miércoles, 30 de septiembre de 2015

Nagarjuna: Veinte Versos sobre el Mahayana


¡Homenaje a las Tres Joyas!

1. Me postro ante el Buda, el cual es sabio y está liberado del apego;

Cuyos poderes son inconcebibles;

Que amablemente ha enseñado la naturaleza de la verdad1,

La cual no puede expresarse con palabras.

2. En la verdad transcendental no hay originación2

Y de hecho, tampoco hay destrucción3 .

El Buda es como el cielo (ni nace, ni cesa) y los seres son como él;

Por lo tanto, todos ellos tienen su misma naturaleza4.

3. No existe el nacimiento ni en este, ni en el otro mundo.

Todo lo compuesto5 se origina de sus condiciones;

Por lo tanto, la vacuidad6 es su naturaleza.

Esta verdad es el conocimiento del Omnisciente.

4. Todos los fenómenos que aparecen han de ser vistos como espejismos.

Ellos son pura y naturalmente la quietud,

Iguales, y carentes de cualquier dualidad,

Y siempre y bajo cualquier circunstancia permanecen de la misma forma7.

5. De hecho, los seres mundanos atribuyen una esencia propia8 (atman)

A lo que no lo tiene;

Y de la misma forma imaginan lo agradable, lo desagradable, y lo indiferente;

Y también las pasiones y la liberación.

6. El nacimiento en los seis reinos de la existencia9, tales como los cielos felices, o el gran sufrimiento de los infiernos,

No están dentro de la esfera de la verdad;

Como tampoco lo están las nociones de acciones negativas que llevan a la extrema miseria, la vejez, la enfermedad, y la muerte;

Ni las buenas acciones meritorias que, con seguridad, llevan a los buenos resultados.

7. Es debido a mantener nociones falsas por lo que los seres son consumidos por el fuego de las pasiones,

Lo mismo que un bosque arde debido a una guerra en el bosque; y así se cae en los infiernos, etc.

Puesto que la ilusión prevalece, esto hace que surja la apariencia de los seres.

El mundo es ilusorio, y existe tan solo dependiendo de sus causas y condiciones.

8. Lo mismo que un pintor que se siente aterrorizado ante la figura terrible de un Yaksha

Que él mismo ha pintado;

De la misma forma, la persona necia está aterrorizada por el mundo,

Un mundo que ha sido creado por sus propias concepciones falsas.

9. Lo mismo que cuando un loco se mete por sí mismo en una ciénaga,

Y está atrapado allí;

Los seres sintientes también están atrapados en la ciénaga de las concepciones falsas,

Y son incapaces de salir de ella.

10. El sentimiento de miseria se experimenta debido al imaginar un fenómeno,

Que de hecho, carece de existencia.

Los seres son torturados por el veneno de las concepciones falsas

Con respecto al objeto, y al conocimiento de este.

11. Contemplando a estos seres

Con una mente compasiva,

Uno debe de entrenarse en las prácticas que llevan a la Suprema Iluminación

Para el beneficio de todos ellos10.

12. Habiendo adquirido los requisitos necesarios,

Y por lo tanto, habiendo alcanzado la Perfecta, Completa, e Insuperable Iluminación,

Uno se convertirá en un Buda, el Amigo del Mundo;

Estando libre de toda la maraña de las falsas concepciones.

13. Quien realiza la Verdad Última

Conociendo la generación interdependiente11

Sabe que el mundo es vacío,

Y que carece de principio, medio, o final.

14. El samsara y el Nirvana son meras apariencias;

La verdad es inmaculada,

Inmutable y quieta desde el principio,

E iluminada.

15. El objeto de conocimiento visto en un sueño, no es percibido cuando uno se despierta.

Similarmente, el mundo desaparece para quien ha despertado del sueño de la ignorancia.

La creación de una ilusión no es más que ilusión. Cuando todo es compuesto,

No hay nada que pueda ser considerado como real. Tal es la naturaleza de todas las cosas.

16. Algo que se haya originado12 , no se origina por sí mismo.

La originación es una concepción falsa de la gente.

Dichas concepciones, y los seres así concebidos,

Ninguno de ellos es razonable.

17. Todo esto no es más que mente13,

Y existe solo como una ilusión.

De aquí se originan las buenas y malas acciones,

Y como consecuencia de ellas vienen los buenos o malos nacimientos.

18. Cuando el giro de la rueda de la mente se para,

Todas las cosas desaparecen.

Por lo tanto, todas las cosas carecen de un atman (naturaleza inherente propia)

Y consecuentemente, todas ellas son puras.

19. Es debido al crear mentalmente los fenómenos,

Los cuales carecen de una naturaleza inherente tal como eterna, alma, y agradable;

Por lo que este océano de existencia14 se aparece

A quien está envuelto por la oscuridad del apego y la ignorancia.

20. ¿Quién puede alcanzar la Otra Orilla del gran océano del samsara, el cual está lleno con el agua de las falsas nociones,

Sin entrar en el Gran Vehículo15?

¿Cómo pueden surgir estas falsas concepciones en un hombre que conoce verdaderamente este mundo,

Que ha sido originado a partir de la ignorancia?



Aquí finaliza el Mahayana-vimsaka, compuesto por el maestro indio Nagarjuna.

Traducción al castellano por Losang Gyatso.


