Sigamos modelos que valgan la pena, que nos hagan mejores seres humanos,
y no aquellos que nos llevan hacia la estupidez y la muerte.
Hay modelos que nos hacen mejores seres humanos siempre y cuando los hagamos carne.
Es un error básico seguir simplemente un modelo.
El hacerlo carne implica que uno es el modelo, en cada acto y en todo momento.
Es en ese punto donde se hace carne.
El seguir un modelo en principio es una aspiración, y puede ir haciéndose carne propia,
en la medida que podemos ir soltando lo que creemos que somos.
Paradójicamente, cuando más creemos que somos, menos somos, más pequeño es nuestro yo,
más pequeño y encerrado en si mismo, más misero, más pobre, más nada, una nada en la nada.
En cambio, cuando menos creemos que somos, más somos, más aprendemos, más nos sensibilizamos,
sentimos más compasión por los otros, por todos los seres vivos,
y más nos interesamos por brindarles lo mejor de nosotros mismos.
Y ese yo pequeñito, orgulloso en su soberbia de creerse el centro del mundo,
se hace grande si se expande en humildad, en entrega hacia los otros en su plena humanidad.
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