miércoles, 10 de abril de 2013

Acerca de "La Bronca" - Silvia Bleichmar


 


¿Existen aspectos positivos o creativos desde la bronca?

Diría que la rabia, siempre es una forma de respuesta a la impotencia, quiero decir, es la capacidad de respuesta con la que los seres humanos se enfrentan a lo que consideran injusto. Con lo cual la bronca es en este caso una desnaturalización de los procesos de depredación que ha sufrido el país. Lo positivo es que es una forma de salida y de respuesta. Pero si sólo queda en bronca, no se transforma en proyecto. Es simplemente una respuesta a lo existente.

¿Pero puede actuar como disparador?

Es cierto, es un buen disparador, pero jamás alcanza para construir una alternativa. La bronca es como la forma extrema en la cual un ser humano responde a la violencia del otro. No es una forma de violencia, sino su respuesta. No importa si es justa o injusta, pero es siempre una respuesta de violencia al otro. A una violencia que puede ser ruidosa o silenciosa, pero que es violencia. La bronca de diciembre, la del corralito, o cómo se manifiestan los escraches son modos de respuesta a una violencia brutal.

Violencia que no siempre es evidente...

Que se ha ejercido sobre la gente y que muy impactantemente aparece en los efectos que empecé a trabajar hace un año cuando me preguntaba si el dolor país se mide en el compromiso cardiovascular que paga la gente. O en el incremento de las enfermedades del último período. En la cantidad de pacientes que abandonan los tratamientos por falta de medicamentos. Lo cual da cuenta del homicidio larvado en el país. De manera que si alguien rompe una farmacia, la violencia fue ejercida previamente. Aunque el farmacéutico no sea responsable de lo que ocurre, porque claramente no lo es.

También la bronca reemplaza a las tan gastadas palabras

El problema es que si las palabras se gastaron hay que encontrar otras nuevas para producir ideas nuevas, porque la bronca es una forma de respuesta ruidosa, pero muda, es cierto. Las cacerolas son un ruido que no logra convertirse en una alternativa discursiva que reemplace a las palabras gastadas, que reemplace las viejas mañas.

¿Cuál sería la responsabilidad social en este contexto?

Yo diferenciaría entre una culpa y una responsabilidad. Por supuesto que la culpa existe pero no la tenemos los ciudadanos, la tienen aquellos que formaron parte de la corrupción, hicieron actos inmorales, de ventas de aspectos importantes del país, los que ejercieron planes económicos que llevaron a la destrucción de la economía nacional. La responsabilidad de haberlos dejado gobernar es nuestra, de haberlos dejado hacer es nuestra, inclusive uno de los problemas más serios de las próximas elecciones es que estamos atados entre la falta de alternativa y la responsabilidad de una respuesta.

¿Y cómo se salta de eso, o se desestructura?

Es muy complejo porque nosotros venimos de un proceso muy severo en la Argentina, de desarticulación de todo acuerdo. Se fracturó el compromiso intersubjetivo, a tal punto que nadie confía en general que las acciones del otro estén determinadas por el deseo legítimo del bienestar del prójimo. La mayoría de la gente piensa que si alguien hace el bien, tiene alguna razón espuria por la cual lo está haciendo, eso es impresionante.

El bien siempre debe ser utilitario, ¿no?

Exactamente se ha perdido la noción de que el bien es un valor en si mismo. Esto tiene sus fechas de comienzo que es la degradación pragmática de la moral, que tiene un origen muy marcado en la época de los militares. Porque el pragmatismo de «hago lo que me salva y no lo que mi moral me marca», empieza o se generaliza en el país brutalmente a partir del proceso militar.

También tiene que ver con los «referentes o los dueños del bien», los formadores de opinión, de lo religioso, por ejemplo.

Algo se derrumbó a partir del proceso militar y en este momento la gente en general, maneja una profunda desconfianza a los que vengan a ofrecer cualquier solución porque está convencida que detrás hay intereses personales. En lo único que se confía es en las formas de asistencialismo, que creo que es engañosa, porque en algunos casos están al servicio del control social, más allá de las buenas intenciones de la gente...