1 Dharmata.

2 Utpada.

3 Nirodha.

4 Dharmadhatu.

5 Samskara.

6 Sunyata.

7 Tathata.

8 Atman.

9 Samsara.

10 Bodhicitta.

11 Pratityasamutpada.

12 Jati.

13 Citta.

14 Bhava.

15 Mahayana.

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Extraído de: http://dharmadata.org/index.php?option=com_content&view=article&id=362:nagarjuna-veinte-versos-sobre-el-mahayana&catid=79&Itemid=2386&lang=en#sdfootnote1anc
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Nagarjuna: la vacuidad - Francisco Traver Torras


"Cada objeto, adecuadamente contemplado, crea un órgano para su percepción.". Goethe


Nagarjuna fue un filósofo entrenado en las técnicas de la refutación y la dialéctica que vivió probablemente entre los siglos I y II de nuestra era. Fue el fundador de una de las escuelas búdicas –la madhiamaka (en sánscrito el camino de enmedio)- de mayor implantación en el mundo desde la India hasta Japón. Probablemente esta implantación también es hegemónica en occidente al menos si atendemos a los múltiples centros que en España llevan su nombre.

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El interés de su doctrina llamada “la vía media” o “camino de enmedio” se ha visto impulsado recientemente por ciertos estudios de las ciencias cognitivas sobre todo los que conocemos a través de Humberto Maturana y Francisco Varela. 

En síntesis la idea que proponen estos investigadores cognitivos ya fue expuesta en este post que titulé “¿Qué es la mente?”. 

En él hice un recorrido histórico para explorar los caminos que la filosofía de la mente había desplegado desde Descartes hasta al momento actual pasando por la fenomenología de Husserl. 

También hablé de los puntos en común entre determinados conceptos husserlianos y la tradición budista como el concepto de “intencionalidad” a los que más tarde se agregaron otros como la “corporeidad vivida” de Merleau-Ponty. 

También hablé de las dificultades que los fenomenólogos y mas tarde el psicoanálisis se encontraron, movimientos de flujo y de reflujo presididos casi siempre por la dualidad.

 El propio Varela ha señalado con acierto en su obra “De cuerpo presente”, que las ciencias cognitivas se han debatido entre dos polos extremos bien conocidos: 

por una parte el objetivismo reduccionista y por otra parte el monismo espiritualista o el nihilismo al que considera una especie de reacción frente a la laicización del mundo y de la existencia.
 
Varela propone en su obra anteriormente citada una vuelta a los orígenes de la tradición budista que en sus comienzos ya se enfrentó a los mismos dilemas que hoy se encuentran nuestros cientificos cognitivos y que pueden resumirse en estas ideas:
  • No existe conocimiento mental sin corporeidad.
  • No existe un Yo unificado aunque nuestra experiencia inmediata sea precisamente esa.
  • No existe acto volitivo sin intencionalidad.
  • No existen efectos sin causas, pero la mente no puede reducirse a un montón de ideas o moléculas neurobiológicas, hay algo más en ese salto o emergencia como llaman los neurobiólogos hoy a ese proceso, sin que “ese más” suponga “otra cosa”.
  • No existe tampoco un fantasma en la máquina, ni un homúnculo interior que guíe nuestros procesos de conocimiento sin embargo nuestra percepción está guíada por el movimiento.
  • Mente o conciencia son emergencias de la materia, pero ni existen ni dejan de existir, carecen de bordes y de centro.
  • Varela propone una vía de enmedio que supere al reduccionismo y al nihilismo, propone un esfuerzo planetario y la invención de una nueva ética que pueda soportar la inexistencia de Dios y al mismo tiempo la inexistencia del Yo.
  • No existe dualidad en la experiencia mental: mente y cuerpo son la misma cosa.
Esta via de enmedio Vareliana viene a decir simplificando mucho el asunto que la realidad no es algo que se encuentra de forma pre-dada y que está ahi esperando que el cerebro la procese, 

en realidad el cerebro no procesa como un ordenador sino que genera la realidad acoplándose a su medio ambiente o como Goethe intuyó en la cita que preside este post de que cada objeto, adecuadamente acoplado crea su órgano de percepción que a su vez transforma el objeto percibido en algo con sentido para quien lo observa, 

lo que viene a decir que no existe observador y observación sino que ambos se encuentran acoplados, son una sola cosa, objeto y sujeto son dos formas de dividir el mundo que proceden más bien de una ilusión creada por nuestro pensamiento más que una realidad fáctica y pre-dada.

En este post se podrá entender mejor -en el plano evolutivo- como la visión de las abejas y el color de las flores coevolucionaron. Y en este otro se habla de las relaciones que existen entre las abejas individuales y la mente de las abejas representada por el “Espíritu de la colmena”. 

En él se podrá entender precisamente el concepto de emergencia: el enjambre no es causa de la abeja, ni de la suma de las abejas y a la vez no puede darse sin la causa de las abejas.  

Del enjambre (la mente de las abejas) no podemos afirmar su existencia pero tampoco podemos defender su inexistencia. El enjambre ni existe ni no existe. Más abajo desvelaré esta tautología aparente del verbo existir.


Y eso es precisamente lo que inventó Nagarjuna, una vía media bastantes siglos antes de que se supiera a ciencia cierta que mente y cerebro están conectados y son las dos caras de un mismo fenómeno.

Lo dice asi en este sutra (texto):

“En ningún lugar encontraremos una entidad que podamos considerar surgida a partir de si misma, tampoco será posible suponer que se origine a partir de otras o pensar que surja como consecuencia de dos combinaciones de posibilidades anteriores.Por último carece de sentido pensar que las entidades puedan originarse sin causa o sea de forma aleatoria o por casualidad”.

Este texto es muy parecido al argumento de la emergencia de una mente en el caso de las abejas, ¿no les parece?. Solo que Nagarjuna lo ignoraba todo sobre qué cosa es una emergencia y nosotros lo sabemos desde hace relativamente muy poco tiempo.

Nagarjuna habla aquí de la causalidad emergente aunque con todo me parece que su aportación más importante a las ciencias de la mente es su idea de la vacuidad (sunyata).

La vacuidad parece de entrada una idea nihilista y en cierto modo una especie de artificio mental pero enseguida aclararé que la vacuidad a la que se refiere Nagarjuna no tiene nada que ver con estas antiideas a las que estamos tan acostumbrados en occidente desde el existencialismo para acá. 

