sábado, 19 de octubre de 2013

El respirar consciente, o el estado vivir en inspiración para percibir la belleza de la cotidianidad - OFT


Hablar de la importancia de tomar conciencia del respirar es tan absurdo y necesario como nacer y tomar conciencia de estar vivos. 
Y tan trascendente como tomar conciencia de que quizás todavía  no hemos nacido a la vida real y que, con la respiración consciente, 
podemos acompañarnos de forma amable a vivir la vida con más sensibilidad y plenitud.

Si fuéramos conscientes de que la vida es el instante de nuestra respiración, que recibimos y emanamos continuamente oxígeno y que de esa buena oxigenación depende en buena parte el estado de nuestra mente, es decir, nuestro estado de ánimo, nuestra salud física, psicológica y psíquica así como la gestión de nuestras emociones y reacciones; nos descubriríamos grandes en nuestra pequeñez. Por otro lado, regular la respiración también es una forma de regular nuestras necesidades y nuestro apetito, sea del tipo que sea.


A veces abordamos estos temas con una complejidad de lenguaje que nos alejan de su esencia, cierto es que lo importante debe ser abordado con respeto, más la profundidad no necesariamente va ligada a la complejidad del lenguaje, sino a la cualidad de la transparencia.


Así que, hablar de atención en la respiración pasa necesariamente por recordar algo tan obvio como que ya respiramos en todo momento, no se trata de hacer nada que no sepamos hacer. Ya sabemos respirar y ya lo hacemos. Se trata en todo caso de darse cuenta de aquello que ya hacemos para ponerlo a nuestro servicio, si así lo deseamos, y evitar que sea un automatismo más que nos lleva a una vida automatizada.


Poner atención en el respirar se puede hacer en todo momento y en toda circunstancia. Sentados en una silla, andando tranquilamente, sentados en posición meditativa, acostados … También se puede hacer en todo lugar, en casa, en la cola del supermercado, en el parque, en el trayecto del metro…

La propuesta que se plantea es tomarlo como un ejercicio hasta desarrollar un hábito, de todos modos, se irá extendiendo al resto de nuestra vida cotidiana, simplemente ocurre y poco a poco iremos poniendo un poquito más de atención en cada acto y cada paso.

Como hábito quizás encontramos una hora del día y un espacio que sentimos que nos resulta más propicio.

A medida que vayamos aprendiendo a centrar y redirigir la atención en la respiración podremos ir “jugando” con ella.

El primer paso es observarla sin intervenir ¿cómo respiro? ¿por la nariz, por la boca? ¿siento que me ahogo? ¿siento que me falta aire? ¿respiro a medio pulmón? ¿hasta dónde siento que me llega el oxígeno? …

Más tarde podemos probar distintos ritmos y distintas intensidades; hacer inhalaciones más profundas, más cortas, más largas, más amplias y observar cómo nos sentimos. Sostener el oxígeno más tiempo dentro, expulsarlo lentamente o en una exhalación fuerte. Podemos alternar el inspirar y el expirar por la boca y por la nariz. Tampoco se trata de probarlo todo a la vez, pero sí de ver qué es lo que nos sienta mejor en cada momento. En líneas generales, si no hay una incapacidad física que lo impida, se recomienda inspirar por la nariz y que la lengua toque el paladar sin presionar. Se trata de ir probando y sintiendo. Y sostener cada opción al menos tres minutos y luego ir regulando y escogiendo. Tenemos un maestro dentro que nos irá diciendo “esto me va bien”, “esto no me va bien”, “así me siento mejor”, “así me mareo”, “ahora me va mejor así”, “ahora me va mejor de otra forma” … escuchémonos, porque en realidad el gran objetivo de la atención es llegar a escucharnos y darse cuenta de todos esos detalles ya es mucho.

A menudo respiramos sin llegar al bajo vientre, ahí donde el cuerpo suele estar ceñido por la ropa, va bien observar y sentir que el bajo vientre también participa del movimiento de la respiración, es en ese punto donde la respiración conecta con la energía vital y nos ayuda a ganar equilibrio también en el andar para recuperar la posición erguida.

