y humanidad.
 
Nos hace falta que comprendiéndonos nos hagamos de una revolución 

sin más doctrinas que la vida digna de los humanos.


Himno del LBBH - Liceo Bolivariano Batalla de los Horcones, Barquisimeto, Venezuela
Letra de Carlos Manuel Cadenas Mendoza

Somos luz que riega los caminos
somos manos que hacen con tesón
somos dueños de nuestro destino
de alegría somos batallón

Como libres marchamos al viento
como libres volamos al sol
como libres abrimos las puertas
sembrando en el tiempo
semillas de luz, un mundo mejor

En la casa en cada vereda
en el barrio en cada ilusión
somos pueblo que va cosechando
frutos nuestros de paz solidaria
frutos nuestros de paz con amor

Con trabajo nos vamos forjando
los humanos de este batallón
con ideas vamos construyendo
patría libre tierra soberana
rostro propio nuestra propia voz

En mis pasos tus pasos avanzan
como un puño como un corazón
que la historia escribe en presente
que al presente labra con honor
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Extraído del muro de  Carlos Manuel Cadenas Mendoza en Facebook
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