Efectivamente, la frase “la vacuidad está vacía” es una tautología de la que mas abajo pondré algun ejemplo bien reconocibles en nuestra cultura, pero la vacuidad a la que alude Nagarjuna es ésta:  

no hay fundamento en la existencia de ningún ente, todas las entidades están relacionadas unas con otras (como la abeja y el panal), no es que existan o no sino que carecen de fundamento, de cimiento, de ser en si mismas

Mi Yo aunque tenga mucho sentido para mi es interdependiente de muchas cosas relacionadas con mi vida, con mi biografía, con mi nombre, no existe una identidad pacotraver sino una dependencia de relaciones entre unas cosas y otras, 

yo no soy causa de mi mismo, soy un ser contingente: no tengo en mí la causa última de mi ser, 

luego toda mi identidad descansa en un vacío de fundamento donde la existencia o la inexistencia carecen de sentido, el mundo seguirá girando después de mi muerte (aunque me pese). 

Sólo el último fundamento tiene sentido en sí mismo y sería causa de todo lo demás, pero este último fundamento ni existe, ni es sino simplemente una ilusión y todo es impermanente y sobre todo ocasional.

En este post hay un buen articulo sobre el tema o en este otro.

La metafísica tradicional adoptó este dualismo de Platón.

Un “ser” independiente es apelado en la metafísica tradicional como algo que existe en sí mismo, no depende de nada más , tiene existencia por sí mismo, que es completamente ilimitado por lo demás y libre de cualquier orden ajena a sí mismo o existe por mismo sin más. 
En la metafísica tradicional, la sustancia más elevada era comprendida normalmente como Dios o un ser divino. 

Desde lo que Kant llamó la “revolución copernicana” la cuestión primordial de la filosofía ya no es conocer la realidad sino conocer el origen de nuestra percepción y conocimiento. 

Por este motivo, la metafísica tradicional ha perdido el norte en el mundo moderno. 

De hecho, los conceptos centrales de la metafísica tracicional como el ser, la sustancia, la realidad, la esencia, etc, han sido reemplazados por el pensamiento moderno reduccionista. 

Ahora los átomos, partículas elementales, la energía, los campos magnéticos, las leyes de la naturaleza etc, son considerados como la base de todo lo demás, como el Fundamento.

Y psicológicamente hablando el Yo ha tomado el relevo a las entidades que son en sí mismas como Dios, el Yo es la esencia de todo, el centro del universo, el Yo y sus necesidades han sido reificadas, la consecuencia es que el narcisismo y el egocentrismo -y no la ética laica- han tomado el relevo de la religión en nuestras sociedades opulentas pues ni la ciencia ni la filosofia occidentales han podido resolver el dualismo sobre el que descansa nuestra manera de pensar la realidad.

Y lo que dice Nagarjuna y tambien los cognitivistas es que el Yo no existe entendiendo el verbo “existir” en su sentido metafisico profundo: 

el Yo carece de fundamento aunque todos tengamos esa experiencia de continuidad vivida que llamamos “Yo”, “mi” o “me”. 

En un post anterior que titulé ¿Quien soy yo? abordé precisamente este enigma metafísico de todos los tiempos y adelanté la solución que dio Shopenhauer a esa pregunta sobre el Yo esencial. 

El lector podrá decir si está de acuerdo con él, aunque lo cierto es que hurgando sobre el asunto no hay nada que pueda identificar como mi Yo y de lo que no pueda prescindir. 

Dicen algunos que el Yo no es una cosa sino un transcurso, una narrativa lo que es lo mismo que decir que el Yo es una sucesión de recuerdos, es decir cosas que pertenecen al pasado. 

No es fácil encontrar un Yo que de cuenta de esa sensación unitaria que todos tenemos de nuestra existencia y de nuestra identidad y no lo es porque el Yo carece de fundamento, es según dicen los yoguis un vacio en movimiento, algo que transcurre pero no es y que precisamente por estar vacío puede ser llenado de cualquier cosa.

Como ejemplos de vacío pondré dos ejemplos, uno que es en cierto modo un artificio mitico y otro ejemplo de la cosmología.

Un útero vacio es el útero de una virgen. ¿Se puede ser virgen y madre al mismo tiempo? 

Claro que no, desde el punto de vista lógico es una tautología, no se puede ser virgen y madre al mismo tiempo porque una madre es una no-virgen, pero si yo quisiera señalar a una mujer como madre de toda la humanidad eligiría a una virgen, ¿por qué? pues porque una virgen precisamente por serlo posee en potencia la capacidad de ser llenada por toda la humanidad. 

Asi es como resolvió la religión católica el problema de la divinidad de Maria, un conflicto que tuvo que enfrentar para integrar los cultos de deidades femeninas ancestrales con el nuevo orden de los cielos.

El otro ejemplo procede de la cosmología y tambien contiene una tautología, es ésta: ¿Antes del big bang que había? Nadie ha podido resolver este enigma y los fisicos han optado por responder que nuestro universo ahora desplegado y en expansión entonces estaba comprimido en un estado de densidad infinita. ¿Pero qué sentido tiene hablar de entonces cuando el tiempo aun no existía? ¿Qué significa densidad infinita? En definitiva: ¿qué fue lo que explotó y desde qué forma o estado?

Parece que estamos inmersos en una realidad dificil de aprehender cuando nos salimos de lo que entendemos como nuestro mundo sensible y a pesar de que todos poseemos un pequeño universo privado que llamamos mente y al que hemos tratado hasta ahora como un epifenómeno de la materia aun no hemos sido capaces de aprender nada con el simple hecho de la observación, el instrumento que tenemos más a mano para conocer algo de ese enigma.