¿Desconfía usted también?

No. Creo en la buena voluntad de los que lo ejercen, pero los efectos del asistencialismo son desubjetivizantes y transforman al ser humano en puro cuerpo biológico. No es cuestión de confianza o desconfianza. No creo que la escuela pueda ser un aguantadero alimenticio, se está rifando el futuro del país a partir del sistema de descomposición del sistema escolar y de convertirla en un lugar donde los niños puedan comer y estar para no salir a delinquir, eso es una locura. Creo que es engañoso que es distinto a falso. Porque en definitiva es destructiva de la identidad aunque parezca conservadora del cuerpo, por decirlo de alguna manera.

Hay quienes asocian asistencialismo con la bolsita verde.

Es buena porque evita que el cartonero se lastime, pero es escandaloso cuando se dice en los diarios que la ciudad sigue sucia porque la gente no la usa. Yo no puedo creer que se diga algo de ese calibre. Que se ponga en el centro la limpieza de la ciudad cuando se está muriendo gente de hambre. O por ejemplo que personajes como Macri, se quejen de que los cartoneros se quedan con su ganancia porque se apoderan de la basura que le pertenece por contrato. Es realmente brutal el nivel de inmoralidad.

¿Y cuál es la salida o alternativa?

(riéndose) Hace poco le dije a un periodista que «algo debe estar mal si me preguntan sobre la salida a mí que no me dedico a la política».

¿o no?

O no. O estamos tratando de crear otras opciones. Es cierto, también yo estoy convencida que no hay salida si no existe un cambio en el campo político. No creo que la transformación pueda venir simplemente por el cambio de actitud o los movimientos sociales. Creo que la política es el lugar desde donde debe plantearse una solución de fondo y no dejar que la política sea lo sucio y el resto de la sociedad lo limpio, porque sino dejamos que gobiernen las mafias.

El tema es ¿cómo la política dialoga con el poder real?

Bueno, hace poco decía que la gente nos escucha pero los políticos no. Está roto todo diálogo con el gobierno, no hablamos para ellos. Cuando se producen las marchas piqueteras, de quienes sean. Los indígenas, por ejemplo venían de Congreso y fueron a Callao y Rodríguez Peña. Lo que quiero decir es que no hacen la manifestación para el presidente, la hacen para que la vea el resto de la sociedad. Es totalmente nuevo lo que está sucediendo en la Argentina, cada uno se dirige simétricamente al otro, al margen del poder. Yo creo que ese es todo un paso. Es más, es muy mal visto aquel que dialoga con el poder en este momento porque se considera una traición.

¿Esta cuestión purista también es tramposa?

Totalmente, el problema es sobre qué base se arma el diálogo. Pero de todas maneras me parece que hay algo que es auspicioso y nuevo que la sociedad argentina se reconoce a si misma, más allá del gobierno. Hay algo que parece insuficiente y es que ese salto no sirve si no generamos nuevas instancias políticas. De manera que si me pregunta cuál es la salida, y la producción de nuevas formas políticas, creo que no alcanzan con los nuevos movimientos sociales que son un paso necesario y se agotan en si mismo.

¿Cuál es la alternativa entre conservar códigos sociales y un espíritu individualista?

Lo que pasa es que acá hay una falacia que se produjo y es el enfrentamiento de los intereses individuales con los colectivos. Esa es la herencia ideológica de la dictadura, la idea de que el individuo se puede salvar solo. Creo que el problema está en romper esa falacia. Si algo demostró esta etapa es que no hay posibilidad de salvarse solo. Esta conciencia no ha logrado convertirse en proyecto nacional.

¿Qué opinión le merecen los bocinazos u otras formas de manifestarse contra la violencia?

