La pasión de niño, la que deja atrás el resentimiento,
de quien se reconcilia con su pasado y se libera de cargas.
Y en ese liberarse, deja de estar mascullando en su mente lo que paso, y vive el presente;
el presente que antes se perdía sumido en su rencor que más y más contaminaba su mente.
Y en ese vivir su vida disfruta de todo lo que vive, más allá de su circunstancia, ya que es su vida.
Es su vida y no algo por venir en un futuro de fantasía, es su vida y por eso puede disfrutar del sol,
del canto de los pájaros, de la conversación con un niño o con un anciano,
del viento que canta su canción acariciando las hojas de los arboles,
y puede como niño en cada acto dar lo mejor de si mismo con un amor profundo y suave, como brisa mañanera.
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