Muy probablemente las tecnologías que proceden de la tradición búdica pasadas por el filtro de la ciencia podrán disponer en el futuro de tecnicas aplicables a los humanos 

pero la batalla no ha hecho sino comenzar porque será necesario quitar toda la paja místico-religiosa que busca fundamentos para empezar a fijarnos en lo esencial, y no me refiero solo a la tradición búdica o filosófica sino tambien a la ciencia. 

Necesariamente la neurociencia habrá de renunciar a buscar nuevos dioses o fundamentos en los genes, la serotonina o las redes neurales.


Existe poca bibliografia sobre Nagarjuna, yo he conseguido un libro editado por Siruela titulado “Los fundamentos de la via media” (2003), una selección de textos realizada por uno de los expertos más importantes del mundo en literatura sánscrita y que es un español, se trata de Juan Arnau Navarro de la universidad de Michigan.

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Extraído de:  https://pacotraver.wordpress.com/2008/09/04/nagarjuna-la-vacuidad/
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Byung-Chul Han - Textos y Fragmentos - Enlaces


La sociedad de la transparencia (Fragmentos) - Byung-Chul Han - http://omarpal.blogspot.com.ar/2015/02/la-sociedad-de-la-transparencia.html
 

El Panóptico Digital - La sociedad de la transparencia - Fragmentos - Byung-Chul Han - http://omarpal.blogspot.com.ar/2015/03/el-panoptico-digital-la-sociedad-de-la.html

La sociedad del cansancio - Byung-Chul Han - http://omarpal.blogspot.com.ar/2015/03/la-sociedad-del-cansancio-byung-chul-han.html

El aroma del tiempo - Byung-Chul Han - http://omarpal.blogspot.com.ar/2015/10/el-aroma-del-tiempo-byung-chul-han.html

La sociedad del rendimiento - La agonía del Eros - Byung-Chul Hanhttp://omarpal.blogspot.com.ar/2016/01/la-sociedad-del-rendimiento-la-agonia.html

El aroma del tiempo (Fragmento) - Byung-Chul Hanhttp://omarpal.blogspot.com.ar/2016/02/el-aroma-del-tiempo-fragmento-byung.html

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Para ir o volver a 'Notas Sueltas"  

Piero Ferrucci: El poder de la bondad - Marié Morales


La bondad hace a las personas más sanas y felices. Es la actitud más económica y pragmática que existe, puesto que nos permite ahorrar mucha energía en sospechas, preocupaciones, resentimientos, manipulación y reacciones a la defensiva. En este libro sencillo e inspirador, su autor nos demuestra que, en este momento crucial para la humanidad, la bondad no es un lujo sino una necesidad. Ser bondadoso con los demás es hacerse, además, el mejor regalo a uno mismo.

Beneficios de la bondad.

Si la larga evolución humana ha prosperado no ha sido sólo por la capacidad de adaptación, y desde luego no por los episodios de violencia y opresión, que son los que han puesto en peligro tantas veces la supervivencia del ser humano y del planeta mismo. Según Pietro Ferruci, autor de "El poder de la bondad" (Urano), el motivo de nuestra supervivencia a través de los milenios se debe, sobre todo, a nuestra capacidad para la bondad y para cuidarnos los unos de los otros en nuestras comunidades más próximas. En el siglo XXI, una persona bondadosa no es un mutante en un mundo violento. Es un ser humano que sabe y debe sacar el mejor partido de las facultades que nos han ayudado a lo largo de nuestra evolución. El autor nos explica cómo desarrollarla en su máximo potencial a través de la práctica de esas facultades que tantas veces nos han salvado la vida, como la alegría, la lealtad, la gratitud o el respeto, entre muchas otras.
Según el psiquiatra Alberto Alberti, el amor que no se expresa se convierte en odio, la alegría que no proporciona gozo se convierte en depresión. Sí -coincide y concluye Piero Ferrucci-: estamos hechos para la bondad.
La bondad es el estado natural del ser humano en el que la vida puede fluir felizmente y desarrollar su máximo potencial.

2. Beneficios de la bondad.

Según Sharon Salzberg, en su libro "Loving Kindness", Buda enumera los beneficios de la bondad de la siguiente manera:


La persona bondadosa:
1. Dormirá con facilidad.
2. Se despertará con facilidad.
3. Tendrá sueños agradables.
4. La gente la querrá.
5. Los "devas" (ángeles o seres celestiales) y los animales le amarán.
6. Los "devas" la protegerán.
7. Los peligros externos no la lastimarán (no en la misma medida que desde una actitud de odio o resentimiento).
8. Lucirá un rostro radiante.
9. Su mente será serena.
10. No morirá en un estado de confusión.
11. Renacerá en un ámbito feliz.
 
3. Procura ser un poco más bondados@.
Siendo ya anciano, el gran autor inglés Aldous Huxley, pionero en la investigación de las técnicas destinadas a desarrollar los potenciales humanos, respondió así a una pregunta que escuchaba reiteradamente, sobre cuál es el sistema más eficaz para transformar nuestra vida:
"No deja de ser desconcertante que después de tantos años de investigación y experimentación deba decir que la respuesta más acertada es: simplemente, procura ser un poco más bondadoso".
Piero Ferrucci está convencido de que, como seres humanos, sólo tendremos futuro si pensamos con el corazón.
En "El poder de la bondad", nos hace una lista de una serie de cualidades (18) que nos inducen a ello y nos permiten vivir una vida más sana y feliz.

1. La honestidad.

Ser transparentes es un alivio, el no tener que fingir simplifica nuestra vida. Debes dejar que los otros te conozcan sin mentiras ni dobleces. Tan pronto como te vuelvas realmente transparente, empezarás a sentirte mejor. Pero la honestidad es una conquista. Debemos aprender paulatinamente, lo cual hace que seamos más fuertes y maduros.
Escribir sobre nosotros mismos es una buena forma de conectar con nuestras emociones, una autorrevelación.


