viernes, 22 de noviembre de 2013

Atención sensible y presencia gentil - OFT


A medida que vamos descartando necesidades y de alguna manera simplificando nuestras vidas, empezamos a vivir con una cuota de actividad selectiva direccionada a lo imprescindible, descartando la multiplicidad dentro y fuera de nosotros a la vez que la abrazamos.

Es entonces cuando la función del tiempo y, por ende la lectura de la vida, toman una magnitud trascendente e inexplicable a la razón.

Al entregar toda nuestra atención sin esfuerzo a cada acto, en un tomar y dar sin distinción, la conciencia misma del tiempo como limitador de la existencia, se disuelve en cada pupila mirada por el corazón despierto.
 
Sabedores del poder de la acción cotidiana vivida con atenta y serena alegría, nos descubrimos -por extensión- constructores de nuevas realidades en cada gesto.

Y en ese espacio de flujo estático, el factor tiempo-humano se dilata hacia una dimensión totalmente nueva: más expansiva, infinita, enriquecida, respetuosa, generosa, alegre, sencilla, acogedora y sin duda,… íntima.


La mirada gentil, silenciosa y discreta revela la sacralidad de lo mirado.


.