Yo no me conozco
"... ¿Quién soy yo? Necesito saberlo. Si no lo sé, ¿qué sentido tiene mi vida? ¿Quién va a responder en mí a la vida?
Entonces, debo tratar de responder. Mi cabeza trata de responder.
Me aporta sugerencias sobre lo que soy: un ser humano que puede esto, que ha hecho eso, que posee aquello.
Ofrece posibilidades de todo lo que conoce. Pero ella no me conoce, no conoce lo que soy en este momento.
Y mi sentimiento ¿puede responder?
Entre los centros es él quien podría responder mejor, pero no está libre.
Está al servicio del que quiere ser el más fuerte, el más grande, el más poderoso y que sufre todo el tiempo por no ser el primero. Entonces no se atreve, tiene miedo, duda.¿Cómo puede saber?
Ciertamente hay una sensación, la sensación de mi cuerpo. Pero mi cuerpo ¿soy yo?
De hecho, no me conozco. No sé lo que soy. No conozco ni mis posibilidades ni mis limitaciones.
Existo y, sin embargo, no sé cómo existo.
Creo afirmar mi propia existencia y dirigirla en una dirección determinada. Pero respondo a la vida emocional o intelectual o físicamente.
Nunca soy yo quien responde. Creo que yo puedo hacer, cuando en realidad «soy accionado», movido por fuerzas de las que nada sé.
Todo pasa en mí. Todo sucede. Los hilos son halados sin que me dé cuenta.
No veo que soy como una marioneta, como una máquina puesta en movimiento por fuerzas exteriores.
Al mismo tiempo, veo que mi vida transcurre como si fuera la vida de otro.
Veo que me agito, espero, me lamento, tengo miedo, me aburro, sin que me sienta participar en ello.
La mayor parte del tiempo me doy cuenta a posteriori de que soy yo quien ha hecho esto o ha dicho aquello. Actué antes de darme cuenta de ello.
Es como si mi vida se desenvolviese sin que yo participe conscientemente de ello.
Se desenvuelve mientras yo estoy dormido.
De vez en cuando, los sobresaltos o los choques me despiertan por un instante.
En medio de una rabia, o de un dolor o de un peligro, abro los ojos:
«¡Fíjate: soy yo, aquí, en esta situación, viviendo esto!»
Pero después del choque me vuelvo a dormir y puede pasar mucho tiempo hasta que un nuevo choque me despierte..."
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Extraído del muro de Jorge Alberto Farah en Facebook
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"Ego" y "Yo"
"... Necesito reconocer en mí dos estados de ser. Necesito aprender a reconocer en mí muy realmente la diferencia entre un estado donde es mi ego el que actúa y otro estado donde es el hombre entero el que actúa, donde me siento ser un todo.
Me doy cuenta cada vez más de que lo que creo conocer viene de mi pensamiento, que no es más que una proyección de mi pensamiento, hasta mis sensaciones.
Pero empiezo a saber que otro «Yo», el principio de la conciencia, existe más allá de mi cuerpo, de los pensamientos y de las emociones.
La conciencia sería un principio separado, el pensamiento puro, que ve y observa al yo ordinario.
Si mi yo ordinario, el ego, consintiera en ser el servidor y no el amo, sería el eje de mis esfuerzos hacia la conciencia.
Pero eso es imposible, ya que mis diferentes partes actúan separada e independientemente, sin tomar en cuenta el resto de mi persona.
Entonces, en lugar de servir, de proteger, de ayudar a mi desarrollo, mi ego, mi yo, se infla y bloquea el camino.
¿Quién soy yo? Imposible responder.
No soy mi cuerpo; permito que se vuelva pasivo.
No soy mi cerebro formatorio; también permito que se vuelva pasivo.
Ante esta interrogante, no soy estas emociones egoístas hacia mí mismo, las cuales también se vuelven pasivas.
¿Quién soy yo? El soltar se hace cada vez más profundo.
No me relajo ahora para obtener algo. Me relajo por humildad, porque comienzo a ver que por mí mismo no soy nada y que, en el seno de esta humildad, aparece una confianza, una especie de fe. Estoy tranquila y estoy bien donde estoy, en paz.
En ese soltar más profundo, me abro al centro vital en el abdomen, el punto de relación con las energías que vienen de todos mis centros, que se relacionan entre sí de una cierta manera.
Ese contacto me hace sentir que la totalidad de mi ser ya no está amenazada. Todo está integrado, todo está en su lugar.
Me siento en un orden justo que me involucra todo entero. Mi cuerpo está en reposo, no se tensa en ninguna dirección.
Hay un movimiento constante de soltar hacia abajo, hacia ese centro de gravedad desde donde parto para atender la vida y donde regreso a mí mismo.
En ese movimiento de soltar profundo, tengo la impresión de una energía liberada, liberada sin ningún esfuerzo, sin que yo haya hecho nada para ello.
Llega como un resultado. No es asumida ni por mi pensamiento ni por mi emoción. Ella no me pertenece.
Es una fuerza sobrenatural que obra mientras la obedezca. Ella me transformaría si yo aceptara la experiencia, si no me le resistiera tratando de dirigirla.
Aprendo a vivirla. Le obedezco conscientemente.
Ése es el movimiento de mi ser..."
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Fragmento a través de Gurdjieff-Discípulos de C.M. en Facbook
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