2. El calor humano.

El efecto del calor y la bondad son duraderos. Piensa cómo un encuentro con una persona cálida y amable hace que te sientas mejor. Cuando acariciamos a un gato que ronronea de gozo, ¿quién da y quién recibe calor? O cuando disfrutamos de la compañía de alguien, ¿quién da y quién recibe ternura? Si damos calor, no terminamos sintiendo frío; el beneficio es simétrico.
El calor no sólo confirma lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.

3. El perdón.

El perdón significa que no deseas seguir albergando ira debido a una vieja ofensa y, por ende, amargándote la vida. A veces el perdón es el único remedio para aliviar un intenso sufrimiento. Una persona incapaz de perdonar es comparable a una ciudad con el tráfico congestionado: calles bloqueadas, coches atascados con el motor en marcha, que no pueden circular, exhalando humos que contaminan el ambiente. Ese es el estado del resentimiento: la energía vital bloqueada, entorpeciendo el pensamiento, envenenando la vida.

4. El contacto.

El aislamiento social se considera un peligro tan grave para la salud como el fumar. Está ligado a una mayor incidencia de enfermedades cardiacas, trastornos del sueño, depresión, dolor de espalda, deterioro de la memoria, etc. Es la tragedia de una persona incapaz de abrirse a las demás, que se siente como si proviniera de otro mundo, que pide lo imposible, que se distancia de todos. Desarrollar el contacto humano (emocional o físico) nos ayuda a sentir en conexión y derrite las armaduras más difíciles.

5. Sentirse integrado.

Formar parte de un grupo o una comunidad te reporta numerosos beneficios. Hace que te sientas reconocido, te permite interactuar con las demás personas y elimina el terrible espectro de la soledad. Pero es importante evitar que la pertenencia a un grupo te separe más de "los otros". La clave reside en la bondad de la mirada.

6. La confianza.

Confiar es apostar. Cada vez que confiamos en alguien, nos la jugamos. Pero la alternativa es peor, porque si no nos arriesgamos no conseguimos nada. La confianza tiene la propiedad de relajar las inhibiciones y resolver viejos traumas. Las dudas, los temores y los recelos que arrastramos no sólo nos impiden progresar sino que erosionan nuestra energía. La confianza nos aproxima a los demás. Sin embargo, espera sólo lo que las personas quieran ofrecer libremente; vigila tus exigencia. Las personas que esperan demasiado (sin consultar a las demás) son las que luego van quejándose de que "el mundo no es de fiar" y "la gente les falla".

7. Prestar atención.

Lo único que realmente cuenta es el momento presente. Deshazte de miedos y preocupaciones y sumérgete en el momento que te toca vivir, disfrutarás mejor lo que te ocurre y evitarás desaprovechar oportunidades que pasan por tu lado continuamente. Lo único que diferencia a las personas "afortunadas", que sienten que su vida está llena de casualidades a su favor, de las demás, es que éstas están más relajadas y tienden a ver no sólo lo que buscan sino también lo que no buscan, abiertas a lo novedoso e inesperado, y capaces de reconocer sus oportunidades.

8. La empatía.

Se trata de la expansión de la conciencia. Si te muestras insensible a las emociones de los demás cada relación se convierte en una farsa imposible. La empatía es el mejor medio de construir y mejorar una relación. Pero ésta no es una cualidad fácil, alegre y desenfadada. Para que sea plena y auténtica, debes mantener una relación saludable también con tu sufrimiento y el de los demás.

9. La humildad.

Recuerda: no eres la única persona que cuenta. En ocasiones la humildad es dura, incluso dolorosa. Pero en todo caso, siempre es beneficiosa. Con frecuencia nos volvemos más humildes después de un fracaso; comprendemos que somos falibles y vulnerables. Y ese descubrimiento nos acerca a las demás personas. Porque en nuestras imperfecciones, nos reconocemos en las imperfecciones de los demás, y eso hace nuestros juicios más suaves y nuestra aceptación más plena.

10. La paciencia.

La virtud de la paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con personas difíciles, las que se niegan a escuchar la voz de la razón, las que pierden los estribos a la primera de cambio, las que se niegan a ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a ellas suele ser de irritación, o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en silencio. Pero también cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia y ayudar a esas personas a que se sientan mejor consigo mismas.
La paciencia no es tan enojosa y aburrida como creemos, es una percepción distinta del tiempo.

11. La generosidad.


Ser generoso es arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos temores (a la pérdida), y significa también redefinir nuestros límites. Entonces se produce en nosotros una profunda transformación. Para la persona generosa los límites son permeables. Lo que es tuyo -tu sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto es compasión. Lo que es mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y facultades, mi tiempo y mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es generosidad.


12. El respeto.

La forma en que miramos a los demás nunca es neutral, puesto que transformamos lo que vemos. El respeto consiste en molestarte en conocer a fondo a la persona que tratas, reconocerla como una persona real y única. No tratarla como algo invisible o un estereotipo, sino como merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no sólo porque responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No dejarla atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla por lo que es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto consiste en ver realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los juicios de valor van acompañados del deseo de controlar, algo muy alejado del respeto.

13. La flexibilidad.

La flexibilidad es una forma de sabiduría práctica, una inteligencia que vive en el presente, que intuye el cambio y posee la maleabilidad necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. Un tipo de sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos controlar cada elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de las ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son. Si somos capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos más apegados, podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el absurdo. Esto es creatividad. Una actitud que se convierte en una forma de vida e incluso en un camino espiritual.