No me importan las formas sino los contenidos que la generan. Porque acá hubo un apagón y todos estuvimos de acuerdo. Ahora plantear una acción contra la violencia pero sin generar un compromiso respecto de dónde se ejerce, es muy grave. Juntemos firmas contra el hambre, estoy de acuerdo, ahora definamos cómo se hace la distribución de alimentos. Eso es lo que tiene que discutir la cámara. No si los niños tienen derecho a comer, ese es un problema moral, no político. Ese es el tema de la Argentina de hoy, producimos cuarenta millones de toneladas quiere decir dos millones de tonelada por persona anual, con eso come todo el país. Éticamente me parece correcto, pero por qué no hay comida para los niños, ese es el tema en un país, lo otro es un problema moral, no político.

¿También eso habla de una pobreza de ideas?

Es que los que nos desaparecieron quedaron muy golpeados. Pero también la democracia fue una máquina de triturar posibilidades. Gente que no pudo sustraerse a la fascinación o a la coerción de las corporaciones, todos tenemos nombres en la cabeza, pensamos en gente como Chacho, Graciela, tipos como Caputo, Terragno. No hablo de gente corrupta, sino de seres de diversos sectores con capacidad de liderazgo en torno a la democracia. La fascinación del poder permite que más allá de su ideología sean capturadas por alianzas espurias.

¿También la idea de juntarse y para qué?

Es necesario juntarse si uno tiene claro para que lo hace. Lo de la Alianza era claro para que se juntaban. Era claro que había intereses diversos y el motor de la alianza fue reproducir un equivalente dentro de la oposición del pacto de Olivos. La alianza lamentablemente más allá de la buena voluntad de algunos, fue una acción profundamente inmoral. 

¿Y eso genera desconfianzas para volver a unirse?

Además hay algo terrible que son los navegantes de la política, tipos que hoy están en un movimiento y luego en otros, hay gente que en cinco años cambió de grupos cuatro veces. ¡El modo en que se arman y desarticulan personajes!. Rodríguez Saa, si llega a ser presidente será con el veinte por ciento y Lula en Brasil lo hizo ¡con el 60!.

¿No cree que la democracia se quedó balbuceando?

Nosotros la anhelamos tanto, que fuimos hijos complacientes. Hemos permitido que se hiciera cualquier cosa, después de la preocupación que tuvimos por conservar este sistema y evitar los golpes de estado, por construir una nueva alternativa, en realidad, la democracia se comió desde adentro a si misma. Las últimas intervenciones de Alfonsín fueron patéticas, con lo cual, una de las cosas que ocurre en la Argentina es que cuando no se tiene el valor de ejercer ciertas reacciones, uno termina convalidando otras que lo embellecen y diría que hay algo que se dio en general. Una vez lo hace por hambre, otra por placer y la tercera para hacerse rico.

¿Pero no hubo una complicidad social, aprovechando los beneficios del «primer mundo»?

No es complicidad, nosotros tenemos una historia donde las aspiraciones a ser parte del mundo estuvieron siempre. Con lo cual, el deseo de riqueza fue considerado como un modelo de triunfo y la pobreza, de fracaso. En ciertas épocas, como con los militares, se genera en el país una ilusión de ser un país rico y reconocido del mundo, ilusión de participar del gran banquete y festín económico y se produce un ocultamiento de consumir las migas de un banquete que se dan otros.

Es necesario hacer una distinción...

En este sentido, hay algo que implica una responsabilidad y al mismo tiempo es patético, no me produce hostilidad sino un profundo dolor. Es como acusar a los indios de ponerse los collares con los espejitos. Sí, los indios cambiaron las tierras por espejitos de colores, pero ¿de quién es la responsabilidad? Quién tuvo la culpa, entonces hay una responsabilidad de los poderosos que debe ser planteada, que es distinta de la del resto.

¿Entonces no todos somos culpables?

Creo que la idea de ser culpables de lo que nos pasó, es paralizante porque nos lleva a hacer una expiación en el castigo de lo que hicimos mal y no pelear por lo que nos corresponde. Creo que en ese pensamiento hay algo profundamente nocivo. Es que ahora tenemos que atenernos a las consecuencias de lo que disfrutamos porque eso no es verdad. Porque todos no disfrutamos.

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Extraído de:  http://www.silviableichmar.com/reportajes/Reportaje%20de%20REFLEXIONES%20Y%20DEBATES.htm
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