Esa sensación de erguir y alinear el cuerpo con la respiración será gradual, irá ocurriendo con el tiempo y el hábito, y debería ir acompañada en todo momento de la sensación de alivio, relajación muscular y bienestar. No se trata tanto de erguirse de forma forzada, tensionando más el cuerpo, sino que se trata más bien de sentir cómo con la respiración consciente, el cuerpo se va poniendo derecho. Un poco como si fuéramos un monigote de globo y al ir hinchándonos con la cantidad y el ritmo adecuado de oxígeno nos fuéramos habilitando y enderezando. Y con el tiempo y la práctica eso es exactamente lo que ocurre, vamos sintiendo más y más nuestro cuerpo, como si lo estuviéramos descubriendo por primera vez, desde los pies a la cabeza.

Sobretodo se trata de no forzar nada, no hay un punto de llegada, es un camino continuo dado que siempre respiramos, la propuesta es hacerlo cada vez un poco más conscientes. Es conveniente encontrar un discurso amable con nosotros mismos para acompañarnos, no es una obligación, ni una imposición, ni siquiera es una necesidad vital (ya respiramos) se trata más bien de una invitación a usar lo que ya tenemos y sabemos hacer para mejorar nuestro bienestar general, la mejora de nuestra agilidad física y mental y quizás alguna cosa más con el tiempo.

También es recomendable beber bastante agua lentamente, antes y después de los ejercicios (eso por norma general, obviamente ) pero al desbloquear tensiones estamos desbloqueando también emociones y cuadros mentales y para hacerlo armónicamente, el cuerpo y la mente nos pedirán más agua para balancear y limpiar. Si no sintiéramos que nos la pide, no está de más dársela de todos modos, parte de esa falta de atención hacia nosotros mismos se ve reflejada también en que no podemos escuchar las necesidades más básicas de nuestro cuerpo y mente.

Solamente con 10 minutos de atención plena diaria en la respiración, cuerpo y mente recuperan unos niveles de bienestar y centramiento más que importantes.

Insisto sólo 10 minutitos diarios para empezar hasta adquirir un hábito, puede parecer poco pero es mucho.

Algunos trucos prácticos que pueden ayudar al principio son:

- Poner una alarma con los diez minutos, para no estar pendientes del tiempo.

- Contar mentalmente las inhalaciones y las exhalaciones, para que la mente no se vaya a otro espacio-tiempo.

- Vestir ropa cómoda y asegurarnos que nos sentimos abrigados, arropados y acogidos.

- Poner música relajante de fondo, luz baja, incienso, plantas o cualquier otro elemento que sintamos que nos serena.

Son pequeños soportes que a veces ayudan y está bien usarlos si nos ayudan, con el tiempo se irán volviendo totalmente prescindible y se podrá entrar en esos estados en todo momento y en todo lugar.

Si se hace como ejercicio, a quien le guste escribir, está bien anotar en una libreta lo que sentimos después de la sesión de la forma más creativa que nos surja, es una manera de automotivarse viendo los cambios que se producen en nosotros. También podemos “monitorizar” los avances haciendo un dibujo después de cada ejercicio e ir guardándolos. El proceso y el progreso quedarán entonces plasmados de forma creativa y no sólo aprendemos a tomar conciencia de nuestra respiración y de nuestro cuerpo sino que tendremos un bello libro de textos y dibujos, me consta que salen álbumes de una belleza que a veces no hubiéramos ni remotamente sospechado que podíamos crear.

Más adelante podemos ampliarlo a 20 minutos, 30, 45… Pero el camino ya es individual y cada uno debe escucharse a sí mismo.

Adquirir un hábito, una regularidad es lo que acabará dando resultados a largo plazo. Quizás lo intentamos muchas veces y lo dejamos y lo volvemos a tomar y está bien, no pasa nada, en algún momento sentiremos que nos hace bien y cuerpo y mente nos lo recordarán, nos lo pedirán. Y todo ese proceso también es parte del camino a una forma de vida con la mente atenta y el corazón despierto, no es un error, va así, no tiene más misterio.

Como todo camino hacia la consciencia pasará fases y etapas; variarán los sentimientos, las emociones, las percepciones, los pensamientos… y si más nos adentramos más iremos descubriendo cambios en la manera de estar y mirar en lo cotidiano, como si fueran pequeñas transformaciones continuas, mínimas muy mínimas pero todas juntas son una gran transformación. Pero ese es el regalo de cada uno y cada una, ya es su intimidad y nadie puede hacerlo por nosotros ni nos lo puede explicar.


"Los pies pueden aprender los pasos,
pero sólo el espíritu puede bailar."

(Isadora Duncan)
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