14. La memoria.

En nuestra mente narcisista, las otras personas sólo existen cuando las vemos, las tocamos, las escuchamos o cuando pensamos en ellas. Recordar es vivir. Olvidar es morir. Las personas que pertenecen a nuestra historia forman parte de nosotros, y necesitamos su presencia y apoyo para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas aquellas que ya no nos son útiles.
No comprenderemos las relaciones que mantenemos con los demás si no entendemos profundamente hasta qué punto nuestras vidas están entretejidas con el pasado, el presente y el futuro, hasta qué punto forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de nosotros es todos los demás.

15. La lealtad.

La capacidad de durar a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es un ingrediente esencial de la bondad, se llama lealtad. A las personas que no son leales les aterroriza analizar sus sentimientos, pues temen lo que puedan hallar. Temen sostener unas ideas propias, pues eso equivale a arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja, por lo que tienen que sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al carecer de seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad significa "estar con"; respetar lo que cuenta por encima de todo y seguir haciéndolo a pesar de los obstáculos.

16. La gratitud.


La gratitud es ante todo una actitud mental. Se basa en reconocer el valor de lo que la vida nos ofrece, y el hecho de comprenderlo libera nuestras emociones. Si reconoces el valor de lo que posees te sentirás rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y desgraciado.
La auténtica gratitud nace cuando están presentes la solidaridad y la conciencia del mal; de lo contrario sólo se trata de un optimismo falso y superficial.
Con gratitud la vida resulta más fácil, dejamos de gemir y de quejarnos, no tenemos que emprender batallas sangrientas ni de alcanzar victorias imposibles. Comprobamos que la felicidad ya está aquí. Que ya existe, delante de nuestros ojos.

17. El servicio.

Cuando alguien tiene un gesto amable con nosotros solemos recordarlo durante mucho tiempo, quizás siempre. Puedes prestar pequeños servicios en detalles cotidianos como sostener la puerta para dejar que pase alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento en el autobús. Intenta hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable siempre que puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que uno es. En ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos sintamos mejor, más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un gran servicio.
Otra forma de servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda gratuita a otras personas.

18. La alegría.

Es nuestro estado natural, estamos programados para ser alegres. La alegría constituye la base de la bondad porque la auténtica bondad sólo puede ofrecerse con alegría. Y el sentido del humor es un gran ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de culpa obstaculizan la alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un poco más a esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y regalarnos esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica, cualquier cosa que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran esfuerzo y sacrificio, pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de bondad, con alegría, será más auténtica y mejor recibida por ambas partes.
 



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Piero Ferrucci nació en Turín (Italia). Licenciado en Filosofía, posteriormente estudió con el fundador de la psicosíntesis, Roberto Assagioli. Ha seguido muy de cerca y en profundidad la obra de Aldous Huxley, recopilando parte de sus conferencias inéditas y publicando, junto con Laura Huxley, una de sus obras más conocidas, "El niño de tus sueños".

Ejerce como psicoterapeuta en Florencia desde hace tres décadas. Actividad que alterna con las conferencias que imparte por todo el mundo. Actualmente vive con su esposa y sus tres hijos en la campiña toscana.
Entre sus libros, podemos destacar: "Nuestros maestros, los niños" (Edic. Salamandra); "Psicosíntesis" (Edit. Sirio) y "Gracia inevitable: creatividad, éxtasis, iluminación: las nuevas fronteras de la psicología" (Los libros del comienzo).
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Texto: Marié Morales.
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Extraído de: http://crecejoven.com/salud--el-poder-de-la-bondad
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Verdad y Perspectiva - Ortega y Gasset


El prospecto de El Espectador me ha valido numerosas cartas llenas de afecto, de interés, de curiosidad. Una de ellas concluye: "Pero siento que se dedique usted exclusivamente a ser espectador".

Me urge tranquilizar a este amigo lejano, y para ello tengo que indicar algo de lo que yo pienso bajo el título de El Espectador. La integridad de los pensamientos tras esa palabra emboscados sólo puede desenvolverse en la vida misma de la obra.

Vuelva a la tranquilidad este lejano amigo que me escribe, y para el cual —¡gracias le sean dadas!— no es por completo indiferente lo que yo haga o deje de hacer: la vida española nos obliga, queramos o no, a la acción política. El inmediato porvenir, tiempo de sociales hervores, nos forzará a ella con mayor violencia. Precisamente por eso yo necesito acotar una parte de mí mismo para la contemplación. Y esto que me acontece, acontece a todos. 


Desde hace medio siglo, en España y fuera de España, la política —es decir, la supeditación de la teoría a la utilidad— ha invadido por completo el espíritu. La expresión extrema de ello puede hallarse en esa filosofía pragmatista que descubre la esencia de la verdad, de lo teórico por excelencia, en lo práctico, en lo útil. De tal suerte, queda reducido el pensamiento a la operación de buscar buenos medíos para los fines, sin preocuparse de éstos. He ahí la política: pensar utilitario.

La pasada centuria se ha afanado harto exclusivamente en allegar instrumentos: ha sido una cultura de medios. La guerra ha sorprendido al europeo sin nociones claras sobre las cuestiones últimas, aquellas que sólo puede aclarar un pensamiento puro e inútil. Nada más natural que, reaccionando contra ese exclusivismo, postulemos ahora frente a una cultura de medios una cultura de postrimerías.

Situada en su rango de actividad espiritual secundaria, la política o pensamiento de lo útil es una saludable fuerza de que no podemos prescindir. Si se me invita a escoger entre el comerciante y el bohemio, me quedo sin ninguno de los dos. Mas cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental, se convierte en un morbo gravísimo, 

La razón es clara. Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio de la mentira.

De todas las enseñanzas que la vida me ha proporcionado, la más acerba, más inquietante, más irritante para mí ha sido convencerme de que la especie menos frecuente sobre la tierra es la de los hombres veraces. 

Yo he buscado en torno, con mirada suplicante de náufrago los hombres a quienes importase la verdad, la pura verdad, lo que las cosas son por sí mismas, y apenas he hallado alguno. 

