Reinventándonos-Inventándonos
Hay
que hacer posible la humanidad, esto es un imperativo que no puede tener
duda,
también es un imperativo que no admite otra cosa que no sea un
compromiso activo y profundo con esa justa causa,
el problema es que
estamos separados por artificios y barrotes mentales,
no terminamos de
comprender que no está en juego la posición política ni la doctrina
ideológica,
está en juego la sobrevivencia de todo lo vivo, entre ellos
la nuestra.
La doctrina que nos salvará de la extinción no existe,
es
una creatura increada que espera porque nos pongamos de acuerdo los
respirantes y reinventemos la existencia humana pero desde la humanidad.
No creo que los credos existentes tengan la gran respuesta a
nuestro drama de sobrevivencia,
no creo que las teorías políticas puedan
responder al agujero en el que nos han metido gracias a su soberbia y
apetencias de poder,
no creo en salvadores sectarios ni en iluminados
totalitarios,
creo en la humanidad y sus formas de existencia
conscientes y respetuosas de la vida y la alegría que esta depara.
Vamos hermanos de locura, veamos juntos la convulsión del mundo,
veámonos como los hacedores de anchuras libertarias y construcciones
revolucionarias.
Uno de estos días: La vida, la humanidad
A la violencia siempre le faltan razones pero le sobran explicaciones, carece de lógica,
sin embargo, la violencia se las ingenia para poner
sobre los hombros de las víctimas lo que la "justifica",
tratando
siempre de minimizar sus efectos exagerando sus "causas",
con ellos
busca ser vista como algo "natural" y hasta hay quien la piense, como una forma más de la relaciones humanas y su complejidad bio-psíquica.
Sabemos que la violencia no es un engendro natural, es decir, los
humanos no somos violentos desde el vientre, nos hacemos violentos en
los diseños sociales que buscan supremacía y dominio, bien sea colectivo
o individual.
Aprendemos violencia generalmente sin darnos cuenta, nos
inyectan violencia,
de las formas menos explícitas hasta el morbo de la
violencia como forma de ser y estar en el mundo, muchas veces,
simplemente nos conducen a ciegas como un ejército de autómatas que se
agreden y se odian sin otra razón que la sinrazón.
Pensemos por un
momento ¿qué razones tienen los ejércitos de los poderosos para masacrar
pueblos enteros?
Es duro pero el soldado que mata en nombre de la
libertad, de la defensa, es el simple ejecutor de un plan que ni
comprende, ni cuestiona, sólo acciona,
sólo ejercita su rol de poderoso
mientras pisa “al enemigo”, ese sujeto que no conoce, que le es ajeno,
pero que debe dominar por encargo de otros sujetos a los que tampoco
conoce, desde luego,
antes ha sido entrenado en el odio, programado para
que frente a él no vea humanos, sino simples objetivos a los cuales
debe eliminar.
La violencia de la fuerza no está solamente
circunscrita a lo físico,
necesita de otros aperos, del discurso por
ejemplo,
necesita entonces hacerse cultura de dominio, explicitarse como
paradigma único, tomar el deseo y la voluntad de las víctimas,
aniquilarlos como sujetos sociales y entregarles una nueva naturaleza,
la naturaleza conquistadora,
es decir, el espíritu gris del conquistado.
La naturaleza del conquistador necesita de elementos simples:
dogmatismos, desunión, sectarismos, miedos, ignorancia, egoísmo, apetito
de poder, supremacía,
pero sobre todo, necesita parecer como una
demanda de los dominados, un clamor de los conquistados,
un favor que el
dueño de la violencia hace a los esclavos de los tiempos.
El humano
del reino animal no alcanza todavía la consciencia de hacer de su
entorno espacio de vida,
procura dominar todo, copar todos los espacios, poseer todas las llaves y las puertas,
sin importarle que en su
descenso alcance la extinción.
No hay teoría política ni doctrina de
fe que pueda justificar con decencia la violencia,
ahí reside la
oportunidad de nuestra especie, en buscar en nuestro interior,
en
nuestras proximidades, el antídoto: la paz.
La paz digna que se hace con igualdad social, amplitud,
reconocimiento al otro como parte de
mí, también el verme y asumirme como parte de todos,
reconocernos como
diversos pero complementarios,
creaturas siempre dispuestas a preservar
la humanidad como un bien terrenal,
como una herencia a rescatar de la
memoria precaria de los mundos ocurridos y por ocurrir.
No pidamos a nuestros hermanos de locura que seamos idénticos,
pidámosle que sigamos
siendo diversos, hermosamente únicos,
eso sí, dispuestos a desafiar a
los conquistadores con el ser libertario,
ese que a la acción violenta
responde con actos de paz y humanidad.
Nos hace falta que comprendiéndonos nos hagamos de una revolución
sin más doctrinas que la vida digna de los humanos.
Himno del LBBH - Liceo Bolivariano Batalla de los Horcones, Barquisimeto, Venezuela
Letra de Carlos Manuel Cadenas Mendoza
Letra de Carlos Manuel Cadenas Mendoza
Somos luz que riega los caminos
somos manos que hacen con tesón
somos dueños de nuestro destino
de alegría somos batallón
Como libres marchamos al viento
como libres volamos al sol
como libres abrimos las puertas
sembrando en el tiempo
semillas de luz, un mundo mejor
En la casa en cada vereda
en el barrio en cada ilusión
somos pueblo que va cosechando
frutos nuestros de paz solidaria
frutos nuestros de paz con amor
Con trabajo nos vamos forjando
los humanos de este batallón
con ideas vamos construyendo
patría libre tierra soberana
rostro propio nuestra propia voz
En mis pasos tus pasos avanzan
como un puño como un corazón
que la historia escribe en presente
que al presente labra con honor
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Extraído del muro de Carlos Manuel Cadenas Mendoza en Facebook
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