Los he buscado cerca y lejos, entre los artistas y entre los labradores, entre los ingenuos y los "sabios". Como Ibn-Batuta, he tomado el palo del peregrino y hecho vía por el mundo en busca, como él, de los santos de la tierra, de los hombres de alma especular y serena que reciben la pura reflexión del ser de las cosas. ¡Y he hallado tan pocos, tan pocos, que me ahogo!

Sí: congoja de ahogo siento, porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobre todo la verdad necesita respirar aire de almas veraces. No he hallado en derredor sino políticos, gentes a quienes no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de las cosas como les conviene. 

Política se hace en las academias y en las escuelas, en un libro de versos y en el libro de historia, en el gesto rígido del hombre moral y en el gesto frívolo del libertino, en el salón de las damas y en la celda del monje. Muy especialmente se hace política en los laboratorios: el químico y el histólogo llevan a sus experimentos un secreto interés electoral. 

En fin, cierto día, ante uno de los libros más abstractos y más ilustres que han aparecido en Europa desde hace treinta años, oí decir en su lengua al autor: Yo soy ante todo un político. Aquel hombre había compuesto una obra sobre el método infinitesimal contra el partido militarista triunfante en su patria.

Hace falta, pues, afirmarse de nuevo en la obligación de la verdad, en el derecho de la verdad.

En El libro de los Estados decía don Juan Manuel: "Todos los Estados del mundo se encierran en tres: al uno llaman defensores, et al otro oradores, et al otro labradores". ¡Perdón, Infante; el mundo así resultaría incompleto! Yo pido en él un margen para el estado que llaman de los espectadores. El nombre goza de famosa genealogía: lo encontró Platón. En su República concede una misión especial a lo que él denomina jiloqeamdgez —amigos de mirar; son los especulativos, y al frente de ellos los filósofos, los teorizadores—, que quiere decir los contemplativos.

El Espectador tiene, en consecuencia, una primera intención: elevar un reducto contra la política para mí y para los que compartan mi voluntad de pura visión, de teoría.

El escritor, para condensar su esfuerzo, necesita de un público, como el licor de la copa en que se vierte. Por esto es El Espectador la conmovida apelación a un público de amigos de mirar, de lectores a quienes interesen las cosas aparte de sus consecuencias, cualesquiera que ellas sean, morales inclusive. 

Lectores meditabundos que se complazcan en perseguir la fisonomía de los objetos en toda su delicada, compleja estructura. 

Lectores sin prisa, advertidos de que toda opinión justa es larga de expresar. Lectores que al leer repiensen por sí mismos los temas sobre que han leído. 

Lectores que no exijan ser convencidos, pero, a la vez, se hallen dispuestos a renacer en toda hora de un credo habitual a un credo insólito. 

Lectores que, como el autor, se hayan reservado un trozo de alma antipolítico. 

En suma: lectores incapaces de oír un sermón, de apasionarse en un mitin y juzgar de personas y cosas en una tertulia de café.

A hombres y mujeres de tan rara índole se dirige El Espectador, que es un libro escrito en voz baja.

Suele, con Goethe, oponerse la gris teoría a la vida, al palpitante arco iris de la existencia. No discutiré ahora cuál sea el verdadero sentido de tal oposición. 

Pero he de prevenir una mala inteligencia. Cuando leo que Aristóteles hace consistir la beatitud, esto es, la vida perfecta, en el ejercicio teórico, en el pensar, siento que dentro de mí la irritación perfora el respeto hacia el Estagirita. Me parece excesivamente casual que Dios, símbolo de todo movimiento cósmico, resulte un ser ocupado en pensar sobre el pensar.

Este afán de divinizar el oficio y el menester que cumplimos sobre la Tierra, este prurito de no contentarse cada cual con lo que es, si esto que es no parece lo mejor y sumo, se me antoja un resto de política que perdura hasta en las más altas dialécticas. Aristóteles quiere hacer de Dios un profesor de filosofía en superlativo.

Yo ando muy lejos de pretender semejante cosa. No asevero que la actitud teórica sea la suprema; que debamos primero filosofar, y luego, si hay caso, vivir. Más bien creo lo contrarío.

Lo único que afirmo es que sobre la vida espontánea debe abrir, de cuando en cuando, su clara pupila la teoría, y que entonces, al hacer teoría ha de hacerse con toda pureza, con toda tragedia. 

El mal —dice Platón— viene a las repúblicas de que no hace cada cual lo suyo. Esto es lo decisivo: ta eautou pratteig. Me parece admirable, por ejemplo, que Don Juan deje resbalar su corazón sobre la múltiple feminidad. Lo que me enoja es que Don Juan teorice el amor. ¡No: que haga lo suyo! Una mujer te espera: puede renovar su perpetua aventura, dulce y amarga, en que se siembra la flor y nace la espina. Pero no se empeñe en conquistarnos la verdad con su empaque de gallo: sería inútil y además indecente.

Acentuar esta diferencia entre la contemplación y la vida —la vida, con su articulación política de intereses, deseos y conveniencias—, era necesario. Porque El Espectador lleva una segunda intención: él especula, mira— pero lo que quiere ver es la vida según fluye ante él.

Con razón se tachaba de gris la teoría, porque no se ocupaba más que de vagos, remotos y esquemáticos problemas. La historia de la ciencia del conocimiento nos muestra que la lógica, oscilando entre el escepticismo y el dogmatismo, ha solido partir siempre de esta errónea creencia: el punto de vista del individuo es falso. 

De aquí emanaban las dos opiniones contrapuestas: es así que no hay más punto de vista que el individual, luego no existe la verdad —escepticismo; es así que la verdad existe, luego ha de tomarse un punto de vista sobreindividual —racionalismo.

El Espectador intentará separarse igualmente de ambas soluciones, porque discrepa de la opinión donde se engendran. El punto de vista individual me parece el único punto de vista desde el cual puede mirarse el mundo en su verdad. Otra cosa es un artificio.

Leibniz dice: "Comme une même ville regardée de différents côtés parait toute autre et est comme multipliée perspectivement, il arrive de même, que par la multitude infinie des substances simples —es decir, de conciencias—, il y a comme autant de différents univers, qui ne sont pourtant que les perspectives d'un seul selon les différents points de vue de chaque monade" (1).

La realidad, precisamente por serlo y hallarse fuera de nuestras mentes individuales, sólo puede llegar a éstas multiplicándose en mil caras o haces.

Desde este Escorial, rigoroso imperio de la piedra y la geometría, donde he asentado mi alma, veo en primer término el curvo brazo ciclópeo que extiende hacia Madrid la sierra de Guadarrama. El hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta. 

¿Tendría sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ambas visiones es la verdadera? 

Ambas lo son ciertamente, y ciertamente por ser distintas. Si la sierra materna fuera una ficción o una abstracción o una alucinación, podrían coincidir la pupila del espectador segoviano y la mía. 

Pero la realidad no puede ser mirada sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, fatalmente, en el universo. Aquélla y éste son correlativos, y como no se puede inventar la realidad, tampoco puede fingirse el punto de vista.

La verdad, lo real, el universo, la vida —como queráis llamarlo— se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, sí ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaría, lo que vi será un aspecto real del mundo.

Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mí pupila no está otra: lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituíbles, somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano" —dice Goethe—.

Dentro de la humanidad cada raza, dentro de cada raza cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles.

La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término.

El paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de acuerdo con nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. 

La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. 

En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual, y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real.

El chorro luminoso de la existencia pasa raudo: interceptemos su marcha con el prisma sensitivo de nuestra personalidad, y del otro lado, sobre el papel, sobre el libro, se proyectará un arco iris, Sólo de esta suerte se liberta la teoría de su tono en gris menor.

El Espectador mirará el panorama de la vida desde su corazón, como desde un promontorio. Quisiera hacer el ensayo de reproducir sin deformaciones su perspectiva particular. 

Lo que haya de noción clara irá como tal; pero irá también como ensueño lo que haya de ensueño. Porque una parte, una forma de lo real es lo imaginario, y en toda perspectiva completa hay un plano donde hacen su vida las cosas deseadas.

Voy, pues, a describir la vertiente que hacia mí envía la realidad. Sí no es la más pintoresca, ¿tengo yo la culpa? Situado en El Escorial, claro es que toma para mí el mundo un semblante carpetovetónico.

Tal es la intención que me mueve. Como se advierte, excluye de una manera formal el deseo de imponer a nadie mis opiniones. Todo lo contrario: aspiro a contagiar a los demás para que sean fíeles cada cual a su perspectiva.

¿Servirá de algo a alguien El Espectador? No lo puedo asegurar; pero interpreto como buen augurio que su proyecto nació en una explosión de alegría impersonal, de confianza en el porvenir de los hombres.

Antes y más allá del clarín que hacen resonar las batallas transitorias, los que hemos llegado al medio del camino de la vida habíamos percibido el tema de alborada que en su cuerno de caza modula el Destino. 

Pasaremos por horas de amargura individual y colectiva, pero en el fondo de nuestra conciencia hallamos como la seguridad de que, en suma, damos vista a una época mejor.

Entrevemos una edad más rica, más compleja, más sana, más noble, más quieta, con más ciencia y más religión y más placer —donde puedan desenvolverse mejor las diferencias personales e infinitas posibilidades de emoción se abran como alamedas donde circular.

Mas la sana esperanza parte de la voluntad como la flecha del arco. Esa edad mejor sazonada depende de nosotros, de nuestra generación. Tenemos el deber de presentir lo nuevo; tengamos también el valor de afirmarlo.

Nada requiere tanta pureza y energía como esta misión. Porque dentro de nosotros se aferra lo viejo con todos sus privilegios de hábito, autoridad y ser concluso. Nuestras almas, como las vírgenes prudentes, necesitan vigilar con las lámparas encendidas y en actitud de inminencia. 

Lo viejo podemos encontrarlo dondequiera: en los libros, en las costumbres, en las palabras y los rostros de los demás. 

Pero lo nuevo, lo nuevo que hacia la vida viene, sólo podemos escrutarlo inclinando el oído pura y fielmente a los rumores de nuestro corazón. Escuchas de avanzada, en nuestro puesto se juntan el peligro y la gloria. 

Estamos entregados a nosotros mismos; nadie nos protege ni nos dirige. Si no tenemos confianza en nosotros, todo se habrá perdido. Si tenemos demasiada, no encontraremos cosa de provecho. Confiar, pues, sin fiarse. ¿Es esto posible? Yo no sé si es posible, pero veo que es necesario.

Hegel encontró una idea que refleja muy lindamente nuestra difícil situación, un imperativo que nos propone mezclar acertadamente la modestia y el orgullo: "Tened —dice— el valor de equivocaros".

Después de todo es el mismo principio que, según los biólogos recientes, gobierna los movimientos del infusorio en la gota de agua: Trial and error —ensayo y error.


1. Como ha de hablarse en estos tomos muy frecuentemente del perspectivismo, me importa advertir que nada tiene de común esta doctrina con lo que bajo el mismo nombre piensa Nietzsche en su obra póstuma La Voluntad de Poderío, ni con lo que, siguiéndole, ha sustentado Vaihinger en su libro, reciente La Filosofía del Como si. Es más, del párrafo transcrito de Leibniz apártese cuanto en él hay de referencias a un idealismo monadológico.

1916.

[El Espectador, tomo I, 1916]


© José Luis Gómez-Martínez

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